INDUSTRIA
La importancia de los establecimientos artesanales (artesanía*) e industriales fue siempre muy secundaria en comparación con las actividades agrícolas y ganaderas. No eran capaces de transformar toda la materia prima que producía el reino y que se exportaba sin elaborar -lana, cueros, etc.-, ni de evitar la masiva importación de manufacturas de primera calidad que venían de Francia y de Castilla (Comercio*). Se limitaban, salvo excepciones, a atender las demandas más perentorias de la población rural, principalmente el vestido. Según el censo de Floridablanca (1787), había en Navarra 46.719 “labradores” frente a 7.416 “fabricantes” y “artesanos”. Sólo en Pamplona existía un potente sector artesano que ocupaba algo más de un tercio de su población activa.
En las villas y ciudades, las actividades artesanales se organizaron rígidamente de acuerdo con las ordenanzas propuestas por los gremios* y aprobadas por el rey.
Las principales actividades artesanas giraron en torno al trabajo de productos textiles, del cuero y de los metales. En Pamplona, por ejemplo, la producción textil implicaba, de diversa manera, a los gremios de boneteros, burulleros, cordoneros, cordeleros, guanteros, pelaires, sastres, calceteros, sombrereros, tafetaneros, tejedores, tintoreros y tundidores. El cuero daba trabajo a los aforradores, pellejeros, boteros, guarnicioneros, zapateros y zurradores; y los metales servían de materia prima a ceraceros, cerrajeros, cuchilleros, espaderos, herradores, latoneros y plateros. Además de éstos, hubo gremios de adoberos, arquitectos, carpinteros, cereros y confiteros, chocolateros, carniceros, horneros, impresores, panaderos, pasteleros y pintores.
Todas las medidas legales de reforma de los gremios dictadas en el siglo XVIII no lograron sacar de su postración a un artesano que, además, se veía sin fuerzas para competir con las nuevas formas de organización industrial de corte “capitalista” introducidos también en Navarra. La dificultad que encontró la exportación de los vinos llevó a la instalación de fábricas de aguardiente. Hubo importantes destilerías en Lerín (se quemaban en 4 calderas más de 200 cántaros diarios para exportar a Venezuela), Lodosa, Mendigorría, Peralta, Puente la Reina, etc. En Aóiz, José Antonio de Guirior, señor de Villanueva de Lónguida, instaló a mediados del siglo XVIII, una fábrica de curtidos, y las hubo también en Pamplona, Estella y Tafalla. A principios del XIX, los propietarios de las fábricas de Estella, Los Arcos, Betelu, Yanci, Aibar y Elizondo pidieron protección arancelaria a las Cortes de 1817 para evitar la competencia de los cueros franceses. En Tudela había seis fábricas de jabón y otras dos en Valtierra que, solicitaron (1815) licencia para importar aceites más baratos de Aragón. En Tudela y en Villana funcionaron fábricas de extracto de regaliz, y en la de Corella, trabajaban 100 hombres y 50 caballerías (ca. 1800).
Junto a Pamplona, a orillas del Arga, se instalaron, sucesivamente, un molino de pólvora, una fábrica de papel y otra de cerámica. La propiedad de las instalaciones era de la Corona, en el primer caso, y del hospital de la ciudad en los otros dos, lo mismo que las ferrerías, funcionaron por el sistema de arriendo a distintos maestros-empresarios, que empleaban mano de obra asalariada.
El molino de pólvora, construido en 1593-1597, como la herrería de Eugui*, era una necesidad, dado el carácter fronterizo del reino. Funcionó ininterrumpidamente hasta el siglo XVIII, abasteciendo a la guarnición de Pamplona, a las fortalezas guipuzcoanas y a la armada. Tras la segunda gran explosión, (1733), -hubo 3 muertos, 4 heridos y destrozos en la catedral y varias casas de la ciudad- tardó en reconstruirse hasta 1745. Sin embargo, para entonces había perdido su importancia estratégica y la ciudad quiso evitar el peligro de un nuevo accidente comprando las instalaciones en 1753. El regimiento contrató entonces a un fabricante catalán, que acondicionó la fábrica como molino de papel, el primero que se instalaba en Navarra. Franceses, aragoneses y catalanes se sucedieron en el arriendo del molino que, a finales del siglo XVIII, producía unas 6.000 resmas anuales. Destruido durante la guerra de la Independencia*, se aprovecharían la presa y el solar para instalar, en 1816, una fábrica de loza ordinaria, que ya había funcionado esporádicamente con anterioridad.
Durante el siglo XIX, la industria navarra seguiría siendo una parte secundaria de la economía regional. En el censo de frutos de 1799 el valor que se estima en los productos fabriles se elevaba a algo más de trece millones de reales (13.405.629) por año, en tanto que el de la ganadería ascendía a 72.032.335 y el de la agricultura a 68.638.334; de manera que el sector primario decuplicaba con creces el secundario.
No andaban, por lo tanto, muy descaminados los estadísticos navarros que unos años después, en 1811, calcularon la producción regional sobre las tazmías de 1803-1807; indicaron que la población ocupada en la Industria alcanzaba sólo una octava parte del total, cuando debía ser al menos el doble.
En el conjunto de España, todo el primer cuarto del siglo XIX constituyó un período de decadencia fabril, en buena parte por la clausura de los mercados americanos (por la Emancipación) y sobre todo por la cadena de irregularidades financieras, crisis agrícolas y guerras que afectaron al país. En Navarra, las cosas no ocurrieron de otra manera. Al parecer, y aunque los datos conocidos no son totalmente fiables, la industria navarra se reducía (en 1826) a 634 obradores de lienzos ordinarios, uno de papel, doce de jabón, 319 obradores de paños de lana y treinta establecimientos metalúrgicos. En la propia capital del reino no contaban más que seis molinos harineros y otro de papel -“que antes lo fue de pólvora”- sobre el Arga, una fábrica única de paños -la del Hospicio- y un cierto número de tejedores, todos los cuales no lograban sin embargo abastecer el mercado propio.
Tras el paréntesis de la primera guerra carlista (1833-1839), que en Navarra debió de prolongar especialmente el colapso industrial general de comienzos de siglo, los años cuarenta presenciaron una cierta eclosión industrial. En los años inmediatamente anteriores a 1849, se habían fundado dos nuevas fábricas de lencería en Pamplona, además de otra de harinas, que molturaba cada año más trigo que todos los demás molinos de Navarra juntos. Acababa de crearse asimismo la papelera de Villava.
Pero, aparte de esto, el ramo fabril tenía pocas cosas más que destacaran: en Tudela, una tintorería de paños, una fábrica de velas, otra de fideos y pastas y sendas de chocolate y regaliz. De regaliz también había una en Corella, y otras dos en Murillo de las Limas y en Valtierra, donde además funcionaban siete de jabón. En distintos sitios se abrían cuatro alfarerías y treinta molinos de aceite (de ellos cinco en Olite y cuatro en Tafalla. En la misma ciudad de Olite había una fábrica de tejas y ladrillos y, en Tafalla), una de aguardiente y cuatro de curtidos; en Aóiz, varios telares y una filatura de estambres para medias, además de algunos batanes; en Cascante una fábrica de paños y, en Estella, dos lavaderos de lana, en buen estado y otros de inferior calidad, además de importantes alfarerías, una fábrica de curtidos, dos batanes, una filatura “a la moderna” y otros de torno de mano, una fábrica de bayetas y paños y otra de boinas.
Las demás -con pocas excepciones- eran talleres artesanos que, no sólo en las cabezas de merindad sino en la mayoría de los pueblos, cubrían buena parte de las necesidades.
Sólo merecían capítulo aparte las ferrerías* revitalizadas inmediatamente después de la guerra de 1833-1839. Se pusieron en explotación viejas y nuevas minas de hierro y se crearon altos hornos en Bertiz-Arana, Donamaría y Oroz-Betelu. Pero se trataba de una industria en transformación; el número de ferrerías habían quedado en veinte en 1847, y aún se reducirían en las siguientes décadas. A pesar de la aparición de industrias metalúrgicas especializadas no fue este el sector puntal de la leve industrialización navarra del siglo XIX.
El hecho es importante porque subraya una cierta característica de ese proceso. En toda Europa, la denominada revolución industrial se apoyó en su primera fase en dos sectores principales: metalurgia e industria textil. En Navarra, sin que llegase a tener importancia ninguno de los dos, la falta de carbón y la insuficiencia del hierro hicieron que sólo los textiles consiguieran alcanzar alguna importancia.
En cualquier caso, la situación continuó siendo ésta durante casi todo el resto del siglo XIX. En los años 1880, el artesano local seguía desempeñando un papel de primer orden en el abastecimiento de manufacturas (como en el de los servicios). Un informe de 1884 comenta por ejemplo que en el Valle de Roncal, junto a los labradores y ganaderos, hay “algunos que se dedican a otros trabajos como cerrajeros, carpinteros, molineros etc.” Y ya es sabido que, por las mismas fechas, continuaba diciéndose que en mercados comarcales de la envergadura de Aóiz el tráfico seguía limitándose a “los productos sobrantes, tanto naturales como industriales”; lo que sencillamente significa que, incluso en una cabecera comarcal como ésta, la producción se dirigía al autoabastecimiento.
Y, sin embargo, en esos mismos años ochenta la situación comenzó a cambiar. En 1884, en Tudela se anotaba el establecimiento de “alguna fábrica de cerillas fosfóricas, manufacturas de lino y refinamiento de alcoholes”. Y, en 1912, se afirmaba -cierto que con especial optimismo- “un gigantesco avance en la vida Industrial de Navarra”.
El factor psicológico, la existencia de un fenómeno de opinión, que explique en alguna medida ese desenvolvimiento industrial que comienza antes de que termine el siglo, no parece en absoluto desdeñable, pese a que nunca ha sido atendido por los historiadores. De todas formas, el desenvolvimiento no fue ni mucho menos solamente navarro. En el conjunto de España, durante ese último cuarto de la centuria, se da la paradoja de que la economía dio un gran paso adelante, tanto en la agricultura como en la industria, al mismo tiempo en que el resto de Europa se sumió en la primera de las grandes crisis contemporáneas que han recibido el nombre de Gran Depresión. Algún historiador ha escrito que la filoxera* y el convertidor de Bessemer (que permitió desarrollar la industria siderúrgica) hicieron el milagro.
En Navarra, por lo menos, fue decisivo el primer factor. Por tanto, el desenvolvimiento industrial que entonces se inició siguió fuertemente ligado a la agricultura. Y, en concreto -primeramente-, a la viticultura. De 1871 data la Sociedad Mercantil Vinícola de Campanas, primera en la región que introdujo maquinaria moderna en la elaboración de los caldos.
Asimismo, se desarrolló la industria harinera; de modo que, si continuaba en funcionamiento el sarpullido de molinos que poblaban de antiguo los ríos de la región (había aún 306 en 1912), eran ya 21 las fábricas que molturaban con cilindros -en esta última fecha- y 39 los establecimientos que, aun haciéndolo con piedra, habían aplicado la fuerza eléctrica o introducido algún mecanismo moderno complementario.
La pérdida de las Antillas en 1898 impulsó, como en toda España, la elaboración de azúcar de remolacha; contó enseguida con sendas fábricas en Marcilla y Tudela y Navarra se transformó en la cuarta provincia productora de ese alimento en la primera década del siglo XX.
Por su parte, la vieja papelera de Villava se vinculó a la gran empresa española del sector -la Papelera Española- y eso dio lugar a una absoluta renovación y a la construcción, además, de otra papelera en Oroz-Betelu ligada a la misma empresa nacional.
Si, esto último fue obra del desenvolvimiento del sector forestal -en lo que se refiere a la obtención de las materias primas-, todavía la agricultura promovió el desarrollo de otro sector fabril, el de productos químicos, a raíz de la difusión -muy desde los inicios del siglo XX- de los abonos artificiales. De 1909 data el establecimiento de la primera fábrica navarra de abonos químicos, en Pamplona, que contribuyó de forma decisiva -con las fórmulas cooperativistas de crédito- a difundir ese recurso (Caja Rural*).
En otro orden de cosas -pero dentro aún del sector industrial de bienes de consumo- seguían revistiendo importancia notable las salinas solares tradicionales -por desecación-, en los tres topónimos de este nombre (Salinas de Pamplona, de Monreal y de Oro) pero había aparecido la fábrica mecánica de sal de Lecumberri.
Aunque en menor grado, había sido asimismo importante la renovación de las manufacturas de bienes duraderos. En el sector tejero, antaño importante y relativamente disperso, se había registrado un proceso de concentración, que, a comienzos del siglo XX, redujo el número de las tejerías mecánicas a las de Pamplona y Alsasua. Mal que bien, subsistían los antiguos gremios textiles, cordeleros, alpargateros… Pero se habían añadido ramos enteramente nuevos, como el de las bombillas, que empezó a fabricar en 1903 en Navarra la casa Argui-ona.
Por último, en la industria de base -siempre poco importante en esta región- las innovaciones habían sido menores. Todavía en 1930 continuaban en funciones muchas de las antiguas ferrerías de carácter cuasifamiliar; aunque se habían sumado modernas siderurgias en Vera, Alsasua y Pamplona. Funcionaba ya la fábrica de cementos Portland en Olazagutía y en 1897 se había abierto la de asfaltos de Bacaicoa.
Pero nada de lo que precede puede ocultar las debilidades: primero, que en 1930 -como en 1799- las industrias de transformación de productos agrarios -y secundariamente forestales- continuaban teniendo una gran importancia; que, por lo mismo, la navarra era sobre todo una industria de bienes de consumo; la mayoría de su población seguía dedicada al sector primario y hacia 1930 se seguía situando la elaboración de cucharas de boj entre los quehaceres industriales de la región, quehacer sin apenas significación en el valor de la producción regional, pero prueba de que seguía vigente una forma de vida reveladora a su vez la pervivencia de un sistema económico antiguo.
Bibliografía
M. Núñez de Cepeda, Los antiguos gremios y cofradías de Pamplona (Pamplona, 1948); R. García Serrano, El Molino de papel del Hospital General de Pamplona, “Cuadernos de Etnología y etnografía de Navarra” (1974), 7-21; V. Pérez de Villareal, Ferrerías (Pamplona, 1977); M. Sorauren, Navarra: ¿revolución industrial frustrada?, “Langaiak” (1984), 21-40.
Industrialización
Todavía en 1950 la situación industrial había cambiado poco. Solo el 6,8% de la población total trabajaba en la industria. Con todo se advirtió un incremento en la capital (yute y algodón en 1927, paños y mantas en 1946, caucho y abonos, curtientes y colorantes en 1945, grasas vegetales en 1950, transformados de la madera en 1949, cartonaje en 1941). En conjunto, sin embargo, se mantenía la etapa tradicional de una región agraria, y así mientras en el conjunto de España la población activa en el secundario era del 26%, en Navarra no superaba el 20% (1950). Entre 1955 y 1960, al igual que en el resto del país -aunque aquí con más fuerza- se inició el despegue industrial. Ya a finales de la etapa anterior habían acudido capitales catalanes, vascos y extranjeros que se unían a la iniciativa local. Varios fueron los factores de esta evolución aparte de la evolución general de la coyuntura. Entre ellos cabe citar el Plan de Promoción Industrial de la Diputación Foral (1964), la creación de una trama descentralizada de polígonos industriales, la mejora de la red de carreteras, la extensión de la formación profesional, un cambio de mentalidad en los grupos dirigentes, y como no, la atracción de capitales foráneos. Todo ello produjo un incremento cuantitativo de la industria y una transformación sectorial. Así, a la vez que se afirman actividades de la etapa anterior (conserveras, papel) aparecen otras nuevas: aluminio, fabricación de automóviles y todo un complejo de metalúrgica transformadora que se constituye en el principal protagonista del crecimiento fabril.
Se pueden citar como ejemplo la fecha de instalación de Imenasa y Perfrisa en 1953, Torfinasa en 1955, Authi en 1966 y otras como Super Ser, que unidas a la renovación de las conservas cárnicas hacen de Pamplona una ciudad industrial. En el resto de Navarra merecen citarse Inasa en Irurzun, establecida en 1960 para la transformación del aluminio, Piher y Sanyo del sector de la electrónica en Tudela, Luzuriaga en Tafalla como industria auxiliar del automóvil, Laminaciones de Lesaca, Potasas de Navarra en Beriain para el aprovechamiento de los ricos yacimientos del Perdón, las papeleras de Sangüesa, Cordovilla y Villava que experimentaron una gran expansión, y otras nuevas del sector en Leiza y Allo, así como la implantación de Salvat en Estella. Este proceso queda reflejado en la evolución de las magnitudes macroeconómicas. En efecto, si en 1960 la población activa industrial era del 22,3%, inferior a la media nacional (23,4%), en 1973 alcanzó el 35% mientras la media española estaba en el 27%. La participación de la industria en el VAB regional pasó del 32,8% en 1960 al 42,6% en 1971, con un crecimiento muy superior a la media nacional.
La tercera etapa, puede establecerse a partir de la década de 1970. La fase de mayor empuje de la industrialización navarra se termina: se reduce la inversión y la creación de empleo. Esta crisis inicial, a la que no es ajena la elevada conflictividad laboral del momento -en esos años Navarra registra el mayor número de horas de trabajo perdidas de toda España-, impidió la incorporación de Navarra a la tercera revolución industrial, y después de un ligero descenso se une con la llamada crisis energética iniciada en 1973, prólogo de la crisis estructural que caracterizaría los años siguientes. Etapa que viene marcada por el estancamiento y la reconversión y el aumento incesante del indicado paro que sitúa a la tasa por encima de la media nacional (18,7% frente a 17,8% en 1983) (Empleo*). Algunas empresas no tenían un futuro cierto pero, en contrapartida, la alta tecnología que caracteriza a una gran parte de la industria navarra de transformación, avanzaba una cierta recuperación.
Promoción industrial
Con objeto de promover el establecimiento de instalaciones industriales en Navarra, la Administración Foral, estableció a partir de 1964 una política de promoción industrial, reflejada en varias normas:
Programa de Promoción Industrial de Navarra (PPI)
Plan Industrial de Acción Coyuntural (PIAC)
El programa de Promoción Industrial de Navarra (PPI) se estableció por Acuerdo de 10/4/1964 y se redefinió por Acuerdos de 18/3/1966 y 28/6/1974.
El PPI contempla los requisitos que deben poseer los proyectos industriales para acogerse a determinados beneficios, que consisten tanto en subvenciones a fondo perdido, como beneficios tributarios o fiscales (bonificaciones fiscales de impuestos directos, y derechos reales, etc). Se complementan con la adecuación en la instalación y localización de empresas industriales, la dotación de infraestructura para ubicación de las empresas industriales; se programa igualmente la creación de polígonos industriales, como fueron los de: Tudela, Tafalla, Estella, Alsasua, Aoiz y Sangüesa (en 28.6.74).
El Plan Industrial de Acción Coyuntural (PIAC) se estableció por Acuerdo de 18/6/79 y pretende ser un estímulo de la inversión industrial para aquellos proyectos que no pueden acogerse al PPI (sobre todo por superar el monto de 30 millones de pts.).
Los proyectos de inversión industrial acogidos a estos planes fueron 447 en el período de 1964-1982.
La ejecución de los proyectos previstos incluidos en el PPI y PIAC, en el período de 1964-82, que afectaban provisionalmente en un principio a las 447 empresas industriales, con un volumen de inversión de cerca de 45.000 millones de pesetas (corrientes) y la creación estimada de más de 29.000 puestos de trabajo, con la adjudicación de más de 7.000 millones de pesetas en concepto de subvención, dio lugar a una situación de puesta en marcha de proyectos industriales relativamente menor.
Según estas cifras, entre el PPI y PIAC, se dio curso al apoyo de 371 empresas industriales, que ubicaron sus instalaciones en Navarra y cuyo volumen de inversión en instalaciones y equipos productivos ascendió a más de 54.500 millones de pesetas (corrientes); generaron cerca de 25.400 puestos de trabajo.
La incidencia de esta promoción en la inversión industrial de Navarra, se puede cifrar en un 47,65 por ciento de la inversión industrial total en el período 1964-1982; la inversión productiva de la industria navarra en el período 1964-82 se elevó a 114.718 millones de pesetas.
Promoción industrial
La incidencia espacial del Programa de Promoción Industrial en Navarra es la siguiente:
El 50 por ciento de las 225 empresas acogidas al PPI, se localizaron en la Merendad de Pamplona; de ellas 75 fueron de nueva creación y 38 eran proyectos de ampliación; 72 se localizan en el área de Pamplona. Con una inversión de 27.000 millones de pesetas y la creación de cerca dé 11.400 puestos de trabajo.
Otras áreas de localización, dentro de la merindad fueron la Barranca donde se desarrollaron 19 proyectos de inversión (17 nuevas empresas), con una inversión de 1.300 millones de pesetas y 1.200 puestos de trabajo; y la zona de Leiza, donde se llevaron a cabo 4 proyectos (3 nuevas empresas), que ocuparon a 1.150 trabajadores, y generaron una inversión de más de 1.800 millones de ptas.
En la Merindad de Sangüesa se acometieron, bajo la normativa del PPI 17 proyectos, (de los cuales 12 eran de creación de nueva planta), con una inversión de cerca de 5.800 millones de pesetas y la creación de casi 1.800 puestos de trabajo. Los proyectos más importantes se ubicaron en Sangüesa, afectaron a 5 empresas (2 de nueva creación) y realizaron una inversión de 4.520 millones de ptas. con la creación de 872 puestos de trabajo.
Los proyectos acogidos al PPI en la Merindad de Estella fueron 34 (22 eran de nueva creación y 12 de ampliación de industrias existentes), de las cuales 17 se localizaban en el área de Estella, con cerca de 2.900 millones de inversión y la creación de 1.900 puestos de trabajo. En la zona de Viana se ubicaban 6 (3 de nueva planta) que daban ocupación a 753 trabajadores, con una inversión de 1.228 millones de pesetas.
En la Merindad de Olite ascendieron a 23 proyectos de los cuales 19 eran de nueva planta. El empleo generado fue de 1.883 puestos de trabajo, para lo cual se realizó una inversión productiva de cerca de 3.000 millones de pesetas. El núcleo de ubicación principal fue Tafalla, con 11 proyectos de inversión (de ellos 9 de nueva planta), que dieron lugar a 1.400 puestos de trabajo, con una inversión de más de 2.500 millones de pesetas.
La Merindad de Tudela sirvió de instalación a 38 proyectos aprobados en el PPI de los cuales 24 fueron de nueva planta. Los puestos de trabajo creados fueron más de 3.000, para lo cual se realizó una inversión industrial de más de 4.700 millones de pesetas, localizada en su mayor parte en el municipio de Tudela.
Los proyectos industriales desarrollados al amparo de la normativa del Plan Industrial de Acción Coyuntural (PIAC), se refieren en su mayoría a proyectos de ampliación (115) frente a solo 31 nuevas plantas industriales. Supusieron una inversión de cerca de 4.900 millones realizada, preferentemente en los ejercicios de 1980 y 1981; dio lugar a la creación de unos 1.000 puestos de trabajo.
De los 146 proyectos comentados, 85 corresponden a la Merindad de Pamplona (77 eran proyectos de ampliación); con el 63,8 por ciento de la inversión total acogida al PIAC y 445 puestos de trabajo. Un total de 59 proyectos se desarrollaron en el área de Pamplona, con una inversión de 2.155 millones de pesetas y la creación de 276 puestos de trabajo.
En la zona de la Barranca se crearon 117 empleos, con una inversión de 423 millones de pesetas, para 11 proyectos, (10 de ampliación).
En la Merindad de Sangüesa se acogieron al PIAC 14 proyectos, de los cuales 7 eran de creación de nueva planta, con una inversión de 471 millones de pts. y 131 empleos. Del total de proyectos aprobados, siete se localizaban en el área de Aoiz, con la creación de 90 puestos de trabajo y una inversión de 320 millones de pts.
Los proyectos acogidos al PIAC en la Merindad de Estella fueron 12 (6 de nueva planta) con una inversión de 392 millones de pts. y la creación de 227 puestos de trabajo. Un total de 6 se localizan en el área de Viana (4 de nueva planta) con una inversión de 148 millones de pesetas y la creación de 35 puestos de trabajo. Otros tres proyectos (dos de nueva planta) se localizan en el área de Estella, con una inversión de 196 millones de pesetas y la generación de 127 empleos.
En la Merindad de Olite se acogieron al PIAC 15 proyectos (6 de ellos de nueva planta), con una inversión de 393,5 millones de pesetas para la creación de 142 puestos de trabajo. Un total de 6 se ubicaron en el área de Tafalla (3 de nueva planta) con 238 millones de inversión y con la generación de 58 empleos.
En la cuenca baja de los ríos Aragón-Arga, se localizaron 9 proyectos 6 de ampliación), con una inversión de 155,5 millones de pesetas y la creación de 84 puestos de trabajo. En la Merindad de Tudela se acogieron al PIAC 20 proyectos (16 de ampliación) con una inversión de 511 millones de pesetas y 59 puestos de trabajo.
En el año 1982, se estableció una nueva normativa sobre “Fomento de la inversión y el empleo en Navarra” que entre otros aspectos derogaba el Programa de Promoción Industrial, texto refundido de 28 de Junio de 1974. Se aprobó posteriormente por Decreto Foral 1/1982, de 16 de septiembre, el Reglamento de “Ayudas financieras a la inversión y al empleo”, cuyos resultados hasta mediados de 1984 ofrecían estas cifras.
Localización industrial
La industrialización se tradujo espacialmente en una determinada localización de las actividades en el territorio navarro. Los factores de localización más importante, para la etapa tradicional, fueron la proximidad a las materias primas (cemento, ferrerías-fundiciones, conserveras, madereras, cárnicas, vinícolas) el ferrocarril y los mercados urbanos como centros suministradores de mercado de trabajo y generadores de iniciativas empresariales. En la etapa moderna, a los anteriores, se añadieron las economías de aglomeración urbana, las economías de escala, la situación de cara al mercado regional y nacional, la red de carreteras, y de modo especial las ventajas fiscales y administrativas ligadas al Plan de Promoción Industrial. Pero junto a estos factores, las razones personales de los empresarios -la afección al lugar- fueron las que han intervenido en la mayor parte de los casos, especialmente en aquellas empresas desarrolladas a partir de pequeñas instalaciones familiares artesanales.
Como resultado del juego de los diversos factores enumerados, la industria navarra adoptó desde un principio unas pautas de localización caracterizadas por la dispersión y la descentralización, favorecida por la política foral de creación de polígonos industriales. Aunque no en todos los casos estas ofertas de suelo, y en menor medida de infraestructuras, hayan alcanzado los efectos deseados, puede afirmarse que Navarra adoptó una política de localización innovadora para su tiempo. Cuando en toda Europa se estaban utilizando los modelos polarizados que en época reciente habían de ser sustituidos por la descentralización industrial. La política de localización seguida tuvo las ventajas de fijar la población en toda o en la mayor parte del territorio, y provoca que el retroceso demográfico fuera menor de lo que realmente hubiera sido de haberse adoptado una localización polarizada. Igualmente este hecho provocó una mejor distribución de la industria y de las rentas derivadas. Naturalmente la distribución de los recursos y el origen de las iniciativas tradicionales -piénsese en el eje del Ebro- ya había seguido de modo espontáneo este tipo de distribución.
Con todo, la capital y su periferia concentra el 45% del empleo industrial, frente al 50% de la población, siendo su capacidad polarizadora inferior al de otras ciudades españolas. Su posición central, en el cruce de las más importantes vías de comunicación, el origen de las iniciativas y el capital y la función rectora de la ciudad son los principales factores que explican esta aglomeración. Las ramas más significativas son el automóvil, la industria metalúrgica de transformación, minería (potasas), industrias cárnicas, química, papel, madera y muebles, con la mayor diversificación industrial de la región. Le sigue en importancia el eje del Ebro, donde se localiza el 24,5% del empleo industrial regional, la principal concentración es Tudela (11,07% del empleo) que con su comarca aglutina el 17,2% del empleo, mientras que a la Ribera occidental le corresponde el 7,3% restante. Desde el punto de vista sectorial es el área más especializada (agroalimentaria, materiales de construcción, alabastro, químicas y textil y confección) aunque Tudela introduce una cierta diversificación (metalurgia y electrónica). Otras dos aglomeraciones industriales son las ciudades de la Navarra Media: Estella (6,15%) y Tafalla (2,7%). La primera con un amplio abanico industrial (química, artes gráficas, metálicas, calzado y confección, etc) y la segunda más especializada en auxiliar del automóvil y metalurgia. Otros centros menores de la Navarra Media son Sangüesa (papel, confección), Puente la Reina (material eléctrico y alimentación) y Allo (papel), que con las demás localizaciones dispersas suman el 14,05% del empleo regional. Sectorialmente la Navarra Media se sitúa en una posición intermedia entre la Ribera y la Montaña (alimentación, confección, calzado por un lado y metalurgia, madera y papel-artes gráficas por otro).
En la zona septentrional de Navarra el corredor de la Barranca (6,12% del empleo) y los Valles Cantábricos (6,74%) son las más importantes áreas. En la primera, especializada en metalurgia y madera, Alsasua (2,07%) es el principal centro, mientras que en la segunda, junto con implantaciones de gran volumen como Lesaca (laminaciones), Leiza (papel) y algunas concentraciones como Vera de Bidasoa, con notable diversificación, abundan las localizaciones dispersas como Elvetea (calzado), Ulzama (lácteos) y otras de materiales de construcción, metalurgia, etc. En contraste, el sector nororiental presenta un semivacío industrial, con pequeñas salpicaduras entre las que sobresale Aóiz. Entre todas sólo llegan a localizar el 2,3% del empleo fabril de navarra; la madera, minas y canteras, alimentación y textil y confección de Aóiz son las principales actividades.
En 1984 existían 25 asentamientos para localización de empresas, en su mayoría industriales, considerados polígonos industriales. Se hallan completamente urbanizados, por lo que disponen de acometidos de fuerza, agua y disponen de red de saneamiento, desagües, alumbrado, red viaria, etc.
La superficie total urbanizada en estos 25 polígonos se elevaba a cerca de 6 millones de metros cuadrados, de los que se hallaban ocupados el 57%, es decir, 3,4 millones de metros cuadrados.
De los 25 polígonos industriales existentes, siete habían sido promovidos por la Diputación Foral de Navarra; cuatro eran de reciente urbanización, mientras que de los otros tres, el de Aóiz todavía se hallaba semiocupado a pesar de sus más de cinco años de existencia.
La mitad de los polígonos de promoción municipal (9 sobre 18) se hallaban ocupados en más del 85 por ciento de su superficie total, mientas que en el resto el bajo grado de ocupación estaba motivado por su reciente terminación o por no estar totalmente urbanizados. Los de mayor extensión se localizaban en Tudela, Pamplona, Buñuel y Sangüesa.
También existían zonas o enclaves de localización industrial, donde se ubican varias empresas, que no tienen la consideración de polígono industrial, por carecer de urbanización, ser ésta parcial o no haber sido planificada.
Figuran como enclaves industriales entre otros: Aizoáin (Ansoáin), Ansoáin (C. Ansoáin), Cintruénigo, Beriáin (Galar), Noáin (Elorz), Ororbia (Olza), Orcoyen (Olza), Ribaforada, Olazagutía, Ciordia, Huarte-Araquil, Echarri-Aranaz (Sur), Pamplona (zona norte), Cordovilla (Galar) Torres de Elorz, Irurzun y Echarren (Araquil), Arre y Oricain (Ezcabarte), Caparroso, Tiebas, Mutilva (Alta y Baja), Lumbier, Baztán, Tafalla, Falces, Villava, Roncal, Isaba, Berriozar (Ansoáin), Tudela, Berrioplano (Ansoáin), Leiza, Aóiz y Arguedas.
En 1981 las actividades fabriles (sin incluir la construcción) ocupaban al 37% del total de personas empleadas en Navarra y aportaban el 38% del Valor Añadido Bruto, porcentajes superiores a la media nacional que en ese mismo año eran el 25,4% y el 24,4% respectivamente, configurando a Navarra como una región industrial. Pero esa estructura era el resultado de una evolución.
Del mismo modo que el proceso de industrialización condujo a un cambio en la estructura económica de Navarra, también alteró la participación de las diferentes ramas en la estructura industrial de la región. Este cambio se concreta en dos hechos: la modificación del peso de las diferentes ramas y la polarización sectorial. Aplicando el índice de Weaver a la distribución del VAB en las diversas actividades fabriles se observa como en 1955, año que representa el momento del despegue, los sectores básicos eran siete: alimentación, materiales de construcción, madera y mueble, cuero, calzado y confección, químico, metálicas y textil. En 1979 el número de actividades básicas se reduce a seis: metalurgia, en primer lugar, materiales de construcción, papel y artes gráficas, alimentación, químicos y cuero-calzado-confección por este orden.
La comparación de ambas distribuciones indica como la reducción de sectores básicos produjo una polarización sectorial, acentuada al considerar que la primera rama en al actualidad -la metalurgia – concentra el 40% del VAB, mientras que la que antes ocupaba el mismo puesto -la alimentación- tan solo suponía el 16,7% del VAB.
Se observa también como otra actividad que ha tenido una gran expansión fue la industria papelera y de artes gráficas, y en segundo lugar una industria de tanta raigambre en Navarra como la agroalimentaria. Igualmente otras ramas industriales, como la madera y la textil, que en la primera etapa formaban parte de la estructura básica, en la actualidad han perdido esa posición. No así la química y la industria del cuero y calzado que, aunque han perdido importancia relativa, siguen formando parte de las ramas fabriles principales.
Todo este proceso de transformación sectorial significó, además de un cambio cualitativo de la actividad fabril, una modificación de las ligazones interregionales. En efecto los índices de especialización industrial de Navarra muestran como la industria de mayor especialización en el conjunto nacional es la papelera y en segundo lugar la metalurgia, perdiendo puestos en esta consideración la agroalimentaria por el ascenso de otras regiones especializadas en esta actividad, Murcia, Andalucía y Levante principalmente. Otras actividades de significativa presencia son la industria de la madera, las materias primas minerales y la fabricación de materiales de construcción. Si ahora pasamos al marco internacional se observa como entre nuestras partidas exportadoras las más importantes son los productos de la industria papelera, la metalurgia transformadora (se incluye aquí el material de transporte) y la agroalimentaria.
En resumen se inscribe así Navarra, de acuerdo con la estructura del sector industrial, como una región de transición entre la España cantábrica y la mediterránea. Con aquélla tiene especialidades comunes como la metalurgia y el papel, y con la segunda ocurre lo mismo en la agroalimentaria, el cemento y los materiales de construcción y la madera. Estructura que está en estrecha relación con las características geográficas del territorio navarro y sus recursos naturales, pero también con su inserción en las áreas industriales próximas, especialmente con el País Vasco.
La rama industrial con más empleos es el subsector metalúrgico, 21.000 personas, que suponen el 32% del empleo industrial en Navarra. Por otro lado, las industrias de la construcción que ya habían comenzado su crisis en 1975, ocupaban únicamente el 17% del empleo en 1982.
La industria navarra (sin la construcción) presenta un fuerte grado de minifundismo ya que más del 75% de los establecimientos no poseen una plantilla superior a 10 trabajadores (empresas artesanales), y el 13,8% del empleo industrial (sin la construcción).
Las empresas pequeñas (de 10 a 49 trabajadores) representan una quinta parte (19,5%) de las industrias manufactureras, y ocupan el 23,7% del empleo industrial.
Las medianas (de 50 a 199 trabajadores) suponen el 3,5% del total y emplean el 20% del empleo del sector.
Únicamente un 1,5% de las empresas disponen de una plantilla superior a 200 trabajadores (grandes empresas); dan empleo al 42,5% de la mano de obra ocupada en la industria navarra.
Las actividades económicas pueden agruparse de acuerdo con la Clasificación Nacional de Actividades Económicas (CNAE).
Las actividades industriales que destacan tanto por establecimientos, como por empleos son las de fabricación de productos metálicos, productos para la alimentación humana y la industria de la madera y muebles. Las actividades de construcción de vehículos y sus piezas; la industria del papel y cartón; la construcción de maquinaria y material eléctrico, también poseen niveles de empleo altos, si bien el número de establecimientos industriales es mucho más reducido.
La localización geográfica de las actividades industriales permite establecer la especialización industrial de las respectivas merindades.
Merindad de Sangüesa: industria del mueble (Noáin, Aóiz, Lumbier); industria cárnica (Huarte-Pamplona, Lumbier), fabricación pan (Aranguren); papel y cartón (Sangüesa, Egüés, Huarte-Pamplona); productos metálicos (Huarte-Pamplona, Egüés, Aranguren, Elorz); maquinaria agrícola (Noáin); y productos minerales no metálicos (Zubiri, magnesita).
Merindad de Estella: conservas vegetales (San Adrián, Lodosa, Azagra, Andosilla y Mendavia); papel y artes gráficas (Villatuerta, Allo y Viana); aparatos eléctricos (Estella); muebles (Viana, Eulate, Estella); cuero (Estella) y productos metálicos (Villatuerta, Estella).
Merindad de Olite: Productos metálicos (Tafalla, Peralta); conservas vegetales (Marcilla, Funes, Milagro); confección textil (Tafalla y Olite); azúcar y pienso compuesto (Marcilla y Tafalla); máquinas (Peralta).
Merindad de Pamplona: construcción de vehículos y sus piezas (Pamplona, Olza, Ezcabarte y Ansoain); productos metálicos (Pamplona, Ansoáin, Alsasua, Lacunza, Olza, Vera de Bidasoa y Urdiáin); primera transformación de metales (Lesaca, Irurzun, Vera de Bidasoa y Bertiz-Arana); aparatos eléctricos (Cordovilla, Pamplona, Olza, Puente la Reina y Echarri-Aranaz); papel y, cartón (Leiza, Pamplona, Cordovilla, Villava y Ansoain); potasas (Beriáin); industria de la madera (Pamplona, Ansoáin y Alsasua) y productos minerales no metálicos (Pamplona, Olazagutia (cemento) y Ansoáin).
Merindad de Tudela: material electrónico (Tudela); conservas vegetales (Cortes, Valtierra, Arguedas, Villafranca); industrias cárnicas (Tudela); materiales de la construcción (Tudela, Cintruénigo y Castejón); productos metálicos (Tudela, Cortes y Corella); productos mecánicos (Tudela); productos de alimentos para ganado (Tudela y Cortes); industrias vinícolas (Cintruénigo, Corella, Murchante, Cascante); industria textil y confección (Fitero y Cascante).
Productos alimenticios
Es la rama industrial con mayor número de establecimientos industriales en Navarra.
Contaba (1982) con 781 establecimientos, que ocupaban a 8.026 personas, si bien esta cifra de empleo podía aumentar en períodos estacionales en 3.000 trabajadores de campaña, para las fábricas de conservas vegetales principalmente.
Junto a estos establecimientos también existían otras instalaciones de carácter industrial (125); así los molinos de cereales para piensos del ganado; sin embargo tienen una utilización particular como actividad anexa a una actividad agraria, como es el caso de cebo o engorde de ganado y se desarrolla subsidiariamente con mano de obra adscrita al sector primario.
Si se considera exclusivamente al personal fijo en plantilla, la dimensión de los establecimientos industriales se caracteriza por el reducido nivel de sus plantillas; únicamente 66 establecimientos tienen una plantilla entre 20 y 49 trabajadores; 19 establecimientos cuentan con plantillas entre 50 y 99 trabajadores; 5 establecimientos con plantillas entre 100 y 199 trabajadores y 5 establecimientos con plantilla entre 200 y 500 trabajadores; únicamente el 10 por ciento de los establecimientos existentes cuentan con más de 20 trabajadores.
Las actividades agroalimentarias con mayor capacidad para el tratamiento de materias primas son las siguientes:
La industria de productos para la alimentación animal
Conseguía en sus 27 fábricas de piensos y desidrataderas de alfalfa, las siguientes producciones:
Piensos compuestos: 411.082 Tm/año
Piensos simples Tm/año: 87.720
Para lograrla era necesario recurrir a la adquisición, fuera de Navarra, de cerca de 160.000 toneladas de materias primas; destacan las compras de maíz y soja con cerca de 55.000 y 53.000 toneladas al año respectivamente.
Se remiten al mercado exterior cerca de 179.000 toneladas de piensos compuestos y 68.000 de piensos simples.
La localización espacial de las fábricas de piensos y sus producciones resultan ser por merindades las siguientes:
La industria de productos para la alimentación animal
La industria de fabricación de productos de molinería obtiene una producción cercana a las 200.000 toneladas año; destaca la harina de trigo con más de 110.000 toneladas año, así como subproductos, almidón gluten y harinas varias, de las cuales únicamente 77.671 toneladas se venden fuera de Navarra como harina y el resto se destina a la fabricación de pan, pasta, bollería y galletas.
Las fábricas de harina en funcionamiento en Navarra en 1983 eran 16, que manipulaban 148.000 toneladas de trigo; cerca de 67.000 toneladas procedían de fuera.
Asimismo se molturaban, en molinos privados, cereales para elaborar piensos simples, con destino a piensos compuestos, con una producción de 48.835 toneladas de harinas de cereales, de la que el 90 por ciento se reutilizaba en el interior como pienso compuesto.
La distribución espacial de la producción de molinos de cereales por merindades resultaba ser:
Fabricación de jugos y conservas vegetales
La industria de conservas vegetales alcanzó en 1983 una producción de 200.650 toneladas de productos de fruta y hortalizas.
Los productos agrícolas obtenidos en la industria conservera fueron los siguientes: espárrago 21.500 Tm, tomate 78.500 Tm, Pimiento 12.000 Tm, alcachofa 5.000 Tm, judía verde 16.500 Tm, guisante 14.500 Tm, Champiñón 4.500 Tm, otras hortalizas 16.500 Tm, Melocotón 9.500 Tm, cerveza 4.350 Tm, fresa 1.800 Tm, otras frutas 3.000 Tm, Precocinados de legumbres 13.000 Tm, de producto final.
Los municipios con mayor número de establecimientos de conservas vegetales eran: San Adrián (25 establecimientos), Azagra (18), Mendavia (14), Lodosa (10), Milagro (7), Peralta (5), Carear (5) y Arguedas (5). La materia prima necesaria para obtener la producción anteriormente referida, suponía un volumen cercano a 220.000 toneladas, de las que 170.000 toneladas procedían de la producción agrícola de Navarra.
La capacidad productiva de las empresas conserveras de Navarra se estima en 430.000 toneladas año, siendo su distribución por establecimientos industriales la siguiente:
Fabricación de jugos y conservas vegetales
Sólo el 26 por ciento de los establecimientos de conservas vegetales de Navarra reunía dimensiones competitivas. (4.000 Tm/año).
La producción se dirigía principalmente al mercado nacional, que absorbía el 79,22 por ciento de las ventas.
La exportación (17%) comprendía principalmente espárrago 4.800 Tm, tomate 12.600 Tm, Pimiento 2.800 Tm, alcachofa 2.300 Tm, judía verde 1.300 Tm, guisante verde 3.500 Tm, otras hortalizas 5.500 Tm, y 1.400 Tm de frutas.
Industrias lácteas
La industria láctea Navarra estaba constituida por quince establecimientos industriales que producían cerca de 145.000 toneladas al año (1983).
Las cuatro líneas de producción básicas en la industria láctea de Navarra eran:
leche higienizada,
fabricación de quesos,
producción de yogures y
otros productos (cuajada, helados, etc).
La producción de leche de vaca higienizada (y pasteurizada) producida en Navarra por dos centrales lecheras, ubicadas en Pamplona y Tudela ascendía a cerca de 80.000 Tm/año. Con posterioridad a 1983 entró en funcionamiento una planta automática de tratamiento, higienización y envasado de leche en Cortes.
Una de estas centrales lecheras, además de otra empresa radicada en Ulzama producía, a su vez yogurt, con una producción de cerca de 32.000 Toneladas año.
La producción de queso tiene tres especialidades en Navarra:
queso de leche de oveja,
el queso mixto de leche de vaca y oveja y
el queso blanco a base de leche de vaca.
La producción de queso se realiza en Navarra, en Roncal, Ulzama, Ribaforada y Tudela, con cerca de 5.000 toneladas. La producción de queso de Roncal, de denominación de origen de este mismo valle representaba únicamente unas 500 toneladas al año. El queso blando, fabricado en una industria del valle de Ulzama suponía algo más del 80% de la producción Navarra de queso.
Otros productos lácteos producidos en Navarra eran la cuajada (60% leche de oveja) y helados con producciones de 200 y 15 toneladas respectivamente. La cuajada se producía en Pamplona, Aranguren y Betelu.
Para alcanzar la producción de productos lácteos comentada era necesario adquirir tanto leche de vaca como leche de oveja fuera de Navarra, (40.000 y 1.800 toneladas respectivamente al año).
La producción se destina principalmente a su venta fuera de Navarra;
el 55 por ciento de la leche de vaca
el 95 por ciento del queso
el 90 por ciento del yogurt
el 75 por ciento de la cuajada.
La industria vinícola
Representa en Navarra la cuarta actividad, en cuanto al volumen físico de producción se refiere.
La producción de vino en Navarra oscila entre 70.000 y 97.000 miles de litros de mosto nuevo en años normales.
Junto a la producción de vino nuevo también se manipulaba en Navarra vino procedente de otras provincias (20.000 – 23.000 Tm), principalmente de La Mancha y Aragón.
Las merindades de Sangüesa, Estella y especialmente Pamplona, presentan un saldo favorable al vino recibido, mientras que en las Merindades de Tudela y Olite son superiores las cesiones a las recepciones intrarregionales.
La producción del mosto se obtiene fundamentalmente en las bodegas cooperativas, (85 por ciento del total de mosto extraído en la campaña correspondiente).
Las siete bodegas con más de 50.000 hectolitros de capacidad se localizan en Aibar, Cascante, Cintruénigo, Huarte-Pamplona, Murchante, Tafalla y Campanas (Tiebas-Muruarte de Reta).
Industrias del azúcar y derivados
De las tres plantas existentes en navarra de esta actividad (1982-1983) una se dedicaba a la fabricación de azúcar (Mancilla) y dos (Cortes y Tafalla) obtenían productos derivados de las mezclas de remolacha (ácido cítrico); alcanzaban una producción conjunta de 23.000 Tm/año; suponía una utilización de materia prima de más de 95.000 toneladas.
Industrias cárnicas de Navarra
Obtuvo una producción neta de cerca de 61.000 toneladas de carne fresca y embutidos, equivalente a 64.000 Tm. de carne sacrificada.
El sacrificio de carne y la producción de productos cárnicos (embutidos, carnicería, etc.), tenía lugar en 3 mataderos generales frigoríficos, diez mataderos industriales, 63 mataderos municipales y 59 industrias de elaboración de productos cárnicos.
El mayor matadero general frigorífico de Navarra se localizaba en Pamplona; en 1982 se sacrificaron en él cerca de 300.000 cabezas de ganado mayor y menor y más de 300.000 de aves y conejos; supuso 15.600 toneladas de carne de ganado y 5.000 toneladas de carne de aves y conejos, el 35 por ciento del total de Navarra.
Industrias del pan, pastelería y galletas
Suponían (1982) 236 establecimientos, 114 dedicados a la fabricación de pan, 121 establecimientos a bollería y pastelería (36 de los cuales también producen pan) y una de fabricación de galletas; alcanzaban una producción de 60.000 Tm/año, 36.371 Tm correspondían a producción de pan y el resto eran 15.000 Tm de galletas y cerca 8.000 toneladas de pastas, magdalenas, pasteles, bollería, etc.
Industrias de aguas minerales, gaseosas y otras bebidas alcohólicas
Existían (1982) 26 establecimientos que obtenían una producción anual de 35.000 Tm.
Industrias de alcoholes etílicos de fermentación
Este grupo industrial de actividad presenta en Navarra dos tipos de actividades:
la destilación de alcoholes y
la obtención de aguardientes y licores.
La primera se fabricaba (1982) en cinco establecimientos con una producción de cerca de 2.000 toneladas de alcohol etílico y sus correspondientes subproductos (tartárico y orujos). Dos de dichos establecimientos tenían una dedicación casi plena a la fabricación de alcohol, localizados en Estella y Olite; este último desapareció pocos años después. La fabricación de licores se realizaba en 11 establecimientos; la producción ascendía a 3.500 toneladas, la mitad se consumía en Navarra.
Esta producción de licores, era insuficiente en bebidas como brandys y vodka, etc; era necesario adquirir 3.200 toneladas año de estos productos.
Fabricación de aceites y grasas
La fabricación de aceite* en Navarra consistía en los primeros años de la década de 1980 en 700-1.260 toneladas de aceite virgen.
Asimismo se refinaban en Navarra otras 6.000 Tm de aceite procedente de otras regiones españolas.
Por otro lado en Navarra, se fabricaban o refinaban otros tipos de aceites como el de soja y girasol, y se fabricaban margarina y grasa animal. Esta producción tenía lugar en tres establecimientos, localizados en Pamplona y Andosilla. Las producciones obtenidas se elevaban a 18.000 toneladas año; los productos principales eran aceite de soja (2.100 Tm), aceite de girasol (4.500 Tm) margarina, (10.000 Tm) y grasa animal (3.000 Tm).
Otras industrias de productos alimentarios en Navarra
La industria de pescado en Navarra consistía en el salazón y desecación de pescado, con un consumo en fresco de cerca de 10.000 Tm año, transformada 7.360 Tm de salazón, principalmente bacalao (96 por ciento); se vendía al resto de España y al extranjero el 96 por ciento de la producción. Las plantas de secado y salazón se localizaban en Yanci, Sumbilla, Monreal, Huarte-Pamplona, Carcastillo, Funes, Corella, Eguillor (Ollo) y Pamplona.
La industria de pastas alimenticias, contaba con dos fábricas una en Cizur y otra en Arguedas, y una producción de 1.500 Tm al año.
La industria del cacao, chocolate y confitería alcanzaba una producción de cerca de 2.000 toneladas de caramelos y de 1.160 toneladas de chocolate; cerca del 70 por ciento se colocaba fuera de Navarra.
La industria del café y alimentos infantiles alcanzaba una producción de cerca de 850 toneladas de café tostado y más de 1.000 toneladas de productos infantiles (semillas de girasol, patatas fritas, bocados de queso, palomitas de tostado de café, maíz, maíces tostados, etc); las plantas de tostado de café se localizaban en Pamplona y Tudela y en Valtierra, Andosilla, Ribaforada y Pamplona en productos infantiles.
El resto de las industrias alimentarias (fabricación de sidra, cerveza, malta cervecera, tabaco) se localizaban en Mutilva Baja (Aranguren), Arano, San Adrián y Pamplona con producciones de 1.500 Tm, 14.000 Tm, 2.500 Tm y 1500 Tm, respectivamente.
Calzado y vestido
Constaba (1982) de 217 establecimientos industriales, y 2.421 trabajadores.
Únicamente la fabricación en serie de calzado y prendas de vestir contaba con establecimientos con plantilla superior a 20 trabajadores; 12 tenían entre 20 y 50 trabajadores; 6 entre 50 y 100 trabajadores; 5 entre 100 y 200 trabajadores y 2 más de 200 trabajadores (y con menos de 500).
Las empresas dedicadas a la fabricación de calzado eran 19, y ocupaban a 603 trabajadores; en Estella había 3 (128 trabajadores), en Pamplona 5 (66), Andosilla 1 (12), Artajona 1 (78), Tafalla 2 (239), y Vera de Bidasoa, Baztán y Ansoáin con dos plantas respectivamente, que ocupaban entre 15 y 23 trabajadores por municipio.
La confección en serie de prendas de vestir y complementos del vestido, se repartía más equitativamente entre las merindades.
Merindad de Sangüesa: en Sangüesa y Aibar.
Merindad de Estella: En la capital se localizaban 9 establecimientos y uno en San Adrián (de 135 trabajadores).
Merindad de Olite: Olite, Caparroso y Marcilla.
Merindad de Pamplona: Pamplona (con 30 establecimientos), Puente la Reina (1), Ansoáin (3), y Cizur.
Merindad de Tudela: Fitero (una planta con más de 200 trabajadores), Cascarte (2 de 20 y 75 trabajadores cada una), Corella (2); Cintruénigo, Castejón, Cabanillas, Carcastillo, Tudela, Valtierra y Villafranca, contaban con una planta; las plantillas oscilaban entre 10 y 25 trabajadores.
Transformación del caucho y materias primas
Consta de 65 establecimientos; ocupaban a 2.018 trabajadores en 1981, a 2018 en 1982 y 2.062 en 1985.
La transformación del caucho estaba dedicada a recauchutados y reparación de cubiertas, a regeneradores y mezclas de caucho, (Corella, Obanos), fabricación de suelas de calzado de caucho (Aoiz, Pamplona), fabricación de guantes de uso doméstico (Alsasua, Ciordia), fabricación de juguetes, balones y artículos de caucho (Pamplona, Villatuerta), moldes de espuma de caucho (Beriáin-Galar).
La transformación de materias plásticas se enfocaba a transformaciones termoplásticas por inyección, transformados de plásticos de polietileno y poliestireno (film, lámina industrial, fabo-fil, etc) (Pamplona, Oricáin, Ezcabarte), recuperación de materias plásticas (Astráin y Barañáin) recubrimientos de plástico (Arazuri, Noáin, Elvetea-Baztán, Pamplona), sacos industriales (Villava, Huarte-Pamplona), envolturas celulósicas (Cáseda), planchas de poliéster (Estella, Pamplona), envases de plástico (Ansoáin, Pamplona).
Cuero
Tiene una reducida representatividad en Navarra. Constaba de 31 establecimientos productivos que ocupaban a 376 personas (1982).
La actividad más importante era la curtición y acabado de cueros y pieles. Constaba de tres establecimientos, uno de ellos con más de 250 trabajadores localizado en Estella; existía un establecimiento más en esta localidad y otro en Andosilla.
La producción, oscilaba alrededor de 4.600 toneladas año de venta fundamentalmente fuera de Navarra. Igualmente, el cuero que se curte en Navarra es en su mayor parte de origen foráneo, principalmente extranjero. El municipio con mayor número de establecimientos de fabricación de artículos de cuero era Pamplona (8); ocupaban a 51 trabajadores. Otros municipios con esta actividad eran Tafalla, Corella y Aranguren, donde uno de los productos típicos Navarros obtenidos en este subsector son las botas de vino.
Producción y primera transformación de metales
Constaba (1982) de 13 establecimientos; empleaba a 3.579 trabajadores en 1981, y a 2.979 en 1982.
De estos trece establecimientos 2 tenían entre 50 y 99 trabajadores, uno cerca de 200, dos entre 500 y 999 trabajadores y otro cerca de 1.500 trabajadores.
La planta siderúrgica se localiza en Tafalla; la fabricación de tubos de acero sin soldadura se obtienen en Vera de Bidasoa, Murieta y Huarte-Pamplona; las actividades de trefilado, estirado, perfilado y laminado de acero tienen lugar en cuatro plantas metalúrgicas localizadas en Lesaca, Legasa (Bértiz-Arana), Berrioplano (Ansoáin) y Vera de Bidasoa, donde la producción y primera transformación de metales no férreos, constaba de cinco establecimientos; uno producía y transformaba aluminio, en Irurzun (Araquil), y el resto transformaba y manipulaba el aluminio, en Irurzun (Araquil), Huarte-Pamplona y Cizur.
Transformadores de metales
Ocupaban el segundo puesto en el número de establecimientos industriales, con 751 plantas, 21.878 trabajadores a mediados del año 1981 y 20.374 un año más tarde.
Las plantas de producción se localizaban principalmente en Pamplona, Ororbia y Orcoyen (de Olza), Falces, Beriáin (Galar), Mutilva Baja (Aranguren), Arre, y Oricáin (Ezcabarte), Alsasua y Burlada.
En la fundición de hierros y acero que ocupa a más de 2.200 trabajadores, destaca la planta de Tafalla (mas de 1.100 trabajadores). Otras se radicaban en Estella, Vera de Bidasoa, Cortes, Viana y Betelu, y el resto, (22) se localizan en la cuenca de Pamplona y a lo largo de los valles Barranca y Burunda.
La fabricación de aparatos electrodomésticos, cuenta con 6 establecimientos; uno de ellos, ubicado en Cordovilla (Galar), tenía más de 1.000 trabajadores y se dedicaba a la fabricación de electrodomésticos de la línea blanca. El resto eran empresas dedicadas a la fabricación de aparatos para el hogar (de calefacción, planchas eléctricas, calentadores de agua, campanas de aspiración de humos, etc); se localizaban en Estella, Noáin (Elorz), Echarri-Aranaz y en Berriozar (Ansoáin).
La fabricación de productos metálicos estructurales, era la actividad con mayor número de establecimientos industriales (138) y ocupaba a 1.802 trabajadores. Se distribuían por toda Navarra, si bien el 57 por ciento se localizaban en la cuenca de Pamplona. Los productos principales eran carpintería metálica, y estructuras metálicas para cubiertas, cerramientos, armaduras para la construcción, ferrallas etc.
La fabricación de herramientas y artículos acabados en metales estaba representada con más de 100 establecimientos industriales y ocupaba a cerca de 1.800 trabajadores. La mayoría de los talleres (90 por ciento) no sobrepasaban una plantilla de 45 trabajadores. Los productos principales eran muelles de acero (Pamplona), parrillas de alambre soldadas, muebles metálicos (Peralta, Vera de Bidasoa, Ansoáin), envases metálicos (San Adrián, Murchante), cuchillería (Castejón, Villafranca), grifería (Alsasua), instalaciones ganaderas (Lacunza, Urroz, Huarte), cerrajería, herrajes (Cirauqui), artículos de ferretería etc.
La construcción y montaje de vehículos automóviles estaba representada por una empresa (Seat*), con cerca de 2.000 trabajadores dedicada a la fabricación de modelos Volkswagen.
Extracción de minerales no metálicos
Desempeñada (1982) en 82 centros de actividad, con 2.334 trabajadores.
Con excepción de dos canteras de mármol localizadas en Urdax y Garralda y las extracciones de alabastro en Ablitas, el resto de las canteras eran de piedra de áridos para la construcción. La localización de las canteras se distribuía principalmente por la parte media y Norte de Navarra: Tiebas (3), Echauri, Olazagutía, Ciordia, Almándoz, Yanci, Abaurrea Alta, Erasun, Leiza, Alsasua, Estella, Echarri-Aranaz, Irurzun, Pamplona y Liédena eran las principales. La extracción de sales potásicas era la actividad, junto con el proceso de obtención del cloruro potásico, de mayor ocupación (más de 1.800 personas), y se localizaba en Beriáin (Galar). La extracción de sal común tenía lugar principalmente en Salinas de Oro, Arteta (Ollo) y Arguiñano (Guesálaz); se obtenía sal común, gruesa, extraída por evaporación de agua salada. La producción era de más de 2.000 Tm año; cerca de 900 toneladas en Salinas de Oro y el resto, en partes iguales en las otras dos localidades.
Esta sal producida se comercializaba a granel, fundamentalmente en Pamplona. También se obtiene sal como subproducto de las sales potásicas, se extraen igualmente arenas silíceas, que se preparan en Alsasua. Se obtiene también mineral carbonato de magnesio en Eugui (Esteríbar).
Productos minerales no metálicos
Agrupaban a 200 establecimientos, que empleaban a 3.161 trabajadores (1982).
Un total de 12 establecimientos estaban dedicados a la fabricación de ladrillos para la construcción (no refractarias), en Echarri-Aranaz, Tudela, Castejón, Estella, Cárcar, Viana, Pueyo, Zubielqui (Allín) y Caparroso.
La actividad principal correspondía a la fabricación de cemento; una sola planta ocupaba el 50 por ciento del empleo total de este tipo de Industria; estaba ubicada en Olazagutía, y obtenía alrededor de 700.000 toneladas/año el doble del consumo de Navarra.
La obtención de cales y yesos se repartía por todo el territorio; 38 establecimientos empleaban a 244 trabajadores; destacaban las localidades de Tudela, Liédena, Mañeru, Tiebas, Pamplona, Ribaforada y Cintruénigo.
Los materiales de construcción principales eran los prefabricados de hormigón (bovedillas, viguetas, bloques, tubos, etc.) en Pamplona, Vera de Bidasoa, Castejón, Viana, Huarte-Pamplona, Ciordia, Olazagutía, Huarte-Araquil y Mutilva Baja (Aranguren). Otros productos, son hormigones en (Olazagutía, Viana, Obanos, Pamplona) terrazos en (Artica, Iza, Tudela, Estella y Castejón).
La industria de la piedra natural más importante era la de fabricación de objetos de alabastro*, localizada en Cintruénigo y Corella principalmente. Los trabajos en mármol y piedra se localizaban en Oronoz-Mugaire, Pamplona, Tudela, Aizcorbe (Araquil), Urdax, Irurzun y Pitillas.
La fabricación de abrasivos tenía lugar en cinco establecimientos; destacaban las factorías de Berrioplano y Santesteban, que empleaban a 221 trabajadores conjuntamente.
La industria del vidrio representada en Navarra era la de manipulado, con 32 establecimientos, y cerca de 200 trabajadores; se localizaba en Pamplona, Tudela, Estella, Ansoáin, Alsasua, Huarte-Pamplona, Burlada, Villava, Vera de Bidasoa, etc.
La fabricación de productos cerámicos consiste, en la obtención de ladrillos caravista, que se fabrican en Corella, Añorbe, Echarri Aranaz y Tudela; fabricación de azulejos, en Tudela, y producción de artículos de porcelanas (vajillas) en Pamplona y Cizur Mayor.
El cloruro de magnesio (magnesita), se obtiene en una planta de Zubiri (Esteríbar); ocupa a más de 400 trabajadores, y es un producto de exportación en su casi totalidad.
Papel, artes gráficas y edición
Ocupa la cuarta posición dentro del sector industrial, en cuanto a empleo.
La fabricación de papel y cartón cuenta con tres establecimientos industriales localizados en Sangüesa, Villava y Tudela. La primera factoría produce papel a partir de madera, la segunda produce cartón y la tercera produce papel a partir de fibras vegetales. La transformación y manipulación de papel y cartón, cuenta con 33 establecimientos; seis de ellos cuentan con más de 90 trabajadores por plantilla, y están localizados en Leiza, Cordovilla (Galar), dos en Ibiricu (Egüés) y Viana. Los productos principales que se fabrican son, entre otros, papeles pintados, cartonajes para embalajes, cartón mandrilado, bolsas de papel, etiquetas, etc.
La actividad de artes gráficas, contempla fundamentalmente la imprenta y encuadernación. De las 106 existentes en Navarra, el 60% se localizan en Pamplona, y en Estella el 8%. La mayor empresa gráfica se ubica en Villatuerta y emplea el 48 por ciento de la población total ocupada en esta actividad.
Las empresas editoras cuentan con 23 establecimientos; dieciséis se sitúan en Pamplona.
Dos empresas editoriales cuentan con más de 100 trabajadores, y emplean el 56 por ciento de la población total ocupada en esta actividad, tienen ubicadas sus instalaciones en Egüés y Cordovilla (Galar), dos de ellas son de prensa periódica y sitúan sus instalaciones en Cordovilla (Galar) y Huarte-Pamplona.
Madera, corcho y muebles de madera
Presenta una estructura y dimensión constante en el periodo 1974-1982, constaba en este último año de 597 establecimientos y 4.300 trabajadores.
Del total de los establecimientos (597) únicamente dos tenían una plantilla superior a 100 trabajadores, cuatro entre 50 y 100, y 28 constaban con plantillas entre 20 y 50 trabajadores.
La localización industrial de los establecimientos de la industria de la madera es la siguiente por merindades:
Merindad de Sangüesa: En Noáin (Elorz) se localizaba una empresa de fabricación de muebles con más de 400 trabajadores. En Aoiz cinco empresas de muebles con cerca de 170 trabajadores en conjunto.
En el municipio de Aranguren había 10 empresas de la madera (serrerías 2), de fabricación de piezas (2) de embalajes (2) y de objetos diversos (3) y una de muebles; que empleaban a 62 trabajadores conjuntamente.
En Lumbier se ubicaban dos empresas de fabricación de muebles (con 81 trabajadores entre ambas) y una carpintería.
Huarte-Pamplona (cuatro carpinterías) y Burlada (16 establecimientos de la madera) empleaban entre 67 y 66 trabajadores cada municipio.
Merindad de Estella: los centros principales eran: Viana (8 establecimientos), Eulate (3 establecimientos), Estella (21 establecimientos) y Ayegui (3 establecimientos), que ocupaba 372, 116, 77 y 65 trabajadores respectivamente.
Merindad de Olite: Tafalla con 23 establecimientos (en todas las actividades, excepto transformaciones del corcho) ocupaba a 145 trabajadores. En el resto de los municipios el empleo no superaba los 20 trabajadores por municipio.
Merindad de Pamplona: En siete municipios el número de trabajadores superaba los 50, Pamplona (con 103 establecimientos) ocupaba a 599, Ansoáin (22) ocupaba a 225, Alsasua (9) ocupaba a 112, Araquil (9) ocupaba a 92, Vera de Bidasoa (9) ocupaba a 92, Villava (16) ocupaba a 66 y Echarri-Aranaz (9) ocupaba a 53 trabajadores.
Merindad de Tudela: En Corella, Cintruénigo, Castejón y Tudela el número de trabajadores oscilaba entre 60 y 83.
Industria química
La industria química en Navarra ha mantenido una situación constante en cuanto a su orientación productiva y dimensión en la década de 1980. Constaba este subsector de 50 establecimientos, que ocupaba a 1.353 trabajadores (1982).
Del total de establecimientos existentes únicamente 6 superaban los 50 trabajadores; 3 contaban con una plantilla entre 50 y 99 trabajadores; otros tres entre 100 y 200, y únicamente 1 alcanzaba los 300 trabajadores.
Un total de 13 empresas fabrican productos para la industria y emplean a 421 trabajadores; la fabricación de productos para la agricultura, cuenta con cuatro establecimientos, que ocupan a 334 trabajadores; y la fabricación de productos farmacéuticos, consta de 5 establecimientos y 328 trabajadores.
Los productos para la industria son: de compensación, de policondensación, oxígeno, pinturas, barnices, grasas, aceites industriales y materias plásticas y colorantes y pigmentos y se elaboraban en Cizur y Cascante (1 instalación).
Cuatro establecimientos estaban dedicados a la fabricación de abonos (en Lodosa y Pamplona), otro a la selección de semillas de champiñón (en Huarte-Pamplona) y otro de insecticidas (Tudela). Los productos farmacéuticos ocupaban 5 establecimientos, tres en Pamplona, uno en Huarte-Pamplona y otro en Cizur.
La industria química, de base constaba de 8 establecimientos localizados en Tudela, Ecay de Lónguida, Villatuerta, Egüés, Huarte Araquil, Alsasua, Ribaforada y Echalar.
Los productos químicos para el consumo final, son principalmente pirotecnia, lejías y productos de droguería, y se elaboraban en Esquíroz (Galar); Pamplona, Tudela, Aberin, Cintruénigo y Castejón.
Textil
En la Navarra del Antiguo Régimen una rudimentaria industria textil atendía a las más perentorias necesidades de la población. Sólo los tipos más bastos de tejidos de lana se fabricaron suficientemente en el reino, mientras las piezas más finas y los tejidos de algodón y seda se importaban regularmente de Francia o, también, de Castilla y Aragón. Hacia 1786, el 34,4% del valor de las importaciones correspondía a tejidos finos y entrefinos.
En la Montaña, principalmente en los valles del NE, comarcas con una importante ganadería lanar, existía una activa industria textil dispersa, dedicada al hilado y tejido de paños de lana, como el paño “roncal”, y también de telas de lino. A finales del siglo XVIII existían al menos doce batanes en el curso de los ríos Irati, Salazar y Esca. Los vecinos de Betelu trabajaban anualmente alrededor de 1.000 piezas de 28 varas.
En las cinco capitales de merindad y algunas grandes villas existieron gremios de “pelaires” o tejedores. Hacia 1800, en Aoiz, 70 maestros trabajaban unas 600 piezas de 60 varas “de paño ordinario que llaman de Roncal”; en Estella había 82 maestros que empleaban 450 personas más; en Fitero, 20 maestros con 8 telares consumían 3.000 arrobas de lana y daban trabajo a 120 oficiales y 100 hilanderas; la fábrica de la Casa de Misericordia de Pamplona consumía 2.400 arrobas anuales en 8 telares; en Tudela también existió un gremio de pelaires, como en Urroz o en Villava. No parece que llevaran nunca una vida muy floreciente. No podían competir con los paños finos de importación e incluso en el mercado de los paños corrientes sufrieron durante la segunda mitad del siglo XVIII la competencia de los tejidos aragoneses y castellanos, de mejor precio y calidad.
No parece que el establecimiento de algunas grandes fábricas en la segunda mitad del siglo XVIII, siguiendo las modernas directrices ilustradas, levantase a la industria textil de la postergación en que se encontraba. La de la Casa de Misericordia producía, en 1783, 8.955 varas de paños ordinarios y entrefinos, ocupando a más de 200 pobres de ambos sexos; se vendieron bien, pero nunca encontraron la protección aduanera imprescindible para poder competir con los franceses. Manuel Modet, comerciante de Estella, levantó una fábrica que, a finales del siglo XVIII daba trabajo a 250 personas en 9 telares, que producían cordellates finos y entrefinos, sayales, estameñas y anascotes.
La industria textil navarra tropezó siempre con dificultades insalvables que impidieron su desarrollo. El interés de los ganaderos y exportadores de lana -y el de la Real Hacienda, que obtenía pingües beneficios gravando su saca- se impuso sobre el de los industriales, a los que faltó materia prima de aceptable precio y calidad. Además, nunca existió una política aduanera proteccionista y el reino se vio fácilmente invadido de paños extranjeros, franceses sobre todo. Los pelaires de Estella se quejaban, a finales del siglo XVIII, como ya lo hicieran en 1677, de que “la decadencia de las fábricas consiste en la extracción de la lana de España a Francia”. A esto se añadía un indudable retraso técnico.
La fabricación de sogas, serones y alpargatas, que aprovechaban el esparto, fue una industria floreciente en determinadas localidades. En Sesma se trabajaban alrededor de 2.000 cargas, con una facturación cercana a los 120.000 reales de vellón anuales. Y en Fitero, el gremio de los alpargateros consumía 7.000 arrobas en fabricar 210.000 pares de alpargatas, trabajo que alimentaba a cerca de 200 personas.
A comienzos del siglo XIX la situación seguía siendo la misma y no la mejoraron -al contrario- ni las guerras de la primera mitad de la centuria ni la depresión general que siguió a la derrota de Napoleón en 1814, ni siquiera la desaparición de la libertad aduanera navarra, que, al someter los aranceles de esta región al derecho común, pudo reorientar la lana que hasta entonces se vendía en Francia hacia la industria autóctona. No sucedió así, sino que la producción lanera se redujo sin más. Los dictámenes acerca de su “estado lamentable de decadencia” aparecen ya en la misma década de los años cuarenta, en que desaparecen las aduanas del Ebro. Se habla de un par de fábricas de lencería en Pamplona; en Estella -relativamente rica en este sector- de dos batanes, una fábrica de bayetas y paños, una filatura “montada a la moderna” y otras de torno manual y una fábrica de boinas; continuaban en funcionamiento los batanes de la Montaña, donde había también varios telares de paños burdos y subsistía la vieja hilatura manual, que abastecía buena parte de la región.
Durante la segunda mitad del XIX, las cosas empeoraron en líneas generales. Al retraso general de la industria navarra -retraso obediente en buena medida a la falta de voluntad inversora; según algunos dictámenes técnicos de comienzos del XX- se sumó el desenvolvimiento del mercado nacional y, con él, la penetración de los textiles catalanes.
En 1912, se consignaban las manufacturas textiles de Pamplona, Areso y Olazagutía y, al tiempo, la decadencia de la industria lanera de Estella.
Es significativo que siguieran siendo más importantes -en términos siempre relativos- los curtidos (sobre todo en Pamplona, Estella, Alsasua, Elizondo, Lumbier y Tafalla), la cordelería (en la capital, Puente, Estella y Caparroso) y sobre todo las alpargatas, que contaban con numerosos talleres en Estella, Tudela, Corella, Fitero, Cintruénigo, Betelu, Pamplona, donde destacaba la sociedad Esparcin-ona.
A lo largo del siglo XX, tampoco la industrialización provocó un especial empuje en el sector que contaba en 1982 con 35 establecimientos industriales y 1.252 trabajadores.
De los 35 establecimientos cinco disponían de plantillas entre 20 y 50 trabajadores, tres establecimientos entre 50 y 100 otros tres contaban 100-200 trabajadores y únicamente una empresa sobrepasaba ligeramente los 200 trabajadores de plantilla.
La actividad principal era la de la seda natural y la de fibras artificiales y sintéticas. Contaba con 7 establecimientos, tres localizados en Pamplona, dos en Aoiz y uno en Cascaste y Obanos respectivamente. Una empresa elaboraba mezcla de seda, dos obtenían fibra de poliolefinas, (2.500 toneladas año) y el resto manipulaba fibras artificiales.
La industria del algodón y sus mezclas contaba con cuatro empresas, ubicadas en Pamplona (tres) y Cascante. La fabricación de géneros de punto se realizaba en doce establecimientos de Pamplona (6), en Ainzoáin (Anzoáin) Burlada (3), Estella y Vera de Bidasoa.
La fabricación de alfombras y tapices y tejidos impregnados contaba con cinco establecimientos localizados en Villatuerta (2), Berriozar (2), y uno en Castejón. Existía también un lavadero de lana localizado en Pamplona. El acabado de textiles se realizaba en Aóiz y Artavia (Allín).