AGUA
El Fuero General en su libro 6, del título 5, dedicado a las aguas, contemplaba en tres capítulos la obligación del vecino de un lugar que no tuviera fuente y fuera propietario de un manantial a ceder agua al pueblo; la garantía de que por acción fluvial no se perdía heredad partida, y las consecuencias del paso de aguas encauzadas por propiedades agrarias. El título 6 se ocupaba de presas hidráulicas y molinos, y en otros lugares del mismo texto legal, el agua estaba igualmente presente en derechos de paso o cuestiones procesales por la misma causa entre villas.
Las Cortes navarras debatieron en varias ocasiones sobre los conflictos surgidos por aprovechamientos de agua, haciendo referencia a concesiones reales y pleitos ante Corte y Consejo de Navarra, como en la desposesión de las aguas del río Alhama de Cintruénigo, en 1678; la concordia sobre aguas de Corella y Alfaro, en 1757; y la repercusión jurisdiccional que tal concordia supone en los fueros, según las Cortes de 1829.
Un acuerdo de 1914 contemplaba tres cuestiones acerca de los posibles expedientes sobre aguas: una es la competencia que es foral y por tanto de los bienes de los pueblos no pueden disponer mas que los ayuntamientos o concejos bajo la dependencia de la Diputación; otra de carácter económico-administrativa consiste en que los pueblos obtengan de sus bienes patrimoniales los beneficios de su explotación; y la tercera cuestión es si las aguas se pueden o no conceder. Del mismo año era una circular de 20 de enero por la que se regulaba la concesión de las aguas patrimoniales de los pueblos y la ocupación de sus terrenos con imposición de servidumbres. Otras disposiciones de la Diputación Foral fomentaban el aprovechamiento de las aguas ya apoyando la cooperación que pudiera precisar la Confederación Hidrográfica del Ebro (acuerdo 12 mayo 1926) ya ofreciendo su equipo de perforación para descubrimiento de aguas subterráneas a los pueblos (acuerdo 12 de agosto de 1950).
El Amejoramiento del Fuero reconoce como competencia exclusiva de Navarra los aprovechamientos hidráulicos, canales y regadíos, cuando las aguas discurran íntegramente dentro de Navarra y su aprovechamiento no afecte a otro territorio del Estado.
A causa de la importancia de las lluvias que se producen en la parte norte de la Provincia el agua será probablemente el recurso navarro más importante, aunque su utilización está condicionada a la ejecución de obras de regulación, ya que la distribución de las lluvias, a lo largo del año, es muy irregular existiendo largos estiajes y períodos cortos en los que se concentra un porcentaje muy importante del total anual. Los ríos navarros presentan caudales muy reducidos en el verano y, en contraposición, valores muy elevados en los días siguientes a las grandes precipitaciones.
Navarra cuenta con buenas posibilidades de: abastecimiento* urbano e industrial para todas las necesidades actuales y futuras con agua de calidad, ya que al estar Navarra en cabecera de cuenca sus aguas no tienen contaminaciones importantes; posibilidad de suministrar agua a todos los regadíos que se pueden implantar en la Provincia; posibilidad de lograr un autoabastecimiento eléctrico casi completo; y, asegurar caudales de estiaje en los ríos que permiten reducir al mínimo las necesidades de depuración de vertidos.
La aportación de la Provincia al Ebro equivale al 44% del total de la Cuenca del Guadalquivir y a más de cuatro veces la Cuenca del Segura. Pese a ello apenas están aprovechados los recursos hidráulicos probablemente porque ello requiere la realización de obras importantes. El total de la cuenca mediterránea supone unos 4.550 Hm3 anuales.
En Navarra predominan las captaciones de agua de manantiales, en general de no gran caudal, especialmente en la zona Norte, hasta el punto de que más del 80% de los abastecimientos de poblaciones tienen este origen, mientras que sólo el 5% utilizan agua de pozos como su recurso principal.
Existen algunas tomas en embalses de regulación, bien sea para alimentar canales de riego -Yesa, contraembalse de Alloz-, de producción de energía eléctrica -Alloz, Irabia, Usoz- o para abastecimiento de poblaciones -embalse de Eugui-. Son numerosas las tomas directas de ríos o arroyos para molinos o pequeñas centrales hidroeléctricas, generalmente del tipo de azud y canal de derivación. También se realizan tomas directas de canales para el abastecimiento a no pocas poblaciones; éstas requieren depósitos reguladores de capacidad adecuada para hacer frente a las épocas de corte de agua para limpieza de los canales.
La primera instalación de tratamiento de agua se instaló en Eguíllor, para las aguas de Arteta, las obras se hicieron hacia 1920 y constaban de decantación y filtración, posteriormente, hacia 1945 se instaló la cloración.
Actualmente la planta más importante es la de Urtasun, en la que se tratan las aguas del Embalse de Eugui, también como las de Arteta destinadas al abastecimiento de la Comarca de Pamplona. Es sistema de tratamiento análogo aunque automatizado.
El tratamiento (depuración y desinfección) corrige la turbiedad pero no altera la composición química del agua. De no ser ésta correcta se deben dar procesos especiales que dependerán de las características de cada caso. En Navarra no suelen ser necesarios pues siempre será posible encontrar algún manantial de agua potable químicamente. En casos de aguas con gran contaminación orgánica, los procesos son parecidos a los establecidos en las estaciones de depuración de aguas residuales. A pesar de lo expuesto, existen todavía muchas localidades navarras que no someten el agua de suministro a ningún tipo de tratamiento. De las que tratan el agua, la mayoría proceden solamente a una cloración, siendo muy reducido el número de plantas de tratamiento más completas en funcionamiento.
Las necesidades de agua varían mucho de unas poblaciones a otras dependiendo de su tamaño, presencia y tipos de actividades industriales, proporción de zonas verdes públicas y privadas, etc., pudiendo decirse en general que el consumo de agua en Navarra oscila entre 150 y 400 litros por habitante y día, existiendo casos extremos que se salen de estos márgenes. El agua servida a través de la red de distribución no es consumida en su totalidad sino que más de un 70% se devuelve usada, a través de las redes de saneamiento, a los cauces públicos o lugares de vertido.
El suministro a las poblaciones representan una proporción variable, aunque siempre pequeña frente a las demandas totales de agua de un país o comunidad; en Navarra esto es especialmente así debido a su pequeña densidad de población y distribución de suelo cultivable y régimen de precipitaciones que hacen que las necesidades de agua para la agricultura sean las predominantes; sin embargo el abastecimiento urbano requiere una gran calidad del agua y una total garantía de disponibilidad.
En Navarra la gran mayoría de los abastecimientos públicos proceden de este siglo, surtiéndose anteriormente de pozos, fuentes o ríos. El primer suministro de Pamplona no se inició hasta finales del s. XVIII (Aguas de Subiza*) y no incluía distribución domiciliaria sino a algunas fuentes y abrevaderos, como la generalidad de los abastecimientos construidos en el siglo pasado. Todavía existen hoy entidades de población que no disponen de servicio público de distribución de agua en las casas, si bien se trata en su mayoría de entidades de muy escaso número de habitantes, o de población diseminada en las que cada edificio se procura su propio abastecimiento. De los datos obtenidos por el INE en el Censo de Edificios de 1980 se deduce que el 95,9% de los edificios disponen de agua a través de un abastecimiento público, el 2,7% de instalaciones particulares del edificio y el 1,4% no tienen agua corriente, si bien este porcentaje se reduce año tras año.
De los sistemas de abastecimiento que funcionan en la actualidad solamente un 1% se construyeron en el siglo pasado, un 8% entre 1900 y 1920, un 20% entre 1920 y 1940, entre 1940 y 1960 un 43% y después de 1960 el 28%.
La gran mayoría de las poblaciones se proveen de agua de manantiales o aguas superficiales, pudiendo estimarse esta proporción en un 90% en el caso del abastecimiento principal. Las localidades agrupadas en la Mancomunidad del Moncayo y en la de la Comarca de Pamplona utilizan aguas superficiales reguladas mediante embalses. Los pozos sólo se utilizan como recurso principal en alrededor del 5% de las localidades de Navarra, teniendo sin embargo una relevancia mayor en el caso de los abastecimientos secundarios o complementarios. Existe también un número significativo de núcleos de población que realizan sus tomas en canales, fundamentalmente los derivados del Ebro y del pantano de Yesa. La calidad de las aguas procedentes de manantiales es, en general, buena; más problemas presentan las aguas de pozos en cuanto a su composición química; en los ríos, la composición química suele ser aceptable, existiendo sin embargo problemas derivados de la presencia de vertidos de aguas residuales, que los pequeños caudales de las cabeceras son incapaces de absorber o que las aguas de cauce medio o bajo deben soportar en cantidades excesivas.
Las conducciones o conductos utilizados para transportar el agua desde los puntos de toma o captación hasta los depósitos reguladores de suministro son en general de pequeña longitud, lo que pone de manifiesto el hecho de que la mayoría de las entidades de población de Navarra encuentran recursos de agua utilizables en un entorno reducido; el 70% de las conducciones tienen menos de 2 km. el 22% tienen longitudes comprendidas entre 2 y 6 km. el 3,5% entre 6 y 10 km, y sólo el 4,5%, superiores a 10 km. En los últimos años se están instalando conducciones largas, como las de las Mancomunidades* de Valdizarbe y Montejurra, debido a la dificultad creciente de encontrar recursos adecuados en cantidad y calidad en la proximidad de los centros de consumo. La mayoría de las conducciones son de fibrocemento o amianto cemento, seguido de la fundición de hierro, ordinaria o nodular, y de los plásticos en sus distintos tipos. Por lo que respecta a los depósitos reguladores de suministro, cuya función es por un lado hacer frente a las puntas horarias o diarias de consumo, y por otro, contener unas reservas de agua para hacer frente a averías o emergencias, la tendencia es a construirlos de hormigón armado o, en casos de gran capacidad, de hormigón postensado, aunque todavía predominan en número los de hormigón en masa y los de mampostería. La capacidad de los depósitos, expresada en relación con el número de habitantes a los que da servicio, varía fuertemente de unas poblaciones a otras, oscilando desde 10 litros por habitante hasta varios miles de litros por habitante. La mayor parte de las localidades navarras cuentan con depósitos, construidos en este siglo. Los de Mendillorri, correspondientes al abastecimiento de Pamplona, se hicieron a finales del pasado siglo, manteniéndose todavía en funcionamiento. Su capacidad, incluidas diversas ampliaciones posteriores es de 62.000 m3. Como referencia curiosa se alude a los depósitos romanos encontrados en Andión.
La situación de los saneamientos* (recogida de aguas usadas) en Navarra, aun no revistiendo carácteres de gravedad, tiene un gran campo de actuación por desarrollar, especialmente en el aspecto de los tratamientos o depuraciones de las aguas residuales. La gran mayoría de los saneamientos proceden de este siglo. En Pamplona el primer alcantarillado data del año 1767, correspondiendo a la calle Mayor. Hasta entonces los residuos de las casas se vertían a las calles, existiendo una ordenanza que prohibía “el verter a la calle los légamos e inmundicias mayores, hasta las nueve de la noche en invierno, y las diez en verano …”.
En la actualidad, la mayoría de las localidades de Navarra dispone de red de saneamiento, pero son pocas las que tienen instalaciones de depuración eficaces en buenas condiciones de funcionamiento. Quedan sin embargo todavía alrededor de un 13% de entidades de población que carecen de redes de saneamiento, entidades en general de muy pequeño número de habitantes. Según el Censo de Edificios de 1980, el 92,5% de los edificios evacúan sus aguas residuales a una red general de alcantarillado, el 5,1% lo hacen a otro sistema y el 2,4% carecen de evacuación de aguas residuales. Las redes de saneamiento existentes se componen principalmente de conductos de hormigón (74%) y de gres en menor medida (19%), material este último hoy en desuso en Navarra, pese a sus buenas cualidades en determinados ámbitos. Otros materiales como el fibrocemento y los plásticos comienzan a utilizarse. Más de un 30% de las entidades de población evacúan sus aguas sin ningún tipo de tratamiento: del resto de poblaciones, la inmensa mayoría de las instalaciones de depuración (403 pueblos en 1979) son fosas sépticas (depósitos cubiertos), sencillas obras de tratamiento parcial propias de entidades de escaso número de habitantes. Solamente funcionan unas pocas plantas de depuración completas. Existen sin embargo planes a corto plazo para la construcción y puesta en funcionamiento de estaciones de depuración en las poblaciones más importantes: Pamplona y su comarca, Tafalla y Olite, Estella y otras, que contribuirán decisivamente sin duda a mejorar la situación de los ríos navarros. Aproximadamente un 36% de los vertidos van a parar a ríos, un 56% a regatas y el resto a acequias, simas, terrenos, etc.
Agua, contaminación
Se entiende la impurificación de ésta por las aguas negras urbanas y por vertidos industriales, agrícolas o ganaderos. Las aguas negras son una mezcla de desechos humanos y domésticos, incluyendo restos de la limpieza, lavado, baño y desperdicios procedentes de los alimentos. Contienen abundancia de materia orgánica, grasas, detergentes y partículas sólidas. Se estima que en Navarra se producen anualmente 10.600 Tm de materias orgánicas y 16.800 Tm de sólidos que van a parar en su mayor parte a los ríos. Los residuos industriales líquidos se han evaluado en 2.000 Tm anuales de aceites y taladrinas, 33.000 Tm de sueros lácticos y 9.500 Tm de líquidos de proceso agotado. No se conoce en qué proporción llegan a contaminar las aguas. Los residuos ganaderos son responsables de una parte importante de la contaminación. Sólo los procedentes de granjas de porcino contienen más de 11.000 Tm de materia orgánica al año, de las cuales la mitad se calcula que directa o indirectamente llegan a los ríos.
Agua minero-medicinal
En la ordenación geográfica realizada en 1876 por una Comisión de Directores de Balnearios, Navarra quedó encuadrada en la Primera Región hidrológica de España, correspondiente a los territorios situados al Norte del Ebro, también denominada Región Pirenaica o del Noroeste. Los Anuarios y Guías de Establecimientos Balnearios incluyen seis instalaciones en Navarra, no todas abiertas en la actualidad. Se trata de las situadas en:
Alsasua
Manantial que nace a una altitud de 400 m, con un aforo de 40.000 l/d y emergen a 13° C. Estaba clasificado como de agua clorurado-sódica, con un contenido de esta sal de 0,50428 gr por litro y una mineralización total de 2,6709 gr. Médicamente, su uso se indicaba en gastroenteropatías, dispepsias y gastralgias y en lo que antaño se denominaban “escrófulas” (adenitis tuberculosa cervical) y “herpetismo” (distintas afecciones de la piel).
Belascoáin
Situado en la margen derecha del río Arga, al pie de la Sierra del Perdón, es un terreno nummulítico. Su manantial principal, la fuente “Don Diego de León”, brota a una temperatura de 27º C, con un caudal de 2.160.000 l/d. Son aguas clasificadas como bicarbonatado-sódicas, con 0,93150 gr de sustancias minerales por litro y un contenido de anhídrido carbónico libre de 30,4 cc. Las indicaciones hidroterapéuticas serían las enfermedades de riñón, en especial la litiasis por uratos, y del hígado, y algunas del sistema nervioso, del aparato digestivo y de la nutrición. Se usan en baños y duchas y en bebida, vendiéndose embotellada como agua carbónica y natural.
Betelu
Lo constituyen un grupo de fuentes que brotan a una altitud de 224 m en la población del mismo nombre. Los manantiales registrados, de aguas de composición diferente, son tres: “Iturri-Santu”, “Dama Iturri” y “Carmelo”. El manantial “Iturri-Santu” aflora aguas sulfurado-sódicas, nitrogenadas, con una radiactividad de 561 V-h/l. Tienen un contenido en sulfuro sódico de 0,047 grs por litro y una mineralización total de 0,97486 gr/l. Brotan a temperaturas entre 16 y 24° C y están indicadas en las afecciones respiratorias, cutáneas, anemias, netritis e intoxicaciones crónicas por metales pesados como el Pb y el Hg. La fuente “Dama Iturri” produce aguas acratotérmicas y oligometálicas surgentes a una temperatura constante de 21° C. Tienen un caudal diario de 451.296 l. Se consideran aguas sedantes y diuréticas, indicadas en artritismo, gota, litiasis, obesidad, gastropatías, uremia y neurosis. El manantial “Carmelo” se clasifica como de aguas clorurado-sódicas, magnésicas, litínicas y sulfatado sódicas y cálcicas. El agua de las fuentes de Betelu se usa en inhalaciones, baños, duchas, y en bebidas, vendiéndose embotellada.
Burlada
La “Fuente de la Asunción” producía un agua considerada como eminentemente digestiva: aguas alcalinas, bicarbonatadas, yoduradas, variedad litínicas. Usadas en ayunas, tenían fama de aumentar el apetito y facilitar la digestión. El Nomenclátor lo recuerda en las calles La Fuente y La Asunción. No existía un establecimiento balneario sino un manantial cubierto donde se facilitaba el agua, también comercializada por la misma sociedad propietaria del balneario de Belascoáin.
Elgorriaga
Yacimiento situado en la localidad del mismo nombre, valle del Bidasoa, en la región pirenaica y a 600 m de altitud. Caudal de unos 21.000 l/d y emergente a temperaturas entre 14 y 17° C. Son aguas clorurado-sódicas, muy fuertemente mineralizadas (311,2834 gr/l de sales totales), de los que 302,682 gr corresponden a cloruro sódico y 4,038 gr a sulfato magnésico. Sus indicaciones hidroterápicas se refieren a las bacilosis localizadas y adenopatías, la astenia general y la mejoría del estado metabólico. Usadas en baños.
Fitero
Unos de los balnearios más conocidos de Navarra y cuyas instalaciones siguen en funcionamiento activo. En el Balneario brotan dos manantiales principales “Fitero Viejo” tiene un aforo de 176.000 l/d; aguas que brotan con alta termalidad, entre 32 y 47,5° C. Se clasifican como clorurado sódicas y tiene una mineralización total de 4,49525 gr/l y una radiactividad de 781 V-h/l. Se indican en reumatismos, gota, distintas artrosis y alteraciones óseo-articulares, incluso postraumáticas, así como en los procesos bronquiales crónicos, en las faringitis y laringitis y en algunos tipos de asma. Los “Baños Nuevos” de Fitero producen un caudal de 245.000 l/día. Son igualmente aguas clorurado-sódicas, con mineralización total de 4,72267 gr/l. Su radiactividad es alta, 545,8 V-h/l, así como su termalidad, 47,5° C al nacimiento. Su uso se indica en los reumatismos articulares y de componente fibroso. Las aguas de Fitero se administran en bebida, baños, inhalación y duchas. Su elevada termalidad permite el uso en efecto de sauna.
Existen además fuentes cuyo uso se ha prescrito para el remedio de diversas enfermedades: en Pamplona, la antigua Fuente de los Legamosos parecía ser apropiada para las gentes aquejadas de blefaritis; a la Fuente del Hierro acudían las pálidas cloróticas y hasta la de la Teja paseaban los inapetentes; era también conocida la Fuente de Batueco*; purgante era la que en Miranda de Arga llaman “Agua del Monte”. Las de Fuentebatueco, en Pamplona, Esparza de Salazar e Izal estaban indicadas para los granos, como la fuente del Boticario o la de Dionisio, en Ochagavía. Aguas mineromedicinales son las de Fuente Cerrada (Larraga), Fuente Vieja (El Busto), La Bellida (Azagra) y La Fuente del Rey (Tafalla-Pueyo), entre otras, son excelentes para el consumo. Pero aparte de su calidad y de las indicaciones de cada una de las aguas, numerosas fuentes tenían su propio ceremonial, de carácter ritual, asociado a factores meramente creenciales, pero que era necesario respetar si se quería obtener el resultado apetecido por sus usuarios (Baños*); en Baztán, cerca del molino llamado Ubarcura, existía una estalagtita santa cuya gotera dicen que curaba el herpes si se besaba y se rezaba un rosario; en Sanjuaniturri, también Baztán, se curaban las enfermedades cutáneas si se acudía a ella a la luz de la luna y se ponían unos cirios a San Juan Bautista; en la regata Txindola (Yanci) tomaban baños los aquejados de erupciones, pero debían abandonar las toallas para que fueran quemadas (y con ellas el mal) al día siguiente; en el Valle de Odieta los vecinos lavaban su cara y cuerpo en la Angiliturri, pero debía arrojar monedas a su fondo para librarse de los males que aquejaban a su piel. Piedras arrojaban también, pero al pozo del Castillo de Javier o al aljibe de Ujué, las mujeres estériles (esterilidad*).
Agua de mesa
El consumo de agua embotellada ha aumentado casi en un ciento por cien en los últimos años, a raíz de la comercialización de las aguas minero-medicinales. En Navarra destacan las producidas en Betelu, Burlada y Belascoáin.
La empresa “Aguas de Betelu” tuvo una vida muy precaria y, a pesar de ser absorbida por la sociedad “Aguas de Insalus”, abandonó su comercialización por problemas económicos a principios de 1983. Sin embargo a comienzos de 1986 la multinacional holandesa Hendel-Ceteco la abrió de nuevo con maquinaria y técnicas modernas.
Los otros dos balnearios, Burlada y Belascoáin, fueron durante muchos años propiedad de la misma sociedad. Las primeras fueron descubiertas por casualidad en 1872 al hacer un pozo entre dos edificios de las Ventas de Burlada. Con motivo de la segunda guerra carlista quedó paralizado. En un principio las aguas se tomaron en el balneario construido al efecto, pero luego dedicaron el manantial a la venta exclusiva de las aguas embotelladas. Así funcionó hasta finalizar la guerra del 36-39, vendiéndose luego el balneario. El crecimiento de Burlada supuso el derribo del balneario, en tanto que el pozo, con escaleras de caracol que bajan hasta el fondo, no se taponó, sino que se cubrió con una plancha de cemento antes de edificar encima. Fue considerada como agua de mesa de primera calidad y en la propaganda de su tiempo se indicaba que se encontraba a la venta “en todas las Farmacias, Droguerías y Hoteles de España y América”.
En 1965, el balneario de Belascoain, cuya explotación ha pasado por varios propietarios en los últimos siglos, llegó a manos de una sociedad formada por navarros, que quisieron comercializar sus aguas para mesa. Tras el cierre definitivo como balneario se instaló en 1966 una planta embotelladora con una capacidad de 3.000 botellas hora, iniciándose a principios del 67 su comercialización. Tras una serie de vicisitudes comerciales, fue vendida a otra sociedad que volvió a cerrar por los mismos motivos. A partir de la década de 1980 se comercializó de nuevo.
La producción de agua mineral envasada alcanza la cifra de 10 millones de litros de agua mineral anuales. Prácticamente el 67,57% del consumo de dicha producción tiene lugar fuera de Navarra.
Agua salada
Existen en Navarra varios manantiales o afloramientos de agua salada que resultan de la filtración de agua por tierras perdurables de componentes sódicos. Dicha agua se evaporiza en balsas al efecto para obtener sal común. Dichas balsas se localizan principalmente en Salinas de Oro y Arteta (Ollo). El número de balsas de evaporización de agua salada se acerca a 31 en ambos lugares señalados.
Agua subterránea
Agua que ocupa todos los poros y grietas de las rocas hasta una cierta distancia de la superficie del terreno, y da origen a una zona denominada zona de saturación cuyo límite superior lo constituye la denominada superficie freática, y el inferior una capa impermeable. Las formaciones geológicas que además de ser porosas son permeables y permiten el movimiento del agua bajo la acción de la gravedad en condiciones tales que hace posible su explotación se denominan acuíféros*. De modo natural, una vez que un acuífero o embalse subterráneo está lleno, el agua sale por los manantiales o directamente por el lecho de los ríos; en las zonas costeras los manantiales, a veces, son submarinos.
En cuanto a las reservas hidráulicas subterráneas, el concepto se refiere al volumen de agua almacenada en el acuífero en un instante determinado. Este volumen está estrechamente relacionado con el volumen de espacios vacíos (poros, grietas, etc.) susceptibles de contener agua.
Las reservas de los acuíferos de las unidades hidrogeológicas* del Oeste de Navarra y del Aluvial del Ebro y afluentes son: