PLANTA MEDICINAL
PLANTA MEDICINAL
El uso de los vegetales en terapéutica es tan antiguo como la humanidad. El hombre primitivo tuvo que aprender a distinguir las plantas que podían servirle de alimento, las tóxicas que debía evitar y las útiles para la curación de sus dolencias.
Las plantas medicinales tienen amplio campo de aplicación en las afecciones de vías respiratorias, gastrointestinales, hepáticas, cardiovasculares, dermatológicas, etc, y pueden llegar a sustituir a los medicamentos de síntesis, por ejemplo en el caso de los laxantes y diuréticos. Un problema que preocupa actualmente a los farmacólogos es el abuso de sedantes e hipnóticos; en muchos pacientes la sustitución por fitofármacos como valeriana, lúpulo o avena y sus combinaciones resultaría satisfactoria y se evitaría con ello el riesgo de dependencia.
Sin embargo, la utilización correcta de plantas medicinales exige ciertas consideraciones. Se desecha la idea de que todo lo natural es bueno; es absolutamente falso considerar a las plantas medicinales como inocuas. Aun eliminando las más tóxicas, hay algunas que pueden provocar efectos indeseables; sin embargo, en general, su atoxicidad y carencia de efectos secundarios están avalados por el empleo a través de generaciones.
En Navarra, por su variedad de climas, condiciones edáficas, etc. se dan plantas medicinales en una amplia gama. Esto, junto con las tradiciones y costumbres han desarrollado la medicina popular o etnomedicina.
En 1978, M. Fernández Fernández, en colaboración con P. Guillén Goñi, alumnos de la Universidad de Navarra y con subvenciones de Eusko Ikaskuntza, realizó un trabajo de recopilación y de selección de las variedades más interesantes para posteriores investigaciones farmacológicas y químicas.
De este estudio se desprende en primer lugar que los valles pirenaicos, Navarra húmeda del noroeste y ribera oriental son las zonas donde la medicina popular está más arraigada. En la cuenca de Pamplona y cuenca de Lumbier-Aoiz, aunque han sido ampliamente exploradas, las informaciones recogidas son comparativamente mucho más escasas, lo que indica una menor utilización de los “remedios caseros”; las zonas medias oriental y occidental, junto con la ribera occidental, ocupan un lugar intermedio en lo que se refiere a la conservación de la medicina popular.
Aunque el objetivo fundamental era la utilización de plantas, se recogieron algunos remedios, muy pocos, a base de animales. Al hablar de laurel, por ejemplo, se cita un tratamiento para las verrugas, basado en la aplicación de caracoles, éstos se emplean también para quitar quistes; en estos casos su efectividad estaría en la transferencia del mal al animal, una creencia muy extendida en todas la medicinas populares. Por otra parte, la necesidad de expulsar el mal para curar enfermedades es una idea bastante arraigada y ha sido recogida de varios informantes; es un concepto ancestral, en el que se basa la “medicina” de muchas culturas primitivas actuales.
En la descripción que se hace del empleo de las diversas plantas en sus artículos correspondientes, que abarca también las que se aplican a animales, se ha incluido la localidad en la que se ha recogido la información, lo cual no quiere decir que no puedan tener una aplicación más amplia, también se han empleado en ocasiones las expresiones populares con las que los informantes hacían alusión a las enfermedades (aunque a veces es difícil darles una interpretación científica) y a las formas de efectuar las preparaciones.
Con los datos recopilados se ha hecho un estudio bibliográfico, para comprobar si las plantas reputadas como medicinales coincidían en sus acciones farmacológicas y formas de aplicación con las que figuran en la literatura científica.
De las numerosas plantas empleadas en la medicina popular en Navarra muy pocas son peligrosas o tienen efectos tóxicos y de ser así reconocen su toxicidad o advierten de sus efectos demasiado potentes.
En ocasiones una misma planta figura con dos aplicaciones opuestas, lo que puede ser debido a que se utilizan distintos órganos: los frutos de la vid son laxantes, mientras que las hojas son antidiarreicas.
En general las aplicaciones coinciden con las de la literatura científica, aunque se ha recogido información de plantas a las que se les atribuyen más propiedades que las reconocidas y plantas que no figuran en ella.
En cuanto a las formas de aplicación, en uso interno, las más comunes son la infusión y cocimiento, generalmente en agua y a veces también en leche. Más raramente se emplean las tinturas, como la obtenida por maceración de ajos en alcohol, aplicada en el tratamiento del reuma. En uso externo las formas de utilización son muy variadas; en ocasiones, si se trata de hojas, basta con colocar en la parte afectada la hoja privada de la epidermis en una de sus caras y si se trata de otros órganos o de la planta entera, se aplican a veces trituradas y otros cocidas y en forma de cataplasma; es común la preparación de cataplasmas o “tortillas”, a base de rehogar las plantas en aceite, a veces junto con ajos, y añadir después clara de huevo batida para formar la tortilla. Se preparan también ungüentos y pomadas añadiendo, a las plantas rehogadas, cera virgen y más raramente manteca de cerdo, hasta adquirir la consistencia deseada.
Es muy común hacer llegar a las partes afectadas los vapores del cocimiento o los producidos al quemar flores u hojas; en la mayoría de los casos, salvo si se trata de plantas cuyos principios activos conocidos son volátiles, tales como los aceites esenciales, no existe por el momento justificación científica; sin embargo, es una práctica también extendida en otras medicinas populares, e incluso en la medicina antigua. Leclerc refiere que Dioscórides, Plinio y Galeno recomendaban aspirar los vapores de las hojas y flores de tusílago para calmar la tos de los asmáticos, aunque el efecto antitusígeno se atribuye hoy fundamentalmente a su contenido en mucílago, no volátil.
Las plantas que se utilizan más ampliamente en toda Navarra son, además de manzanilla y tila, malva, ortiga, saúco, carrasquilla (aunque esta denominación se da a varias especies que generalmente se emplean como hipotensoras), maíz, zarza, llantén y verbena; a muchas de ellas se les atribuye también el mayor número de propiedades.
En la Ribera destacan por su amplia utilización: salicaria como antidiarreico, olivo como hipotensor, maíz y rabos de cereza como diuréticos y tomillo y romero con aplicaciones muy variadas, que van desde curar catarros hasta despejar la mente y rejuvenecer.
En la Zona Media, tanto oriental como occidental, se emplea mucho el espliego como tranquilizante y antiinfeccioso, la cola de caballo como diurético y el llantén, que en uso interno se aplica principalmente como depurativo de la sangre y en uso externo como cicatrizante, en la cuenca de Lumbier-Aoiz se hace amplio uso del saúco, sobre todo por sus aplicaciones tópicas, de la malva, utilizada con bastante frecuencia en las indigestiones de los animales y en afecciones de la piel en las personas, y de la carrasquilla como hipotensor.
En la cuenca de Pamplona las más empleadas son las de uso generalizado en toda Navarra como ortiga y malva.
En la Navarra húmeda del noroeste figuran entre las plantas más utilizadas, verbena, llantén, cola de caballo, saúco y muérdago; en los valles pirenaicos, además de las tres últimas, carrasquilla, ortiga, malva y malvavisco, se emplean bastante las hojas de digital para cicatrizar heridas, aplicación no justificada farmacológicamente y que no ha sido recogida en otras zonas, junto con cebolla y ajo, también en uso tópico.
Considerando las afecciones para las que más comúnmente se emplean las plantas medicinales, destacan en primer lugar la hipertensión, seguida de reuma y artrosis; lo cual se justifica si se tiene en cuenta que, según estadísticas recientes, en Navarra la media de individuos que las padecen es superior a la estatal.
Entre las plantas con actividad hipotensora figuran algunas con acción reconocida como muérdago, olivo, ajo, espino blanco y apio; sin embargo se utilizan con mucha frecuencia plantas como aladierna, centaurea menor, ortiga, pacharán, culantrillo menor y enebro, sin justificación farmacológica; tras el estudio de su efecto por vía intravenosa en ratas dieron resultados positivos
Junto con las plantas hipotensoras, en el aparato circulatorio destaca también el empleo de depurativos de la sangre; a este efecto contribuyen varias acciones: diurética, laxante, colerética, colagoga, etc. Muy utilizadas son ortigas, berros, achicoria y dientes de león, aconsejados como tales en la bibliografía, pero se hace también amplio uso de otras como llantén, cola de caballo, hinojo, tomate y zarza, entre otras, que no figuran en ella con esta propiedad.
Para el tratamiento del reuma se recopilaron unas treinta plantas para uso interno o externo; las más comúnmente utilizadas: ortiga, fresno, ajo, tomate, cola de caballo y enebro, recomendadas en la literatura con este fin.
En el aparato genitourinario destaca la amplia utilización de diuréticos, principalmente cola de caballo, diente de león, parietaria, maíz, rabos de cereza, perejil, etc., con acción farmacológica reconocida; a muchas de ellas se les atribuye popularmente la propiedad de facilitar la expulsión de cálculos renales.
Entre las plantas de aplicación dermatológica y en órganos externos las más frecuentes empleadas son: para afecciones de boca y garganta, fundamentalmente saúco y tomillo, seguidas de las utilizadas en el tratamiento de eczemas y dermatosis diversas, entre las que destacan verbenas, saúco, cebolla y celidonia; son también frecuentes las cicatrizantes, aunque muy pocas figuran en la literatura científica y las antiinflamatorias, que son por el contrario muy comunes en ella.
En el aparato respiratorio figuran en primer lugar las de acción antitusígena como eucalipto, malva, malvavisco, romero y tomillo. Es interesante también recoger la amplia utilización de la cataplasma o tortilla de verbena en el tratamiento de la sinusitis.
Entre las plantas útiles en el aparato digestivo y metabolismo destacan las digestivas, que en general son las conocidas como tales: achicoria, hinojo, ortiga, verbena, manzanilla, romero, hierba luisa, té de roca, etc. Es común también el empleo de antidiarreicos: arroz, rosal silvestre, zarza y salicaria; como laxantes se utilizan preferentemente las ciruelas y plantas como lino, malva y malvavisco, todas ellas laxantes mecánicos debido a su contenido en mucílago. Se indicaron también varias plantas antidiabéticas que no figuran en la literatura científica: diente de león, pacharán y perejil, entre otras.
Una de las plantas que merece especial atención porque su aplicación se está extendiendo considerablemente en toda Navarra y zonas limítrofes para el tratamiento de la hepatitis, es la parietaria, de la que se asegura que es muy eficaz y en la que se ha comprobado que efectivamente baja las transaminasas, pero de la que se carece de investigaciones suficientes como para juzgar su eficacia.
Se ha recogido poca información sobre plantas con acción sobre el sistema nervioso central, que, generalmente, se emplean como sedante; entre ellas tila, amapola, romero, etc.
Aunque se han señalado sólo algunas, se han encontrado en la medicina popular Navarra remedios para la mayoría de las enfermedades. Según los historiadores la medicina popular procede casi en un 90% de la medicina científica. Es muy probable que, dado el gran número de propiedades que se atribuyen a plantas que no figuran en la literatura moderna, existan también remedios autóctonos, cuyo origen se desconoce.
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