VALTIERRA
Categoría histórica: Villa.
Categoría administrativa: Municipio.
Partido Judicial: Tudela.
Merindad: Tudela.
Comarca geográfica: Bajo Aragón.
Población 1986: 2.476 habitantes de hecho, 2.553 de derecho.
Superficie: 38 km2.
Densidad: 65,2 hab/km2.
Altitud en el núcleo de viviendas: 262 m.
Distancia a Pamplona: 76 km.
Comunicaciones: Carretera comarcal NA-134, eje del Ebro que enlaza con las generales N-113, Pamplona-Madrid y N-121, Pamplona-Tudela.
Gentilicio: valtierrano.
Geografía
Su término municipal limita al N con las Bardenas Reales, al E con Arguedas, al S con Castejón y al O con Alfaro (Rioja) y Cadreita, y se extiende de SO a NE, desde el Ebro a las Bardenas.
El espacio municipal se puede dividir en dos mitades, ambas con parecidas características climáticas (temperatura y precipitación media anual de unos 14°C y 450 mm, caídos en unos 60 días), cierzo predominante sobre todo el bochorno y aridez estival acusada, pero con claras diferencias topográficas, edafológicas y agrológicas.
La baja llanura aluvial (260-280 m), extendida desde el Ebro -que no hace más que a trechos de muga- al escarpe de yesos y limos a cuyo pie se encuentra el pueblo y que coincide con el regadío fertilizado con agua derivada del Aragón en Milagro y repartida equitativamente (jarves) con Arguedas. La parte de esta baja llanura más cercana al Ebro conserva aún en sus sotos restos de los choperales del pasado; la más cercana al pueblo es un sector pequeño de huertos. La otra parte la forma el “monte” o espacio agropastoril de secano formado por los yesos del flanco S del anticlinal de Arguedas y los aluviones de las altas terrazas fluviales a ellos superpuestos, dividido en corralizas y que culmina a 423 m; sólo unos bosquetes de repoblación de pino carrasco destacan en el panorama de matorrales pobres que crece en las tierras que no pudieron ser roturadas.
El 85% de la población activa del municipio realiza tareas agropecuarias, aunque solamente el 58% de la población ocupada en él las desempeña como dedicación principal. El 32,6% de la superficie cultivada es de regadío. Los barbechos siguen siendo importantes, y en 1984 alcanzaban 1/4 del total cultivado. Aproximadamente el 45% del término valtierrano es de propiedad comunal; en gran parte se trata de tierras de regadío intensivo. Los labradores crearon el 15 de mayo de 1913 la Cooperativa Agrícola “La Unión Cultivadora Valtierrana”, el 15 de junio de 1916 “La Esperanza” y el 1 de febrero de 1958 la de “San Isidro”.
Valtierra es pueblo congozante y cultivador de las Bardenas Reales. Entre los cultivos de regadío siguen ocupando los primeros lugares el maíz, la alfalfa y las hortalizas (tomate, sobre todo); la remolacha azucarera, en cambio, ha perdido su importancia pasada (350 Ha en 1962 y sólo 3 en 1983). La cebada, seguida del trigo, es el principal cultivo de secano; la vid ocupaba en 1983 110 Ha (la mitad que veinte años antes) y el almendro 60. La gran roturación de los secanos cerealistas alcanzó su culmen en 1950; desde entonces ha ido descendiendo.
El ganado de labor ha ido desapareciendo; en 1920 había 257 cabezas de ganado mular, 85 de caballar y 167 de asnal; 37, 160 y 100 en 1961 y 2, 10 y 2 en 1982. El ganado lanar no sólo no ha perdido importancia, sino al revés 10.000 reses en 1982. Otro tanto podría afirmarse del ovino de engorde o de leche (248 reses en la misma fecha) y sobre todo la ganadería industrial de cerdos (4.696 cabezas) y aves (5.300 gallinas ponedoras y 3.900 pollos en 1982).
El sector industrial ocupaba (1984) a 175 trabajadores en 23 establecimientos. La principal actividad era la agroalimentaria, que ocupaba a 110 personas en 10 empresas dedicadas: al sacrificio de ganado (1 establecimiento); conservas vegetales (3); una harinera, fabricación de pan y bollería (3); elaboración de productos alimentarios diversos y una bodega cooperativa vinícola. Otras actividades del sector eran: productos de la construcción de hormigón, confección textil, industria de la madera, transformación de materias plásticas y caucho, distribución de agua y energía y empresas de la construcción (3).
El sector servicios ocupaba (1984) a 172 trabajadores en 69 establecimientos, destacaban las actividades siguientes: hostelería y bebidas (38 empleados); comercio (33, incluyendo una cooperativa de cereales); transportes (18); reparaciones (17), administración local y orden público (15); enseñanza (13); y banco y ahorro (9). Otras actividades del sector presentes en el municipio eran: comunicaciones y carburantes, servicios a empresas, sanidad y servicios religiosos, personales y domésticos.
La población activa de Valtierra ascendía en 1984 a 844 personas, de las cuales 41 se hallaban en desempleo y de éstas 28 buscaban su primer empleo. Tenían su puesto de trabajo en el municipio 26 personas residentes en otros lugares.
Desempleo registrado (31.3.1987): 110 personas.
Presupuesto municipal (1987): 81.927.000.
Heráldica municipal
Trae de gules y un castillo de oro, almenado, donjonado de tres torres, la de en medio más alta que las laterales y almenadas de tres almenas. En su puerta un águila con las alas extendidas. Por timbre una corona abirta.
Casa Consistorial
Es de estilo neoclásico, construida a mediados del siglo XIX. Su planta es rectangular. Se erigió como vivienda de los marqueses de Santa Cara. Tiene materiales de sillarejo y mampostería. Recientemente ha sido restaurada y consolidada, según proyecto del arquitecto Manuel Blasco.
Consta de bodegas, planta baja y dos elevadas. Se integran en el edificio otras actividades como biblioteca, aulas de música, cursos de E.P.A., servicios sociales de base, consultorio médico y central telefónica. El ayuntamiento está regido por alcalde y diez concejales.
En su término se localiza una necrópolis de incineración de la Edad del Hierro en el lugar denominado La Torraza*, cuyo perfil da carácter al conjunto urbano. La Torraza es resto de una torre medieval, cuyo basamento de piedra aprovecha sillares de época romana.
Bajo la ocupación musulmana la habían señoreado los Banu Qasi* y sirvió de reducto avanzado para la protección de Tudela y escala frecuente de las expediciones contra los dominios de los monarcas pamploneses. A finales del siglo XI se había comprado su seguridad mediante el pago de parias, cuyo diezmo concedió el rey Sancho Ramírez (1093) al monasterio de San Ponce de Tomeras, al que prometió además entregar su término y su iglesia cuando fuese reconquistado el lugar. Este pasó a manos cristianas con la toma de Tudela (1119), a cuyo fuero y jurisdicción fue adscrita por Alfonso I el Batallador. Conservó un contingente importante de población musulmana y una minoría judía; y configuró una tenencia, cuyos titulares en el siglo XII fueron Pedro Tizón (1127-1134), Rodrigo Abarca (1137-1149), Aznar de Rada (1150-1165), García Bermúdez (1171-1182), Pedro Cascante (1197) y Lope Jiménez de Cadreita (1198). Aunque quizá todavía pertenecía teóricamente a San Ponce, el rey García Ramírez entregó la iglesia a la catedral de Pamplona, así como la mezquita, para que fuera consagrada en e momento oportuno (1139). Sufrió los estragos de la incursión lanzada por Alfonso II de Aragón (1173) contra Navarra. Lope de Valtierra y Juan de Cascante fueron sus “junteros” en la hermandad (confratría) acordada (1204) entre diversas poblaciones navarras y aragonesas para su mutua defensa. Con este mismo objeto y para resolver también los problemas de regadío suscribió un convenio semejante con Arguedas y Cadreita (1221).
En estos años de comienzos del siglo XIII, el rey Sancho VII el Fuerte adquirió por compra o donación diversas heredades en la villa. En ésta se había instalado la orden del Sancti Spiritus, cuyo preceptor fue autorizado (1244) por el obispo pamplonés a construir un oratorio para atención de la comunidad y de los padres del hospital. También tenía bienes en el término Santa María de Roncesvalles. El tributo de la aljama de los moros y demás derechos regios sumaban (1280) 300 sueldos y 150 cahíces de trigo y otros tantos de cebada y avena. Asolado el lugar, sin duda por el tránsito de las compañías de Beltrán Du Guesclin en marzo de 1366, al año siguiente Carlos II declaró a sus vecinos “francos y libres”, exentos de peajes y lezdas y del “mesuraje” por la venta de trigo en Tudela; el documento del monarca atribuye los estragos a los “ingleses y otras malas gentes”. El mismo soberano encomendó en “honor” a Juan Remírez de Arellano, señor de los Cameros, los emolumentos de la jurisdicción, al monopolio de hornos y molinos y demás derechos sobre la villa (1376). Ésta fue dada a Martín de Peralta por Juan II (1456), aunque reservándose la alta justicia. El mismo monarca le redujo de 20 a 2 libras el importe de cada cuartel en atención a la depresión demográfica y las calamidades sufridas en los últimos años (1471). Como muestra evidente de recuperación, el propio lugar adquirió luego (1529) por 1.500 ducados de oro el castillo, el horno, el molino y otros derechos del patrimonio regio.
En la evolución de la población, el aparente descenso de 1366 cabe atribuirlo a las correrías de las mencionadas. En la primera mitad del siglo siguiente ascendieron a 70, pero la guerra civil los había reducido en 1453 a 25 ó 30, la mitad por lo menos moros. Siguió en la siguiente centuria un auge espectacular.
Durante los siglos XVI y XVII, Valtierra dio los pasos principales para reforzar y asegurar la condición de realengo, emancipándose definitivamente de la condición de lugar de señorío en que se encontraba en el siglo XV. Tras las adquisiciones de 1529 en 1631 compró la jurisdicción criminal por 1.200 ducados.
Al comenzar el siglo XIX gobernaba la villa un alcalde ordinario. Y con las reformas municipales de 1835-1845 quedó como ayuntamiento independiente sometido al régimen común. Había sido hasta entonces buena villa con asiento y voto en las Cortes de Navarra.
En lo eclesiástico, servían al acabar el siglo XVIII la parroquia de Valtierra un cura y nueve beneficiados, y los mismos aún al mediar el siglo siguiente; la provisión de todos ellos correspondía a los vecinos, salvo uno de los beneficiados, que proveía el rey o el obispo, según el mes de la vacante.
Por su situación, Valtierra estuvo siempre bien comunicada y se benefició de la política de mejora de las carreteras antes que la mayoría de los demás pueblos de Navarra, por hallarse sobre la de la Ribera (Pamplona-Tudela) y en el arranque del ramal que partía hacia Castilla. Al mediar el siglo XIX funcionaban tres molinos de aceite y uno harinero y se celebraba feria del 25 al 29 de septiembre, principalmente de ganado lanar.
Valtierra era ya para entonces pueblo bardenero; no lo era aún al acabar el XVII; pero figuró entre los que pagaron a la corona a comienzos del siglo XVIII los 12.000 ducados a cambio de los cuales el patrimonio real cedió el usufructo de las Bardenas* a perpetuidad. Una asamblea provincial que se celebró en 1836 confirmó el privilegio.
Por lo demás, durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX la villa participó del desarrollo agrícola que caracterizó toda la Ribera. En los años veinte de nuestra centuria contaba con una fábrica de aguardientes y otra de chocolates y varios talleres, aparte dos de los viejos molinos de aceite.
Contaba ya con dos escuelas al mediar el siglo XIX: una de niños, frecuentada entonces por ochenta y dotada con 4.000 reales, y la otra de niñas, a la que asistían de 40 a 50 y cuya maestra percibía 1.600; a las que luego se sumó el colegio regido por las hijas de la Cruz. Con la desamortización de los años treinta del XIX había desaparecido el convento de capuchinos que hubo extramuros.
El hospital de la villa durante muchos años fue propiedad de la cofradía del Salvador, tal y como consta en la visita pastoral del año 1651. Los libros de cuentas del establecimiento abarcan desde 1795 a 1870, y por los mismos se sabe que durante los siglos XVIII y XIX, fueron administradores los sacerdotes beneficiados de la parroquia de Valtierra, quienes poseían varias casas en Marcilla, Valtierra y Milagro.
Castillo
Se asentaba dominando la villa, sobre un cerro cortado por barrancos. Sus orígenes se remontan a los tiempos de la dominación musulmana. En 1276, García Pérez de Olcoz, que lo tenía a su cargo a la sazón, prestó homenaje por él a la reina Juana, ante el condestable de Francia Imberto de Belpuch. Cuatro años después, se hicieron escaleras en las torres, dejando pendientes los graneros y la garita de la torre mayor, por falta de yeso para las obras.
Entre los años 1290 y 1314 figura como alcaide en la documentación Jimeno Ortiz de Elcoaz, primeramente con una retenencia de 12 libras y 60 cahíces, que se reduce a 8 libras y 40 cahíces desde 1305. En su tiempo se hicieron distintas obras en el castillo: en 1294 se trabajaba en la cubierta de la capilla, en el palacio, las cámaras y la torre mayor, apareciendo como mazonero Juan de Arguedas. Al propio tiempo, se derribó una torre ruinosa que había junto a la puerta. En 1305 se reparó el horno y se rehizo la cubierta del aljibe, que se habían hundido. Poco después se retejaron los establos. La capilla se reedificó en 1314, así como la cocina con sus dos grandes chimeneas.
En 1314 pasó el alcaidío a Gaufrido de Villiers, que prosiguió las reparaciones, rehaciendo la casa contigua a la capilla y la sala mayor o gran cámara. Seguía en el puesto en 1328, año en que se reparaban los terrados del palacio, la cocina, cámaras, capilla y establos. En 1362, reinando Carlos II, hacía nuevas obras el moro Zalema Zaragozano.
Por temor a las grandes compañías, en 1366 se ordenó al concejo que todos los vecinos, incluyendo judíos y moros, vigilasen la villa y el castillo, haciéndolo reparar para refugiarse en caso de un ataque. No obstante, el castillo y la villa cayeron en poder de “los ingleses e otras malas gentes que andaban por el reyno”, que los ocuparon durante algún tiempo. Era alcaide por entonces Gil le Chat. En los años 1374-1376, aparece como titular del alcaidío Pero Ximénez de Rada.
Carlos II Evreux dio la villa con su castillo y rentas, en honor, a Juan Remírez de Arellano, el mozo, haciéndole además ricohombre de Navarra. Reinando ya Carlos III el Noble, hacia 1395, figura como alcaide Gaillart de Fourdinay, al cual dio el rey las pechas de Valtierra, para “mantener su estado”. A su muerte, acaecida en 1402, el rey confió la guarda a Juan de Revelle, su ayuda de cámara, con obligación de invertir 40 libras durante 8 años en reparaciones.
Durante la guerra con Castilla, en 1430, se aumentó la guarnición del castillo hasta 15 ballesteros, al mando de Jimeno de Olleta y Ochoa de Hualde, que era alcaide a la sazón. Cesó a petición propia en 1435, nombrándose en su lugar a Per Arnaut de Suescun; que murió en 1444, sustituyéndole Rodrigo de Arrúbal, escudero de la villa. En 1450 entró en su lugar Juan López de Iracheta.
En 1455, durante las guerras civiles que asolaron el reino, fue tomado por los beaumonteses, y recuperado tras largo asedio, lo mismo que Cadreita, por mosén Martín de Peralta. En premio a sus servicios, Juan II le hizo cesión de los castillos y villas de Valtierra y Arguedas, con su jurisdicción, renta y demás derechos. En 1529, pasó a dominio municipal.
En la actualidad subsiste, aunque arruinada, la llamada “Torraza”, que aunque originariamente debió de ser un monumento funerario romano, al parecer fue recrecida en época medieval, para hacer de ella una especie de atalaya fortificada, complemento del desaparecido recinto defensivo de Valtierra.
Palacio
Antiguamente propio de los condes de Gómara, aparece como de cabo de armería en la nómina oficial del Reino. Su origen se remonta al siglo XV. Juan II dio en 1456 a su canciller mosén Martín de Peralta el señorío de Valtierra y Arguedas con sus respectivos castillos. En 1527, siendo señor León de Peralta, una sentencia del Consejo Real le mandó cesar en la posesión del señorío, por haberle sido éste otorgado mediante contrafuero, ya que Valtierra era villa realenga no enajenable. Hacia 1530, Luisa de Peralta casó con Fernando de Beaumont, razón por la cual las armas de ambos linajes campeaban en los capiteles de las columnas del desaparecido patio del palacio. En 1647 Alonso de Beaumont reivindicó sin éxito el señorío de la villa.
El año 1744, Valtierra reclamó ante la Diputación del Reino, para que no se diese título de palacio a lo que ellos llamaban “la casa de los Beaumont”. La solicitud fue desestimada, por ser ciertamente palacio de probada calidad y de cabo de armería. Juan Manuel de Salcedo y Beaumont, conde de Gómara, se titulaba señor de los palacios de Valtierra en 1747. Hacia 1970, el palacio con su amplio patio central, flanqueado por cuatro torres cuadradas, rematadas por airosas veletas, que tanto ennoblecía a Valtierra, fue inexplicablemente derribado. Únicamente se conservó la fachada principal, barroca, construida en ladrillo, con dos de las cuatro torres angulares.
Arte
La parroquia de Santa María es un edificio gótico-renacentista levantado sobre el solar de la antigua mezquita entre 1532 y 1548 por los maestros Pedro de Huarte y Juan de Retache. Su planta dibuja una nave de tres tramos con capillas laterales entre los contrafuertes, cabecera pentagonal y coro alto a los pies. Todas las cubiertas son bóvedas estrelladas de nervios mixtilíneos, cuyas claves incorporan florones y bustos. Las nervaturas de las cubiertas descansan en pilares semicilíndricos con capiteles historiados de yeso con representaciones angélicas, de fauna y seres fantásticos que deben aludir a algún programa simbólico.
En el lado del Evangelio se conserva adosada a la cabecera la sacristía del siglo XVI, aunque la que se utiliza actualmente es otra levantada en el lado opuesto en 1828 por el maestro de Tudela Domingo Alba.
El exterior de toda la construcción es de muros de ladrillos rematados en un artístico alero del mismo material. La portada principal situada en el muro de los pies es de fines del siglo XVIII. Su estilo neoclásico se conforma por pilastras de orden gigante, dintel y frontón triangular. La torre, también de ladrillo, consta de un alto fuste del siglo XVII y tres cuerpos decrecientes del siglo XVIII.
Preside el interior de esta parroquia un monumental retablo mayor de escultura renacentista cuyo proceso de construcción, bastante largo, hizo que se dieran cita en Valtierra un buen número de escultores, algunos de ellos de gran prestigio. Su proceso comenzó en 1575 y no quedó totalmente finalizado hasta 1595. La traza la suministró el escultor vecino de Calatayud Juan Martínez de Salamanca que también hizo el sotobanco, banco y relicario, hasta que murió en 1580; en esa fecha tasaron lo realizado Juan de Zubieta y Pedro López de Gámiz y, más tarde, en 1590 se hicieron cargo de la obra sucesivamente Blas de Arbizu, Lope de Larrea, Bernal de Gabadi y Juan de Cambray, artista este último que finalizó las historias y algunas figuras del último cuerpo, así como la escultura del patrón San Ireneo.
La traza resulta ordenada, aunque es bastante compleja por los numerosos cuerpos y calles. Consta de sotobanco de madera en su color, alto banco, dos cuerpos y ático. Como soportes se utilizan columnas y machones y sus cajas son rectangulares en toda la pieza, a excepción de las del banco que se cierran en semicírculo. La iconografía que se localiza en sus compartimentos resulta espectacular con escenas del Génesis, vida de la Virgen, Cristo y el titular San Ireneo, además de las imágenes y relieves de apóstoles y santos. El expositor es asimismo una bella pieza, dentro de las de su tipología, con escenas relicarias alusivas a la Muerte y Resurrección de Cristo.
Del resto de los retablos destacan, en primer lugar, los antiguos colaterales de Santa Catalina y Santa Lucía, realizados en un momento inmediato al mayor, aunque en este caso se combinan en sus cuerpos y calles las pinturas y las imágenes de los titulares. Aquéllos son de estilo tardomanierista con juegos lumínicos de carácter pretenebrista. Los dos titulares deben ser obra personal de Blas de Arbizu, escultor que trabajó a lo largo de varios años en el retablo mayor.
Cronológicamente posterior es el retablo de la Virgen del Rosario, de un primer barroco de hacia 1640 sobre bancal dieciochesco. La pieza se compone de banco, cuerpo único y ático y cobija en sus compartimentos pinturas de la época del estilo de José de Fuentes. Retablos más avanzados son los de San Luis Gonzaga, de fines del XVII, del Santo Cristo de comienzos del siglo XVIII y los colaterales, tallados hacia 1771 por Juan de Angós en estilo rococó y dorados por el pintor de Cascante Diego Díaz del Valle. La sillería del coro es barroca del primer tercio del siglo XVIII y procede del extinguido convento de San Antón de Olite.
Entre las imágenes conservadas fuera de retablo destacan un Cristo a la Columna de hacia 1600 del círculo de Juan de Biniés, así como un Cristo articulado para el Descendimiento. La mejor pieza de platería que guarda la parroquia es el ostensorio barroco de fines del siglo XVII, realizado en Madrid como pieza de examen por Cristóbal de Alfaro, natural de Valtierra.
La ermita de Nuestra Señora de la Esperanza es una fábrica levantada en torno a 1674 en estilo barroco. Presenta planta cruciforme con cúpula en el crucero según esquema divulgado por las órdenes conventuales, a cuya cabecera se añadió, en el siglo XVIII, un camarín en alto en plan centralizado.
Su interior está presidido por un retablo mayor barroco con columnas salomónicas vestidas de panes y uvas del último tercio del siglo XVII que contiene lienzos de Vicente Berdusán. Del resto de los retablos destaca el del Cristo de las Enagüillas costeado en 1697 por Martín de Coraspe.
Arquitectura civil
La calle más destacable en su trama urbana es la calle mayor que corre tras la cabecera de la parroquia, con casonas del siglo XVI de ladrillo con las consabidas galerías de arquillos dobles en los áticos y otras del siglo XVIII con blasones.
En la carretera general se localiza el palacio de los Gómara, realizado en ladrillo en el siglo XVIII y del que no se conserva más que la fachada con dos cuerpos rematados a sus lados por airosas torres.
Bibliografía
F. Zapatero Pérez, Monografía de la villa de Valtierra. (Pamplona, 1972). M. C. García Gaínza, M. C. Heredia Moreno, J. Rivas Carmona y M. Orbe Sivatte, Catálogo monumental de Navarra. Merindad de Tudela. (Pamplona, 1980).
Toponimia menor
Las Bardenas, camino; el Berjal, camino; Cabezas altas, alto; el Común, camino; Ratón, camino; Real, camino; Soto Alto, camino; Soto Bajo, camino; Valle de los Pilares, barranco; Valle de Vallecillo, barranco; Valle del Serrón, barranco; Valle Nuevo, barranco; Valtierra, río; el Vivero, término.