BARDENAS REALES
Territorio del antiguo Patrimonio de la Corona de Navarra situado entre los municipios navarros del Bajo Aragón y del Ebro y los aragoneses de las Cinco Villas. Mide 415,45 km2 (462.639 robadas) y su forma irregular tiene, de este a oeste, una anchura máxima de 27 km y, de norte a sur, una longitud de 38 km.
El significado etimológico de la palabra Bardenas o Bardena es discutido: para unos proviene de “abar-dena” (todo ramaje); otros la relacionan con pardina o paradina (el equivalente aragonés de la corraliza navarra); otros con barda (seto o vallado de espinos con el que se rodea un campo o bosque) y finalmente hay quienes la ponen en relación con los chalabardanos o chalabardones, nombre con el que los vecinos de los pueblos limítrofes distinguían a los roncaleses y otros más lejanos que tenían derecho al disfrute de sus pastos.
La utilización del plural Bardenas se debe a la diversidad de paisajes geomorfológicos y geobotánicos:
La Bardena plegada, afectada por las terminaciones surorientales de los anticlinales halocinéticos, con núcleo yesífero, de Caparroso y Arguedas, separados por el sinclinal arcilloso y con intercalaciones calcáreas de Media Cuenca; la erosión ha modelado en estos pliegues una serie de crestas yesíferas separadas por barrancos excavados en los afloramientos margosos, en el caso de los anticlinales, y de cabezos de cumbre plana, en el caso del eje sinclinal.
El Plano, antigua y extensa terraza fluvial del Aragón situada a 130 m de altura sobre el cauce actual del río y sobre la Bardena Blanca, en la que termina mediante un esparpe festoneado y abarrancado cuyas avanzadillas son las puntas de La Estroza (462 m) y Cornialto (510 m).
La Bardena Blanca, depresión erosiva que se extiende desde la unidad anterior hasta la siguiente; fue excavada en las arcillas y limos miocónicos y ha sido intensamente abarrancada por erosión antrópica, hasta quedar convertida gran parte de su extensión en verdaderos “badlands”: red inextricable de barrancos y barranquillos que van confluyendo sucesivamente para desaguar, por medio del Limas, en el Ebro, cabezos con formas fantásticas, en diverso grado de derrumbamiento, sembradas sus laderas con los bloques areniscos desprendidos de las cornisas culminantes (Castill de Tierra, Rallón, Sanchico Rota), etc.
La Bardena Negra o tabular, que comienza en la unidad geomorfológica anterior a la que domina mediante un escarpado e indentado frente de cuesta arcilloso-calcáreo que culmina a 624 m de altitud en La Nasa y se extiende hasta la plana de La Negra (646 m); es un conjunto de plataformas estructurales y de cerros testigos equivalentes a las muelas y cabezos aragoneses y a los páramos y oteros castellanos.
Las Bardenas, constituyen un paisaje casi desértico, donde la erosión ha actuado fuertemente y ha producido la actual depresión, con gran profusión de cerros testigos, preservados de la acción erosiva por la presencia en su parte alta de niveles duros de arenisca, caliza o, incluso, yeso. En los bordes se alzan un conjunto de amplias mesetas, que resisten a la erosión, por estar recubiertas por niveles calcáreos, terrazas colgadas o glacis.
La aridez es la nota más destacada de la bioclimatología bardenera. La mayor parte del territorio recibe entre 400 y 500 mm anuales de precipitaciones, la franja N entre 450 y 500 y la S entre 350 y 400. Las lluvias son, además, muy irregulares, caen en unos 60 días al año y con gran violencia. El calor estival (en torno a 23°C de temperatura media en julio y agosto) y el viento, principalmente el cierzo, que activa la evaporación, contribuyen a aumentar la aridez. La evapotranspiración* potencial varía entre 700 y 725 mm al año en la parte N y entre 725 y 750 mm en la S; el déficit anual de agua oscila entre 300 y 400 mm, que corresponden, sobre todo, a los meses de julio, agosto y septiembre. Desde el punto de vista geobotánico las Bardenas Reales pertenecen a la región mediterránea de plantas xerófilas, perennifolias y esclerófilas. Antes de su destrucción por el hombre la vegetación climax estaría formada por carrascales y maquias de coscoja y pino de Alepo, con enebro, sabina, romero, etc. Hoy quedan unos pocos restos, muy alterados, de esa vegetación originaria (pinar de Pinus halepensis en La Negra y el Vedado de Eguaras), pero lo que principalmente abundan son las garrigas subseriales, progresivamente empobrecidas hasta la xeroestepa: romerales, tomillares, albardinales o espartales, sisallares, sosales y tamarizales.
Arqueología
En contraste con la actual situación de desierto humano, las Bardenas Reales contaron en el pasado con unas condiciones ambientales más benignas, que propiciaron una mayor densidad de población.
No se conocen restos de las etapas más antiguas, desde el Paleolítico al Neolítico. A partir del Calcolítico se produce un importante auge poblacional, que se traduce en la proliferación de estaciones al aire libre. Se concentran especialmente en la Bardena de Caparroso (Balsa del Rey, Forcajos, Matapiojos…), en áreas marginales de vaguadas, controlando el paso de los tradicionales caminos de trashumancia. Dentro del mismo período cultural, aunque de un momento más avanzado, son los restos de campaniforme ciempozuelos de Barranco de Marijuán.
Durante la Edad del Bronce, las evidencias se multiplican, con dos tipos de yacimientos:
Asentamientos de interior: de pequeña entidad, emplazados en laderas, al abrigo de los vientos dominantes. En algunos (Puy Águila IV, Gullizo de Abajo II) afloran estructuras constructivas en adobe y manteado de barro.
Asentamientos de valle: son auténticos poblados, con organización del espacio y estructuras constructivas de entidad. Los localizamos en cerros prominentes, que controlan amplios sectores del Valle del Ebro. Destacan, entre otros, Monte Aguilar y Cabezo del Fraile.
Durante la Edad del Hierro perduran algunos yacimientos anteriores, sin que tengamos noticias de nuevos. La celtiberización fue poco intensa y de carácter tardío, pues se halla siempre conviviendo con materiales romanos altoimperiales.
En época romana se produce una nueva ordenación del espacio, para atender las nuevas necesidades económicas. Surgen así yacimientos en llano en un momento avanzado (siglo I d.C.) como Cabezo Lobo II, Tablas de Barrena, Escalerón…
Desde los siglos IV-V d.C. hasta la Baja Edad Media existe un gran vacío de información. Es en este último momento cuando se atestiguan las únicas evidencias medievales: torreones de vigilancia (Peñaflor, La Estaca…) y un número muy reducido de poblados (Planas del Carnero… ).
Historia
La Bardena se incorporó al reino de Navarra, por reconquista, en el siglo XI y fue en principio propiedad de sus reyes, quienes concedieron a algunos pueblos derecho de goce del territorio. El tipo de disfrute era heterogéneo: a Arguedas (1092) se le autorizó a pastar, hacer leña, roturar, sembrar y cortar madera; a Tudela se le reconoció el disfrute de la Bardena sin cortapisas; a la Oliva (1329) se le permitió cortar una carreta diaria de leña seca y menuda; a los roncaleses (1412), el corte de leña verde para la construcción de cabañas y corrales; etc. La diversidad de mercedes dio origen a enfrentamientos entre los pueblos, principalmente por las diferentes fechas en las que cada pueblo traía sus ganados. El rey Juan de Albret sentenció en 1499 el periodo de pasto desde el 29 de septiembre (día de San Miguel) hasta el 31 de mayo.
Los concesionarios aumentaron en el siglo XVII sobre todo por las necesidades de la real Hacienda. Se otorgó el privilegio a Corella (1630), Peralta, Funes y Falces (1693) entre otros. El proceso de cesiones se cerró en 1705, año en el que Felipe V (VII de Navarra) perpetuó -a cambio de 12.000 pesos- el derecho que los reyes navarros habían ido dando a 22 comunidades, en unos casos para facilitar su repoblación o como premio a su fidelidad, a los servicios militares prestados o a sus donativos pecuniarios. La mitad de los pueblos son mugantes con las Bardenas Reales (Carcastillo, Mélida, Caparroso, Villafranca, Cadreita, Valtierra, Arguedas, Tudela, Cabanillas, Fustiñana y Buñuel); otros se hallan más alejados, aunque también pertenecen a la Ribera (Santacara, Marcilla, Falces, Peralta, Funes, Milagro, Corella y Cortes); otros están muy alejados, como es el caso de los valles de Roncal y Salazar; y por último es congozante el monasterio de la Oliva. El acuerdo presentó algunos problemas ya que no unificó el alcance de los derechos de cada uno de los 22 concesionarios y se limitó a hacerlos perpetuos y exclusivos. La corona no renunció a la propiedad y en varias ocasiones infringió lo acordado. En la época constitucional de 1820, una vez abolida la Cámara de Comptos, los pueblos se reunieron en una Junta por medio de comisionados y formaron unas ordenanzas que fueron aprobadas por la Diputación en 1836. La nueva regulación de 105 artículos prohibió la construcción de casas o corrales a menos de un cuarto de legua de los caminos públicos y creó una Comisión de gobierno integrada por tres personas, renovable cada tres años en la iglesia bardenera de la Virgen del Yugo. La administración se realiza mediante Juntas Generales.
La titularidad de la propiedad continuó siendo compleja. Las Bardenas no se incluyeron en el inventario de bienes de la corona española de 1825, pero en 1841 la ley de modificación de los fueros incluyó un artículo por el que el Estado se comprometía a no introducir novedad alguna en el goce y disfrute de los montes y pastos de Andía, Urbasa, Aralar, Bardenas y otros comunes. Tampoco se incluyó en los inventarios de 1865, 1876 y 1941.
En 1926 hubo un pleito entre los pueblos congozantes, algunos de los cuales eran partidarios de la división del territorio. El juzgado de Tudela falló en favor de esta participación pero en 1930 la Audiencia de Pamplona revocó la sentencia, alegando entre otros considerandos que las Bardenas no podían repartirse, al ser propiedad del Estado. El Tribunal Supremo lo confirmó el 29 de noviembre. En fechas posteriores determinadas actuaciones ministeriales, como las del Ministerio de Aire al arrendar en 1951 el polígono de tiro a la comunidad de las Bardenas como si ésta fuera la propietaria y las del Ministerio de Agricultura concediéndole el coto de caza, dejaron constancia de la dejación de derechos por parte del Estado. En 1978 un dictamen jurídico solicitado por los pueblos concluía que el abandono de la propiedad había hecho que la titularidad prescribiera en favor de los congozantes. Finalmente, en 1980 el Consejo de Ministros decretó la cesión gratuita del territorio a la comunidad bardenera.
Pastoreo y trashumancia
Las Bardenas fueron durante siglos una importante área de pastoreo, aproximadamente desde el equinocio de otoño hasta el solsticio de verano (en 1989 desde el 18 de septiembre hasta el 30 de junio), tanto para los rebaños de los pueblos congozantes de la Ribera como para los de Roncal y Salazar, cuyos pastos supraforestales están entonces cubiertos de nieve. Siempre fue el ganado lanar el más importante; su número descendió a lo largo de los siglos, y especialmente en el XX: más de 300.000 cabezas en 1600; 163.400 en 1854; y entre 70.000 y 80.000 hacia 1985, concretamente 77.824 en 1983, de las que 14.233 pertenecían al valle de Roncal y 7.589 al de Salazar. La trashumancia de estos valles pirenaicos llegó a afectar a mucho mayor cantidad de reses (90.000 del valle de Roncal). Dos grandes rutas pecuarias unen a Roncal y Salazar con las Bardenas: la Cabañera de los Roncaleses* y la Cañada Real de Murillo el Fruto a Salazar*.
Aunque los vecinos de los pueblos congozantes tuvieron derecho a roturar y sembrar, sólo lo ejercieron, durante siglos, en momentos coyunturales de presión demográfica. La gran roturación no tendría lugar hasta los últimos decenios del siglo XIX y primeros del XX: la tierra de labor de secano ascendía a 3.233 Ha en 1888; 4.168 en 1900; y 12.464 en 1920. Después fue aumentando progresivamente hasta las poco más de 20.000 Ha de la década de 1980, a las que hay que añadir 454 Ha de regadío (esto es lo que se riega con el Canal de las Bardenas), 160 de esparragueras, 48 de almendros y 31 de vid.
El cultivo de cereales de secano (trigo, cebada) se hace mediante riguroso sistema -obligatorio por razones ganaderas- de año y vez. Los pueblos que más tierras roturaron y que cultivaban mayor número de hectáreas son, por este orden, Arguedas, Mélida, Fustiñana, Carcastillo y Cabanillas (entre los cinco, el 73% del total); siguen a continuación Valtierra, Buñuel, Cadreita, Villafranca, Cortes, Tudela, Peralta, Falces, Santacara y Marcilla, también por este orden. El número de usuarios labradores ascendía en 1983 a 1.823 lo que suponía un promedio de 11 Ha por familia. No son propietarios, pero nadie puede quitarles las tierras, mientras sigan cultivándolas, y las pueden transmitir a sus hijos e incluso venderlas a cualquier vecino de pueblo congozante. Esta desigualdad en el disfrute agrícola de las Bardenas motivó el que se iniciaran el largo litigio de 1926 entre pueblos “particionistas” y “antiparcionistas”.
Nunca hubo en las Bardenas Reales hábitat permanente sino temporal, formado por corrales ganaderos y cabañas de agricultores, uno de cuyos huecos es obligatorio que permanezca siempre abierto. La posición fronteriza de este enorme despoblado le convertía en refugio predilecto de malhechores y exiliados que han dado origen a la “vida heróica” bardenera más o menos legendaria.
Polígono de tiro
En los últimos años se han mejorado la red de caminos y algunas balsas de agua y se han acondicionado -o construido de nuevo- muchas cabañas para turismo de fin de semana. Desde 1951 buena parte de la Bardena Blanca (2.000 Ha) la tiene arrendada el Ministerio de Defensa como Polígono de Tiro, el cual puede circunvalarse por medio de un camino.
El contrato firmado establecía el pago de 20.000 pesetas anuales revisables cada año. Aunque finalizaba en 1976, ese año fue prorrogado por otros 25 años. El alquiler ascendía en 1989 a unos 6 millones de pesetas.
El acuerdo de amistad y cooperación firmado entre España y los Estados Unidos establece que los aviones USA tienen derecho a utilizarlo. En la década de los 80 tomó fuerza un movimiento generalizado que propugnaba la desaparición del citado polígono, en el que se han estrellado desde 1968 a 1989 26 aparatos y han fallecido 20 pilotos.
Cañadas
Al estar sometidas las cañadas que transcurran por las Bardenas Reales a la reglamentación especial, que en forma de Ordenanza rige para todos los aprovechamientos y usos, esta Ordenanza da una anchura distinta a la asignada para las del resto de la región. La enorme densidad de ganado trashumante en este territorio, hizo aconsejable dar a las cañadas mayor anchura que al resto de las cañadas provinciales.
Las cañadas amojonadas según el art. 25 del reglamento en vigor de 14 de enero de 1936 son: la de Landazuría, de 75 metros de anchura, que va desde la Cañada de Candévalo por el manantío del Cabezo de la Junta y Salto del Barranco de Carbonera, o de la Junta a la muga de Villafranca y Caparroso; y las hijuelas de cincuenta metros de anchura que salen de ésta: una desde la muga de Valtierra a Cadreita; otra desde este último término a Villafranca por el camino real; otra desde la cañada de las Corralizas de Caparroso a Villafranca por el camino propio que va a la venta de Espartosa primero y después por la muga de Villafranca y Cadreita; otra que sigue por el camino real desde las Corralizas de Caparroso.
La de 75 metros, parte de esta misma cañada de Landazuría en el Salto del Barranco de la Junta y por la balsa sube al Plano, dirigiéndose desde el barranco del Agua salada un ramal a los Portillos de Caparroso y otro que sigue por la Fuente del Plano Lentiscares, Majada del Botiguero, la bajada de las Yeguas y Cornialto al Cabezo del Paso en la muga de Carcastillo.
La Cabañera de los Roncaleses, parte de la muga de Carcastillo, salva los barrancos de la Bardena Blanca Alta y desciende a la Blanca Baja por el Rincón de las Rallas, marcha por la cuesta de los Cascajos, y por el salto de Vallejo a la Majada de López y después por la Plana de Alfarillo a subir a la Negra por debajo de la Cuesta del Villar, siguiendo el camino de Sancho Abarca hasta las labores y cabañas de Jerónimo Litago, pasadas las cuales, marcha a la muga de Tauste, siguiendo el camino un ramal de cincuenta metros. Otro ramal de setenta y cinco metros de esta cañada, vuelve al poniente, luego de pasadas las citadas labores en la Plana de la Negra, cae por la ladera de Val de Lázaro al barranco de val de Novillas y, cruzando éste, se comunica con la cañada consignada en el artículo noveno de las Ordenanzas sobre la muga de Tauste junto al Canal y continúa hasta las alturas del Canal donde se ensancha.
La de 50 metros que, desde la muga de Tauste junto al Canal, sigue en la dirección de éste por las Torres de Leoz y camino de Fustiñana y entra en los comunes de Tudela, Fustiñana y Cabanillas, en Congosto.
La de 75 metros de anchura, que parte de las tres mugas de los comunes de Valdetellas con las Bardenas, y baja por el barranco de Chapilete, siguiendo el camino de Ejea, en los Cascajos, hasta Santa Margarita en la muga de Aragón, dividiéndose en otro corto ramal en el Turco para unirse por el Barranco de Val de Santa Catalina, a la Cañada que baja a la Blanca por la Cuesta de los Agujeros.
La que parte de la muga de Valdetellas y la Corraliza de Marijuán del Estado de Murillo de las Limas, de 75 metros de anchura, y que sigue por la muga de Cabezo Moro hasta la Cañada que viene entre esta corraliza y la de Balsaforada, en el camino de las Bajadas del Rey, donde vuelve y, siguiendo la dirección de él, va por la Blanca y la muga de Ejea. En la cruceta de esta cañada sale una hijuela de 50 metros en el camino de Sádaba que se separa frente a Cabezo Losado y sigue por él hasta la muga de dicha villa.
La de 75 metros que sale del Portillo mayor en los comunes de Fustiñana y otros pueblos, baja por el barranco de la Junquilla, cruza la cañada de Ejea en el barranco grande del Cascajo, toma la hijuela de Tudela en el Val de Santa Catalina y marcha por dicho Val a caer a la Blanca por la Cuesta de los Agujeros, cruza la otra cañada de Ejea y Sádaba, en el camino que conduce a las dos Villas, y se dirige por los Hermanos, las Cortinas y paso de las Vacas en el Barranco al paso de Candévalo.
Bibliografía
Salinas Quijada, Francisco, Las Bardenas Reales, (Pamplona s.d.), “Temas de Cultura Popular”, 29. Floristán Samanes, Alfredo, Una descripción de las Bardenas Reales en el siglo XVIII, “Príncipe de Viana”, X(1949), 475-481. Floristán Samanes, Alfredo, La Ribera tudelana de Navarra, (Zaragoza, 1951). Hernández-Pacheco, F., Las Bardenas Reales (Pamplona 1949).