CINTRUÉNIGO
Categoría histórica: Villa.
Categoría administrativa: Municipio.
Partido Judicial: Tudela.
Merindad: Tudela.
Comarca geográfica: Bajo Alhama.
Población (1986): 5.295 habitantes de hecho, 5.451 de derecho.
Superficie: 35,4 km2
Densidad: 149,6 km2
Altitud en el núcleo de viviendas: 391 m
Distancia a Pamplona: 99 km
Comunicaciones: Situado en la carretera nacional N-113, Pamplona-Madrid.
Gentilicio: Cirbonero y centroniguero.
Geografía
Limita con Corella por el N y NO, Tudela por el E y S y Fitero por O.
En el término de Cintruénigo se pueden distinguir dos áreas geomorfológicas distintas: al N las llanuras aluviales de inundación (380-400 m), escalonadas en un par de niveles de terrazas sobre la planicie; al S aflora al Mioceno detrítico (conglomerados, areniscas, arcillas, limos), parcialmente cubierto por los derrubios limo-arcillosos con gravas sueltas de los glacis que descienden de la banda de conglomerados marginales hasta la que se extiende el término municipal por el SO (528 m).
El clima es el propio de la Depresión central del Ebro (mediterráneo-continental): inviernos fríos y veranos calurosos (media anual unos 14ºC, lluvias irregulares y escasas (400-450 mm, en 50-60 días), aridez grande, sobre todo en verano (725-750 mm de evapotranspiración potencial media al año), cierzo frecuente e intenso, etc. Desde el punto de vista botánico Cintruénigo pertenece a la región mediterránea. La vegetación originaria ha sido intensamente modificada por el hombre. En cuanto a la arbórea, se limita a las alamedas y pinares de repoblación (P. halepensis).
Economía
Municipio de orientación productiva basada en la industria y los servicios. El número de personas ocupadas se eleva a 1.395, que desempeñan 1.656 empleos, ya que 261 trabajos son agrarios a tiempo parcial realizados por personas con otra actividad principal.
El sector con mayor número de puestos de trabajo es el industrial, que ocupa a 767 personas, 519 en empresas manufactureras y 241 en la construcción. Dentro de la industria manufacturera destaca la fabricación de objetos de alabastro, que comprende a 24 empresas de artesanía que emplean a 219 trabajadores. Le sigue en importancia el sector alimentario, con 12 establecimientos que dan empleo a 171 personas. Destaca en este grupo la industria vinícola, que se compone de cinco bodegas con una producción anual de cerca de 5.300.000 litros de vino. Otra actividad importante en Cintruénigo es el trabajo de la madera, que cuenta con 13 establecimientos 6 de muebles y emplea a 64 trabajadores. El resto de los establecimientos (17) está formado por pequeñas empresas artesanales, químicas, metálicas, textiles e imprentas, cuya plantilla no supera en ninguna los 13 empleados. El sector de la construcción cuenta con 30 empresas, nueve de las cuales son de instalación y montaje de edificios y obras.
El sector servicios da empleo a 372 personas ubicadas en 164 centros de trabajo. La actividad con mayor nivel de empleo es el comercio, que ocupa a 94 personas en 61 establecimientos. Mayoristas e intermediación comercial ocupan a 19 personas en 17 centros de trabajo; el resto son minoristas, en su mayor medida, establecimientos de alimentación (25). Le siguen en importancia las actividades de administración local, orden público, enseñanza y sanidad que emplean 84 personas en 31 centros. El transporte y la reparación de vehículos ocupan a 74 personas distribuidas en 28 negocios, 15 dedicados a la reparación de vehículos. Las actividades de hostelería y bebidas constan de 12 establecimientos que ocupan a 32 personas. La actividad de banca y ahorro es similar en volumen a la de servicios a empresas.
El sector agrario ocupa cerca de 350 personas, 170 de ellas cuentan con explotaciones de extensión inferior a 5 Ha, y la mitad de ellas tienen una orientación productiva horto-vitícola. La base productiva agraria del municipio se basa en un equilibrio entre los cultivos herbáceos y leñosos.
Del total de la superficie de cultivo el 85% lo ocupa el regadío y el 15% el secano. Aquel ha sido y es principalmente extensivo, y en él, como en el secano, ocupan un puesto importante los cultivos leñosos y en especial la vid. La mayor parte del viñedo recibe algún riego; su evolución sumando regadío y secano ha sido: 394 Ha en 1891 (sin incluir las viñas de los cirboneros en los Montes de Cierzo), 186 en 1906 (crisis de la filoxera), 1.103 en 1920, 1.214 en 1935, 1.352 en 1950, 1.227 en 1961, 1.145 en 1970 y 1.006 en 1984. La vid asociada con el olivo ha tenido siempre escasa importancia. Este último árbol, que también se cultiva en regadío eventual, se halla en plena decadencia: 356 Ha en 1920, 264 en 1950 y 153 en 1970. Estos últimos años se han hecho plantaciones de frutales en 65 Ha de regadío y almendros en 80. Entre los cultivos herbáceos de regadío sobresalen aquí cebada, trigo, espárrago, alfalfa, patata y haba, y en secano los cereales antes mencionados y el espárrago. Dos cabezas de ganado caballar, 23 de mular y 5 de asnal tenía Cintruénigo en 1982, mientras que, en 1935 dichas cifras eran 147, 206 y 161. Si se exceptúa el de cerda y el lanar, las demás clases de ganado carecen de importancia; en granjas había en 1982, 56.000 pollos.
Casi la mitad del ganado porcino se atiende en dos granjas especializadas, una de ciclo cerrado y otra de engorde.
Por lo que respecta al ganado ovino (de raza rasa) pasta en su casi totalidad en las Bardenas Reales. También cabe destacar el censo de conejos que en número de 2.000 cabezas se ubican en una granja de reproducción especializada, y que cuenta con 200 madres. Tiene 240 Ha de propiedad comunal (125 de pastos, 80 de regadío extensivo, 27 de viña, 4 de secano y 1 de regadío intensivo.
El 19 de marzo de 1920 se fundó la Bodega Cooperativa Cirbonera, el 16 de abril de 1948 el Trujal Cooperativo Nuestra Señora de la Paz y en septiembre de 1947 la Alcoholera Cooperativa. La población activa de Cintruénigo se estima en 1.605 personas, 300 de las cuales se hallan en situación de paro, de ellas 63 buscan su primer puesto de trabajo.
En el desarrollo de la población de esta villa influyeron decisivamente la crisis de la filoxera y la creación y difusión de la industria del alabastro.
Desempleo registrado (31.3.87): 352 personas.
Presupuesto municipal (1987): 160.290.000 ptas.
Heráldica municipal
Trae de oro y un árbol de sínople en terreno de lo mismo. En el centro del jefe una cruz de gules de ocho puntas. Del flanco diestro del centro arranca una cinta de gules que atraviesa el tronco del árbol y sobre ella un león contornado y lampasado de gules. El león y la cinta pertenecerían a algún sello o escudo antiguo de la villa, mientras que los otros elementos, propios de la armería de Sobrarbe, podrían haber sido introducidos hacia el siglo XVI.
Casa Consistorial
La Casa Consistorial está situada en la Plaza de los Fueros y fue construida en el siglo XIX según el estilo neoclásico. Tiene tres cuerpos, de los cuales el segundo está articulado por tres pilastras jónicas, cuatro balcones y dos escudos en alabastro. Los motivos ornamentales de la fachada están estucados en yeso. Hacia 1985 se realizó una reforma tanto del interior como del revestimiento del ladrillo de la fachada, por un importe de 17 millones, financiados con ayuda del Gobierno de Navarra. El Ayuntamiento está regido por alcalde y doce concejales.
En su término, a orillas del Ebro, se recogieron en una prospección materiales líticos del Eneolítico-Bronce, entre los que destaca una pequeña hacha votiva.
Aun que después de su reconquista (1119) quedó inscrita en el área de vigencia del fuero de Tudela, fue villa de señorío nobiliario hasta que su titular Rodrigo de Argaiz la vendió al rey Sancho VII el Fuerte (1219) por 7000 moravetinos. Juana, esposa de Carlos II y lugarteniente del reino, dispensó a sus pobladores de toda carga y pecha señorial, pero dicho monarca entregó luego (1380) con carácter temporal al conde de Pallars, Hugo Roger II, el señorío de la villa y su castillo. Carlos III la vinculó (1423) al principado de Viana, instituido a favor de su nieto; con todo, Juan II la reintegró a perpetuidad (1449) al patrimonio de la Corona y, ante las alegaciones de las Cortes del reino, desistió luego (1458) de su proyecto de donarla al magnate Arnaldo de Luxa.
Por su emplazamiento fronterizo, el concejo y sus vecinos tuvieron frecuentes roces y conflictos con la vecina población castellana de Alfaro así como el monasterio de Fitero.
Cintruénigo compró al rey la perpetuidad de su jurisdicción criminal en 1658 por 7.000 ducados. En 1802 la gobernaban un alcalde y cuatro regidores. Contaba con un convento de capuchinos, fundado en 1634, y con sendas ermitas dedicadas a San Sebastián, San Martín, San Roque y la Purísima Concepción.
En 1850, tenía una escuela de niños, a la que asistían 63 y cuyo maestro percibía 6.000 reales al año, y otra de niñas, a la que acudían 27, con 1.035 reales. Asistían la parroquia un abad y seis beneficiados, de los que cinco eran de presentación y patronato del ayuntamiento y el otro del conde de Expeleta. El convento de capuchinos había sido suprimido, con la desamortización de los años treinta del XIX; pero la iglesia seguía abierta al culto a costa de los vecinos, que mantenían en ella un capellán.
Regaba entonces el Alhama, 9.139 robadas, de ellas unas 6.000 de olivo. En 1849, los pueblos congozantes, entre ellos Cintruénigo, suscribieron un convenio para el aprovechamiento del agua del Llano, la acequia mayor que, partiendo de Fitero, se ramificaba hacia Corella, Tudela y Cintruénigo. El agua era objeto de una reglamentación muy precisa que sólo dejaba a los labradores cirboneros cinco días de uso al mes, hasta la construcción del canal de Lodosa (1930), que permitió a los de Alfaro regar con agua del Ebro y liberó parte de las aguas de las acequias antiguas. Para la administración de estas cosas, contaba Cintruénigo con una Junta de Agricultura, aneja al ayuntamiento, que en 1915 se independizó de este, con el nombre de Sindicato de Riegos y se asimiló en 1952 al Sindicato Central, que agrupaba también a los de Corella y Alfaro. Las crecidas del Alhama han sido fuente de problemas, en las últimas décadas han sido especialmente importantes las riadas de 1936, 1939, 1946 y 1957; aunque las obras de embalse efectuadas luego en el Llano han aminorado el problema.
Desde los años cuarenta del siglo XVIII cruzaba la villa la carretera que unía la del Ebro con Soria y Madrid. En 1802 había un molino de aceite y otro harinero. En 1882 -sólo hasta 1823- y en 1840 -sin que esta vez llegase siquiera a ponerse en práctica la medida- Cintruénigo fue incorporada a la provincia de Logroño; pero en ambos casos las autoridades de Navarra se opusieron a ello con éxito (Límites provinciales*).
A finales del XIX y comienzos del XX, la villa participó de la reconstrucción de la vida eclesiástica religiosa que caracteriza la Iglesia de la época; se instalaron comunidades de pasionistas y hermanas de la caridad, que se ocuparon del hospital existente y comenzaron a desarrollar labores educativas. Aparte, a las dos antiguas escuelas se sumó otra de párvulos. Contó además con estación de ferrocarril de la línea de Castejón a Olvega y, en los años veinte de nuestra centuria, había puesto de guardia civil, fábricas de alcohol, anisados y aguardiente, de chocolates, de conservas vegetales y de velas.
Cintruénigo participa del goce de los montes de Cierzo.
En cuanto a la asistencia hospitalaria, se sabe con certeza que en el año 1773 y posiblemente antes, existió un Hospital construido en el paraje del Portal que sale al convento de los Capuchinos, gracias a las aportaciones del Concejo y de los vecinos de la villa, y sobre todo del Presbítero D. José Rubio que legó doscientos ducados. En el libro de cuentas del Hospital, en el año 1777, se reconoce la existencia de un Administrador, que repartía los réditos de los enfermos del Hospital y los pobres enfermos que se hallaban en sus casas. El 12 de octubre de 1884, se inauguró el Santo Hospital de la villa, construido a expensas de Pablo Rubio y Monreal, Presbítero, natural y vecino de la villa de Cintruénigo. Invirtió en su construcción la cantidad de trescientos mil reales, además de fundar la Capellanía eclesiástica en el Oratorio de dicho Hospital, y una donación de cien mil pesetas para que con sus intereses se atendieran los servicios del establecimiento.
Castillo
En época medieval, la villa estuvo defendida por un castillo del que hoy apenas quedan vestigios. Uno y otra pertenecían a principios del siglo XIII a Rodrigo de Argaiz, el cual los vendió al rey Sancho el Fuerte en 1219, por 7.000 maravedís.
Hacia 1340 aparece como alcaide Pedro López de Gallipienzo. Más tarde, en 1356, su sucesor Gonzalo García de Cintruénigo, justicia de Tudela, llevó a cabo obras por valor de 50 libras. Dos años después se reparaba la torre del castillo, cuya guarda confió el infante Luis a Pedro Sánchez Marcuero. Los trabajos proseguían en 1360, por cuenta del mazonero Pedro Martínez de Corella. Otros alcaides de la época de Carlos II fueron Gonzalo García de Cintruénigo, nombrado en 1365, que lo guardó durante la guerra entre Castilla y Aragón, y Diego Martínez de Morentin, nombrado en 1367, bajo cuyo alcaidío se reparó la torre nuevamente. En 1377, el rey asignó la guarda del castillo junto con las rentas de la villa a Martín de Aibar.
Carlos III el Noble nombró alcaide, en 1392, al caballero mosén Rodrigo de Esparza, que percibía 4 libras y 20 cahíces, y llevó a cabo nuevas reparaciones en los muros. Seguía en el puesto en 1417, según las partidas de Comptos. En 1435 aparece al frente del castillo Pero Oliva, nombrado por Juan II, y en 1450 la guarda estaba confiada al concejo de la villa, a la que el rey hizo realenga después de haber sido señorío del Príncipe de Viana. La princesa Leonor cedió a Fernando de Olóriz las rentas del patrimonio real en Cintruénigo, incluyendo la torre, el molino y el horno.
Todavía en 1605, don Pedro de Goñi se titulaba señor de la torre y castillo de la villa de Cintruénigo.
Arte
La parroquia de San Juan Bautista, que domina el caserío, es una iglesia con planta de salón que en el año 1510 proyectó el cantero y maestro de obras Íñigo Zarra aprovechando los materiales de un templo más antiguo. Tiene tres naves con cuatro tramos más cabeceras rectas. La iglesia se cubre con bóvedas estrelladas que apoyan sobre gruesos pilares cilíndricos. De estas últimas obras se hicieron cargo sucesivamente de 1577 a 1587 los maestros Pedro de Aulestia, natural de Marquina, Pedro de Navascués y Martín de Uricar. En el siglo XVIII se construyó una torre barroca de ladrillo sobre la cabecera de la epístola y, finalmente, en el XIX se llevó a cabo una importante reforma a expensas de Benito Fernández de Echeverría. La ejecución de la misma la llevaron a la práctica entre 1877 y 1881 el arquitecto José Segundo de Lena y el ingeniero zaragozano Antonio López, quienes ampliaron la capacidad del templo añadiéndole el quinto tramo de las naves, donde se intenta respetar el estilo de la fábrica primitiva, al tiempo que remodelaron los soportes para unificar el conjunto; asimismo los mencionados artífices levantaron la sacristía y construyeron dos portadas, una, muy sencilla, en el costado de la Epístola, y otra, más compleja, en estilo ecléctico, a los pies del templo.
En el rico ajuar litúrgico de la parroquia ocupa un lugar muy destacado el retablo mayor de estilo plateresco, cuya mazonería de traza aragonesa, contrató en el año 1525 Esteban de Obray, si bien a partir de 1530 continuó la empresa el entallador Guillén obispo. A este maestro pueden deberse las esculturas, dentro del expresivismo propio del primer Renacimiento próximo al círculo de Joly, entre las que destacan el grupo del Bautismo de Cristo. Hay que mencionar asimismo las tablas del banco con pinturas de la Pasión, obra documentada de Pedro de Aponte, que se mantiene fiel a su propio estilo en el retablo de San Miguel de Ágreda. Las restantes tablas imitan a las anteriores. El retablo cobija, además, una interesante talla gótica de la Virgen de la Paz, fechable en el siglo XIV. Al siglo XV pertenece la escultura de San Sebastián, titular y procedente de su ermita, de estilo hispano flamenco y hacia 1530 puede fecharse la talla del Cristo de la Vera Cruz que se venera en un retablo barroco.
La actividad de Juan de Biniés se documenta en la parroquia en 1610, cuando realiza una interesante talla romanista del Crucificado y además contrata la mazonería del retablo de la Virgen del Rosario, cuya imagen titular sigue el modelo de su Santa Ana de Buñuel, mientras que en el grupo de San José con el Niño repite la iconografía del de Ablitas. El retablo del Rosario fue policromado por Juan de Lumbier, con cuyo estilo pictórico se relaciona el lienzo manierista de Santa Ana, la Virgen y el Niño que preside hoy el retablo barroco de su nombre.
El estilo de Juan de Biniés se reconoce además en la talla romanista del Cristo a la Columna, titular del retablo de su nombre, que repite la iconografía del Museo de la Encarnación de Corella y de la parroquia de Valtierra, obras atribuidas a dicho autor.
De 1645 data el retablo del Crucificado -primitivo de San Francisco-, hecho por Diego Pérez de Bidángoz a imitación de la traza dada en 1639 por el fraile Alonso de San José para los carmelitas de Corella. Poco después, en 1669 el escultor corellano Juan de Lara ejecutó las tallas barrocas de San Joaquín, Santa Ana y la Virgen que hoy se encuentran al lado del retablo de su nombre, obra barroca del primer tercio del XVIII. En fechas próximas se trazaron también los retablos del Cristo a la columna, de San José -que donó en 1719 el tudelano Juan Forte- y el de la Soledad. Para esta última ejecutó en el año 1728 marcos de Angós la imagen titular de la Dolorosa y la talla del Cristo yacente. Pieza importante es también el retablo barroco de la Virgen de la Paz que para el 1745 habían concluido el tudelano Baltasar de Gambarte y Diego de Camporredondo, vecino de Calahorra, según la traza dada por Juan Antonio Gutiérrez para el retablo mayor de San Miguel de Corella.
Muy abundante y variado es el capítulo de piezas de orfebrería donde se recogen punzones de Ochoa, G/Gevara y otros, pudiendo destacarse en el conjunto la cruz parroquial, de estilo plateresco, un cáliz barroco mejicano y la custodia barroca labrada en 1754 a expensas del vecino José de San Clemente y Hurtado.
La Basílica de la Purísima tiene el interés de haber sido considerada el primer templo de esta advocación en España. Estilísticamente es una fábrica manierista en forma de cruz latina con una nave de seis tramos cubierta por bóvedas de medio cañón salvo en el crucero, donde voltea una media naranja rebajada sobre pechinas. En 1697 se añadieron las capillas laterales y entre 1705 y
1713 se construyó el coro alto a los pies, el cual se cubrió con una cúpula elíptica gallonada. En 1726 Antonio Onaregui reedificó la fachada y en 1974 tuvo lugar una importante restauración del conjunto. El retablo mayor, obra barroca de hacia 1670, cobija una interesante talla romanista de la Inmaculada, hay también un lienzo barroco del Niño Jesús Salvador, próximo al estilo de Berdusán, autor éste que firma en 1663 el de la Aparición de la Virgen a San Felipe, en el que sigue la iconografía de Guido Reni. El maestro de Agreda Félix Arrogui contrata en 1697 el retablo barroco de San Gregorio Ostiense y el escultor tudelano José de Labastida ejecutó en 1713 las andas barrocas.
De la ermita de San Roque, hoy en ruinas y sin culto, se sabe que fue reedificada en 1638 por Francisco Saldaña y Pedro Gómez, que conservaron los pilares primitivos. En el convento de Clarisas, edificio de nueva planta, se guarda un relieve expresivista de San Jerónimo, obra castellana del segundo tercio del siglo XVI próxima al estilo de Berruguete. Asimismo varias piezas de orfebrería con marcas de Madrid, Valladolid y Salamanca.
Arquitectura civil
Dominan las construcciones barrocas o neoclásicas con dos o tres cuerpos de ladrillo rematados en galerías de arcos y ricos aleros de madera, ennoblecidas con blasones de piedra o alabastro. De gran empaque es la mansión de los Ligués y el Ayuntamiento, ambas neoclásicas, o la del conde de Guevara, del siglo XVII, con monumentales escaleras y escudos. Entre éstos se conservan además las armas de Virto Leoz y de los Urbasos.
Bibliografía
M.C. García Gaínza, M.C. Heredia Moreno, J. Rivas Carmona y M. Orbe Sivatte, Catálogo Monumental de Navarra I. Merindad de Tudela. Pamplona, 1980, págs. 69-89.
Toponimia menor
Aguilar, alto; las Alegas, camino; Almenara, casilla; las Alquetas, camino; la Balsa del Majo camino; las Callejas, término y camino; el Candelero, camino; el Capilda, senda; Carra Cascante, camino; Carra Corella, camino; Carra Tarazona, camino; Carradeña, camino; Carrepedrola, camino; el Chicuelo, camino; Clavijas, camino; Corral de la Chispera, camino; la Dehesa, camino; Dehesa la Villa, término; los Encontrones, camino; las Estanquillas, término; el Estrecho, camino; los Eustales, término; el Fustal, camino; el Gancho, camino; la Horca, camino; Hoya de los Lobos, término; la Huerta, camino; la Isla, término y camino; Ligues, casa; Llano, río; Matagorda, término; las Minas, camino; Molengo, alto; Molinar, río; la Nava, pantano, camino, barranco y acequia; la Noria, camino; el Organista, camino; las Parulas, camino; Paso de Ganados, camino; el Paso, alto; Pedreñales, término; Peña de los Lobos, camino; el Pincho, camino; las Planas, término y camino; el Raso, acequia; los Regachos, camino; San Roque, ermita; San Sebastián, ermita; la Torraza, camino.