JUEGO INFANTIL
JUEGO INFANTIL
En los trabajos de etnografía navarra se nota un vacío bibliográfico sobre los juegos infantiles. Dos razones pueden explicar esta carencia: una, la poca importancia que se le ha dado al juego infantil, al considerarlo un pasatiempo de niños y otra, la dificultad que tiene el reflejar en palabras algo tan práctico como es el juego. A escala mundial se reconoce que el juego es tan importante para el niño como el trabajo para el adulto. Por eso se procura rodear al niño de juguetes, a veces demasiado sofisticados. Hasta 1955 pocos niños navarros podían disponer de juguetes que no fueran fruto de su imaginación y habilidad para transformar objetos de deshecho, en juguetes. Tabas*, trabaderos*, andalatas*, chapas*, la china*, son ejemplos que confirman esta transformación. En ocasiones los niños se hacían juguetes a imitación de los que ofrecía el mercado: aros*, muñecas de trapo, espadas. En los años 80 los comerciantes imitan en material plástico muchos de los juguetes infantiles tradicionales (silbos, tres en raya*, andalatas*, tabas*, tirabeques, etc.). Pero la mayoría de los juegos infantiles no necesitaban juguetes o estos se limitaban a un pañuelo, a la gorra o boina, a la zapatilla (zapatilla por detrás*) o a la bufanda (palociego*) de alguno de los participantes.
Juegos y juguetes variaban con la edad, sexo y estación del año en que se practicaban. Un intento de agrupar los juegos tradicionales recogería los siguientes apartados:
Juegos dirigidos por adultos. Pensados para menores de siete años, se consigue de modo inconsciente que el niño, por medio de cantinelas*, combinadas con gestos y movimiento de pies y manos, aprenda vocabulario, a conocer su cuerpo, a desarrollar movimientos rítmicos y reflejos. Pueden considerarse en esta línea: “Antón Pirulero“*, “de codín de codán“*, juegos de “corro”*, el “florón”*, el “veo veo”* y “vuelan vuelan”*.
Juegos de imitación. Desde pequeños y por cuenta propia, niños y niñas han imitado las actividades de los adultos. En Navarra han jugado las niñas a “comidicas” y a “mamás” y los niños “a guerras”, “a vaquillas”, al “encierro”, a “chabolas” o “chabisques” (Améscoa y Elorz), a “huerticos” (San Martín de Unx), a la “almadía” (Roncal) y a “bueyes” (Améscoa).
De habilidad y destreza. Para ello se necesitaban juguetes de bajo coste o fabricación casera. Son numerosos los que exigían habilidad manual, como “alfileres“*, el “botón y la cuerda” (San Martín de Unx), “bolos“* o “canicas“*, “cromos”, “chapas”, “figuras de cordel o de hilos“*, “hinque“*, “irulario”*, “tabas“*, “trabaderos”*, “tres en raya“* o “trompa”; o también habilidad en los pies, como el “truco” o “china“*, la “cuerda“* o “soga”.
De carrera. podían incluir los de “andalatas“*, “azken“*, “la cadena“*, “Carabí carabá“*, “cuatro esquinas“*, “escondite“* con sus múltiples denominaciones, “tres navíos“*, “policías y ladrones“*, “la mancha“*, el “marro“* (“añimarro” en Baztán, “nego” en Urzainqui); la carrera, propiamente dicha, como en el juego del “aro“*; o el rodaje, como la “goitibera“*.
De azar. Con alfileres, cromos, tabas, etc.
Varios. Otros son de tan difícil clasificación como la imaginación y el ingenio infantil para divertirse, como columpiarse (“bandearse” en San Martín de Unx), “chirristrarse” por cuestas y pajeras, cazar animales, realizar experimentos de química casera (p. ej. “hacer petardos”) o hacer instrumentos musicales con pajas, hierbas o cañas (silbos*).
Bibliografía
J. Caro Baroja, La vida rural en Vera de Bidasoa (Navarra) (Madrid, 1944), p. 133 y ss.; J. Cruchaga, Un estudio etnográfico de Romanzado y Urraúl Bajo, “”, núm. 5 (1970), p. 204 y ss.; B. Estornés Lasa, El valle de Erronkari. Arte popular infantil, “”, XII, p. 206-220; R. Hierro, Los juegos de los niños, “Euskalerriaren alde”, XIV (Bilbao, 1974), p. 7-14 y 9-95; M. Imbuluzqueta, Juegos de niños. Los de Baztán-Ulzama, en “Euskalerriaren alde”, XVII, núm. 286 (Bilbao, 1974), p. 364-379; A. Irigaray, El juego de las tabas en Baztán con todas sus fases y cantinelas, “”, núm. 3 (Pamplona, 1969), p. 399-402; L. Lapuente, Estudio etnográfico de Améscoa (III), “”, núm. 11 (1972), p. 129-132; J. Larráyoz, Encuesta etnográfica del valle de Elorz (2), “”, núm. 16 (1974), p. 64; F.J. y J.A. Zubiaur, Estudio etnográfico de San Martín de Unx (Navarra) (Pamplona, 1980), p. 133-140.