ARALAR, SIERRA DE
Unidad geográfica de 208 km que se extiende desde las proximidades de Atáun y Zaldibia (Guipúzcoa) hasta la Trinidad de Erga (1.088 m), en Navarra. Aproximadamente un tercio de la extensión de la sierra pertenece a Guipúzcoa y dos tercios a Navarra, en la Merindad de Pamplona. Parte de la misma figura como Monte del Estado (2.190 Ha); abarca desde Pallardi y Tuturre (1.281 m ambos) al NE, hasta Putxerri (1.296 m) al SO, y desde Irumugarrieta (1.427 m) y el Refugio de Igaratza, al NO, hasta el Poteako-aitz (1.185 m) y Debata (1.134 m), cercanos a la Casa Forestal, al SE.
Desde el punto de vista geológico, el jurásico marino, que aflora a lo largo del borde septentrional de la sierra y en el núcleo de la estructura de Odériz, comprende tres tramos: un tramo inferior con calizas dolomíticas (“carniolas”), calizas “rubannées” (en bandas oscuras y claras) y calizas oolíticas en gruesos bancos (Rhetiense-Sinemuriense inferior); un tramo medio con calizas arcillosas y margas, muy fosilífero (Sinemuriense superior-Bajociense); un tramo superior con calizas con frecuente veteado de calcita, calizas arenosas y dolomíticas con nódulos de sílex y calizas arrecifales (Bathoniense-Kimmeridgiense).
Sobre estos niveles descansan unas facies de aguas dulces o salobres del Jurásico superior y Cretácico inferior que comprenden dos tramos litológicos; el inferior formado esencialmente por calizas lumaquélicas oscuras con alguna intercalación margosa (facies Pürbeck) y el superior constituido por arcillas oscuras con areniscas y calizas (facies Weald).
Todo este conjunto se ve coronado por el Cretácico inferior marino (Aptiense-Albiense), en el que destaca una formación esencialmente calcárea, denominada “urgoniano”, con un amplio desarrollo en la sierra, y otra arcillosa a la que se conoce como “supraurgoniano”, que recubre la anterior y forma las depresiones que rodean la sierra.
El complejo “urgoniano” se presenta como una sucesión de depósitos arrecifales carbonatados (biohermales o biostrómicos) con Políperos, Rudistas y Algas, y sedimentos terrígenos arcilloso-arenosos, más o menos carbonatados, ricos en Orbitolinas.
La región central contiene las series calcáreas de mayor espesor (se alcanzan hasta 2.000 m, en ciertos puntos) y las más completas: zona del Txindoki-Balerdi y de San Miguel. Sin embargo, en la región oriental y en la occidental, el complejo “urgoniano” se descompone en varios episodios calcáreos, algunos de forma lenticular (Lizarrusti, Madalen-Aitz, Dos Hermanas), separados por episodios terrígenos, que topográficamente se traducen en barras y depresiones.
El complejo “supraurgoniano” se superpone al anterior, aunque el recubrimiento es diferente. Al norte (valle de Araxes) y al Oeste (Lizarrusti-valle del Agaunza), arcillas esquistosas con bancos arenosos y calizas arenosas, mientras que al sur (Barranca) arcillas negras, micáceas, con nódulos ferruginosos rojos, muy fosilíferas.
Desde el punto de vista estructural, la sierra de Aralar se presenta como un anticlinal que de Oeste a Este evoluciona a anticlinal volcado y posteriormente a cabalgamiento, con la práctica desaparición del flanco norte.
Al sur de la sierra hay otro accidente importante que es la estructura de Odériz, un cabalgamiento al Norte que hace que aflore el Jurásico en el núcleo. Es una estructura este-oeste, que da a esta zona la característica general de una segunda escama cabalgante al norte.
La terminación de la sierra por la parte oriental se realiza mediante una zona de falla que corta en bisel las dos escamas anteriormente citadas y que condiciona una modificación general de las alineaciones, así como una inversión de las capas. Esta estructura probablemente viene condicionada por un accidente de zócalo a escala regional, que provoca la alineación de los diapiros desde Estella a Elizondo.
La morfología de la sierra de Aralar está marcada por la estructura y la litología. Destaca un conjunto de alineaciones calcáreas y arcillosas, con una orientación este-oeste, que se traducen en el relieve en una serie de crestones (Lizarrusti, Madalen-Aitz, Dos Hermanas, Hachueta, etc.) separadas por unas zonas más deprimidas (Ormazarreta, Urrunzuru, Ata, Aquiri, etc.).
Las calizas, tanto urgonianas como jurásicas, presentan una morfología kárstica típica, caracterizada por los procesos de disolución, que dan lugar a una serie de formas, tales como los lapiaces, dolinas, uvalas, simas, etc. Ello provoca que, a pesar de la gran pluviometría existente (del orden de los 1.700 mm anuales) apenas cuenta con ríos superficiales, ya que es absorbida y circula preferentemente a lo largo de conductos subterráneos, desarrollados en las calizas, hasta reaparecer en una serie de importantes manantiales periféricos, tales como los de Iribas*, Aitzarreta*, Urruntzure* (Irañeta), Osimberde (lado guipuzcoano), etc.
La litología y la estructura de la sierra de Aralar han condicionado la formación de varios acuíferos kársticos con un funcionamiento hidrogeológico diferente, entre los que destacan el de Iribas (incluido el de Aitzarreta), el de Irañeta, y el de Latasa, en territorio navarro, y el de Amézqueta (zona del Txindoki) y el de Osimberde, por el lado guipuzcoano. Los recursos hídricos subterráneos totales de la sierra de Aralar son de unos 205 Hm3/año, lo que significa un caudal medio anual drenado por los manantiales de 6,5 m3/seg. Por lo que se refiere a los acuíferos que afectan sólo a Navarra, los recursos medios son de unos 130 Hm3/año.
El territorio cuenta por igual con hayedos y pastos, a cuyo aprovechamiento tienen derecho desigual los pueblos que forman la Unión de Aralar, integrada por los ayuntamientos de Echarri-Aranaz (7%), Ergoyena (2%), Arbizu (7%), Lacunza (12%), Arruazu (11%), Irañeta (6%) y Betelu (3%), concejos de Yábar (5%) y Villanueva (7%), del valle de Araquil, Errazquin (7%), del valle de Larráun, y los seis que forman el valle de Araiz (34%).De los aprovechamientos (Comunales*, aprovechamientos) tradicionales algunos prácticamente no se ejercen (recogida de nieve, estiércol, helecho, hojarasca, leña, madera para construcción y reparación de edificios), mientras que el derecho al pastoreo libre, gratuito y sin limitación de tiempo y a construir chabolas, bordas y apriscos es de gran importancia para los ganaderos; en Aralar pastan en régimen de semilibertad y en cualquier época del año, salvo en lo más crudo del invierno, vacas royas de raza pirenaica, poneys navarros o pirenáicos y, sobre todo, ovejas lachas (entre 500 y 1.000). El aprovechamiento anual de madera asciende a 2.016 m3 y el de leña a 718 m3.
La titularidad sobre este monte o sierra de Aralar no difiere de los montes de Urbasa y Andía* en cuanto a la propiedad ya que perteneció al Estado hasta 1987, en que pasó a la Comunidad Foral. Pero los derechos de disfrute no corresponden a todos los navarros sino solamente a la Unión de Aralar*.
El origen del derecho de disfrute de la Unión sobre el monte del mismo nombre puede remontarse al reinado de Luis Hutin de Navarra. En el año 1312 el rey llamó pobladores para ocupar la entonces llamada Bastida de Charri y defenderla contra las incursiones de alaveses y guipuzcoanos separados ya de Navarra hacía algún tiempo. Con el citado fin se otorgaron privilegios entre los que se encontraban los de aprovechamiento de pastos, aguas y leñas en los montes reales. Estos privilegios fueron inicialmente disfrutados por los pobladores de Echarri-Aranaz, y más adelante, en 1365, se extenderán a los de Lacunza por Carlos II de Navarra y luego a los demás pueblos.
Durante el reinado de los Albret, el patrimonial de Navarra pretendió impedir el pacífico disfrute de la pasturación del ganado de los pueblos privilegiados y ante la oposición procesal de los pueblos congozantes se recoge el derecho de éstos en sentencia de 1506, sentencia que se reiterará en cuanto a su contenido en otros pleitos semejantes ante el Consejo Real que defenderá a los pueblos contra las providencias abusivas de los representantes del poder real.
Al comenzar el siglo XVI se consideraban propietarios del monte -por parte de Navarra- Araiz, Aral, Burunda y Ergoyena y -por Guipúzcoa- las uniones de Villafranca y Amézqueta, llamadas también Bozué Mayor y Menor. En 1519 llegaron los interesados en su aprovechamiento a unas “concordias” que aprobó el Consejo de Navarra al año siguiente y Carlos V en 1525. En virtud de ellas se procedió al amojonamiento en 1526. En 1654 y 1662 hubo nuevas diferencias entre los navarros y los guipuzcoanos por el monte de Alleco y sus confines, y se procedió a un nuevo amojonamiento de esta parte. Y aún hubo otros en 1761 y 1786-1790. Las concordias empezaron a incumplirse en el siglo XVIII. Los pueblos perdieron el documento de mugas y algunas de éstas desaparecieron, por lo que el 27 de agosto de 1857 en el monte Ureguigana de la jurisdicción de la comunidad de Arañaz, donde se halla el mojón que divide los montes reales de Aralar, los de la provincia de Guipúzcoa y los de dicha comunidad, se levanta acta de un nuevo reconocimiento de linderos con amplia asistencia representativa que se menciona en el documento número 13 del inventario de la facería de Aralar, en el Ayuntamiento de Echarri-Aranaz. Todavía en 1830 la Diputación de Guipúzcoa reclamó a la de Navarra que se cumplieran las concordias de 1519.
La actividad industrial de la sierra se desarrolló a partir de alguna mina de carbón piedra descubierta a principios del siglo XIX. Hacia el norte trabajaban las ferrerías de Elcorri. De la misma forma a finales del citado siglo se explotaban unas minas de cobre situadas al nordeste, hacia Amézqueta.
Toponimia menor
Amutxete, cueva; Balsa, balsa; Colosabarnea, término; Ernara, término; Francés-Erreka, barranco; Larreixiqui, bordas; Montes de Aralar, término; Pastuxexocitxe, término; Unacoputzua, barranco.