PROPIEDAD DE LA TIERRA
En líneas generales, la estructura de la propiedad que se articula en la Edad Media permanece en Navarra hasta nuestros días, sin ninguna modificación importante.
Durante el siglo XVIII los agraristas comenzaron a valorar esa estructura, siquiera fuera al excluirla de la reforma agraria que se empezó a preconizar para los espacios de otras regiones dominados por el latifundismo. Sin embargo, fue ya en el XIX cuando se elaboró una verdadera doctrina jurídica, social y económica al respecto. Considerándose que la división de la propiedad en Navarra era causa de un bienestar material.
El número de labriegos que cultivaban sus propios predios se elevaba por encima del de los jornaleros, arrendatarios y gentes dedicadas a otros oficios en muchas localidades y en cuanto a la extensión, se calculaba la de aquéllos en un tercio de toda la tierra que se cultivaba en Navarra.
Según aquellos cálculos, la mayor parte de los otros dos tercios de la tierra en cultivo se encontraba en arriendo; lo que en buena medida permitía aún más la fijación y estabilización de la población campesina, porque no pocos eran contratos indefinidos, o a largo y medio plazo (Arrendamiento*).
La estructura secular de la propiedad de Navarra sufrió una modificación importante -que sin embargo dejó intactas las características generales del sistema y la mayor parte de las atribuciones concretas- en el proceso de enajenación de bienes que recibe el nombre de desamortización* que se desenvolvió entre 1798 y 1898.
En Navarra las desamortizaciones no influyeron de forma decisiva en la estructura de la propiedad (como en otras regiones, donde reforzaron el latifundismo) porque los bienes de la Iglesia eran pocos y los de las comunidades de vecinos se mantuvieron en sus manos en buena medida. Pero, en lo poco que influyó, sí lo hizo en el sentido de reforzar la propiedad de la burguesía.
Lo dicho se refiere a la propiedad rústica privada; pero que, por lo menos hasta la guerra de la Independencia (1808-1814) y seguramente aún bastante después, la parte privatizada no llegaba a la mitad del territorio de Navarra, siendo el resto -bastante más, sin duda, del 50 por ciento- terreno de los pueblos (comunes) y, en menor medida, de todo género de personas jurídicas, desde la corona a los hospitales, gremios o meras cofradías. En la desamortización del XIX, sólo se vendió en su totalidad lo que no era patrimonio de los pueblos. De este patrimonio común sólo se enajenó una parte.
En cuanto a la situación actual, en 1974 había 67.379 propietarios de menos de 5 Ha, equivalentes al 80% de los propietarios de tierras y 38.260 (45%) de menos de una Ha. Estas cifras pueden inducir a la conclusión incompleta de que en Navarra predominan los microfundios. Con menos de 20 Ha había 81.617, que suponían el 94,92% del total y sumaban 211.007 Ha (44,67% del total de la superficie particular), y mientras los propietarios con menos de 5 Ha detentaban 83.349 Ha, (17,64%); entre sólo 397 propietarios de más de 100 Ha (0,74%) acaparaban 114.773 Ha (24,29%). De estas grandes propiedades algunas corresponden a la nobleza, otras a la burguesía que son cotos redondos, herederos de antiguos dominios señoriales, como sucede en las cuencas prepirenaicas y en las partes bajas de los valles pirenaicos, otras son corralizas adquiridas con la desamortización civil (Zona media y Ribera) y las menos pertenecen a comunidades eclesiásticas (Roncesvalles, Leire, La Oliva). Los porcentajes relativos a propietarios y propiedades de más de 100 Ha y sobre todo de más de 250 Ha no son tan altos como los de otras provincias españolas, pero son lo suficientemente elevados como para ser significativos.
La distribución comarcal muestra que la propiedad particular es más desequilibrada en La Ribera que en la Zona media y la Montaña. En aquella el 95,8% de los propietarios tienen menos de 10 Ha y les corresponde el 41,8% de las tierras, y el 0,7% más de 100 Ha y detentan el 39,2%. Dichos porcentajes son, respectivamente, 89,4 y 37 y 1,1 y 27,4 para la Navarra Media y 77,1 y 19,4 y 3,3 y 39,5 para la Montaña.
En cuanto a otros tipos de propiedad, los antiguos Montes del Estado suman 25.977 Ha, el patrimonio forestal de Navarra 14.920 Ha, 4.550 Ha de antiguos concejos administrados por Diputación, 60 facerías con una extensión de 18.220 Ha y finalmente, los montes y terrenos comunales que ocupan alrededor del 45% de la superficie geográfica de Navarra.