EL PENSAMIENTO NAVARRO
EL PENSAMIENTO NAVARRO
Periódico nacido en Pamplona el 17 de octubre de 1897, cuando aún no se habían apagado los ecos de la última guerra carlista, durante la Regencia y en vísperas del desastre del 98. Después de ochenta y tres años de existencia, desapareció el 13 de enero de 1981.
Las etapas en la vida del periódico guardan un cierto paralelismo con los cambios del carlismo, partido mayoritario en Navarra que sin embargo prácticamente desapareció con el advenimiento de la Monarquía parlamentaria tras la muerte de Franco, como quedó patente en el mismo proceso electoral de la transición a la democracia. Al fundarse El Pensamiento Navarro el carlismo se resentía de la escisión integrista y, al dejar de publicarse, de la oposición entre el sector más conservador y el progresismo de los seguidores de Carlos Hugo. Como antecedentes hay que citar a su más directo, La Lealtad Navarra* (1888-97) que ya lucía el lema de Dios, Patria y Rey, periódico fundado para sustituir al Tradicionalista* (1886-1893), que si bien era órgano carlista se convirtió en nocedalista. Otro precedente se encuentra en La Tradición Navarra* (1894-1932), de tendencia integrista. Cabe recordar como primera publicación carlista al Boletín del Ejército de Nuestro Señor Don Carlos V* (1833-1836). Durante la época de Carlos VII se editó también, en Estella (1873) El Cuartel Real.
Fue un periódico leal a sus principios, combativo y popular, unido a la vida local, con escasos medios financieros y técnicos, reporteros laboriosos y un mismo talante, entre idealista y desorganizado. Su ubicación en el centro de Pamplona hizo de la redacción, “refugio noctámbulo” de castizos y correligionarios, lugar de tertulias y anécdotas pamplonesas. Fue el único diario de partido que logró mantener su independencia en la época franquista, constituyendo durante los años de la II República y en el período en que defendió la causa de los Borbón Parma, un órgano de opinión muy polémico que consiguió tener un influjo y un eco nacional. Vivió muchas vicisitudes, incluyendo multas, tres meses de suspensión bajo la Dictadura de Primo de Rivera, intentos de asalto, el destierro de su director en 1969 y un atentado en sus talleres en agosto de 1970.
El primer director de El Pensamiento Navarro fue Eustaquio Echave-Sustaeta* (1897-1917) y sucesivamente lo fueron Jesús Etayo* (1917-1920), Miguel Esparza (1920-1930), Francisco Marquínez (1930-1933), Francisco López Sanz* (1933-1966), Javier María Pascual( 1966-1970), José Javier Echave-Sustaeta (1970-1971), Juan Indave Nuin (1971-1979) Enrique Sanz Martín (1979-1980). El último titular de la dirección, por unos días, fue José Luis Larrión Arguiñano.
La fundación del periódico se hizo por medio de recibos nominativos de 25 pesetas titulados como acciones y con un capital inicial de 13.000 pesetas, pasando a ser propiedad de la Junta Regional Carlista en 1910, hasta que en 1933 se constituyó ante notario la Editorial Tradicionalista SL, transformada en Editorial Navarra SA en 1938. Estas modificaciones empresariales se justificaron para evitar la incautación de bienes, primero por la II República y segundo por el Decreto de Unificación. El Consejo de la Editorial continuó rindiendo cuentas a la Junta Regional hasta 1944. La composición de los consejeros varió a lo largo de la historia del periódico, aunque varios de ellos mantuvieron una cierta continuidad, como los Baleztena y los Morte. Se cita como “próceres carlistas”, que promovieron la empresa, al Conde de Rodezno, Joaquín Baleztena, Blas Morte Sodornil, Induráin, Martinicorena, Barbarin, Martínez Berasáin, Mata, Beunza, Errea, Pérez Tafalla y Laborra, entre otros. En el primer Consejo formado al constituirse la Editorial Navarra SA, el mayor paquete de acciones -por un valor de 5.000 pts/acción- quedó en poder del Conde de Rodezno, con casi un tercio de la totalidad de 600. Luis Arellano Dihinx* poseía unas 150. Javier Agudo, Juan Echandi y los hermanos Joaquín e Ignacio Baleztena, unas 50 cada uno. El resto estaba repartido entre pequeños accionistas. No faltaron ocasiones de fricción entre los consejeros y el partido, siendo tal vez los momentos más tensos los habidos en los años cincuenta, al ser la mayoría del Consejo de tendencia juanista y la base carlista no, y cuando fue destituido como director Javier Mª Pascual, al ser el Consejo muy conservador, mientras parte del partido seguía el reformismo de Carlos Hugo de Borbón-Parma. Poco antes de cerrarse el periódico, la Editorial Navarra transmitió la cabecera de la publicación a la empresa Nájera SA.
En el primer número ya se justificaba la aparición del periódico como órgano del carlismo y la necesidad de llenar el vacío dejado por La Lealtad Navarra, señalándose que en el nuevo periódico “se desarrollarán una vez más nuestras salvadoras doctrinas”. También se decía haber solicitado la censura eclesiástica y se expresaba el sentimiento monárquico y fuerista. Ideales que fueron recordados en los artículos de despedida publicados en el último número, en cuyo editorial se destacaba la vigencia de la Tradición, “alma de la vida nacional” y se defendían los sentimientos católicos, monárquicos y forales.
Comenzó a editarse el periódico en la imprenta Viuda de Idoate, pasando luego a la Acción Social. Contó con las primeras máquinas de componer que hubo en Navarra -dos Typograff y una plana- gracias al legado Belfy Bengos destinado a la prensa carlista. También se imprimió en Lizaso Hermanos -calle José Alonso-; en un edificio al comienzo de la calle Jarauta, en casa Foronda, calle Estafeta junto al Hotel “La Perla” y desde el 30.4.1938 hasta su cierre, en los locales de la calle Leyre 18 y 20. Cuando la guerra de 1936 se adquirieron en San Sebastián 4 linotipias que habían pertenecido a La Noticia y también la rotativa y otro material incautado al periódico socialista bilbaíno El Liberal. El primer número impreso en los nuevos talleres se tiró el 8.5.1938 y desde entonces hasta enero de 1981 fueron muy pocas las innovaciones tecnológicas introducidas -teletipos, telefoto- y las mejoras en el mobiliario. Destacaba la calidad de su fotograbado, que también realizaba trabajos por encargo. Sin perder su carácter de periódico político “El Pensamiento Navarro” adoptó desde el principio un estilo informativo y profesional. Fue entonces el primer periódico moderno de Navarra.
En 1899 tras la intentona carlista del general Weyler, El Pensamiento Navarro fue suprimido-como el resto de la prensa carlista- editándose en su lugar una hoja titulada El Noticiero Navarro, impreso en los mismos talleres con el marchamo de “periódico independiente”. Levantada la prohibición volvió a editarse el diario que, como ya se dijo, sufrió otra suspensión de tres meses durante la Dictadura de Primo de Rivera. El primer número tenía un tamaño de 53 x 35 cm a 4 columnas y se vendía a 5 céntimos. Escribían Jesús Echarte, Casildo Aróstegui, Tomás Barrena, Jesús Estañoz, y como colaboradores Gumersindo de Azcárate, Eduardo Noriega, Vázquez de Mella y Joaquín Sánchez de Toca. Durante los años treinta y el período de la guerra civil, El Pensamiento Navarro estuvo beligerante, polémico y mejoró económicamente, pero en la postguerra entró en una etapa de atonía y conformismo. La rutina caracterizó, como a la mayor parte de la prensa española, su quehacer informativo. Las secciones locales se resintieron de oficialismo y los artículos de fondo de un exceso de historicismo, especialmente en las Glosas* que firmaba el director, López Sanz.
Durante la Segunda Guerra Mundial ofreció el interés de su claro neutralismo y el acierto de los comentarios de Juan de Jaso e Iñarbe, que advertían de la lógica de la victoria aliada. Únicamente en la campaña de Rusia se vieron con buenos ojos las operaciones alemanas. Junto a la sección internacional, los deportes que fueron otra de las secciones valoradas -firmas como la de Shanti de Andía y Barber, entre otras, lo atestiguan-. También los temas folklóricos y navarros tuvieron buen tratamiento. Miguel Ángel Astiz, Pedro Martín, Larrambebere, etc, y las fotografías de Zubieta primero y Mena después evidenciaron un buen oficio. Las innovaciones y tensiones tras el Concilio Vaticano II y el nuevo clima que vivía Navarra afectaron al periódico. Su nuevo director, Javier María Pascual, dio otro estilo más abierto, plural y comprometido, especialmente en temas políticos y sociales. El periódico fue secuestrado por la autoridad el 7.5.1968, y un año más tarde se desterró al director a Riaza. Las divergencias con el Consejo de Administración y las disensiones internas del partido llevaron al cese de Pascual, tras publicar una carta del Movimiento Obrero Apostólico, pese a diversas muestras de apoyo recibidas. El Pensamiento Navarro cambió radicalmente de línea, inclinándose hacia la tendencia más tradicionalista y perdiendo gran parte de sus lectores. Juan Indave sustituyó a José Javier Echave-Sustaeta, sobrino nieto del primer director y recondujo el periódico hacia una posición más informativa, dentro de la línea conservadora. Los cambios que tuvieran lugar durante estos años en España y en la sociedad Navarra agravaron la situación del diario que empeoró su difícil situación ideológica y económica. No tuvo éxito el replanteamiento más derechista de la publicación y el periódico acabó por cerrarse. El último número constaba de 16 páginas.