BOSQUE
Una de las notas más características del paisaje navarro es la presencia de masas forestales, cuya extensión alcanza las 346.023 Ha (119.078 Ha de coníferas y 226.945 Ha de frondosas). Ello supone un 33% del territorio, frente al 23% de la media nacional.
La variedad climática y topográfica de la región ha dado como resultado la formación de tres grandes áreas geográficas. La Montaña, con importantes recursos hídricos que van decreciendo conforme se avanza hacia el Este, cuenta con las masas forestales principales. Al NO dominan los bosques de fondosas (robles y hayas) a las que acompañan fresnos, avellanos y matorrales de brezos, tojos, árgomas y helechos. En el área oriental, las coníferas ocupan la mayor parte del espacio (pinos silvestres, abetos y algunos hayedos en los puntos más húmedos, así como pino negro en el piso subalpino.
En la Zona Media quedan restos de bosques autóctonos con predominio del entinar y del quejigal. Muy alterada por la acción del hombre, presenta áreas de cultivo abandonadas por agotamiento de clara vocación forestal y donde se han iniciado programas de repoblación. Hay representaciones de otros robles con presencia de hayas y pinares silvestres en zonas límite.
Al sur, en la Ribera, se dan los principales aprovechamientos de agua con las mayores extensiones de regadío. Padece problemas de sequía estacional. Domina la carrasca, acompañada de coscoja, pino carrasco y formaciones esteparias, sabina negra, romero y aliagas. En las márgenes de los ríos hay grupos de fresnales, olmedas, alamedas, chopos, etc.
Navarra es la primera región en la distribución del haya, cuya superficie alcanza las 134.95 Ha (el 32,97% del total nacional y el 39% de la superficie poblada de Navarra). Le sigue en importancia el pino silvestre, 63.295 Ha (18% del total regional); roble mediterráneo, 29.398 Ha y roble atlántico, 21.378 Ha (15%); pino laricio, 24.278 Ha; pino alepo, 16.110 Ha; pino insignis, 8.892 Ha; alerce, 4.080 Ha; castaño, 3.426 Ha; y pino uncinata, 1.131 Ha. El resto de las frondosas ocupan 8.690 Ha y otras coníferas 1.131 Ha.
Las zonas forestales de Navarra han evolucionado a lo largo de los siglos no sólo por el clima sino por la acción de los hombres. Su historia jurídica ha consistido en gran medida en la cadena de concesiones o de limitaciones que los gobernantes han hecho a sus súbditos en torno al uso de la madera de los bosques. (Montes*).
En las Cortes navarras de los siglos XVI y XVII no faltaron disposiciones sobre importación y exportación de madera; pero no fue sino en las de 1757 en las que se aprobaron unas ordenanzas para proteger la riqueza forestal y favorecer la plantación. Estarían en vigor hasta que las últimas Cortes de Navarra, las de 1828-1829, aprobaron unas nuevas ordenanzas, que se mantuvieron durante todo el resto de la centuria. La nueva preocupación por asegurar el abastecimiento de la industria naviera dio paso a una política forestal de más amplias miras, empeñada en la protección y reforestación por sí misma, prescindiendo de una dependencia excesivamente estrecha respecto de la industria. Por lo menos se sabe que a mediados del XIX algunos Ayuntamientos mantenían guardas de Montes y que la Diputación dictaba normas generales y concretas sobre tala y repoblación; aunque esto último se abriría camino sobre todo -en Navarra y en el resto de España- desde la década de 1920.
Sólo estas últimas medidas empezaron a poner coto al fenómeno de la deforestación, que en realidad había continuado dándose después de promulgarse las ordenanzas de 1757 y aun es posible que se hubiera acentuado desde esas fechas, por diversas razones: las guerras, que aceleraron el proceso no sólo por la necesidad de combustible sino por meras razones de estrategia (como lamentarían las autoridades de Vera sobre las talas que llevaron a cabo los ejércitos franceses en la guerra de 1793-1795 y en la de 1808-1814); el desenvolvimiento de la industria metalúrgica, que, también desde la segunda mitad del XVIII, supuso una demanda notablemente mayor de carbón vegetal como sucedería en la sierra de Santiago de Lóquiz; la mera industria de la construcción, que en la montaña debió de experimentar un importante desarrollo en el XVII y el XVIII, en que se levantaron no pocos de los grandes y sólidos caseríos y viviendas que hoy subsisten (y que de hecho se han señalado como uno de los motivos importantes de la deforestación del Baztán).
En parte porque la sensibilidad se acentuó, las lamentaciones se multiplicaron en el XIX. En 1857, se denunció a la llamada Junta de Dieces, que gobernaba la sierra de Santiago de Lóquiz, por permitir la destrucción de arbolado para hacer carbón; en 1861 se afirmó en Baztán que “la vegetación que en siglos todavía no lejanos debía cubrir las faldas de estos montes ha ( …) disminuido mucho y que muchas partes se hall(a)n desnudas de árboles”…
Sobre las tazmías del quinquenio 1803-1807, se había calculado que Navarra producía anualmente 540.000 cargas de leña y 160.000 piezas de madera de toda especie. Solo en los hayedos del Pirineo, se elaboraban 40.000 cargas anuales de carbón para las ferrerías de la región y para las calderas de Pamplona.
Las repoblaciones efectuadas regularmente, desde 1922 hasta 1977, por la Diputación Foral alcanzaron en conjunto 44.321 Ha, lo que equivalía al 4,2% de la extensión provincial. La mayor incidencia correspondió a Cinco Villas, Urumea y valle de Santesteban (Navarra cantábrica) y Valdaibar (Navarra media oriental). En todo el territorio navarro se podían encontrar en 1989 hasta 40 nuevas especies introducidas con la repoblación, de las que 30 se centran en los valles cantábricos. El mayor volumen correspondía a los pinos (83,7%); el resto se lo repartían entre el alerce de Japón (8%) y el roble americano (4%). Hasta 1989 se repoblaban al año una media de 250 Ha de especies no autóctonas, 80 Ha de chopos, y 25-40 Ha de haya.
El aprovechamiento forestal en 1987 denotaba una progresiva disminución que afectaba a todas las especies, haya, roble, pino sierra, chopo etc. con exclusión del pino papel cuyo aprovechamiento en m3 de madera aumentó en un 19,8% en relación al año anterior. La producción global se estimaba en unos 270.000 m3. (Forestal, actividad*).
Desde 1979 hasta 1988 la Comunidad Foral perdió 4.319 Ha a causa de incendios forestales, cifrándose los daños del último año en 43,46 Ha de superficie arbolada. El Departamento de Agricultura, Ganadería y Montes cifraba en 78 la media anual de incendios.
En 1989, el Departamento de Agricultura, Ganadería y Montes tenía 46 parcelas, con una extensión total de 75 Ha, dedicadas a la investigación de las distintas especies forestales. En su mayor parte (33 Ha) los estudios se centraban en el haya.