Gran Enciclopedia de Navarra

  • Inicio
Página de inicio » Voces relacionadas » OCEANIDAD CLIMÁTICA

OCEANIDAD CLIMÁTICA

OCEANIDAD CLIMÁTICA

Las masas de agua ejercen una gran influencia sobre el clima, hasta el punto de que las zonas próximas a ellas disfrutan de unas condiciones climáticas más benignas que las situadas más al interior de los continentes. Actúan como reguladores de la temperatura debido a que su mayor capacidad calorífica les permite almacenar el calor estival y cederlo poco a poco durante la época fría. Por esta razón, la oscilación térmica anual es pequeña, como también lo es la diaria, debido a la elevada humedad relativa que el aire tiene en estas zonas. En las fachadas occidentales de los continentes y en las latitudes medias y altas de la zona templada se da el clima denominado oceánico, que en el caso de Europa occidental está también influido por las temperaturas relativamente altas de las aguas superficiales del Atlántico norte. Ello contribuye a un enriquecimiento en calor y vapor de agua de las masas de aire que, procedentes del O, cruzan estas zonas antes de alcanzar la Península, y facilitan la posterior formación de nubosidad y precipitaciones durante todo el año. Sin embargo, dichas condiciones van cambiando progresivamente a otras más secas y extremadas a medida que aumenta la distancia y disminuye la influencia dulcificadora y húmeda del océano. Tanto más cuando relieves importantes se interponen a su penetración. Por su situación latitudinal y escasa distancia al Atlántico, la parte noroccidental de Navarra disfruta de un clima de estas características. Sin embargo, la disposición O-E que toma la divisoria de aguas atlántico-mediterránea contribuye a frenar dichos efectos, pero sin que el cambio sea brusco debido a sus reducidas altitudes.

Este cambio gradual crea un gradiente de NO a SE según el cual la oceanidad es mucho más intensa en los valles septentrionales drenados hacia el Cantábrico que en los meridionales cuyas aguas vierten hacia el Valle del Ebro. Según el índice de Oceanidad de Kerner, basado en el criterio de la menor amplitud térmica anual y en el hecho de que en estos climas los meses primaverales son menos cálidos que los correspondientes meses de otoño, los valles Cantábricos tienen un valor superior a 16 (Santesteban, 16,5); se reduce ligeramente en las zonas de mayor altitud debido a su régimen térmico más frío (Articuza, 14,5). Con todo, dichos valores son superiores a los registrados en los valles meridionales (Alsasua, 13,4) por supuesto a los de las cuencas (Pamplona, 12,8) donde las condiciones ya son de tipo subcantábrico o submediterráneo cuanto más al E. Teniendo en cuenta que una de las características del clima oceánico es el predominio de la precipitación invernal, la gradación existente en el NO de Navarra también puede ponerse de manifiesto a través del porcentaje que esta precipitación estacional supone respecto a la total anual. Al norte de la citada divisoria se alcanzan valores superiores al 40%. Es la zona de máxima oceanidad y que aproximadamente corresponde con el límite sur del castaño. Con un porcentaje entre el 35 y 40% está la zona comprendida entre la anterior y una isolínea que por el sur coincide con la sierra de Aralar, cabecera del río Ulzama y estribaciones occidentales de los Pirineos al oeste del río Arga. El corredor del río Araquil tiene valores entre el 30 y 35%, y la cuenca de Pamplona inferiores al 30%, donde una desdibujada oceanidad entra en contacto con el ámbito climático submediterráneo. Las sierras prepirenáicas retienen las últimas manifestaciones de esta humedad, como lo demuestra su paisaje vegetal formado por algunas especies con grandes afinidades a las existentes en el NO de Navarra.

Los elementos climáticos más característicos de esta zona son las abundantes precipitaciones durante todo el año y la suavidad de su régimen térmico. Las primeras casi alcanzan los 1.800 mm en Santesteban, 1.300 en Alsasua e incluso superan los 2.000 mm en las zonas de mayor altitud. Durante los meses estivales son lo suficientemente importantes como para evitar la sequía, salvo en su límite sur donde puede ser sensible durante un período de tiempo inferior al mes. La temperatura media anual es de 14° C en Santesteban y disminuye a 11,5 y 12° C en Alsasua y Pamplona. Lo mismo ocurre con la oscilación media, 13,9° C en la primera de las localidades y aumenta a 14,9 y 15,4° C en las segundas por su condición de zonas más interiores y menos oceánicas. La media de las máximas del mes más cálido apenas superan los 20° C y la del mes más frío oscila entre los 7° C de Santesteban y los 4 y 4,5° C de Alsasua y Pamplona. La nubosidad es abundante en toda la zona y el número de días de precipitación oscila entre 180 (valles septentrionales) y 120 (en los meridionales). Bajo estas condiciones climáticas se desarrolla un paisaje vegetal de frondosas caducifolias, pero fuertemente alterado por el hombre debido a las frecuentes repoblaciones realizadas, hasta el punto de que las especies autóctonas ocupan reducidas extensiones. Abundantes son las de Pinus radiata, Pinus nigra, Quercus rubra, Larix kaempheri, etc. Por debajo de los 600 m de altitud, y como paisaje natural, predomina el roble noble o pedunculado (Quercus robur) que hacia el sur incluso alcanza el corredor del río Araquil. Por encima de esa altitud cede paso al hayedo (Fagus sylvatica) debido a su mayor capacidad para soportar las temperaturas frías que impone el relieve. Su límite puede situarse en las umbrías de las sierras prepirenáicas donde las últimas manifestaciones de oceanidad entran en contacto con el pino albar y quejigo del ambiente submediterráneo. En los terrenos silíceos de los macizos hercinianos abunda el castaño (Castanea sativa) y la asociación Corylo-Fraxinetum Cantabricum formada por avellanos (Corylus avellana), fresnos (Fraxinus excelsior), arces (Acer campester), acebos (Ilex aquifolium), etc. Debido a la degradación antrópica abundan también los matorrales tipo landa formados por argomas (Ulex europaeus, Ulex gallii o Ulex nanus), brezos (Erica vagans y Erica cinerea) y helechos (Pteridium aquilinum).

Hacia el Este, a medida que las condiciones devienen más secas y frías, la transición viene dada por la mayor presencia de Quercus petraea y Q. pyrenaica. El paisaje se completa con la presencia de espacios roturados donde se desarrollan sistemas agrarios propios de los ambientes templado-húmedos. Predomina el policultivo intensivo de tipo atlántico formando una orla alrededor de los pueblos, con abundancia de prados y campos cercados que denotan la importancia de la ganadería en la economía de esta zona. Las poblaciones son medianas y pequeñas, con abundancia de caseríos que salpican gran parte del espacio, y con ello los espacios roturados entre las masas boscosas. En los valles meridionales el poblamiento es más agrupado, aunque también en núcleos de reducidas dimensiones. El conjunto de las citadas condiciones climáticas generan unas formas de ocupación y aprovechamiento del espacio tan peculiares que el límite meridional de la oceanidad puede situarse en el límite sur de los prados naturales, en modo alguno representativos de la cuenca de Pamplona.

Voces relacionadas

    • MEDITERRANEIDAD CLIMÁTICA
    • AGROCLIMATOLOGÍA

Galería imágenes

    Prados de Baztán

    Prados de Baztán

Documentos gráficos

    Influencia oceánica

    Influencia oceánica

@ Fundación Caja Navarra