CARBONERO
CARBONERO
Fabricante de carbón vegetal por medios tradicionales. Su trabajo consiste en provocar una combustión incompleta de la madera. De un modo determinado, aprendido por la experiencia y transmitido de padres a hijos, se apila la madera cortada y seca formando un amplio cono, cubierto completamente con césped y tierra fina, y dejando unos pequeños orificios o respiraderos, uno de los cuales ocupa el vértice. A continuación se prende fuego a la pira, cuya combustión lenta e incompleta, aislada del aire y por lo tanto en condiciones pobres de oxígeno, se controla tapando o destapando los orificios.
Coloquialmente, el carbonero dice que cuece la madera. En realidad, pierde agua, sustancias volátiles y deja un resto (en torno a 1/3 del peso inicial), rico en carbono y de alto poder calorífico, muy poroso; adecuado para el fuego del hogar, preparación de tintas, coloración de cauchos, elaboración de pólvoras negras y electrodos para hornos.
El carbonero ha sabido encontrar el punto justo de combustión, entre el proceso rápido que arruina la pira y el apagado de la madera por falta de oxígeno que impide el éxito final. La fabricación dura alrededor de 20 días.
Las instituciones navarras han procurado siempre el control de los bosques para evitar una tala indiscriminada. Las Cortes del reino dispusieron que “ninguna comunidad, ni particular deste Reyno, ni fuera de él pueda pasar en pocas ni en mucha cantidad, a los Reynos de Francia, ni a otros países extranjeros maderas, tablas, leña, carbón, ni remos” (Ley 57, Cortes de 1724). Solamente y con ciertos requisitos y controles se autorizaba la exportación a Guipúzcoa y demás Reynos de Su Magestad (Ley 11, Cortes de 1709).
La necesidad de aprovechar los árboles caídos, viejos o enfermos en los montes que confinaban con pueblos de la Baja Navarra, que estuvieran a su vez alejados de las poblaciones navarras y de sus herrerías, forzaron a las Cortes a permitir que los naturales del valle de Baztán y el de Cinco Villas de la Montaña, previa autorización del consejo real, pudieran vender madera al Reyno de Francia reducida a carbón o leña de quemar (Ley de Cortes 1780). La penuria económica traída por la guerra de la Independencia hizo extensiva dicha autorización a la venta de árboles (Ley 109, Cortes 1817).
En la tradición popular un símbolo de los carboneros ha sido él Olentzero*, un personaje de las Cinco Villas que como tantos paisanos vivían del carbón vegetal. En 1989 murió Anastasio Ochoa*, de Zúñiga, considerado el último carbonero navarro. (Aprovechamientos*. Bosque*. Monte*).