OLENTZERO
Personaje típico de la Navidad. Varias teorías han intentado explicar su nombre y origen. Probablemente significa “época de lo bueno”. Pudo haber sido un símbolo solar que, en la noche del solsticio de invierno, entra en las casas y transmite sus poderes taumatúrgicos al tronco del fogón. Es representado en forma de muñeco, campechano y borrachín, pastor o carbonero*, que baja del monte para anunciar el nacimiento de Jesús. Los niños que postulaban el aguinaldo lo pasean en andas, sentado en una silla, cantándole coplas en vascuence (Comarca del Bidasoa). Lesaca se precia de ser la villa originaria del personaje. En el valle de Larráun tuvo aspecto siniestro; lo colgaban en las cocinas junto a la chimenea, armado con una hoz. Adoptó forma de tótem protector de la casa en Leiza y el valle de Arakil, donde cada familia exponía su figura en balcones o ventanas.
El modelo de la regata del Bidasoa se ha extendido por las principales ciudades o poblaciones. Olentzero es transportado en andas, acompañado a veces por representaciones vivientes del misterio navideño, comparsas de “ioaldunak”, música de txistu y grupos de niños y jóvenes ataviados con trajes típicos, que cantan coplas alusivas, danzan al realizar una cuestación.
En Lesaka, según recogió (1950) E. J. Esparza*, las comparsas cantan:
“Olentzero buru-aundiya,
entendimentuz juntziya,
bat arratsiain edan omendu
amar erruko zagia.
Ai, urde tripa-aundiya,
ai, urde tripa-aundiya!
Orra, orra,
gure Olentzero:
pipa artzenduela
ixerita dago,
kapoitxua badauzki
arraultxetxuakin
biar berendatzeko
botill-arduakin,
botill-arduakin!
Emen eldu gerade
Berri-On batekin,
gure enbajadore
Olentzerorekin”
“Olenzero tiene la cabeza grande, pero posee entendimiento, anoche bebió un pellejo de diez arrobas: ¡ah, cochino tripudo! He aquí nuestro Olentzero, con pipa, sentado: también tiene capón y huevos para merendar mañana con una botella de vino. Aquí venimos con la Buena Nueva y con nuestro Olentzero como embajador”. La transcripción musical, que se reproduce del mismo trabajo de E. J. Esparza, es de Pascual Aldave. La melodía sirvió en el primer cuarto de este siglo a Ignacio Baleztena* para su popular “Uno de enero”.