CONSEJO DE NAVARRA
CONSEJO DE NAVARRA
Organismo político que nació en México a finales de 1945, promovido por republicanos navarros en el exilio después de la guerra civil de 1936. La victoria de los aliados en la II Guerra Mundial (1939-1945) supuso para su país, en opinión de los republicanos españoles, un inmediato cambio de régimen, por el apoyo prestado por el general Franco a las potencias del Eje. De inmediato, los partidos políticos en el exilio comenzaron a trazar planes para una vuelta a casa que parecía inminente. Un grupo de navarros exiliados palpó en el ambiente de México un deseo de exigir duras responsabilidades a Navarra, cuando se reinstaurase la República en España, por su colaboración masiva en el golpe militar del general Mola en julio de 1936.
Ante situación tan comprometida para su tierra, estos navarros no encontraron otra salida que la de buscar protección en el Gobierno Vasco en el exilio. Al propio presidente del Gobierno Vasco, José Antonio de Aguirre, le manifestaron personalmente su deseo de ver pronto incorporada Navarra a Euzkadi. Aconsejados por Aguirre, estos navarros se dirigieron al Gobierno de la República para pedir oficialmente la incorporación de Navarra al Estatuto Vasco. La Comisión Pro-Navarra que se creó con este fin, presidida por Javier Domezáin, único ex-diputado foral que residía en México, se entrevistó con el presidente del Gobierno de la República, José Giral, de quien recibieron todo su apoyo. El ministro navarro Manuel de Irujo* fue el encargado de presentar ante el Consejo de Ministros reunido en la ciudad de México la propuesta oficial de incorporar Navarra a Euzkadi. Irujo no encontró oposición alguna entre sus compañeros, si bien algunos ministros se opusieron a que la palabra “Navarra” fuera incluida en la declaración ministerial que el Gobierno Civil iba a presentar al parlamento; otros miembros del gabinete encontraron a la Comisión pro-Navarra escasamente representativa. La Declaración finalmente aprobada por el Parlamento permitía la incorporación de Navarra a Euzkadi, siempre y cuando Navarra fuera consultada en su día por medio de un referéndum, según ordenaba la Constitución republicana de 1931. El presidente de la República, Diego Martínez Berrio, a quien también visitaron, se mostró igualmente partidario de la solución dada a Navarra en la declaración ministerial.
Avalados de esta manera, los miembros de la Comisión promovieron la creación del “Consejo de Navarra”, como entidad representativa de Navarra en el exilio. Componían el Consejo siete personas, como era tradicional en la Diputación Navarra desde 1841, todas ellas habían desempeñado el cargo de diputado foral o funciones de carácter público, como funcionarios, al servicio de Navarra. Los presidía Constantino Salinas*, ex-vicepresidente socialista de la Diputación Foral. Este Consejo de Navarra tenía como objetivo sustituir un día a la Diputación Foral franquista, cuando fuera liberado el país.
El Consejo de Navarra estableció su sede en Bayona, donde vivían tres de los siete consejeros, mientras los restantes continuaban su vida en América. La Comisión Permanente, formada por los consejeros de Bayona, afrontó las tareas de mantener el espíritu republicano entre los exiliados navarros, a la vez que pretendió conseguir unas relaciones permanentes con la oposición del interior de Navarra. El Consejo sobrevivió en precarias condiciones, merced a la ayuda económica del Gobierno Vasco, recibida por el Consejo como un préstamo a Navarra y que devolvería el día que regresara como Diputación Foral.
Los contactos desde Bayona con Pamplona resultaban difíciles y caros, por medio de contrabandistas, y la información y propaganda enviada al interior llegaba tarde o era incautada por la policía. Los diversos partidos y sindicatos que formaban Alianza Democrática de Navarra*, apenas mantenían relaciones con el grupo de Bayona debido a problemas internos. La represión policial desmanteló los grupos integrados en Alianza. Solamente los nacionalistas vascos, a través del Napar Buru Batzar, mantenían una organización disciplinada en el interior de Navarra, pero los afiliados al PNV escapaban a la disciplina del Consejo (compuesta por republicanos) y tenían en su contra a los socialistas de Prieto.
El Consejo de Navarra desapareció definitivamente hacia 1953. En realidad, ya era un organismo sin vida ni futuro en 1949, fecha de la muerte de su presidente, ex-diputado foral David Jaime, alma del Consejo, junto al secretario Vicente Navarro y el ex-diputado foral Rufino García-Larrache*.