AHORRO
AHORRO
La preocupación por el ahorro, como parte principal de un sistema de pensamiento, se desarrolla en el siglo XIX y forma parte del reformismo social de carácter conservador. Aunque -como en toda Europa- la Navarra del Antiguo Régimen contó con algunas instituciones de previsión que en cierto modo perseguían el fin ahorrativo, la aparición de esta tendencia como aspecto de una concepción de la vida se da también aquí a lo largo del ochocientos.
De los primeros años cuarenta data en concreto la creación de la primera de sus cajas de ahorro*. Y, cuarenta años después -cuando el reformismo social toma más fuerza-, se multiplicaron los testimonios que repetían los argumentos al uso en toda Europa sobre la conveniencia de esa virtud y la carencia general de la misma. En ese momento las preocupaciones del reformismo social va habían comenzado a cristalizar en Navarra en sus formas institucionales características: las propias cajas de ahorro ya citadas y los montes de piedad*, a los que se sumarían más tarde -en parte con la misma finalidad ahorrativa- las cajas rurales*.
En la actualidad, aparte de los activos reales y bursátiles, el depósito bancario en cualquiera de sus formas es la principal forma de ahorro. Está íntimamente imbricado con el funcionamiento del sistema financiero, quien lo canaliza e intenta estimularlo. La cercanía al cliente favorece su captación y la de depósitos. El número de oficinas en Navarra ha aumentado en estos últimos años, durante el período 1981-87 se mantuvo superior a la media española, aumentando un 21% contra un 20,4% en términos relativos. En cuanto a los depósitos, durante el mismo período la cifra total de recursos captados experimentó un leve aumento sobre el conjunto del estado, pasando del 1,55% al 1,65%. Las modalidades registraron una propensión a mantener depósitos a plazo ligeramente superior en el ámbito regional que en el nacional. Aunque en 1981 los depósitos a plazo eran inferiores en Navarra (47% del total del sector privado) que en el total de España (48,7%), en 1982 se invirtió la tendencia que continuó hasta el final del período (en 1987 eran el 56,2 frente al 54,2). El volumen de depósitos por habitante alcanzaba en 1987 en términos absolutos 831.200 pesetas en el ámbito regional y 673.200 en el nacional.