ORDUNA LAFUENTE, FRUCTUOSO
ORDUNA LAFUENTE, Fructuoso
(Roncal, 23.1.1893-Pamplona 27.8.1973). Escultor navarro. Séptimo de ocho hermanos, su infancia transcurrió en Roncal, donde manifestó tempranamente habilidad manual para trabajos elementales de carpintería o afines. En 1906 emprendió su carrera en Zaragoza. Inicialmente entró en un taller marmolista, aunque a los pocos días se trasladó al de Dionisio Lasuén, donde aprendió los imprescindibles rudimentos artísticos de dibujo, anatomía, somera composición y modelado. Compaginó su labor de aprendiz con estudios, primero en la Escuela Elemental de Artes Industriales y más tarde, en la Escuela Superior. En 1914, con veintiún años, se trasladó a Madrid para entrar a trabajar durante tres con Mariano Benlliure y para proseguir su formación en la Escuela de Artes y Oficios. Tenía estudio en la calle Atocha. En mayo de 1917 obtuvo de la Diputación de Navarra una pensión de cuatrocientos duros. De esta etapa primeriza se conservan algunas obras, más bien bocetos y estudios previos para esculturas no ultimadas.
La Exposición Nacional de Bellas Artes, abierta en Madrid en junio de 1920, supone un hito significativo en la biografía artística de Fructuoso Orduna. La obtención de una de las medallas de tercera clase por un bronce que tituló Busto de Roncalés, -en realidad retrato de su padre-, movió a la Diputación a ampliar por dos años la ayuda concedida, ahora por una cuantía de 3.000 pesetas. Pudo de esta manera trasladarse a Italia y establecerse en Roma, desde donde realizó esporádicos viajes formativos dentro de aquella nación. Entre otra producción de menor importancia, allí modeló en 1921 el grupo Post nubila Phoebus, con el que logró en la Exposición Nacional de Bellas Artes, celebrada en Madrid al año siguiente, una primera medalla. Establecido definitivamente en España, al finalizar 1923 expuso individualmente en el Palacio de Bibliotecas y Museos, Salón del Museo Moderno, una muestra de su labor, con carácter de auténtica selección. Fueron seis los trabajos: el Busto de Roncalés y el grupo de dos desnudos recién citado, más un Cristo, un banco ornamental (que había sido presentado aquel mismo año en el Concurso Nacional de Escultura), una lápida dedicada a Gayarre y una cabeza de niña -su sobrina María Luisa- en mármol. Esta exposición, estenográficamente concebida por Mariano Benlliure, tuvo una gran acogida por parte de la crítica, de la que se hace eco la prensa del momento.
A partir de este punto la actividad artística de Fructuoso Orduna fue continua. Hasta entrados los años treinta hizo acto de dosificada presencia en exposiciones celebradas dentro y fuera de España. Así, en la Nacional de 1924 (con el retrato de bronce de Domingo Elizondo y un Cristo, en escayola); Certamen Artístico de 1925 (retrato de joven, en mármol, y Juez de Roncal, en Bronce); Internacional de Venecia en 1926 (presentó el Cristo, en mármol, realizado algo antes para la Duquesa de Sevillano); Salón de Otoño; Exposición de Arte Español en Bélgica y Holanda; Certamen Internacional de Barcelona, en 1929, con dos esculturas aportadas.
En 1924, año de su matrimonio con Carmen Ballestero, realizó el proyecto del monumento a Fray Diego de Estella, para conmemorar el IV centenario del nacimiento del escritor místico; aunque la falta de pecunio impidió su concreción en la ciudad del Ega. Y en 1925 los broncíneos retratos sedentes de Escosura y Schulz, para la Escuela de Ingeniería de Minas, de Madrid. Al año siguiente esculpió el jurisconsulto Papiniano, para el Palacio de Justicia matritense; y dos relieves con alegorías de las Ciencias, para el Instituto Ramón y Cajal, todo ello en mármol.
En 1928 se inauguró en el pueblo navarro de Garde un monumento en honor de Pedro Navarro*, Conde de Oliveto, para cuya estatua Orduna se inspiró en un viejo grabado.
En 1929, el Ayuntamiento de Pamplona decidió erigir, dentro de su término, un monumento con suscripción en honor del General José Sanjurjo Sacanell, por ser hijo de esta ciudad. Lo encargaron a Orduna y se eligió el más elaborado y costoso, que proponía, sobre un fondo de árboles y vegetación, el busto en bronce sobre pedestal de piedra, con dos relieves en mármol blanco de Italia a los lados, significando “la vida victoriosa por la labor del hombre extraordinario, rindiéndole homenaje” las figuras del hombre y la mujer (que inicialmente fueron desnudos, hasta la sustitución del femenino en 1939). Situado entre las calles de la Ciudadela y Navas de Tolosa, se inauguró el 13 de julio de aquel año; fue retirado en 1988.
También en 1929 compitió Fructuoso Orduna con otros artistas en un concurso para realizar un monumento dedicado a la Reina Regente Doña María Cristina, que se habría de situar en una plaza de la Ciudad Universitaria de Madrid. Y de Tudela recibió el encargo de esculpir otro, en recuerdo de Méndez Vigo, que fue sufragado por suscripción popular. En mayo de 1931 la Hermandad de la Pasión de Pamplona encomendó la talla del Cristo Alzado, en madera policromada, de clásico verismo, que figuraría entre los “pasos” de la Procesión de Viernes Santo del año 1932. Por estas fechas, y entre otras obras, debió realizar la Inmaculada de Sangüesa.
En 1932 recibió Orduna el encargo de realizar la decoración escultórica del frontón del Palacio de Navarra, en la fachada que recae en la pamplonesa Avenida de Carlos III. Dos años después la obra estaba terminada. El artista representó en las esquinas del tímpano, las actividades del Pastoreo y la Forja, reservando la zona central para la matrona tocada de corona mural, que representa a Navarra y que separa, a un lado, las alegorías de la Agricultura, el Leñador y el Comercio; y al otro las de la Arquitectura, la Música, la Escultura y la Pintura, esta última insinuada por la paleta y los pinceles. La pieza fue expuesta en el Salón de Otoño de 1934 y valorada como la más considerable de las participantes.
Cuando en diciembre de 1935 Orduna realizó una exposición en su propio estudio era ya un maestro pleno, no ajeno a lo moderno, pero firmemente vinculado al clasicismo aprendido en Roma. Lo avalan así las pocas obras seleccionadas: el Cristo alzado de la Hermandad de la Pasión, el tímpano de la Diputación de Navarra, un relieve monumental para el panteón de la familia Fierro, en Lugueros (León) y algunos retratos.
Todavía participó en algunas muestras; pero se dedicó a atender encargos y asumir honores. Formó parte de jurados en certámenes y exposiciones. Antes de 1936 se había presentado a las oposiciones de profesor numerario de figuras de la Escuela de Cerámica. En 1939 reunió los nombramientos de vocal del Patronato de la Criptoteca y Museo de Reproducciones Artísticas, Presidente de la Junta Directiva de la Asociación de Pintores y Escultores y vocal del Patronato del Museo Nacional de Arte Moderno. Desde 1940 fue profesor de la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado, de Madrid. En 1942 el Círculo de Bellas Artes de aquella Villa le distinguió como socio de honor. Finalmente fue nombrado por unanimidad académico numerario de la de Bellas Artes de San Fernando en mayo de 1962. Tomó posesión del sillón, vacante por la muerte de Moisés Huerta, el 7 de abril de 1963, con la lectura de un discurso que versó sobre La necesidad de las Bellas Artes en la vida humana, contestado por Enrique Pérez Comendador. Con motivo de su ingreso obsequió a la Institución con un notable desnudo femenino, Sorprendida, bronce dorado que había realizado en 1940.
En 1942 Fructuoso Orduna recibió el encargo de una estatua ecuestre de Franco, para el madrileño Instituto “Ramiro de Maeztu”, en bronce dorado y sobre pedestal de granito, que resultó de tono idealizado, pero en el que la montura evidencia un modelado perfectible. Habían de seguir otros bustos del General para diferentes organismos oficiales como el Círculo de Bellas Artes de Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Universidades Central y de Barcelona, etc.
La buena relación con los medios oficiales le propició, en 1943, el cometido de realizar una estatua en bronce de Alfonso XIII para la Ciudad Universitaria de la capital de España, que hubiera sido emplazada en el Paraninfo. En mayo de 1946 estaba terminada. A tamaño natural, su modelado, aún conservado, requirió tres toneladas de barro. Y su vaciado hubiera exigido 1.200 kilos de yeso, que, a su vez, hubieran supuesto cuatro toneladas de bronce en fundición. Orduna concibió al Monarca en pie, revestido como Gran Maestre de la Orden de Carlos III, con calzón, túnica corta, manto real, Toisón, y cetro en la mano izquierda, en composición llena de empaque y dignidad. Esta estatua, como la mayor parte del programa previsto para el campus, no fue realizada. Por esos años realizó un relieve en evocación de Serafín de la Concha, para el Instituto Geológico, y algunos medallones comisionados por el ministro Ibáñez Martín. En 1946 recibió el encargo de labrar seis estatuas en piedra para el campo de deportes del Instituto “Ramiro de Maeztu” de Madrid, que representan respectivamente al Pelotari, Arquero, Discóbolo, Remero, Hondero y Corredor. También en 1947 repetiría el tema del Discóbolo para el estadio del Real Madrid, a la vez que estampó en lámina de bronce el perfil de su presidente, Santiago Bernabéu.
El monumento a Julián Gayarre, promovido por la Diputación de Navarra en 1947 e inaugurado en los Jardines de la Taconera de Pamplona tres años después, responde a una concepción arquitectónica de Víctor Eusa. La efigie de su paisano, representado como “pescador de perlas”, y los relieves que acogen a catorce figuras, alusivas a la gloria del tenor y al pesar por su muerte, más los escudos de Navarra y Roncal, son obra, toda en mármol blanco, debida al cincel de Orduna. No lejos de allí se encuentra la lámina de bronce que había fundido en 1933 para honrar la memoria de otro navarro insigne, el Doctor Juan Huarte de San Juan.
En 1951, dentro de una reforma ornamental dirigida también por Eusa, se añadió al frontón de la fachada principal del Palacio de la Diputación un motivo, consistente en el escudo de Navarra, flanqueado por dos figuras varoniles como tenantes que representan al hombre de la Montaña y el de la Ribera. Este grupo y las efigies en bronce de Sancho el Mayor y Sancho el Fuerte, cobijadas en hornacinas del cuerpo principal, se deben a Fructuoso Orduna.
En la Catedral de Huesca se conserva la imagen de Jesús Nazareno, fechada en 1949. Cinco años más tarde realizaría para la capital oscense una Inmaculada, que se le encargó al cumplirse el centenario de acuella definición dogmática. Su nómina de obras, lejos de intención exhaustiva, recoge luego la talla policromada del Santo titular (1959) para San Fermín de los Navarros, en Madrid (y la reparación de su estatua en piedra, de la fachada, destruida con ocasión de la Guerra Civil). El otro copatrono de Navarra, San Francisco Javier, sería plasmado asimismo en más de una ocasión: en 1962, para la indicada Congregación; y en 1965, por encargo de la Diputación, para situarlo en una eminencia en las inmediaciones de su castillo natal.
La década de 1960 vio la producción final del escultor, consistente en general en bustos de bronce, entre los que se cuentan, en 1966, el de Sarasate, remitido por la Diputación de Navarra a la argentina; el de José María de Huarte; y el del Duque de Ahumada, realizado en 1969, que es su última obra y se conserva en Pamplona.
A tenor de lo expuesto se debe considerar a Orduna como hombre tenaz, laborioso y perfeccionista. Abordó todos los temas y no desdeñó ningún material, piedra o madera, bronce o mármol. Es autor de numerosos retratos, en los que deliberadamente practicó una marcada fidelidad al personaje efigiado. Es, en síntesis, un realista expresivo, aunque con perfectible evolución, que va desde la minuciosidad y detallismo de sus primeros trabajos hasta una integrada suavidad formal. Parco en el movimiento, se mostró especialmente preocupado por la corporeidad y la arquitectura constructiva de las figuras. La acentuación de músculos, tendones y huesos, y en general de las formas, especialmente en los años veinte y aún treinta, se puede atribuir a su formación en el clasicismo italiano, pero sin olvidar su tierra de origen, ya que en Navarra es muy acusada la huella que en las postrimerías del siglo XVI y buena parte del XVII, dejó el romanismo miguelangelesco.
Bibliografía
C. Arahuetes, El escultor Fructuoso Orduna, (Pamplona, 1986). F. Orduna Lafuente, La necesidad de las Bellas Artes en la vida humana. Discurso leído en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en la recepción pública de don…, (Madrid, 1963). J. A. Gaya Nuno, Arte del siglo XX, “Ars Hispaniae” Vol XXII, (Madrid 1977), p. 85-88.