NAVARRO, PEDRO
NAVARRO, Pedro
(Valle de Roncal, ca. 1460-Castelnuovo, 1528). No hay seguridad sobre la fecha y el lugar de su nacimiento; aunque algunos indicios han hecho pensar que fuera de Garde. Tampoco pasan de ser noticias vagas las que constan acerca de sus primeros años. De niño aún pasó a Italia, con unos comerciantes genoveses, y fue sucesivamente pelaire, palafrenero y mozo de espuela, estas dos últimas condiciones al servicio del cardenal Juan de Aragón, hijo del rey de Nápoles. Tras morir el cardenal en 1485, tomó parte en la guerra entre florentinos y genoveses que comenzó en 1487 y luego fue corsario al servicio de Nápoles y pirata. Apresado según algunos por naves españolas, se ha escrito que el Gran Capitán le dio a elegir entre luchar a su servicio o morir en la horca. Lo cierto es que junto a Fernando González de Córdoba peleó en Italia entre 1500 y 1507. De entonces data la concesión del título de conde de Oliveto en Los Abruzos, por su comportamiento en la batalla de Ceriñola (1503).
Y de unos años antes, el sobrenombre de Pedro Navarro, que posiblemente adoptó al enrolarse en las filas del Gran Capitán, en sustitución del de Pedro de Roncal, o Roncalli, con que se le conocía en sus épocas de servidor del cardenal de Aragón. (Ese parece ser el origen del apellido italiano Roncalli, que luego heredaría Juan XXIII). Su nombre originario era el de Pedro Bereterra.
En sus acciones militares de Italia aplicó la técnica de la explosión de minas para destruir las fortalezas militares. Se le atribuye la paternidad de ese tipo de arma en la historia general de la guerra.
Convertido en lugarteniente de Gonzalo de Córdoba y enviado por éste ante Fernando el Católico, el monarca y el cardenal Cisneros lo emplearon en acciones militares de primer orden: en la toma de Orán (1509) y en las de Bugía, Argel, Túnez, Tremecén y Trípoli (1510) sobre todo. Pero en 1512 cayó en poder de los franceses en la batalla de Rávena, al reanudarse las guerras de Italia entre Francia y España. Las autoridades francesas impidieron por todos los medios que pudiera ser rescatado, lo mantuvieron preso durante varios años y, al cabo, en 1515, consiguieron convencerle para que se sumara a las huestes de Francisco I. Parece haber evidencia bastante para afirmar que aún intentó poner sus naves al servicio de Carlos I de España pero que no fue posible lograrlo, por motivos que se ignoran.
En 1522, cuando auxiliaba con sus barcos a los genoveses aliados de Francia y cercados por los españoles, cayó prisionero del marqués de Pescara. Fue puesto en libertad en virtud del tratado de Madrid de 1526. Pero a los pocos meses volvió a ser apresado y recluido en la fortaleza napolitana de Castelnuovo, donde murió en 1528, al parecer asfixiado por orden del gobernador de la plaza, que quiso evitarle así la ignominia del cadalso.
Bibliografía
J. Priego: Pedro Navarro y sus empresas africanas (Madrid 1953); L. Del Campo: Pedro Navarro, conde de Oliveto (1460-1528) (Pamplona 1962); Del mismo: Pedro Navarro, conde de Oliveto (Pamplona, “Temas de Cultura Popular”, 34).