NOÁIN, BATALLA DE
NOÁIN, batalla de
Las negociaciones entre el emperador Carlos (Carlos I*) y el rey Francisco I de Francia sobre la cuestión de Navarra terminaron por romperse, sin ningún acuerdo, en 1519. Cuando la elección de Carlos como emperador, hizo inevitable la guerra entre España y Francia, Navarra se perfilaba, junto con el ducado de Milán en Italia, como uno de los campos de batalla. Francisco I se aprovecharía del apoyo que una parte de los navarros prestaría a la causa legitimista de Enrique II de Albret*, hijo y heredero de los últimos reyes Juan* y Catalina*, para amenazar directamente a las posesiones de su rival.
Enrique II de Albret y el rey de Francia, ocupados con los preparativos de la guerra, dejaron pasar el momento más propicio: el invierno de 1520, cuando la sublevación de los comuneros de Castilla dejó desguarnecida a Navarra y sin posibilidad de recibir socorros. Cuando la expedición franco-navarra estuvo lista, a principios de mayo de 1521, la victoria de Villalar, en abril, había devuelto la tranquilidad a Castilla.
Con todo, el numeroso y bien pertrechado ejército que mandaba Andrés de Foix, señor de Asparros, apenas encontró resistencias. San Juan de Pie de Puerto y el castillo de Peñón sufrieron un corto asedio y el día 16 de mayo Asparros pasaba por Roncesvalles, ya sin obstáculos serios, camino de Pamplona. A la huida del virrey, duque de Nájera, (Antonio Manrique de Lara*) en busca de refuerzos se sumó el levantamiento de buena parte de Navarra, aunque no de toda, en favor de Enrique de Albret. Los agramonteses se mostraron muy activos, especialmente en las merindades de Olite y de Tudela, mientras los beamonteses parecían dispuestos a negociar su obediencia al bearnés. Pamplona se rindió el 19 de mayo sin asedio -como lo había hecho en 1512- (Guerra de Navarra*) a cambio de condiciones favorables. Asparros superó en rapidez al duque de Alba* en lograr la sumisión total del reino, que pudo completar en dos semanas escasas; sin embargo, careció de su energía y habilidad para consolidar la ocupación.
Pronto se puso en evidencia que los intereses del rey de Francia no coincidían con los de Enrique II de Navarra. El francés se comportó más como conquistador que como aliado: demostró que no pretendía tanto reponer en el trono a Enrique de Albret, al que impidieron la entrada en Navarra, como derrotar a sus enemigos castellanos. El fracasado ataque contra Logroño, durante la primera quincena de junio, supuso una provocación y una pérdida de energías fatal que echó por tierra toda posibilidad de consolidar la conquista de Navarra, por la unánime reacción de las ciudades y la nobleza de Castilla y Aragón contra el invasor extranjero.
Asparros, perseguido por el ejército que mandaba el condestable de Castilla, se retiró hacia Pamplona y fijó el campamento entre Tiebas y Subiza, a la espera de refuerzos, en campo abierto. Los castellanos, por su parte, atravesaron el Perdón y fueron a situarse entre Pamplona y el campamento francés, entre Esquíroz y Noáin, el 30 de junio. Esa misma tarde, sin esperar a coordinar su ataque con las tropas de guarnición en la capital, Asparros se lanzó al combate. La batalla de Noáin fue una rotunda victoria castellana: los franceses dejaron más de 6.000 muertos, según el cronista J. Moret, y el propio Asparros fue gravemente herido. La victoria decidió la inmediata recuperación de Pamplona y de todo el reino, salvo Ultrapuertos (Fronteras*). Fue la última gran acción de armas hasta el siglo XVIII.
Bibliografía
P. Boissonnade, Histoire de la réunion de la Navarre a la Castille Essai sur les relations des princes de Foix-Albret avec la France et l´Espagne (1479-1521) (París, 1893); L. Fernández Martín, En torno a la batalla de Noáin, “Príncipe de Viana” (1979), 375-422.