GUERRA DE NAVARRA (1512)
GUERRA DE NAVARRA (1512)
La incorporación de Navarra a la Monarquía española se realizó en un lento proceso, no cerrado completamente hasta finales del siglo XVI. La conquista del reino por las tropas castellano-aragonesas que mandaba el duque de Alba* en nombre de Fernando el Católico* se consumó rápidamente en el verano de 1512. Sin embargo, su dominio fue puesto en peligro en tres ocasiones (otoño de 1512, abril de 1516 y mayo-junio de 1521), en virtud de sendos ataques organizados por los reyes destronados, con el apoyo de una parte de los navarros y el auxilio del rey de Francia. Después, durante los reinados de Carlos I y de Felipe II, acciones “legitimistas”, alentadas desde Francia, alimentaron sospechas sobre la fidelidad de algunos navarros, lo que generó ciertas tensiones en un siglo tan conflictivo. Por otra parte, tanto el emperador como su hijo sopesaron en algún momento la justicia o la conveniencia de llegar a un arreglo diplomático con los herederos de Juan de Albret* y de Catalina de Foix*.
Algo menos de dos meses bastaron al duque de Alba para controlar casi todo el reino (21 junio-mediados de septiembre 1512). Diversos motivos explican que no encontrara mayor resistencia, de lo cual el propio Fernando el Católico se mostró asombrado. En primer lugar, la división de los navarros entre agramonteses y beamonteses, aliados éstos del aragonés. En segundo lugar, la falta de apoyo por parte del rey de Francia, que prefirió guarnecer Guyena, amenazada por el ejército inglés acantonado en Irún-Fuenterrabia, antes que socorrer a su aliado tal y como había prometido en Blois*. También es cierto que si el ejército invasor, numeroso y bien pertrechado, no encontró mayor oposición pudo deberse, en parte, a que su verdadera intención engañara a algunos inicialmente y porque su comportamiento no suscitó reacciones violentas entre la población.
La improvisación con que Juan y Catalina afrontaron la creciente tensión bélica contrasta con la progresiva acumulación de tropas castellanas e inglesas en las fronteras de Álava y Guipúzcoa durante la primavera de 1512. Además, la campaña se desarrolló como una maniobra perfecta de táctica militar. La penetración desde Salvatierra de Alava (21 de julio), por la Burunda y Valle de Araquil, directamente hasta la capital, fue un acierto decisivo. Sin necesidad siquiera de poner cerco a la ciudad, Pamplona capituló el 25 de julio, logrando condiciones ciertamente favorables, que entraban dentro de los cálculos del aragonés para asentar sólidamente su dominio en Navarra. Se pueden encontrar disculpas a la precipitada rendición de la ciudad -la huida del rey, la superioridad de Albas, etc- pero, en definitiva, era todo un síntoma de que una parte influyente de los navarros no creía que la causa de los Albret valiese tanto como para derramar por ella su sangre, y de que estaban dispuestos a negociar otra salida. Fernando se dio pronto cuenta de la oportunidad que se le ofrecía, no ya para mediatizar Navarra, como pretendiera inicialmente, sino incluso para apoderarse definitivamente de esta corona.
A finales de julio la situación era confusa. Alba sólo controlaba Pamplona y carecía de fuerzas suficientes para imponerse en el resto del reino si las ciudades y plazas fuertes hubieran optado unánimemente por la resistencia, dando tiempo para que llegaran refuerzos de Francia. Es en este momento decisivo cuando Fernando, que se titula solamente “depositario de la corona”, se convence de que era preciso llegar hasta el final y conquistar Navarra. Las principales villas y ciudades, a ejemplo de Pamplona, capitularon sin que casi se les hiciera fuerza, durante la primera quincena de agosto. Después de la publicación de la bula Pastor Ille Caelestis (21 de julio), sólo los valles de Aézcoa, Salazar y Roncal y las villas de Tudela, Monjardín, Miranda, Cáseda y el castillo de Estella, permanecían fieles a Juan y Catalina. Costó muy poco terminar con estos focos aislados de resistencia. Sólo Tudela requirió un cerco en regla por parte de las tropas aragonesas al mando de Alonso, virrey de Aragón.
El 20 de septiembre, el duque de alba se instalaba en San Juan de Pie de Puerto, preparado para la invasión de Guyena y del Bearne. Precisamente en esas fechas, lord Dorset, comandante del cuerpo expedicionario inglés acantonado en Guipúzcoa, decidió volver a su país y, simultáneamente, comenzaron a reagruparse las tropas francesas que Luis XII había sacado del frente de Italia. Lo uno y lo otro alteraban sensiblemente el equilibrio de fuerzas en la zona y pondrían en grave peligro la reciente conquista castellana (Pamplona*, cerco de). (Incorporación de Navarra a Castilla*).
Bibliografía
P. Boissonnade, Histoire de la réunion de la Navarre a la Castille. Essai sur les relations des princes de Foix Albret avec la France et l´Espagne (1479-1521) (París, 1893); L. Correa, Historia de la conquista del reino de Navarra por el duque de Alba. Prólogo y notas de J. Yanguas (Pamplona, 1847); J.L. Orella y Unzué, Razones ideológicas del ultimátum de Fernando el Católico sobre sus derechos al reino de Navarra: 31-VII-1512, “Príncipe de Viana” (1976), 207-228.