NEOCLASICISMO
NEOCLASICISMO
Mediado el siglo XVIII la arquitectura navarra entra en una fase de barroco tardío, con planteamientos influidos por las corrientes europeas, incluso con aplicaciones atrevidas de curva en fachada (iglesia de San Adrián; basílica de los Remedios, en Sesma) o de complejos juegos espaciales en plantas (la Enseñanza, de Tudela; crucero de San Gregorio Ostiense, en Sorlada). Paralelamente decae la exuberancia ornamental de origen churrigueresco para ser sustituida por una decoración fina y dispersa, inspirada en el Rococó. Este repliegue de adornos favorece la creciente importancia de los elementos propiamente arquitectónicos, confiriendo a los edificios un aire más clásico. Se predispone de este modo la entrada de la arquitectura neoclásica, que se implantó en Navarra en fechas comparativamente tempranas, a lo largo del último cuarto del siglo XVIII. Cierto es que las convulsiones del momento (guerra contra la Convención francesa) y los consiguientes problemas económicos le restaron la capacidad de una mayor implantación, de modo que el nuevo estilo no alcanza la importancia del barroco.
En la afirmación de la arquitectura neoclásica es fundamental la visita a Pamplona y la actividad de Ventura Rodríguez* en Navarra, en una presencia personal continuada por colaboradores de toda confianza y capacidad, como fueron Santos Ángel de Ochandátegui* y Francisco Alejo de Aranguren (m. en 1785). Ventura Rodríguez, Maestro Mayor de Madrid, reside cuarenta días en Pamplona, en 1780, con objeto de hacerse cargo del proyecto de traída de aguas de Subiza. Los arquitectos locales tienen entonces la ocasión de conocer las nuevas ideas estéticas, de boca de un colega de la máxima relevancia. Remitidos los planos, la obra se realizaría entre 1785 y 1790, quedando en la actualidad el acueducto de Noáin* como su vestigio más señero.
Paralelamente, el Cabildo de la Catedral de Pamplona acomete la construcción de una nueva fachada para aquel primer templo diocesano, que se había de erigir entre 1784 y 1800, también según planos de Ventura Rodríguez. Ni que decir tiene que esta empresa catedralicia es el primer monumento neoclásico en Navarra, modelo y guía de otros edificios coetáneos o posteriores. El ejecutor directo de las obras del viaje de aguas y de la Catedral iruñense fue S. A. de Ochandátegui*, aparejador, arquitecto e ingeniero, que trabaja para instituciones religiosas o civiles de la región, dirigiendo obras públicas y planes urbanísticos.
También ha sido considerado discípulo de Ventura Rodríguez el arquitecto Ignacio Asensio, otro pionero aquí de las formas neoclásicas. Se le debe el monasterio de cistercienses (hoy, de agustinos) en Marcilla, realizado ya en 1779. Lastimosamente se han perdido en fecha próxima sus obras en la parroquia de aquella villa, a consecuencia de una reconstrucción. I. Asensio pone de manifiesto un estilo más puro y geométrico en la remodelación de la iglesia de Falces (1779-1782).
El concurso verificado en 1797 para la reforma de la pamplonesa capilla de San Fermín reúne a cuatro arquitectos. Las obras se realizaron entre 1800 y 1805, siguiendo los planes de quien resultó ganador, S. A. de Ochandátegui, quien prestó al edificio el aspecto interior que ofrece actualmente. Los otros maestros fueron Fernando Martínez Corcín, Diego Díaz del Valle y Juan José Armendáriz, todos ellos con alguna aportación al Neoclasicismo en Navarra. El primero, arquitecto de Alfaro, trabajó el mismo año, 1797, en las torres de San Miguel de Corella y, algo más tarde en colaboración con Miguel Hermosilla, firmó los planos de la capilla de San Francisco Javier, de Villafranca. Diego Díaz del Valle, de Cascante, tiene un hijo homónimo: desarrolló una actividad más cuantitativa que cualitativa como tracista de retablos y pintor, de la que son muestra los doce (fueron trece) retratos reales, realizados al óleo sobre madera en 1797, que adornan la escalera noble de la Casa Consistorial de Pamplona. En 1794 hizo los planos para uno de los accesos de la citada parroquia de Corella y se le ha atribuido la escalera imperial del monasterio de Fitero. Juan J. Armendáriz concibió una remodelación de altos vuelos para la parroquia de Dicastillo, que iniciada en 1804, hubo de abandonarse por problemas de financiación. A estos nombres hay que añadir los de Pedro Nolasco Ventura, autor de la torre de Dicastillo (1805-1807) y, sobre todo, de la iglesia de Allo, terminada según sus planos para 1821; y del vitoriano Manuel Ángel Chávarri, ideador de la parroquial de Peralta, que se construyó a partir de 1826.
Una característica de la arquitectura neoclásica en Navarra es que perduró hasta fechas muy tardías dentro del siglo XIX. Anselmo Vicuña diseñaba en 1846, dentro de este estilo, la reforma interior y la fachada de la iglesia de San Juan, de Estella; y nueve años más tarde, la sacristía circular de Mendigorría. El palacio de la Diputación de Navarra se construyó dentro de estas normas estéticas, según el plan del arquitecto provincial, José de Nagusia, en el período de 1843 a 1847.
Menos importancia tiene el campo de la escultura. Roberto Michel, en realidad todavía un barroco aunque revisionista de su propio estilo, esculpe en 1753 el sepulcro del virrey Conde de Gages, que se halla en un ala del claustro de la catedral de Pamplona. Los escultores Francisco de Sabando, Anselmo Salanova, Luis Boezia y Carlos Pedduzzy intervienen en la arquitectura y motivos escultóricos del templete de San Fermín, estrenado en 1819 en su capilla de la misma ciudad. En 1855 el barcelonés José Piquer realizó en mármol blanco el mausoleo de Espoz y Mina, del claustro catedralicio pamplonés; en realidad es un trasunto servil del sepulcro del poeta Alfieri, esculpido por Antonio Canova para la iglesia florentina de Santa Croce.
En el capítulo de la pintura, aparte del ya mentado Diego Díaz del Valle, merece especialísimo recuerdo Luis Paret y Alcázar*, autor de los temples de las pechinas y cúpula de la capilla de San Juan del Ramo, en Santa María de Viana (1784-1787); del diseño de cinco fuentes para la traída de aguas de Subiza a Pamplona (1788) y de un retrato de Leandro Fernández de Moratín, posterior a 1790, que se conserva en el Museo de Navarra.
La figura de Francisco de Goya* trasciende los límites estéticos del neoclasicismo, aunque se sitúa dentro de su ámbito cronológico.
Bibliografía
J. Yárnoz Larrosa, Ventura Rodríguez y su obra en Navarra (Madrid, 1944). J. Rivas Carmona, Notas para la arquitectura neoclásica en Navarra, “De la Iglesia y de Navarra. Estudios en honor del Prof. Goñi Gaztambide” (Pamplona, 1984), p. 403-412. J. Goñi Gaztambide, La fachada neoclásica de la Catedral de Pamplona “Príncipe de Viana”, 118-119 (Pamplona, 1970) p. 5-64. M.C. García Gaínza y otros, Catálogo monumental de Navarra (Pamplona, 1980 y ss.).