RODRÍGUEZ, VENTURA
RODRÍGUEZ, Ventura
(Ciempozuelos, Madrid, 14.7.1717 – Madrid, 26.8.1785). Es uno de los arquitectos españoles más notables del siglo XVIII. Su obra refleja como ninguna el tránsito y la transformación de la arquitectura del barroco al neoclasicismo. Hijo de un modesto oficial albañil, muy pronto demostró sus destacadas dotes para el dibujo. Marchand, Juvara y Sacchetti, empleados al servicio de la monarquía, le dieron trabajo como delineante, de manera que tuvo una formación inicial con estos artistas dentro del gusto estético del último barroco, entonces imperante en Europa. Más tarde disfrutó del favor real de Fernando VI y llegó a ser director de la Academia y arquitecto de aristócratas, cabildos y municipios de toda España. Sus proyectos, que fueron innumerables, aunque en muchos casos no realizados, van desde un concepto plenamente barroco, de gusto italiano y francés, hasta el academicismo de los últimos tiempos, del que es exponente su obra en Navarra y, concretamente, en su capital.
La segunda mitad del siglo XVIII es el marco cronológico de una modernización radical del aspecto urbano de Pamplona, dentro de un concreto y claro ejemplo de la mentalidad ilustrada aplicada a los servicios públicos. Y en este sentido hay que destacar el proyecto para la traída de aguas, al objeto de sustituir el secular aprovisionamiento por medio de pozos y fuentes de manantial. El ingeniero hidráulico francés François Gency había presentado en 1774 un plan para conducirla desde Subiza. Se conservan los planos, rotulados en francés y con mediciones expresadas en toesas, que serían rechazados por la Academia. Esta recusación motivó la presencia de Ventura Rodríguez en Pamplona, durante cuarenta días, en 1780, para estudiar personalmente el relieve y la calidad de los terrenos, verificar mediciones y demás operaciones necesarias. La visita de Ventura Rodríguez conmovió los medios locales y los arquitectos de aquí pudieron tener un conocimiento inmediato de los nuevos ideales estéticos de la corte.
Dos años después, en 1782, se dispuso del proyecto, que constaba de doce dibujos y una memoria explicativa muy detallada. La obra se desarrolló de 1783 a 1790, con un coste no muy alejado de los 300.000 pesos. A partir de 1785 la dirección técnica fue competencia de Santos Ángel Ochandátegui, pues en esa fecha falleció Francisco Alejo Aranguren, con quien hasta entonces había compartido la responsabilidad. Culminó la empresa en 1790, al correr el agua por las fuentes neoclásicas, hoy gala del casco antiguo pamplonés, que habían sido diseñadas por Luis Paret dos años antes.
De aquel proyecto, cuya realización avala el carácter emprendedor y prudente del consistorio, subsiste y destaca el acueducto de Noain, en su sobriedad funcional, elemento característico y definitorio del paisaje de la Cuenca. En su disposición originaria tenía 1.245 metros de longitud, 97 arcos de ladrillo, con una luz de 8,35 metros, construidos sobre pilares de sillería, y una altura máxima de 18 metros. Termina en sus extremos en gruesos muros de mampostería hasta alcanzar en el terreno el nivel de la cañería.
En fechas más o menos coincidentes con la delineación del diseño del acueducto, el cabildo de la catedral de Pamplona vio necesario erigir una fachada de empaque para el primer templo diocesano, al considerar que la que entonces subsistía, vestigio de la primitiva edificación románica, se encontraba en mal estado. En 1781 se propuso a la supervisión de la Academia de San Fernando un total de cuatro proyectos, dos de ellos firmados por Ochandátegui, que fueron rechazados. En último término se encomendó la solución a Ventura Rodríguez, a la sazón director de aquella institución, quien remitió sus planos en febrero de 1783.
Los trabajos del frontispicio de la Seo Iruñense, dirigidos a pie de obra por Ochandátegui, se extendieron hasta 1800, debiendo advertirse que en 1793 estaban ultimados, a falta de realizar el enlace con la fábrica gótica. Algún retraso se puede apreciar en el bienio 1793-1795, achacable al estado de guerra contra el gobierno francés de la convención. El resultado final es el pórtico tetrástilo doble, de orden corintio gigante, que culmina en frontón. Dos paños laterales, con balconcillos, enlazan con las torres, cuadradas en sus dos primeros cuerpos y ochavados en el tercero, que terminan en cupulines campaniformes. Sobre el frontón del pórtico, en cuyo tímpano campean las armas heráldicas del cabildo, corre una balaustrada con cuatro pedestales, en los que debían haberse colocado las estatuas de otros tantos santos promotores del hecho cristiano en Navarra: Honesto, Saturnino, Fermín y Francisco Javier. Más atrás y por encima se alza el ático, provisto también de frontón, rematado por una cruz adorada por ángeles y limitado por sendos candelabros. Sobre la puerta principal aparece representada en bajorrelieve la Asunción de la Virgen, titular del templo.
Es difícil encontrar una fachada más chocante con el arte y la estructura interior de un templo gótico como la catedral de Pamplona, aunque Ventura Rodríguez y Santos A. Ochandátegui, como encargado de la ejecución, demostraron saber construir con este estilo, puesto que en este momento edificaron el primer tramo de la catedral.
Desde un punto de vista compositivo se pueden rastrear antecedentes en otros proyectos de V. Rodríguez, anteriores en el tiempo, como la fachada de San Francisco el Grande de Madrid, el Pilar de Zaragoza o la colegiata de Santa Fe de Granada. El pórtico, con su acertado remate rehundido, resulta superior al que él mismo había diseñado para la catedral de Toledo diez años antes. Y es uno de los ejemplos más palmarios de la arquitectura neoclásica de fines del XVIII en la península. La categoría de su autor, la competencia profesional de Ochandátegui, arquitecto director, y la misma significación del primer templo diocesano marcan la pauta de la implantación del nuevo estilo académico en Navarra, que habría de ser seguido aquí por otros como Ignacio Asensio, Pedro Nolasco Ventura, Manuel Ángel Chávarri o Anselmo Vicuña, algunas de cuyas obras se adentran profundamente en el siglo XIX.
Bibliografía
J. Goñi Gaztambide, La fachada neoclásica de la Catedral de Pamplona, “Príncipe de Viana”, 118-119 (1970), 5-64; J. Yárnoz Larrosa, Ventura Rodríguez y su obra en Navarra, (Madrid, 1944); Varios, El arquitecto D. Ventura Rodríguez (1717-1785), (Madrid, 1983); J. Rivas Carmona, Notas para la arquitectura neoclásica en Navarra, en De la Iglesia y de Navarra. Estudios en honor del Prof. Goñi Gaztambide, (Pamplona, 1984), 403-412.