PARET Y ALCÁZAR, LUIS
PARET Y ALCÁZAR, Luis
(Madrid, 1747-1797). Pintor. Estudió en la Real Academia de San Fernando con González Velázquez, pero la influencia más decisiva la recibió del pintor francés Carlos La Traverse, que trabajó en Madrid. En 1780 ingresó en la Academia de San Fernando. Como colorista, se distinguió en la pintura de floreros, bodegones y sobre todo en las representaciones de fiestas o escenas cortesanas, en las que introdujo múltiples figuras de pequeño tamaño. Ilustró el Parnaso de Quevedo e hizo dibujos para las ediciones de las Novelas Ejemplares y el Quijote de Cervantes. Está considerado como uno de los mejores pintores españoles del siglo XVIII y la delicadeza de sus obras le valieron el sobrenombre de “el Watteau español”.
La obra más completa y variada de este polifacético pintor se encuentra en Santa María de Viana y consiste en dos cuadros al óleo, decoraciones al temple y diversos proyectos. Este pintor entró en relación con la citada parroquia a través del vianés Rafael Múzquiz de Aldunate, por entonces abad de La Granja, penitenciario de la Real Capilla y Caballero de la Orden de Carlos III. En 1784, estando Paret en Bilbao comisionado para pintar puertos oceánicos a Carlos IV, debió visitar la capilla de San Juan del Ramo de Viana, cuyas obras arquitectónicas y retablísticas estaban recién terminadas.
Proyectó un plan decorativo, relacionado con la vida del Bautista, de dos cuadros al óleo para la entrada y los temples para la cúpula y pechinas.
Los dos cuadros al óleo los realizó en Bilbao, y cuando parecía haberse frustrado su venida a la ciudad navarra a pintar los temples, el rey le concedió una licencia para que, una vez concluidas las Vistas de San Sebastián, se dedicara a las obras vianesas. Dicha licencia está fechada en San Ildefonso el 25 de septiembre de 1786 por el conde Floridablanca. Llegó el pintor a Viana en marzo de 1787, para agosto ya había terminado su labor, y tan satisfechos quedaron los responsables parroquiales, que le gratificaron con cincuenta doblones.
Los lienzos de la entrada a la capilla son El Anuncio del ángel a Zacarías y La Visitación de la Virgen a Isabel. Debajo a la derecha del primero está la firma: “Ludovicus Paret anno 1786”, y en el ángulo inferior del segundo se lee: “Ludovicus Paret anno 1787”. Los cuadros están perfectamente compuestos, aunque con poco fondo, como es costumbre del pintor, los personajes, de bellísimos rostros, llevan vestiduras lujosas y ricos aderezos, y, a veces, en consonancia con textos del Antiguo Testamento. A esto se añaden suntuosos detalles de naturaleza muerta como vasijas, telas y arquitecturas. Sus calidades pictóricas son extraordinarias, el colorido luminoso con fastuosa gama de cromatismos; pastosas y vigorosas pinceladas, de un preciosismo encantador tan propio del estilo rococó, reproducen la textura de las sedas y el brillo de las piedras preciosas.
Las decoraciones al temple de esta antecapilla, muy deterioradas, están relacionadas con la temática de los óleos, y consisten en símbolos del Antiguo Testamento, como las Tablas de la Ley, el libro de los Profetas y otras representaciones como un áncora, aves nocturnas y estrellas.
En la cúpula de la capilla, que tiene cerca de 9 m de diámetro, realizó cuatro escenas al temple, separadas por fajas de tema vegetal, que son: San Juan niño en el desierto, La Predicación del Bautista, he aquí el Cordero de Dios y El Prendimiento. Las figuras, de gran monumentalidad y belleza, se enmarcan en paisajes convencionales con cielos atornasolados y lujosos detalles de telas y vasijas metálicas. La plástica de algunos personajes debe mucho a Miguel Ángel, aunque ha sido dulcificado, y el popularismo y casticismo paretiano, antecedente del goyesco, se aprecia en el perro y en algunas mujeres. Los colores son limpios, brillantes, tan transparentes que parecen acuarelas, y la pincelada es suelta, larga y vigorosa.
Las pechinas reproducen al temple las virtudes objeto de la predicación del Bautista. Son cuatro hermosas figuras femeninas de tamaño natural, lujosamente ataviadas y provistas de símbolos específicos. Su iconografía responde a las descripciones de César Ripa, autor italiano del siglo XVI. Dichas figuras están enmarcadas con marcos de rocalla de graciosas curvas y florones neoclásicos realizados en madera dorada, y son: la Santidad arrodillada ante una cruz, la Sabiduría volviendo la cabeza hacia el Espíritu Santo en forma de paloma, la Constancia aferrándose a una columna y con una espada sobre el fuego, y la Castidad castigando a un Cupido con un azote. El colorido es muy rico en matices y la pincelada generosa, decidida y suelta.
De vuelta a Madrid, siendo secretario de la Sección de Arquitectura de la Academia de San Fernando, la parroquia vianesa le encargó varios trabajos. En 1795 remitió las trazas de un tabernáculo para el altar mayor, construido por Antonio Rubio en 1816. Es un templete neoclásico que puso de moda en España Ventura Rodríguez. Igualmente envió diseños de mesas de altar y de tres monumentos de Semana Santa para la propia iglesia y para sus filiales de Aras y Bargota. Dichos monumentos los pintó un tal Garrido y no se han conservado. En 1798 le encargaron los diseños de ramos de plata y de una cruz procesional, esta última realizada en Logroño por los plateros Urra y Zaporta. Todos estos diseños los hizo Paret, ya en los últimos años de su vida, en un estilo decididamente neoclásico.
También importante es la obra ornamental que realizó para Pamplona. El pintor pasó por esta ciudad en 1788 y su ayuntamiento le encargó los proyectos para las diversas fuentes que, con ocasión de la traída de las aguas de Subiza, iban a levantar en la ciudad.
Se conservan nueve dibujos con su firma en el Archivo Municipal y se construyeron las fuentes en los lugares siguientes: una en la Plaza del Castillo de la que solamente se conserva la alegoría de la Abundancia, la popular Mariblanca, actualmente en los jardines de la Taconera. Otra en este último lugar llamada de Neptuno, por su remate, ahora colocada en la Plaza del Consejo. Otra en la Plazuela de la Navarrería, otra en la Plaza de la Fruta, hoy ubicada en la Plaza de las Recoletas y finalmente otra en la Plaza del Consejo, cuyos restos adornan el palacio del conde de Guenduláin.
Son de arquitectura neoclásica, de formas macizas, la mayor parte de ellas en forma de obelisco rematado por figuras o elegantes jarrones y con adornos de florones y guirnaldas colgantes de laurel muy al gusto de la época.
Bibliografía
J.A. Gaya Nuño, Luis Paret y Alcázar, en “Bol. Soc. Esp. de Excursiones” (Madrid, LVI, 1952), p. 114 y ss.; F.J. Sánchez Cantón, Para la biografía de Luis Paret, en “Correo Erudito” (Madrid), III, p. 19 y s. M.L. Caturla, Paret de Goya coetáneo y dispar, en “Goya” (Zaragoza, 1949), p. 35 y ss. O. Delegado, Paret y Alcázar (Madrid, 1957). J.E. Uranga Galdiano, La obra de Luis Paret en Navarra, en “Príncipe de Viana” (Pamplona, 1948), p. 265-275; Los cuadros de Paret en Viana, Idem (1949), p. 47-49. J.C. Labeaga Mendiola, Viana, monumental y artística (Pamplona, 1984), p. 364-377.