LARRA
Macizo situado en el Pirineo navarro. Forma parte de una unidad geológico-estructural de naturaleza fundamentalmente calcárea que se extiende a ambos lados de la frontera franco española y abarca, en el lado español, territorios de Navarra y Huesca, en término de Isaba. En la vertiente meridional se localizan las cabeceras de los valles de Roncal y de Ansó, mientras que al norte se sitúa el valle francés de Sainte Engrace. También se conoce con el nombre de Piedra de San Martín.
El relieve es abrupto y la altitud considerable. El pico de Anie (2.507 m) situado en territorio francés es el más alto de la región y la cumbre pirenaica más occidental que sobrepasa los 2.500 m. Otras cimas destacadas son la Mesa de los Tres Reyes (2.428 m), máxima cota de Navarra, Petrechema (2.374 m), Arlás (2.044 m), Lákora (1.877 m), etc.
Los aproximadamente 120 km2 de la unidad corresponden a la cobertera mesozoica que recubre las rocas aleozoicas y permotriásicas de la Zona Axial Pirenaica. Precisamente el afloramiento de este basamento en la cabecera de la vertiente de Lescun constituye el límite oriental del Macizo de la Piedra de San Martín. Está constituida principalmente por rocas carbonatadas del Cretácico superior; la formación que alcanza mayor desarrollo, con un espesor aproximado de 250 a 300 metros, es la denominada “caliza de los cañones”, perteneciente al Santoniense. También existen afloramientos más reducidos de calizas con silicificaciones, de tonos más oscuros, de calcoesquistos y de flysch esquistoso-arenoso que corresponden a la parte alta del Cretácico superior.
Las citadas rocas mesozoicas se apoyan discordantemente sobre materiales triásicos y paleozoicos. Todo el conjunto presenta inmersión hacia el oeste. Además, el zócalo inclinado hacia el norte, y basculado por fallas, condiciona el buzamiento general (10 a 30º hacia el norte) de la serie cretácica. Esto le permite ocupar los afloramientos durante unos 2.000 metros de desnivel entre la cumbre del Anie (2.507 m) y el fondo del valle de Sainte Engrace.
En el valle de Sainte Engrace, dicha disposición estructural choca con una importante fractura de dirección aproximada E-0 que forma parte del denominado Accidente Frontal Norpirenaico.
Las características litológicas, estructurales y climáticas han condicionado el desarrollo de un importante sistema kárstico en el macizo de la Piedra de San Martín. Las formas exokársticas son el elemento más destacado del paisaje de la región. En la extensa zona donde afloran las calizas santonienses, como ocurre en el sector denominado Larra, los suelos son escasos y los lapiaces desnudos ocupan la mayor parte del terreno. Son frecuentes las simas, a menudo desarrolladas a favor de la densa red de fracturas, así como los valles ciegos y otras depresiones cerradas.
En profundidad, el karst parece desarrollarse principalmente en forma de simas verticales que con desniveles de unos 300 m alcanzan la base de la serie carbonatada cretácica. A ese nivel, una serie de galerías confluyen hacia el valle de Sainte Engrace, a causa de la disposición estructural.
El clima del macizo de la Piedra de San Martín puede catalogarse como oceánico y de montaña, siendo los frentes procedentes del O-NO los que acarrean las principales precipitaciones. A partir de los 1.000 m de altitud es frecuente encontrar nieve entre los meses de noviembre y junio, conservándose neveros durante más tiempo en numerosas depresiones kársticas y en particular en el interior de algunas simas. La precipitación anual supera los 2.000 mm, prácticamente en toda la zona considerada; existen registros de 2.750 mm a 1.460 m de altitud y de 3.330 mm a 1.590 m, correspondiendo ambas cifras a la media durante un período de varios años. Existe un máximo de precipitación en otoño y otro, ligeramente menos importante en primavera. Las precipitaciones invernales son algo mayores que las del verano y en buena parte en forma de nieve.
En cuanto a la temperatura, los veranos son relativamente frescos y puede estimarse que cada 100 m de elevación, la temperatura media anual desciende aproximadamente 0,5º C.
El notable desarrollo de la fracturación y la karstificación sobre el macizo de la Piedra de San Martín condiciona que la mayor parte de la circulación hídrica se realice de forma subterránea. La circulación del agua condicionada por el lecho impermeable de esquistos paleozoicos. Sin embargo, en ciertos lugares, como en la Sala de la Verna, puede ser rebasado este nivel y la karstificación prosigue en las capas carbonatadas del Paleozoico.
Cabe suponer la existencia de un embalse subterráneo que se extendería desde el valle de Sainte Engrace hasta el Rincón de Belagua y sería drenado por las surgencias de Illamina y Bentia situadas en el fondo del valle. El módulo anual de la surgencia de Illamina es de 5.640 l/seg.; el mínimo 350 l/seg. y el máximo 49.000 l/seg. Los valores correspondientes a Bentia son 2.370 l/seg. de módulo anual, 330 l/seg. valor mínimo y 20.000 l/seg. máximo (Ravier, F. 1954).
Extrapolando los datos del balance hídrico, elaborado para el sector correspondiente a Navarra (40 km2) a todo el macizo con un área de 120 km2 (65 km2 en el lado francés y 55 km2 en el lado español, de los cuales 40 km2 corresponden a Navarra) con una precipitación anual de 2.500 mm, se obtienen unos recursos hídricos subterráneos de unos 240 Hm3/año que van a alimentar el citado acuífero. De ellos unos 75 Hm3/año proceden de territorio navarro y alrededor de 30 Hm3/año de la parte de Huesca y el resto del lado francés.
Reserva natural
Declarada por la Ley Foral 6/1987, de 10 de abril, de normas urbanísticas regionales para protección y uso del territorio. Tiene una superficie de 2.353 Ha que sumadas a las 309 de la reserva integral de Ukerdi, que está englobada dentro de la reserva natural de Larra, y a las 175 Ha de la también reserva integral de Aztaparreta, con la que contacta por el suroeste, forman un conjunto de 2.837 Ha de espacios protegidos, el mayor de la Comunidad Foral.
El terreno es comunal del Valle de Roncal y se encuentra comprendido entre los 1.100 m y los 2.428 m de altitud de la Mesa de los Tres Reyes. En el perímetro de la reserva se encuentran otras altas cumbres de nuestra geografía: Añelarra, 2.346 m, Budoguía, 2.305 m, Arlás, 2.044 m y Lapazarra, 1.771 m.
Toda la reserva forma parte del gran macizo kárstico y su superficie muestra un relieve con numerosas crestas, dolinas y lapiaces, signos exteriores de la compleja red de galerías internas que conforman uno de los mayores sistemas subterráneos. Entre el blanco roquedo calizo se abren innumerables simas, algunas de las cuales alcanzan las mayores profundidades del mundo como la famosa sima de San Martín o Illaminako ateak, que rondan los 1.400 m de desnivel desde la boca.
En la reserva están representados varios pisos de vegetación:
El piso alpino no existe propiamente, pudiendo hablarse de pastos matorrales alpinoides en las cumbres más altas (Mesa de los Tres Reyes, Budoguía y Añelarra); muchas de sus plantas son endémicas y encuentran aquí su límite occidental de distribución pirenaica y en algunos cursos en borde biogeográfico europeo; en las comunidades con Elyna myosuroides y Oxytropis foucaudii se integran especies sobresalientes como Anthyllis vulneraria ssp. pyrenaica, Festuca pyrenaica, Antenaria carpatica, Poa alpina y Dryas octopetala. Hay otras comunidades supraforestales como pastizales de Festuca scoparia, cervunales de Nardus stricta, fisuricolas con Saxifraga longifolia, Thymelaea dioica, Satureja montana, etc. y de gleras y canchales con Crepis pygmaea, Linaria alpina, Minuartia cerastifolia, etc. En estos ambientes las especies de aves más características son la perdiz nival (Lagopus mutus), gorrión alpino (Montifringilla nivalis), acentor alpino (Prunella collaris) y treparriscos (Tichodroma muraria), y los mamíferos ratilla nival (Microtus nivalis), marmota (Marmotta marmotta) y sarrio (Rupicapra rupicapra).
El piso subalpino está caracterizado por la presencia del pino negro (Pinus uncinata), que sustituye al hayedo-abetal paulatinamente a partir de los 1.500 m de altitud y totalmente a partir de los 1.700. Es el árbol más típico de Larra, que salpica el roquedo hundiendo sus raíces en las grietas y alcanzando unos portes apreciables. Las aves que viven en el pinar de pino negro son verderón serrano (Serinus citrinella), piquituerto común (Loxia curvirostra), reyezuelo sencillo (Regulus regulus), mirlo capiblanco (Turdus torquatus) y urogallo (Tetrao urogallus), entre otras. Los mamíferos más típicos son la ardilla (Sciurus vulgaris), armiño (Mustela terminea) y lirón careto (Eliomys quercineus).
El hayedo-abetal cubre las hondonadas y partes más bajas de Larra, pero por la condición limitante de suelo es esquelético, los árboles no tienen un desarrollo muy grande, aunque hay algunos buenos ejemplares. Las especies botánicas más notables son el haya (Fagus sylvatica), abeto (Abies alba), olmo de montaña (Ulmus glabra), tilo (Tilia platyphylos), tejo (Taxus baccata) y serbales (Sorbus aria y Sorbus aucuparia). Son abundantes las salamandras (Salamandra salamandra) y destacan entre las aves la becada (Scolopax rusticola), pico dorsiblanco (Dendrocopos leucotos) y pito negro (Dryocopus martius). Los mamíferos que caracterizan a este bosque en Larra son lirón gris (Glis glis), topillo rojo (Clethrionomys glareolus), marta (Martes martes), jabalí (Sus scrofa) y corzo (Capreolus capreolus). Es aquí donde con más frecuencia se detectan señales de oso pardo (Ursus arctos).
El reconocido valor ecológico de Larra le ha hecho figurar en varios planes y proyectos de protección, desde los años 70. En 1973 en el Plan de Ordenación del valle de Belagua, encargado por la Diputación Foral a los urbanistas Francisco Inza y Fernando Redón, se incluía Larra en un Parque natural, que no llegó a realizarse. En 1975 aparece en el inventario nacional de paisajes sobresalientes, publicado por ICONA (Instituto para la Conservación de la Naturaleza) y en el año 1981 volvió a aparecer en el Inventario abierto de espacios naturales de protección especial, de ICONA y la Dirección General de Urbanismo, pero en ambas ocasiones sin resultados prácticos. El Plan General de Ordenación del municipio de Isaba calificó a Larra como zona no urbanizable de especial protección, dentro de un área mayor titulada reserva ecológica. El Estudio del medio físico de Navarra, realizado por el Instituto del Suelo, por encargo del Instituto de Estudios Territoriales, en el año 1985, proponía la protección de Larra como reserva natural, lo que fue asumido por el Gobierno de Navarra y aprobado por el Parlamento Foral en la Ley de normas urbanísticas regionales citada.
A mediados de los años 80 surgieron varias iniciativas para reactivar la economía de la zona, entre ellas la promoción de actividades capaces de atraer turismo. En este contexto se abrió una pista de esquí* de fondo en la zona de Eskilzarra. (Reserva natural*. Espacios protegidos*).