ALFABETIZACIÓN
ALFABETIZACIÓN
Los cálculos cuantitativos rigurosos sobre las tasas de alfabetización no se elaboran en España sino con la normalización de los censos de población, que empieza a tener lugar en 1857. Para períodos anteriores, se ha acudido en algunas zonas de Europa al estudio de la firma de los cónyuges en las actas matrimoniales; pero esto, además de tener un valor de alcance discutible -aunque no es en ningún caso desdeñable- no se ha podido efectuar en Navarra porque, hasta el siglo XIX, las actas sólo las suscribían los párrocos.
Hay indicios de que el problema fue tratado en fechas inusualmente tempranas. En las Cortes navarras que se reunieron en Pamplona en 1678, se aprobaría una ley -la 75- cuya exposición de motivos contiene este dictamen sobre lo que a la sazón ocurría en el reino: “Se han experimentado grandes inconvenientes por ser muchos los preceptores y maestros de gramática que se van introduciendo en diferentes pueblos de este reino, en consideración de que en algunos lugares de corta población los han puesto con salario de los mismos pueblos y con estipendio de los estudiantes, y no se logra el fin de la enseñanza, porque con el gran número de los que se introducen a maestros, son pocos los hábiles y suficientes, y también es corto el concurso de los discípulos de cada maestro, con que cesa el ejercicio y competencia que entre los condiscípulos adelanta más la enseñanza y actitud de ellos, y por esto salen muy poco aprovechados: y sin embargo de ello y su corta suficiencia, quieren seguir el rumbo de estudiantes, y son muy pocos los que se aplican a la labranza y otros oficios que son precisos para la cultura de los campos, y otros gremios necesarios para el reino”.
Por estas razones, pedían las Cortes que se prohibiera que hubiese preceptor o maestro de gramática en los pueblos con menos de cuatrocientos vecinos. Y todavía endureció el rey la medida al decretar que se prohibiera en los menores de seiscientos, prácticamente en todos los de aquella Navarra, a excepción de las cabezas de merindad. El XVII fue en toda España una centuria de preocupaciones por el abandono en que se hallaban los campos, por falta de brazos, por lo que la norma navarra se entiende en el contexto de las castellanas que insisten, por ejemplo, en la necesidad de limitar la entrada en las órdenes religiosas masculinas, por esa misma causa.
El texto revela el interés por generalizar la enseñanza de las primeras letras, tendencia que en los demás estados de Europa, con las excepciones principales de Escocia y Prusia, no suele registrarse sino en el XVIII. La preocupación por la enseñanza elemental no era tanto un empeño de las autoridades -como sucedería en Prusia- como una tendencia social.
Las Cortes de 1780-1781 aprobaron (Ley 41) lo que puede considerarse el primer reglamento general de Navarra para el establecimiento de escuelas. Hizo obligatoria la escolarización entre los cinco y los doce años. Por su incumplimiento, volvieron a legislar las Cortes de 1828-1829, de las que surtió la Junta Superior de Educación* con sus filiales locales. Al acabar el siglo XVIII el número de maestros (311 según el censo de 1797) superaba ya el de municipios, aunque distaba mucho del número de pueblos. En 1842 Navarra contaba con un total de 418 maestros; en 1843, 494 (incluidas 72 maestras); y en 1849, 509. Si el número de maestros se incrementaba el de escuelas permanecía estable; un total de 303 en 1797 y 305 en 1842. Fue en 1870 cuando el número de escuelas pasó a ser 699.
En 1870, cuando más de setenta de cada cien españoles eran analfabetos, Navarra se situaba cerca de la media nacional pero ya ligeramente por debajo, con un 64,66 por ciento de analfabetos totales y un 7,09 de gentes que sabían sólo leer. En 1910, la situación era ya claramente favorable; por regiones, iban a la cabeza las Vascongadas, con 37,94 por ciento de analfabetismo, seguidas por Castilla la Vieja (41,08) y Navarra (43,41), siendo la media española 59,35. Veinte años después se habían experimentado los efectos de las campañas alfabetizadoras que propició la Dictadura de Primo de Rivera; a excepción de Álava y Barcelona, que tenía menos del 25 por ciento, las provincias con menor tasa de analfabetismo (entre 25 y 30) eran las otras vascongadas (Vizcaya y Guipúzcoa), varias de las castellanoviejas (Segovia, Santander y Burgos), Madrid, Oviedo y Navarra.
El analfabetismo sería prácticamente erradicado de Navarra durante los tres lustros que siguieron a la guerra de 1936-1939.
En el curso 1974-75, en educación preescolar cursaban estudios un total de 18.088 alumnos (6.856 en centros estatales y 11.232 en privados); en el curso 1984-85 el número de alumnos ascendió a 22.442 (11.695 en centros estatales y 10.747 en privados).
Bibliografía
Jesús Tanco Lerga, Historia de la enseñanza (Pamplona, s.a.) “Temas de Cultura Popular”, 204. J.R. Castro, La enseñanza en Tudela en el siglo XVI (Zaragoza, 1939). María Esther Guibert Navaz, Las Escuelas Normales de primeras letras de Navarra, “Príncipe de Viana”, 43 (1982). ídem, Historia de la Escuela Normal de Navarra (1831-19.11) (Pamplona 1983).