PROSTITUCIÓN
PROSTITUCIÓN
El comercio de las relaciones sexuales, constituye una realidad histórica en Navarra como en el resto del mundo. En Navarra los testimonios de los siglos XVI y XVII muestran una imagen más laxa que la de los documentos del XIX y la primera mitad del XX.
Para entender esto debe tenerse en cuenta que en todo el mundo cristiano la moral sexual experimenta un proceso de endurecimiento desde el siglo XIII, y en especial desde el XVI; endurecimiento que llega a su apogeo en el XIX, como práctica social, y en el XX como doctrina. No se trata sólo de que en la Navarra del quinientos o del seiscientos hubiera una práctica del lenocinio mayor que en el ochocientos, sino que las relaciones sexuales en sí -prostituidas o no- eran más flexibles. Estos testimonios, al tratarse sobre todo de textos legales -como cualesquiera consideraciones generales y estimaciones globales, cualitativas y no cuantitativas- han de ser tenidos en cuenta con cautela.
Pero, con todo, no parece quepa duda de que las actitudes sociales que reflejan los documentos anteriores a 1800 -ante la prostitución y, en general, las relaciones sexuales, son menos rigurosas que las que se perciben después.
Resulta significativo en el siglo XVI el conjunto de consideraciones que contiene la ley 31 de las Cortes navarras de 1569 para justificar las penas que se imponen a los criados que hubieran tenido trato carnal con criadas, nodrizas, hijas o deudas de sus amos. Fija un cuadro de castigo que llega a la “muerte natural” en el caso del que “siendo familiar, y del ministerio y servicio, y criado de casa, se envolviere con la hija o parienta de su amo”.
En 1583 las mismas Cortes ordenaron la expatriación de las alcahuetas -junto a vagamundos, ladrones y gitanos- orden poco efectiva, y en 1684 acordaron que se hiciera una cárcel para las “mujeres sensuales”; alegando que para la erradicación de vicio el destierro no era efectivo, puesto que podían continuar con sus prácticas o volvían a sus lugares de origen con mañas. La ley, no sólo penaba a las prostitutas, sino también a las encubridoras o alcahuetas con cien azotes y cárcel.
Dos siglos más tarde debe señalarse el dictamen de la comisión provincial reunida entre 1884 y 1885 a instancias del Gobierno de Madrid, como en el resto de España, para hacer acopio sobre la situación de las clases trabajadoras. En el se aducen como principales causas de la prostitución la pobreza, el afán de lujo y el corto salario de las sirvientas, junto con la seducción del hombre. El servicio doméstico es considerado por esas fechas como origen de muchas de las prostitutas que ejercían su oficio en “las numerosas casas llamadas de citas”, y se habla de las numerosas mujeres llamadas “ganchos” que se dedicaban a buscar jóvenes para entregarlas al vicio, sobre todo en los hospitales.
En cuanto a la promiscuidad de las relaciones sexuales, la “Memoria” de la comisión elaborada en 1885 asegura que el concubinato era muy raro entre las clases populares, afirmación ratificada por el gran número de informes locales que niegan la existencia del adulterio en Pamplona y resto de la región. La ausencia o escasez de este tipo de relaciones no implicaba la inexistencia de la prostitución, que se acantonaba en el barrio de los Descalzos en los últimos años del siglo XIX y primeros del siglo XX. Un dato de consideración es que la proporción de hijos ilegítimos en el conjunto de Navarra era de poco más de cinco de cada cien, notablemente menos que los de otras latitudes aunque es una cifra no despreciable.
En líneas generales, se puede afirmar como tendencia que el relativo carácter excepcional de las relaciones sexuales extramatrimoniales en Navarra se mantuvo hasta los años cincuenta del siglo XX y que, un cuarto de siglo después -cuando las costumbres ciertamente habían cambiado- seguía siendo cierto que la convivencia con un sólo hombre se aducía como motivo principal de que las navarras dieran el índice más bajo de España en determinadas enfermedades específicas.