SINDICATO AGRÍCOLA
SINDICATO AGRÍCOLA
El sindicalismo agrícola se desenvuelve en España (y en Navarra) desde la promulgación de la ley de 1906, que estipulaba diversas exenciones fiscales para sus actividades propiamente económicas; no obstante, la norma sufrió un proceso de interpretación que hizo que su aplicación más beneficiosa no se hiciera realidad sino desde 1914. Sobre todo en el caso de Navarra, la ley de 1906 sirvió como impulso para un conjunto de preocupaciones -las de los agraristas de la época- que no siempre acudieron sin embargo, a los beneficios de esa norma. En Navarra, la autonomía fiscal la hacía en realidad irrelevante, y los establecimientos interesados en las exenciones hubieron de procurársela de la Diputación, al margen de lo que estipulara la ley. Esto tuvo, por tanto, una influencia indirecta, más ejemplar que propiamente fiscal, para el nacimiento de los Sindicatos agrícolas de Navarra.
La creación misma de los Sindicatos obedeció aquí -más que en ninguna otra parte- al mero afán de imitar lo que se comenzaba a hacer en otras regiones; por la sencilla razón de que el fin principal de estas instituciones, el fomento de la cooperación ya lo estaban llevando a cabo desde su aparición en Navarra en 1902, las Cajas Rurales*.
De hecho, todo invita a creer que los primeros Sindicatos agrícolas navarros fueron un mero complemento de aquéllas, y que nunca pasaron de tal. E incluso que, en los más de los casos, quedaron en poco más que letra muerta: en instituciones creadas para formar una sola estructura organizativa con las Cajas rurales, estructura que no obstante quedó en mero proyecto o muy poco más.
De la conveniencia de organizarlos se hablaba ya en la asamblea diocesana de Pamplona de agosto de 1906, siete meses después de promulgarse la ley. Al parecer, el activista socialcristiano navarro Antonino Yoldi* creyó entender que, en virtud de esa norma, no podía existir en un solo lugar más de un Sindicato agrícola, y eso le indujo a dar impulso a su formación en toda Navarra, a fin de impedir que se constituyeran los “puramente laicos y tal vez socialistas”. La ley no decía tal cosa; pero, en virtud de tal empeño, antes de que mediase 1907 había 37 -de carácter católico- legalmente formados: 15 en la merindad de Estella (ámbito principal de los trabajos de Yoldi), 13 en la de las Montañas y 9 en la de Sangüesa. A los que aún se sumarían otros 18 antes de que terminase el año. Y en esto pararon; al comenzar 1909 ya no había siquiera 55 sino 53 en toda la región.
Según los propósitos del propio Yoldi, la organización sindical agraria de Navarra habría de articularse en tres niveles: habría un gran Sindicato Agrícola Navarro, Sindicatos de distrito en la cabecera de cada una de las cinco merindades y “Sindicatos rurales” de uno o de varios pueblos de un mismo Ayuntamiento. Su objeto era el cooperativismo en todo lo que no atañía al crédito (que era la ocupación de las Cajas rurales): seguros mutuos, compra y ventas colectivas y cooperativas de producción de aprovechamiento agrícola.
En la práctica, casi nada de esto salió adelante, porque esas actividades cooperativas no crediticias surgieron en casi todos los casos de las mismas Cajas rurales. De hecho, el Sindicato agrícola provincial no se inscribió en el registro civil de asociaciones hasta 1913 y, de todos los demás, sólo lo harían en principio los de Olite, Cortes y Tudela (1910), Cintruénigo y Estella (1913) y Lodosa (1916).
Casi todos estos Sindicatos fueron católicos. Entre los labradores navarros, hay alguna vaga constancia de introducción del socialismo a comienzos del siglo XX; sólo durante la II República las células ugetistas se multiplicaron con rapidez; aunque sus miembros constituyeron siempre una parte relativamente pequeña del campesinado. En octubre de 1931 contaba la UGT con 1.362 campesinos navarros, distribuidos en un número de secciones de trabajadores agrícolas que ascendía en enero de 1932 a 73. La mayor parte de ellas se encontraba en la mitad meridional (UGT*).
En menor medida se extendió el anarcosindicalismo*, que cristalizó en toda España en 1911 con la creación de la CNT y su posterior aceptación del credo ácrata. No hay datos fidedignos sobre su extensión en Navarra. En marzo de 1920, su órgano periódico “Solidaridad obrera” vendía sólo 512 ejemplares entre la Rioja y Navarra. Pero durante la República (1931-1936) alcanzó un desarrollo notable, aunque muy localizado en algunos pueblos, como Miranda de Arga. En Pamplona, el mitin cenetista de abril de 1935 lograría reunir 5.000 asistentes. CNT y UGT desaparecieron con la guerra de 1936.
Bibliografía
J. Andrés-Gallego: El pensamiento y la acción social de la Iglesia en España, c. 1840-1914 (Madrid 1984).-Del mismo: Sobre el inicio de la política obrera contemporánea en Navarra, “Príncipe de Viana”, núm. 150-151(1978), p. 335-375.