ECAY
Categoría histórica: Lugar.
Categoría administrativa: Concejo del Valle de Lónguida.
Partido Judicial: Aoiz.
Merindad: Sangüesa.
Comarca: Cuenca de Lumbier-Aoiz.
Población (1986): 89 habitantes de hecho, 86 de derecho.
Altitud: 498 m.
Distancia a Pamplona: 26 km.
Comunicaciones: Situado en la comarcal NA-172, Aoiz-Burguete.
Geografía
Limita al N con Aoiz, al S con Villaveta, al E con Anoz y al O con Olleta.
Industrias de productos químicos básicos (23 obreros) y del mueble de madera (19). Efectuada la concentración parcelaria (v. Aoiz). Comunes, 6 ha de cultivo, 2 de monte maderable.
El monasterio de Leire recibió por donación en 1058 una casa del lugar con sus dependencias y un “molino”. Los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén también poseyeron heredades en su término desde el siglo XIII.
Hasta los comienzos del XIX gobernaban el lugar el diputado del valle de Lónguida y un regidor elegido entre los vecinos. En 1847 su principal vía de comunicación era un camino carretil hacia Pamplona. En el siglo XX contó además con el ferrocarril del Irati* y con caja rural.
El centro hospitalario de Ecay perteneció a la Colegiata de Roncesvalles, y posiblemente por hallarse en el camino de Lumbier, Sangúesa y Pamplona, fue Hospital de Peregrinos. A mediados del siglo XIX poseía tierras y viñedos que rentaban en 1843 unos sesenta robos de trigo al año. Se desconoce la fecha en que dejó de cumplir la función del Hospital.
Palacio
Aparece como de cabo de armería en la nómina oficial del Reino. El año 1621 inició procedimiento para obtener plaza como caballero remisionado su poseedor don Alejos Ruiz de Murillo. En 1727 don Miguel de Balanza, dueño del mayorazgo de Almoravid y de este palacio, litigó con el fiscal y patrimonial par lograr el rebate de cuarteles.
Arte
Dada la proximidad de Ecay al antiguo camino de peregrinos o “camino francés” a Compostela, cabe pensar que gozara de florecimiento económico y artístico durante la Edad Media, tal y como todavía se advierte en la parroquia de San Martín y queda confirmado por los documentos. El templo, construido sobre el punto más alto del pueblo, se halla bajo la advocación del “apóstol de las Galias”, San Martín de Tours, obispo y confesor. Es un pequeño edificio, realizado en piedra, de acusado carácter rural. Presenta en planta una sola nave cubierta con bóveda de medio cañón apuntado sobre arcos fajones que apean en ménsulas situadas a mitad de altura de los muros. El ábside de su cabecera se cubre con bóveda de horno precedida de tramo abovedado con cañón apuntado. La luz llega al interior a través de la puerta de ingreso, abierta en el segundo tramo del muro de la epístola y de la estrecha ventana que se localiza en el centro del ábside. Su portada presenta arco de medio punto rebajado y siete arquivoltas sin decorar que apoyan en finos baquetones unidos por una moldura ornada con decoración incisa de roleos. Entre el primitivo tejaroz que la protegía, del que quedan algunos modillones, y el tejadillo actual, colocado en un lugar más alto, se sitúa un crismón en bajorelieve. La torre campanario se encuentra adosada a los pies del templo; es de dos cuerpos y del mismo material que aquel. A ella se accede por el interior desde el coro, situado en alto y en el último tramo de la nave. Por las características formales señaladas en su arquitectura la iglesia parece corresponder a una fecha avanzada dentro del siglo XIII, acorde con una tradición románica tardía. En época posterior, siglos XVI a XVII, le fueron añadidas sendas capillas laterales junto a la cabecera, de planta rectangular y testero recto, a las que se dotó de bóveda de cañón como sistema de cubierta. Finalmente, se le incorporó una pequeña sacristía en el lado de la epístola, junto a la capilla mayor, a la que se accede directamente desde el presbiterio.
En su interior el mobiliario hoy es escaso y de época y estilo muy posteriores al edificio. De época medieval únicamente se conserva una imagen, en madera policromada, de Santa María entronizada con el Hijo sobre su regazo que, a pesar de su restauración, aún conserva los rasgos de un modelo original románico avanzado. Se localiza en la capilla correspondiente al lado del evangelio, aún cuando se sabe documentalmente que en otro tiempo se encontraba en el retablo mayor, junto a la imagen titular de San Martín. El retablo mayor ocupa todo el frente de la cabecera. Es obra de carácter popular, en estilo barroco, configurada por un solo cuerpo de tres calles y coronamiento. Su traza y mazonería se deben a Juan San Miguel, maestro-arquitecto y ebanista de la villa de Urroz, al que se le pagaron tres mil cien reales en 1725. La imagen central del santo obispo de Tours, en madera policromada, parece corresponder a un retablo anterior al actual, (siglo XVII) mientras que los dos lienzos que la franquean, con San Fermín y San Francisco Javier, son obra del pintor José Aloza, quien recibió por ellos la suma de ochocientos treinta y dos reales en 1713. En las capillas laterales hubo “altares antiguos”, el uno de San Blas y el otro de Santa Catalina que han desaparecido.
Pero el mejor ornato del templo lo constituían, originariamente, sus pinturas murales que, formando diversas composiciones, cubrían la capilla mayor y las paredes laterales. Al cabo del tiempo y quizá debido a su deterioro se consideró oportuno ocultarlas, para lo cual se dispuso un gran retablo de mazonería en la cabecera y se cubrió con cal el resto de los muros. La decoración mejor conservada es aquella que ocupa la parte media e inferior del ábside, oculta por el retablo mayor. Allí se representan pasajes de la leyenda de San Marín encuadrados por fingidas arquitecturas y enriquecidas por textos explicativos de su significado en la parte inferior de cada escena. De izquierda a derecha se encuentran: La aparición de Cristo a San Martín, el Milagro del pino derribado, la Resurrección de un catecúmeno por el Santo y la Consagración de Martín como obispo de Tours. Del mismo estilo son otras composiciones semiocultas por el enlucido que ocupan la parte derecha del presbiterio y el segundo tramo del lado del evangelio. Allí se reconocen la Detención de San Blas, obispo de Sebasta, por orden del gobernador romano, y a San Cristóbal con el Niño sobre su hombro izquierdo, respectivamente. Estilísticamente todas ellas pertenecen al estilo “franco gótico” o lineal, obediente a modelos pictóricos de influencia francesa, de cuidadoso dibujo y brillante policromía. Se propone su adscripción al taller o talleres que desarrollaron su actividad en la zona pamplonesa del sureste y en el norte de la provincia de Zaragoza durante el segundo tercio del siglo XIV, con interesantes realizaciones en el campo de la pintura mural y de la pintura sobre tabla.
Cultura y esparcimiento
Las fiestas patronales en honor de San Martín se celebran el 11 de octubre.