ARTAIZ
Categoría histórica: Lugar.
Categoría administrativa: Concejo del municipio de Unciti.
Partido Judicial: Aoiz.
Merindad: Sangüesa.
Comarca: Cuenca Lumbier-Aoiz.
Población en 1986: 39 de hecho, 39 de derecho.
Altitud: 600 m
Distancia a Pamplona: 23,5 km
Comunicaciones: Carretera local que enlaza cerca de Urroz con la NA-150, Pamplona-Aoiz-Lumbier, y con la N-240 (Pamplona-Huesca), cerca de Monreal.
Geografía
Situado al N del valle de Unciti, limita al N con Urroz, al S con Najurieta, al E con Zuazu (Izagaondoa) y al O con Unciti. En 1966 se efectuó la concentración parcelaria, sobre 210 Ha de 18 propietarios; las 475 parcelas quedaron reducidas a 70. Cuenta con 141 Ha de comunes (105 de pastos, 27 de monte maderable y 8 de secano).
Antiguo lugar de señorío plurinobiliario. Figura en el “Libro del Rediezmo” de 1268 con la grafía “Artaytz”, dentro ya del vale de Unciti. Las heredades de la familia Almoravid estaban confiscadas por la Corona a finales del siglo XIII. Los “labradores” sujetos a pecha sólo eran la tercera parte en 1366 y la séptima en 1427. En esta última fecha debían anualmente a Santa María de Roncesvalles 20 cahíces de trigo, y al mariscal Felipe de Navarra 4 cahíces de trigo, otros tantos de avena y 3 cargas de vino. También poseyeron heredades en el término los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén; 13 collazos a mediados del siglo XIII.
Al comenzar el siglo XIX estaba gobernado por el diputado del valle y los regidores elegidos por los mismos vecinos de Artaiz. En 1849 ya tenía escuela y se le calculaban al pueblo 800 robadas, de ellas 600 en cultivo. Las mejores (340) se dejaban descansar un año y las demás dos o más. Se incluían 140 peonadas de viña y 30 robadas de propios.
Palacio
En 1802, subsistían en pie en el pueblo “un palacio de cabo de armería con su torre fuerte y troneras”. El Libro de Armería del Reino, recopilado en el siglo XVI, registra como armas propias de este solar cinco burelas de sinople en campo de plata, con bordura de pules.
Arte
El monumento más destacado de Artaiz es su Iglesia Parroquial, dedicada a San Martín, que ha sido considerada por su decoración escultórica como el ejemplar más importante del románico rural navarro. En época gótica se vio enriquecida con un conjunto de pinturas murales, que además de su calidad poseen el interés de figurar entre las más antiguas realizaciones de la pintura mural navarra.
Arquitectónicamente responde al modelo más sencillo y usual dentro del románico rural de nuestra región: nave única de cuatro tramos en cuyo lado Sur se encuentra la portada abocinada y provista de tímpano, y ábside semicircular, cubiertas la primera con bóveda de cañón apuntado y el segundo de horno; todo ello debió ejecutarse en la segunda mitad del siglo XII. En el siglo XVI se hicieron algunas reformas y adiciones: se sustituyó la bóveda de los dos tramos más próxima a la cabecera por una de crucería, se construyeron en el lado Norte una capilla y una sacristía, y posiblemente también la torre; el autor de la sacristía fue Juan de Amasa.
El interés fundamental de la iglesia radica en su escultura. En este aspecto conviene diferenciar entre la decoración de la portada -tímpano y capiteles- y la de los modillones y plaquetas de los aleros; la primera sería obra de un buen artífice, relacionado con el taller de Pamplona, pero que emplea también elementos técnicos y formales propios de lo aragonés; la segunda, de calidad muy inferior, debe ser colocada dentro del amplio campo de la escultura rural. En cuanto a su temática, el tímpano presenta el típico crismón, pero flanqueado en este caso por dos estrellas de seis puntas símbolo de Cristo (Cristo-Sol); los capiteles con excepción de dos de ellos, adornado el uno con doble fila de hojas de acanto y el otro con dos arpías, ofrecen una decoración muy compleja en la que se entremezclan animales, vegetales y seres humanos más o menos fantásticos, que algunos han relacionado con la escatología musulmana, en tanto que otros parecen considerarla como un mero juego imaginativo. Los temas de las plaquetas que figuran entre los modillones que sustentan el tejaroz de la portada están bastante claros: San Miguel pesando las almas, la Santa Misa -o la última Cena-, el Descenso de Cristo a los Infiernos, el Sacrificio de Isaac, el Banquete del rico Epulón y una lucha de caballeros; en los modillones, tanto del tejaroz de la portada como del alero del resto del edificio, aparecen los asuntos usuales: músicos, figuras acurrucadas, cabezotas, vasijas, etc.
Son de sumo interés las pinturas murales que cubrían el ábside y que durante mucho tiempo permanecieron ocultas por un retablo barroco; descubiertas en 1958 fueron arrancadas y trasladadas al Museo de Navarra. Han sido fechadas en los años finales del siglo XIII y consideradas como obra de transición al gótico, encuadrándolas dentro de la corriente neobizantina en boga entonces. Representan el tema apocalíptico de la Adoración del Cordero por la iglesia triunfante (Ap. XIV, 1-5), simbolizada por cuatro grupos de personajes bajo arquerías. Su autor, anónimo, realizó también las pinturas más antiguas de la iglesia de San Saturnino de Artajona, por lo que se le suele designar como Maestro de Artajona-Artaiz.
Esta iglesia poseyó dos retablos colaterales de pintura realizados en 1544 por Pedro Durango y Pedro Segura, aunque actualmente sólo se conserva uno dedicado a Santa Catalina. También habría que mencionar un sagrario y varias esculturas -un Cristo, una Virgen y un relieve de San Martín- ejecutados por Pedro de Moret y policromados por Martín de Zalba con anterioridad a 1589. Otra pieza notable es la cruz de plata, obra de Juan Pérez de Zabalza y Gaspar Montalvo fechada en 1627.
El retablo mayor, barroco, que fue desmontado al restaurarse la iglesia y no ha vuelto a su lugar, había sido realizado en 1727 por Juan de Loigorri.
Además de la iglesia son dignos de mención dos Edificios Civiles: una torre gótica del siglo XIV que perteneció a un palacio de cabo de armería y la casa Aldunate, con un interesante patio, ambas en muy mal estado.
Bibliografía
T. Biurrun, El arte románico en Navarra, Pamplona, 1936, p. 672-675. Mª. C. García Gainza, La escultura romanista en Navarra, Pamplona, 1969, p. 116. Mª. del C. Lacarra, Aportación al estudio de la pintura mural gótica en Navarra, Pamplona, 1974, p. 47-55 y 101-104. Idem, Pintura mural gótica, T. C. P. n° 203, p. 4 y 7-10. L. Mª. Lojendio, Navarra románica, Madrid, 1978, p. 209-215. J. E. Uranga y F. Iñiguez, Arte medieval navarro, Pamplona, 1973, vol. II, p. 295-296 y 331-333. B. Zudaire, La abadía de Artaiz, antiguo señorío, en las visitas pastorales (1541-1571). 1982, p. 803-842.