CÍRCULO CATÓLICO
CÍRCULO CATÓLICO
Institución formada por obreros y patronos; de inspiración francesa, en la forma de Círculos católicos de Obreros arranca en 1872; aunque la guerra carlista de 1872-1876, y la efervescencia obrera internacionalista de esos mismos años acabaron con ese primer brote y sólo volvió a apuntar en 1877-1878, para desarrollarse en los años ochenta y noventa como el prototipo del llamado catolicismo social.
En Navarra, los Círculos católicos fueron aún más tardíos porque sus funciones fueron desempeñadas por un tipo distinto de organización autóctona, más alejada del modelo francés, cuyo primer representante fue el Centro escolar dominical de Obreros* fundado en Pamplona en 1881 y luego difundido por algunos pueblos importantes de la región.
Los primeros Círculos católicos navarros propiamente dichos que se conocen datan ya de 1910, en que se legalizan los de Alsasua y Cascante; 1911 (Cáseda, Cortes y Lodosa) y 1912 (Burguete y Luquin). Como nacían en lugares donde la denominación de “obreros” no tenía pleno sentido -sobre todo porque algunos de ellos estuvieron ligados a las Cajas rurales, que no eran propiamente obreras- estos primeros se llamaron sólo “Círculos católicos” en tanto que la denominación completa -“Círculos católicos de obreros”- se extendería entre los surgidos desde 1914 (Lerín y Sesma) y 1915 (Estella).
Estas fundaciones navarras se dieron en todo caso cuando en otras zonas de España habían comenzado a decaer y daba paso a los sindicatos. Sucedió así seguramente porque, en Navarra, los Círculos nacieron con frecuencia por impulso de Cajas rurales* y Sindicatos agrícolas* y no viceversa. Eran en buena parte extensiones culturales y recreativas de tales organismos económicos. Como los primigenios Círculos franceses, alguno de los navarros sirvió de promotor y albergue de entidades económicas. Pero constituyeron la excepción, y acaso no hubo ninguno notable fuera de la Caja de Ahorros que se formó, en 1912, en el Círculo de Alsasua, creado dos años antes.
Los Círculos católicos eran por principio entidades mixtas, de obreros y protectores -a veces, patronos- que pretendían encontrar allí un cauce de convivencia. En la práctica, los más de ellos pararon en casinos económicos; aunque esta función (la de facilitar un lugar de recreo a los trabajadores) no fue tampoco desdeñable, no sólo como forma de beneficencia sino como forma de difusión popular de las maneras de los salones primero aristocráticos y luego burgueses. Los Círculos serían atacados, naturalmente, por las asociaciones revolucionarias de clase, que los consideraron no ya inútiles sino nocivos.
Bibliografía
J. Andrés-Gallego, Sobre el inicio de la política obrera contemporánea en Navarra, 1855-1916, “Príncipe de Viana”, núm. 39 (1978), 335-375. Ídem, El pensamiento y la acción social de la Iglesia en España, c. 1840-1914, (Madrid 1984).