ARQUETA
ARQUETA
Caja de pequeñas dimensiones, con tapa recta o troncopiramidal, generalmente un cofre de material precioso, que recibe el nombre de Arqueta relicario cuando está destinada a guardar las reliquias de los santos.
Posee Navarra dos arquetas de marfil de origen árabe, producto del arte califal; inicialmente debieron de contener perfumes o joyas, pero se convirtieron en relicario al pasar a manos cristianas. El primer ejemplo lo constituye la Arqueta de Fitero, obra de gran calidad realizada en los talleres marfilistas de la España musulmana en el año 966. Es una caja rectangular con tapa plana y dimensiones 128 x 89 x 83 mm. Debió de ser regalada a la Parroquia de Fitero en el siglo XVI. Los cuatro frentes, así como la tapa, están totalmente cubiertos con motivos decorativos vegetales a base de hojas de palmetas, volutas, rosetas de cuatro pétalos y piñas, enmarcados por una orla de comas muy típica de las piezas de la época. La caracteriza el horror vacui, la simetría y el detallismo. Recorre el borde de la tapa una inscripción en caracteres cúficos que reza: “En el nombre de Dios, bendición de Dios y felicidad y dicha y alegría y gracia para su más amado hijo. Entre las (cosas) que hizo en Medina Azahara en el año 355. Hizo (esto) Halaf”. Se trata de una dedicatoria del califa Alhakam a su hijo Abderraman, que murió niño. Piezas muy similares a la arqueta de Fitero son la caja del Instituto Valencia de San Juan y el díptico de Silos, obras del mismo Halaf. Poco posterior a la de Fitero es la también marfileña Arqueta de Leire, en la actualidad en el Museo de Navarra. Consiste en un rectángulo con cubierta troncopiramidal que durante muchos años contuvo las reliquias de las Santas Nunilo y Alodia. Su esquema se adapta al generalizado en este tipo de piezas. Un campo de atauriques, u ornamentos vegetales, con figuras humanas o animales intercaladas, la cubre por completo. Sobre él, y contenidas en medallones polilobulados, se explayan escenas o figuras aisladas. La iconografía es muy rica reproduciendo pasajes de la vida de los califas en los jardines y palacio; los personajes aparecen sentados en tronos sostenidos por leones, beben vino, comen granadas y escuchan música, mientras pajes les abanican y sirven, o combaten montados en caballos y elefantes. En la cara posterior un hombre a pie, armado con lanza y rodela, lucha contra dos leones. Asimismo son abundantes las luchas entre fieras. Los motivos están inspirados en el arte persa de la época de los sasánidas (marfiles, telas…). La ornamentación vegetal a base de arbustos, palmitos y frutos estilizados es muy semejante a la decoración de los revestimientos de mármol esculpido de la Mezquita de Córdoba. Junto a las características ya descritas para la Arqueta de Fitero, la de Leire presenta una figuración en la que está presente la tercera dimensión, las figuras poseen volumen y corporeidad, adoptando en ocasiones posturas escorzadas. Una inscripción cúfica a la vez decorativa y documental, completa la cubierta de la caja. Nos permite conocer al autor del encargo y al destinatario de la obra, Al-Mansur hijo de Almanzor, y la fecha de realización, el año 1005. En otro lugar el artista escribió: “Obra de Faray con sus discípulos”, quienes en diversas placas firman MISAH, JAYR, SA ABADA y RASID. Se trata de una pieza señera de la eboraria hispano-árabe.
Otro destacado conjunto de arquetas está constituido por las procedentes del monasterio riojano de San Millán de la Cogolla, realizadas en el siglo XI, cuando el cenobio pertenecía a la monarquía pamplonesa. El Arca de San Millán se labró el año 1067 por orden de Sancho Garcés IV de Peñalén, siendo abad Blas. Tenía el alma de madera chapada en oro y cubierta con 24 tarjetas de marfil. Soporte y dorados se perdieron cuando el monasterio fue saqueado por las tropas napoleónicas en 1809. Gracias a la descripción de Prudencio de Sandoval, se conoce la primitiva estructura rectangular con tapa a dos vertientes. Los frentes lucían relieves de marfil dispuestos en dos franjas y los testeros placas más pequeñas con los personajes que intervinieron en la obra: los reyes, abades, monjes y artífices, destacados con la inscripción: “ENGELRAM MAGISTRO ET RODOLFO FILIO”. Las escenas narrativas están basadas en la Vita sancti Emiliani escrita por San Braulio. Recientemente se ha reconstruido, con no mucho acierto, el arca con las 16 placas de marfil que se conservan en el cenobio; las restantes se han dispersado por el mundo (Museo Arqueológico de Madrid, Bargello de Florencia, Leningrado, Washington…). El estilo de la talla es muy expresionista, los personajes gesticulan con violencia y las actitudes son dramáticas. Todos los ojos están perforados y rellenos de azabache lo que dota a las miradas de profundidad. El modelado es en ocasiones tosco pero el relieve presenta una recia contextura y un avanzado sentimiento de la forma. Unos años más tarde, en 1090, se construye el Arca de San Felices, asimismo reconstruida recientemente, tras la destrucción de época napoleónica. Era también de madera chapada en oro. La ornaban ocho relieves de marfil y desconocemos su primitiva estructura, pues en 1451 fue restaurada y adornada con una rica cubierta de plata, marfil y pedrería. Hoy sólo se conservan cinco tableros con escenas de la vida de Cristo, uno de ellos en Viena y cuatro en el monasterio. En ellos la técnica eboraria se ajusta plenamente a un románico más contenido, que enlaza con la escultura de las portadas de San Isidoro de León y la Puerta de las Platerías Compostelana.
Son interesantes unas Arquetas pintadas del Monasterio de Fitero fechables a comienzos del siglo XIII y siglo XIV que constituyen dos pequeños cofres pintados “al encausto” con cubierta curva en forma de baúl. Presentan un estilo muy retardatario con figuras toscas, de límites precisos y decoración geométrica de grecas y estrellas. La gama de color se reduce a un encarnado, negro y blanco sin matices. La iconografía plasma, en la primera, a ángeles portadores de antorchas y los emblemas de los Evangelistas, y en la segunda, la escena de las Tres Marías ante el Sepulcro en las dos caras.
Gótico-mudéjar de hacia 1300 es la pequeña Arqueta del Museo de la Colegiata de Roncesvalles. Está realizada en plata dorada cubierta de filigrana de plata, también dorada.
Es un cofrecillo prismático que apoya en las esquinas, en diminutos leones muy estilizados. Los cuatro frentes de la caja y la pirámide truncada que sirve de tapa, están profusamente decorados con filigrana de temas geométricos y vegetales, entre los que se intercalan perlitas en relieve. En la tapadera aparecen los escudos de Navarra y Francia y es probable que hubiera pertenecido a la reina Juana I. Parece proceder de un taller local.
Por otra parte, existe otro tipo de arqueta, llamada Eucarística por estar destinada a contener las formas consagradas. Su estructura es común a las descritas. Destacaremos, por su antigüedad, la Arqueta Eucarística de Fitero, de cobre dorado y decorada con esmaltes* “champlevé” y, por su aparatosidad, la Arqueta Eucarística del Monasterio de Santa María de Tulebras, realizada en 1684 por Bernardo de Peña. Toda ella está cubierta con repujado de plata con motivos florales y animales de simbología eucarística.
Bibliografía
C. Fernández-Ladreda, La Arqueta de Leyre y otras esculturas medievales de Navarra (Pamplona, 1983). J. Gudiol Ricart, Pintura e imaginería románicas. Ars Hispaniae VI (Madrid, 1980), p. 271-274. J. Navascués Palacio, Una joya del arte hispanomusulmán en el camino de Santiago en “Príncipe de Viana”, 25 (1964), p. 239-246 y Aclaraciones sobre mis estudios y conclusiones de la llamada “Arqueta de Leyre” en “Príncipe de Viana”, 37 (1976), p. 375-380. M.C. García Gaínza y otros, Catálogo Monumental de Navarra. Merindad de Tudela I (Pamplona, 1980), p. 398.