ANDELOS
ANDELOS
Núcleo de población de época romana, situado sobre una alta terraza junto al río Arga, en el término municipal actual de Mendigorría. Era sin duda el centro de convocatoria del grupo tribal de los Andelonenses, citados por Plinio el Joven* como civitas estipendiaria del convento jurídico cesaraugustano. El Anónimo de Rávena* lo cita como escala de la vía que unía Caesaraugusta (Zaragoza) con Pompaelo (Pamplona). Su nombre pervivió en el de la villa medieval de Andión*. José Moret* visitó las ruinas y halló y copió inscripciones. Excavaron el lugar S. Rivera Manescau, director del Museo de Valladolid (1941), y B. Taracena*, director del Museo Arqueológico Nacional (1943-1944). La investigación sistemática del yacimiento se inició en 1980, a cargo de M.ª Ángeles Mezquíriz, directora del Museo de Navarra. Las excavaciones han demostrado que existió en el mismo lugar un poblado de la Edad del Hierro que, romanizado en el siglo I a. de C., alcanzó su mayor esplendor en el siglo I-II d. de C. El avanzado desarrollo urbano queda demostrado por su sistema de abastecimiento de aguas. Se ha descubierto a dos kilómetros de distancia en línea recta hacia el oeste, una presa de pantalla plana de 102 metros de longitud y ocho contrafuertes, que recogía las aguas de dos caudalosos barrancos.
También se ha encontrado a unos 500 metros y en la misma dirección, un depósito regulador de 85 metros de largo por 35 de ancho, con capacidad de 7.350 m3, que serviría para asegurar el abastecimiento en temporadas de estiaje.
Se ha podido comprobar la existencia de dos fases de construcción. En su origen fue de tamaño más reducido. Sus paredes de sillarejo sujetaban el terreno y estaban recubiertas por una capa de piedra picada, de 0,40 m de espesor, acabadas con un enlucido hidrófugo que también cubría el pavimento, levando un baquetón o bocel en forma de cuarto de cilindro, en el ángulo formado por las paredes y el fondo. Parece ser que estas paredes no tuvieron suficiente resistencia y se derrumbaron, lo que motivó la construcción de un segundo muro, en gran parte de su perímetro, aunque el muro norte se mantuvo y fue aprovechado, de modo que nos ha permitido conocer los dos tipos de construcción. En la segunda fase se realizó una ampliación del depósito a las dimensiones en que se ha hallado. La parte ampliada no tiene pavimento de argamasa. Este segundo muro, también en sillarejo, se halla reforzado por 37 contrafuertes con una separación entre ellos de metro y medio, y cuya finalidad sería la de aguantar el empuje de la tierra a depósito vacío.
Los sillares que forman el muro son irregulares. En muchos de ellos se notan las huellas de las cuñas empleadas para sacar los bloques de la cantera. En los contrafuertes se alternan hiladas de pequeños sillares con otros de tamaño de su anchura. Sillares de grandes dimensiones, servían de coronación, como puede apreciarse en la parte oeste conservada en toda su altura.
A la ampliación del depósito corresponde, tanto la arqueta de salida de agua, como el muelle y escalera de bajada al interior del depósito. Esta escalera está formada de siete peldaños monolíticos. Se constata que el enlucido de la pared primitiva existe todavía por detrás de ellos. Según Vitrubio, la entrada (in nisarium) y la salida (emisarium) del depósito debían estar situadas diametralmente opuestas con objeto de que el agua recorriera el trayecto más largo posible para que la sedimentación fuera óptima, cosa muy importante en la clarificación de las aguas.
En este caso, la entrada debió ser por un solo punto en el ángulo SW del depósito desembocando en él, posiblemente, por un canal de conducción. En las losas de coronación del mismo, en esta parte, queda clara la erosión efectuada por el agua y sobre la solera del fondo hay una gran piedra de 1,50 m de forma irregular, para soportar el “golpe de agua”.
La salida se halla en el punto más alejado de la entrada, al centro del muro E. Presenta una estructura semejante a la ya descrita en la presa. Hacia el interior dispone de una arqueta o torre de “toma” cuadrangular ue mide 2,70 x 2 m. Tiene el fono de argamasa y en una de sus paredes se aprecian unas piedras salientes, colocadas intencionalmente, no sabemos si para facilitar la bajada dentro de la arqueta, o quiza marcando cotas de medición de la altura del agua. Desde allí una tubería de plomo (Fistulis plumbeis) atraviesa el muro del depósito, facilitando la salida del agua.
En el mismo punto del muro y en su parte exterior se ha descubierto la “camara de llaves”, compuesta por un recinto de 4,5 x 3,20, posiblemente cerrado y al cuidado de un castelorum o encargado de la vigilancia y control del depósito. De él se conserva un gran sillar cuadrado, perforado en sentido horizontal, donde se halla embutido un tubo de plomo que comunica con un orificio vertical, a través del cual, con un artificio adecuado, se permitiría la salida de agua a voluntad (caput aquae). En la presa de Consuegra hay una “toma de agua” que guarda bastante semejanza, tanto en planta como en dimensiones.
Respecto al acueducto que trasladaba el agua a la ciudad, las excavaciones han proporcionado una serie de datos con los que se ha realizado, en dibujo, una reconstrucción de cómo debió ser esta estructura, habiéndose llegado a la conclusión de que se trata de un puente-sifón, con el que se conseguirá la presión necesaria para hacer llegar el agua a la ciudad.
En la campaña de 1987 apareció una estructura que se interpretó como un castellum aquae. Se hallaba cubierta por construcciones medievales en cuyos muros están reaprovechados numerosos sillares de este edificio. Como estas estructuras están, a su vez, completamente degradadas, es posible que habiendo realizado todas las fotografías y dibujos pertinentes, liberemos los sillares reutilizados para tratar de reconstruir la planta del edificio. A través de los restos que quedan, debió poseer una cierta monumentalidad.
Se conserva parte del podio formado por unos grandes sillares de 1 m por 0,60 m que forman su cimentación. Sobre ellos va una hilera de sillares cúbicos de 0,60 m de lado y sobre éstos otra hilera de sillares grandes moldurados. A esta altura, en el interior aparece el suelo recubierto por argamasa, formada por las tres capas: la inferior de canto rodado (Staiumen), la segunda de arena y piedra pequeña (Rudus) y, una capa de cerámica machacada, cal y arena (Nucleus), con reboque final alisando la superficie. La ejecución es idéntica a la de los pavimentos de opus signinum, y es común en los revestimientos hidrófugos de algibes.
En el paramento situado al E hay una serie de acanaladuras en los sillares que nos hacen suponer en la existencia en esta parte de una gran fuente pública y quizá un ninfeo.
Junto al paramento Sur se ha detectado la presencia de numerosos ladrillos redondos, de los utilizados en las suspensurae de las termas, por lo que como una hipótesis de trabajo cabe suponer la presencia de algún establecimiento termal en las inmediaciones.
Para los romanos el Castellum es el edificio donde vierten las aguas conducidas por los acueductos y desde donde parten los conductos que deben distribuirla para el servicio público y los particulares. Suelen ser edificios aislados y cerrados, a veces suntuosos. En Roma Agripa hizo construir ciento treinta y Frontino un siglo después, cuenta doscientos cuarenta y siete. Vitrubio da un detallado estudio de su funcionamiento. Su cuidado estaba confiado a los castellarii.
Las sucesivas excavaciones realizadas en el lugar, han permitido conocer la estructura del asentamiento, con hallazgos interesantes de mosaicos, termas viviendas, calles, etc. (Andión*).
Bibliografía
M.A. Mezquíriz Irujo, M. Unzu Urmenenta, De Hidráulica romana: el abastecimiento de agua a la ciudad romana de Andelos, “Trabajos de Arqueología Navarra”, 7, 1988, p. 237-266.