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AEZKOA, MONTE

Situado en el valle homónimo. Limita al N con Roncesvalles, Changoa y Francia, al E con Francia, La Cuestión e Irati, al S con Villanueva, Orbaitzeta, Orbara y Aria y al O con Garralda y Burguete.

Incluyendo los Puertos Grandes y los yermos, mide 6.309 Ha aunque en el Catálogo de los Montes de Utilidad Pública de Navarra sólo se consignan 4.200 Ha. Alrededor de 2.368 Ha son de pastos, 1.800 Ha de bosque y 27 Ha de cultivo. Nunca perdieron los vecinos del valle el derecho a gozar con sus rebaños mayores y menores las hierbas y el pasto (bellota y hayuco) de estos montes, y para evitar pleitos con los franceses de San Juan de Pie de Puerto y el valle de Cisa, concertaron una facería*. El bosque está formado principalmente por roble y haya. Ha sido explotado por los propios aezcoanos en lo referente a madera y leña para consumo doméstico y, sobre todo, por el Estado con destino a la ferrería de Orbaiceta, desde el siglo XVIII hasta finales del siglo XIX o por medio de subastas públicas, hechas por su Patrimonio Forestal. El cultivo ha tenido siempre poca importancia, habida cuenta de las condiciones naturales, poco propicias para la agricultura, y cada vez la tiene menos: en 1891 había 65 Ha de tierra de labor y en 1981 sólo 16; eran y son cultivadas por vecinos de Aria y Orbaitzeta. Hay asimismo 10 Ha de prados artificiales de secano, que aprovechan vecinos de los dos lugares mencionados y de Villanueva.

Por ley 8/1982, de 31 de marzo, el Estado cedió a la Junta del Valle de Aézcoa la propiedad del monte que había donado al rey dos siglos antes. Hasta el año 1982, el monte Aézcoa ocupaba el número uno en el Catálogo de Montes de Utilidad Pública de Navarra.

La propiedad histórica del monte Aézcoa confluyó en el valle por títulos histórico-jurídicos variados. Los Puertos grandes pertenecían al valle por donación del rey Sancho el Fuerte hecha en el año 1229 bajo la prestación de 4.500 florines anuales para el real erario. Este pago no pudieron afrontarlo los aezcoanos y Juan II incorporó a la Corona los mencionados Puertos Grnades, para devolvérselos en 1462 a perpetuo, reduciendo la pensión anual a 194 florines que se aumentarían hasta 204 en el año 1496 por los reyes Juan y Catalina a instancia de los canónigos de Roncesvalles.

Otra parte del actual monte, los llamados términos yermos y comunes, fueron declarados propiedad del Valle -sentencia de 1 de octubre de 1423- por Lope Jiménez de Lumbier y confirmada, al día siguiente en Tafalla, por Carlos III el Noble. Esta sentencia ponía fin a un largo litigio durante veinte años en el que se probó que la propiedad no era del rey por lo que el ganado que allí pacía estaba exento de la quinta, contribución que el recaudador real exigía a los aezcoanos.

La riqueza mineral del monte fue causa de remotas explotaciones de sus yacimientos. En el año 1432 la reina Blanca de Navarra autorizó a Juan de Ezpeleta y a Yenego Sánchiz de Gúrpide para que levantaran una ferrería en los yermos de Aézcoa para explotar minas en Aribe y otros términos del valle.

Mediado el siglo XVIII, la fábrica estaba arrendada a una vecina de Hernani por un precio de ochenta pesos anuales. Por falta de pago, la fábrica pasó al Vizconde de Echauz en 1780 por treinta y dos años y el pago de cien pesos al año. Este cedió sus derechos al Conde de Ornano hasta que Carlos III de España compró la fundición el año 1784 e hizo un gran establecimiento con salto de agua, dos hornos de fundición, almacenes, casa palacio, iglesia renacentista, cuartel para tropa, viviendas y otras dependencias. La fábrica producía bombas de artillería y lingotes de hierro para ser tratados en las fábricas de armas de Trubia y Oviedo.

Diez años más tarde, la fábrica fue quemada por los franceses, con motivo de la guerra de la Convención. En el año 1813, de nuevo fue inutilizada la fábrica por los franceses al retirarse de ella, en la que habían permanecido desde 1808. Logró recuperarse y en 1844 estaba en plena producción que llegaba incluso a las Indias.

La Real Fábrica de Armas de Orbaiceta se nutrió del material necesario que le proporcionaba el monte Aézcoa hasta que dejó de funcionar en 1884 y doce años más tarde fuera vendida en subasta pública.

En mayo de 1784, el Comisario Ordenador de los Reales Ejércitos, Vicente Domínguez, pasó por Orbaiceta, acompañado de varias personas, con objeto de reconocer la antigua fábrica de hierro así como los montes comunes del valle en los que se apreciaba la existencia de minerales. Enterado el Valle del proyecto real de edificar una nueva fábrica, celebró Junta General el 16 de mayo de 1784 para ofrecer el monte al rey. Este aceptó la donación por real orden comunicada de 22 de octubre, y el 9 de noviembre se reunió en Aribe la Junta General presidida por el alcalde, justicia mayor y capitán a guerra. Asistieron, además del alcalde, un diputado por cada uno de los lugares de Garaioa, Garralda, Aría, Orbara, Orbaitzeta y dos por Villanueva y las Abaurreas, y ciento noventa y dos vecinos con objeto de otorgar poder general para firmar la escritura de cesión.

El 13 de noviembre de 1784 se firmó en Orbaitzeta la escritura entre los apoderados del Valle y el comisionado real por la que aquellos cedían gratuitamente la propiedad y posesión en favor del rey el terreno donde se hallaba la fábrica de hierro, con todos sus montes. El Valle se libraba del pago de 204 florines y reservaba el derecho de goce del ganado, aguas y coste de madera para construir los edificios.

Muy pronto, los aezcoanos comenzaron una larga historia reivindicativa de la propiedad del monte. En 1790 entablaron recurso de nulidad en razón a los vicios apreciados en la escritura de cesión. Y aunque el rey pidió que el regente y el Consejo Real de Navarra le informasen y lo hicieron de manera favorable al valle, en 1827 todavía estaba el expediente sin concluir. El valle hizo un memorial a las Cortes navarras en 1828 en el que se añadían los episodios bélicos con Francia así como los atropellos de los empleados de la Real Fábrica.

Durante la guerra carlista, el valle defendió la fábrica para los liberales del Gobierno y en 1843 solicitaba del rey que resolviera el expediente relacionado con la nulidad de la cesión de los montes de Aézcoa.

El juez de Primera Instancia de Aoiz sentenció, en 1852, denegando la demanda interpuesta por Aézcoa en reconocimiento de nulidad de la escritura de donación de los montes a la Corona. La Audiencia Territorial de Pamplona sentenció en igual sentido la apelación aezcoana, meses después.

El valle acudió a vías extrajudiciales para conseguir la propiedad del Monte. En 1871 y 1885 se solicitó del rey la devolución.

Durante la República el diputado provincial Pedro Beunza expresó por escrito su voluntad en seguir solicitando del Gobierno la reversión de los montes. En 1935 un grupo de diputados a Cortes elaboró una proposición de ley por la que el Estado cedería el dominio del Monte Aézcoa al Valle.

En la década de los setenta se recrudecieron las peticiones; la Junta General del Valle reunida en Aribe el 29 de septiembre de 1977 acordó reiterar la aspiración inmemorial del Valle de recuperar la plena propiedad del monte, expresar a los parlamentarios navarros de Unión de Centro Democrático que la Junta del Valle apoyaría las actuaciones que se proponían efectuar en las Cortes españolas y dirigir al rey para rogar la intervención de la Corona en favor del Valle. Una comisión de trabajo quedó encargada de impulsar las acciones pertinentes para elevar al Consejo de Ministros una propuesta de solución definitiva. Pero la Junta de Aezkoa instó a la Diputación Foral de Navarra que apoyara su postura y ésta hizo suyo el acuerdo de los aezcoanos en mayo de 1979 promoviendo diversas actuaciones políticas.

El real decreto 2.229/1979, de 7 de septiembre cedió el aprovechamiento y disfrute del monte Aezkoa a la Junta del Valle, bajo la gestión técnica de la Diputación Foral. La Junta se hizo cargo de las obligaciones contraídas por el Estado sobre la explotación forestal, como el respetar el contrato vigente hasta el año 1981 con El Irati Forestal S. A. Este contrato se rescindió por escritura de 28 de diciembre de 1979.

Para justificar los derechos del Valle de Aezkoa a la propiedad del monte se encargo un dictamen histórico y jurídico a un catedrático de Historia del Derecho que lo concluyó con fecha de 2 de noviembre de 1979. Al dictamen acompañó un proyecto de ley. Ambos fueron aprobados por la Diputación Foral y por la Junta General extraordinaria de la Aezkoa por lo que la Corporación Foral los remitía el 8 de febrero de 1980 al Gobierno español con el fin de que formulara la correspondiente propuesta de ley a las Cortes.

Tras una larga tramitación administrativa, durante cuyo plazo de tiempo el Parlamento Foral debatió la declaración conjunta de la Junta de Portavoces sobre los montes de Aezkoa, la ley 8/1982 de 31 de marzo de cesión gratuita del monte Aezkoa a la Junta General del Valle del mismo nombre, daba cumplimiento al deseo de los aezcoanos manifestado durante dos siglos.

Bibliografía

Joaquín Salcedo Izu, Reversión del Monte Aézcoa (Pamplona 1987).

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