VILLANUEVA
Lugar y antiguo señorío del valle de Lónguida, Merindad de Sangüesa. Realizada la concentración parcelaria (Meoz*).
Consta todavía con la denominación de Iriberri en el “Libro del Rediezmo” de 1268 en los “Libros de Fuegos” de 1366 y 1427. Su iglesia parroquial está dedicada a San Andrés.
Su historia general es la del valle que lleva por nombre (aunque hasta el siglo XIX se llamó solamente Villanueva; “de Lónguida” se le añadió después para distinguirlo del sinfín de Villanuevas que hay en España, incluida Navarra). Hasta las reformas de 1835-1845 gobernaban el lugar el diputado del valle y un regidor, que se elegía entre los vecinos del pueblo. Tras ellas quedó sometido Villanueva al derecho común. Al mediar el siglo XIX el derecho de presentación del párroco lo ejercía la casa Guirior, de Aoiz; sólo había caminos locales en mediano estado, y funcionaba en el lugar un molino harinero. A comienzos del siglo XX se constituyó una Caja rural.
Arte
La iglesia de San Andrés es un edificio realizado en piedra en época barroca en el emplazamiento de otro más antiguo del que se reaprovecharon algunos materiales, como se advierte por la diferente clase de piedra utilizada. Tiene planta de cruz latina, cabecera de testero recto y esbelta torre campanario adosada a la nave del evangelio, en la zona de los pies. Contrafuertes externos dejan ver la estructura interna de la construcción. Se accede por una puerta de arco de medio punto con puerta sin decoración. En el interior, capilla mayor, crucero, transepto y tramo mediano de la nave, reciben bóveda de lunetos mientras que el tramo de los pies en donde se sitúa el coro se cubre con techumbre plana de madera, la sacristía se adosa a la cabecera por el lado derecho y se comunica con el presbiterio con una puerta adintelada. Su principal mobiliario lo constituyen tres retablos estilo rococó (2.ª mitad del siglo XVIII) localizados en el presbiterio y ambos transeptos. El retablo mayor, dedicado a la escena del Martirio de San Andrés apóstol presenta una buena pintura sobre lienzo de la escuela barroca (2.ª mitad del siglo XVII) con tendencias helenistas, anterior a la mazonería. Menos interés ofrecen los lienzos titulares de los retablos colaterales, dedicados a la Inmaculada Concepción (inspirada en modelos murillescos) y a San Francisco Javier, bastante más modernos que aquél.
Sin embargo, en diversos emplazamientos de la iglesia se conservan algunas imágenes en madera policromada de tendencia romanista y buena calidad (1.ª mitad del siglo XVII) que pueden proceder de un mismo retablo anterior a los actuales. Así, la imagen de la Virgen del Rosario, colocada sobre una peana a la izquierda en el retablo mayor, o la corpulenta figura de San Andrés (¿antiguo titular del templo?) situada en el ático del retablo citado de la Inmaculada, en el transepto del lado del Evangelio. A la misma época y escuela romanista pertenece el Crucificado de tres clavos que se encuentra en la pared de la nave, lado del evangelio.