URANGA GALDIANO, JOSÉ ESTEBAN
URANGA GALDIANO, José Esteban
(Pamplona, 24.11.1898-7.10.1978) Licenciado en Derecho por Deusto y Zaragoza (1918) y en Filosofía y Letras por Madrid, fue depositario de la Diputación Foral de Navarra (1928-1968) y secretario y director de la Institución Príncipe de Viana (1944-1973). Ejerció la abogacía un breve período en el bufete de su tío Pedro Uranga Esnaola*. Vocal de la Comisión de Monumentos de Navarra (1925), académico correspondiente de Bellas Artes (1925), de la Historia (1958), y del Instituto Arqueológico Alemán, concejal de Pamplona (1927-28) y presidente de “Diario de Navarra”, fue figura crucial en la cultura navarra del siglo. Su larga y fecunda actividad puede apreciarse en los siguientes apartados.
Humanista, estudioso del Arte y “hombre de acción más que de pluma”, según J.R. Castro, ya en la Comisión de Monumentos intervino de manera destacada en la recuperación de La Oliva como enclave cisterciense; en la Institución Príncipe de Viana impulsó las restauraciones del palacio de Olite, las catedrales de Pamplona y de Tudela, Santa María de Sangüesa, Irache e Iranzu, San Zoilo de Cáseda, San Pedro de Estella, Santa María de Fitero, el Cerco de Artajona y, acaso de modo destacado, Leire y San Miguel in Excelsis. Leire, abandonado desde la desamortización y ocupado en ocasiones por rebaños, fue restaurado y repoblado por benedictinos; en San Miguel, cuya leyenda y atracción folklórica no puede mellar la historia y la significación artística del templo, contó con especialistas de primera fila a los que llevó a Aralar para que estudiasen la cabecera y las naves. Las conclusiones marcaron un hito en los estudios de la historia del arte de Navarra.
En la Institución se creó, siendo secretario el profesor Lacarra, el Servicio de Excavaciones, dirigido por Blas Taracena y luego por J. Maluquer de Motes*. Uranga alentó los trabajos y publicó las memorias (poblado prehistórico de Cortes, villas de Liédena y Ramalete, Pamplona, etc.). A la par, propició la instalación y apertura del Museo de Navarra, al que trasladó muchos materiales procedentes de esas excavaciones, los capiteles románicos de la catedral primera de Pamplona, pinturas góticas, las de Óriz, la arqueta hispano-árabe, yesería mudéjar y capiteles árabes de Tudela y, a buen precio, adquirió el retrato del marqués de San Adrián de Goya.
En esa labor de recuperación hay que mencionar la limpieza y restauración de numerosos retablos, entre ellos, el de la catedral de Tudela. Uranga dedicó especial atención a la revista “Príncipe de Viana”, a cuyas páginas atrajo a los más destacados especialistas, de modo que, como dijo el profesor García y Bellido, fue la publicación española señera de su época, imprescindible en temas de Historia y Arte. A la revista que lleva el nombre de la Institución se unieron en 1969 “Fontes Linguae Vasconum” y “Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra”. En la medida de las posibilidades presupuestarias, cuidó la publicación de obras de investigación sobre temas navarros, agotadas con rapidez. Acogió la Semana de estudios Medievales de Estella, que potenció y enriqueció con la Semana de Música Antigua.
Su trato y conocimiento del Arte navarro quedaron reflejados en diversos estudios y artículos, de los que cabe destacar La iglesia parroquial de San Jorge de Azuelo (“”, 2, n.° 3), Esculturas románicas del Real Monasterio de Irache (“”, 3, n.° 6), El tímpano de la puerta de la ermita de San Bartolomé en Aguilar de Codés (“”, 3, n.° 8), los estudios dedicados a las pilas bautismales de Ardaiz y Rípodas (“”, 4, n.° 10 y 11) y al retablo mayor de Ciriza (“”, 4, n.° 13), a la obra de Luis Paret en Navarra y a sus cuadros en Viana (“”, 9, n.° 32; 10, n.° 34), al sepulcro de Mosén Francés de Villaespesa (“” 10, n.° 3536), al retablo mayor de Marañón (“” 11, n.° 40-41) y las pinturas murales de Urriés (“”, 23, n.° 86-87), a la Iglesia de Artaiz (“”, 17-18) y a sus pinturas murales (“AEA”, 1961). Su afición a los toros se tradujo en algunos trabajos, como Vestigios del culto al toro en Sos (“”, 17, n.° 65) y El culto al toro en Navarra y Aragón, presentado en el IV Simposium de Prehistoria Peninsular (Pamplona, 1966). Junto a estos artículos destacan dos obras fundamentales en la bibliografía: Retablos navarros del Renacimiento (1947) y Arte medieval navarro (CAN, 1971), que firmó con Francisco Iñiguez Almech*. Los cinco tomos de esta última obra, imprescindible para quien desea conocer el arte de esta tierra desde el prerrománico al renacentista son una auténtica “summa”, cuya calidad sólo se resiente de cierta dificultad de consulta por el orden aplicado en la exposición. De otro tono, divulgativo, es su resumen El camino de Santiago a través de Navarra, publicado anónimo (1954).
Sus obras aportaron por vez primera en los estudios navarros de arte una abundante muestra de ilustraciones fotográficas, fruto de su labor tenaz durante más de medio siglo. El archivo de negativos, que F. Iñiguez Almech calificó de “asombroso”, une a su riqueza y variedad el valor testimonia del estado de las piezas décadas atrás, antes de restauraciones no siempre respetuosas, y de la realidad de construcciones y conjuntos urbanos, como puede apreciarse en La casa en Navarra de Julio Caro Baroja (CAN, 1982-83), cuyas fotografías son de Uranga. Otra antología fotográfica es su 100 imágenes navarras de la Virgen (1972), con un prólogo que precisa la historia de la hiperdulía y sus manifestaciones plásticas en Navarra.
El alcance y profundidad de su labor al frente de la Institución Príncipe de Viana quedaron reconocidos en el Homenaje a don José Esteban Uranga (1971); en él colaboraron treinta y dos figuras destacadas de la cultura, entre ellas Sánchez-Albornoz, Lacarra, G. de Valdeavellano, Michelena, Marqués de Lozoya, Matéu Llopis, A. Tovar, García Bellido, Pericot, Gudiol, Caro Baroja, Oliver Asín.