REYES MAGOS
REYES MAGOS
La festividad de la Epifanía estuvo precedida por una noche en que se prodigaron algunos ritos familiares, como el de “echar el reináu”, hacer sonar cencerros, poner zapatos en las ventanas y hacer regalos.
La práctica medieval de elegir rey a un niño (Rey de la faba*) llegó a convertirse en festejo popular en la Pamplona de mediados del siglo XVIII, celebrada con disparos de voladores, cohetes, buscapiés y otros fuegos de artificio, música, cantos y alegría, drásticamente cortados por orden del Real Consejo (1765). La elección de un rey de la casa se mantuvo hasta tiempos muy recientes en las merindades de Sangüesa y Olite, principalmente.
“Echar el reináu”. Consistía en que, al terminar la cena la noche del día 5, el cabeza de familia repartía entre los presentes las cartas de la baraja; el agraciado con el rey de oros (el de espadas en otras partes) era proclamado “rey de la casa” para un año, siendo vitoreado por los familiares, quienes hacían sonar almireces, coberteras, cencerros, collares de campanillas y otros instrumentos. Armados con ellos, los niños recorrían las calles e incluso salían por los caminos hacia los pueblos próximos.
Las cencerradas tenían lugar en gran parte de Navarra media, protagonizadas por niños que batían almireces y coberteras, hacían sonar campanillas, cencerros o botes de lata rellenos de piedrecillas, sujetos al cinto o en bandolera, o arrastrando despojos de latas por las calles. Distinto carácter tuvieron las cencerradas de los “Ioaldunak” en Oiz, Ituren, Zubieta y poblaciones comarcanas, iniciando el carnaval.
El día de la Epifanía siguen eligiendo en Alsasua a los “reyes” de los mozos para la fiesta de Santa Águeda por un sistema tradicional.
Costumbre típica de la víspera de Reyes en Allo y otras poblaciones de la merindad de Estella fue que los mozos escribieran en papeletas los nombres de solteros y solteras, mezclándolos en dos bolsas. Extraídos los papeles alternativamente, se hacían relaciones de “parejas”, las más de las veces disparatadas, que eran expuestas públicamente para conocimiento de los interesados y del vecindario. Las parejas debían bailar por la tarde del día 6. El festejo tenía mucho de carnavalesco y chungón, como un remedo de las bodas de “Mayo y Maya” de la literatura clásica.
Práctica muy extendida fue la de poner zapatos en las ventanas, con la esperanza de que los Magos dejaran un regalo para los niños (juguetes o golosinas).
Las “Cabalgatas de Reyes” se han puesto de moda durante nuestro siglo en ciudades y pueblos. Las noticias más antiguas proceden de la Ribera, concretamente de Fitero, donde los “Santos Reyes”, montados a caballo, recorrían las calles hasta la parroquia, cantando coplas chungas.
La festividad del día 6 continúa siendo en algunas poblaciones (Andosilla y Miranda de Arga, por ejemplo), eco final de la costumbre de hacer regalos en la Corte durante el siglo XV; los niños visitan a los padrinos para pedir las “estrenas”. Este día, en villas meridionales de la merindad de Estella, los mozos visitaban a las mozas en sus casas, siendo obsequiados con regalos en especie (gallinas, conejos, chorizo) para una merienda. (Navidad*).