SANTA ÁGUEDA
SANTA ÁGUEDA
(5 de febrero). Abogada especial de las nodrizas y madres lactantes y contra “el mal de pechos”. Según la tradición, a la Mártir siracusana le cortaron los pechos antes de matarla, circunstancia resaltada por la iconografía y por coplas en euskera (“Agueda gure martiriari moztu zizketen bularrak”) y en castellano (“y le cuertaron las tetas igual que se cuerta un pan”).
La jornada fue desde antiguo una de las más populares del calendario invernal, con tres ritos: hogueras, toques de campanas y postulaciones.
Hogueras. Se encendían en muchísimos pueblos de la Navarra media oriental y otras zonas la noche del día 4. A veces quemaban en ellas pellejos y odres de cuero con los que los mozos corrían los caminos.
Toques de campana. Durante el siglo XVI fue tradicional en todo el reino que los mozos y las mujeres (mozas) pasaran la noche, o parte de ella, tañendo las campanas en las torres de las iglesias. Muchos libros de cuentas parroquiales anotan pagos a los mozos por este concepto, repitiéndose los mandatos de visita sobre “tañer las campanas la noche de Santa Águeda”. Las mujeres mantuvieron la costumbre hasta nuestro siglo en pueblos próximos al río Aragón y en la Cuenca de Pamplona. Se creía que el sonido de las campanas esta noche preservaba de incendios a los pueblos y de tormentas de verano a los campos.
Postulación de alimentos. Fue también práctica general, a cargo de mujeres casadas en parte de Tierra Estella (Los Arcos, Berrueza y otras), según se deduce de letrillas populares recitadas con tal motivo. Fueron sustituidas por niños, concretamente por monaguillos, en otras zonas de la Navarra Media, y por mozos y “quintos” en la Montaña y la Ribera. Los niños (monaguillos) solían portar en algunos pueblos una imagen de la Santa o una cruz, al recorrer el pueblo cantando coplillas ingenuas, como la típica “Santágueda mágueda”, recogiendo chorizo y huevos para la merienda. Cuando los mozos protagonizaban la cuestación, visitaban a las mozas en sus casas (en otras partes a las autoridades y vecinos), con música y cantos, recabando la “puska” (chorizo, huevos, tocino). Entrando nuestro siglo, los mozos fueron sustituidos por los “quintos” en zonas como la Barranca.
La fiesta mantiene sabor especial en Alsasua, donde los quintos visten de blanco, adornándose con vistosos pañuelos al cuello y terciados, y portando bandejas petitorias y varas de “korosti” (acebo), decoradas con cintas de colores. Los dos “reyes” administradores presiden los festejos. Uno de ellos recoge las tortas con que son obsequiados por las mozas, ensartándolas en una larga vara enclavijada. Postulan, comen y danzan juntos. Por la noche bailan en la plaza el tradicional “zortziko”.
Los cantos y coplas durante las postulaciones dieron paso a los “Coros de Santa Águeda” que, en Pamplona y otras poblaciones, recorren las calles la víspera de la fiesta por la noche, con faroles encendidos y “makilak”, cantando y recogiendo un donativo.
La costumbre de elegir un “niño alcalde” y ayuntamiento infantil este día, en la línea de las parodias invernales protagonizadas por chicos, se ha conservado en Arróniz, villa donde cada año son elegidos entre los escolares un alcalde y concejales, que acuden corporativamente a la misa, publican bandos y son “la autoridad” en el pueblo.