OCHOA DE ALDA URNIZA, TEODORO
OCHOA DE ALDA URNIZA, Teodoro
(Pamplona, 1.11.1803-Madrid, 10.9.1878). Escribano, impresor, librero y escritor. “Escribano del extinguido tribunal de la Real Corte de Navarra, secretario del suprimido Juzgado de Avenencias del de Comercio, y escribano público de número de la ciudad de Pamplona”, se calificaba a sí mismo en 1842.
De su actividad como escribano entre 1836 y 1861 quedan los registros en el Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Navarra. Después, instalado en Madrid por razones de salud, según dice en su testamento, fue oficial del Archivo de la Audiencia Territorial (1867-74). Desempeñó también la conducción de la correspondencia pública entre Pamplona y Estella (1842).
Tuvo su imprenta en a calle de San Nicolás, esquina a Plaza del Castillo, y de su taller salieron obras como la Crónica de los Reyes de Navarra, del Príncipe de Viana, editada por J. Yanguas y Miranda* (1843) o el Itinerario de Navarra, de Ramírez Arcas* (1848); de las hojas y carteles cabe citar el de la función operística en homenaje a Eslava (29.1.1845) en que el impresor Ochoa firma dos opiniones: La historia reserva un lugar especial a Don Hilarión Eslava y Don Hilarión Eslaba aumentó ya los timbres de Navarra. Gusta de adornos arquitectónicos y anchas grecas y figuras.
Como librero se le debe la que puede ser primera biblioteca ambulante de Navarra. Las condiciones van expuestas en Suscripción a lectura de libros. Librería de Ochoa (1845): los suscriptores debían depositar 40 reales de vellón y abonar por adelantado un mes, a razón de diez reales; podían tener los libros en casa diez días. En el catálogo no hay autores españoles clásicos, según Pérez Goyena.
Como autor, Ochoa de Alda publicó Índice general o nota Protocolos existentes en esta provincia de Navarra (1859), guía útil para la rebusca de documentos notariales. Pero su obra destacada es el Diccionario geográfico histórico de Navarra, trabajado en la “imprenta del autor” (1842). Éste presenta su obra como “más bien efecto de la laboriosidad que de la ilustración”, movido porque “Navarra carecía” de un diccionario, porque de los existentes “son raros los ejemplares que han circulado por aquí”. Ochoa de Alda dice que le impulsaron “mis deseos de ser útil al país que me vio nacer y no el resorte del interés”, trabajo para el que le fue “indispensable recorrer por mí mismo muchos puntos de Navarra”, a fin de no “incurrir en algunas equivocaciones de que adolecen todos los diccionarios publicados hasta el día”.
Ochoa de Alda rectificó o estableció los límites de pueblos, valles, merindades y aún la propia Navarra y actualizó los censos, los datos de instrucción pública y de historia del siglo, así como las distancias entre lugares y dio, como apéndice, un Itinerario y guía de caminos de Navarra, con 69 rutas, sus leguas totales y las de cada referencia importante en el trayecto. Pero, en contra de sus palabras preliminares, siguió de cerca y repitió textualmente el Diccionario de la Academia de la Historia (1802) y el Diccionario de antigüedades del reino de Navarra (1843), incluso en materia geográfica, por ejemplo, en las producciones cerealistas. Hay excepciones: una de ellas puede ser Salinas cabe Pamplona, cuya industria describe con detalle y precios. En general, Ochoa de Alda aporta pocas novedades, incluso en voces como la de Pamplona en la que sí las hay interesantes.
Ochoa de Alda aparece en sus libros simplemente como Ochoa. Sin embargo, debe usarse el compuesto, reivindicado por nuestro personaje y reconocido por decreto del provisor eclesiástico de Pamplona (17.4.1856) con efectos retroactivos, de modo que el “de Alda” aparece añadido en las partidas documentales de la familia desde los abuelos. Las hermanas del escribano también usaron el apellido compuesto.
Ochoa de Alda instituyó en su testamento (1877), viudo ya de su segunda esposa, una fundación para doncellas pamplonesas honradas y casaderas. La fundación, que debía dar tres dotes anuales de 2.500 reales, tuvo algunos problemas iniciales, motivados por un religioso en Salamanca nieto del benefactor, que actuó contra su tío Félix Ochoa de Alda*, único hijo varón de Teodoro. La fundación, aprobada como de beneficencia particular (1890), se declaró extinguida (1970). Los patronos eran el Ayuntamiento de Pamplona y el párroco de San Nicolás.