YANGUAS Y MIRANDA, JOSÉ
(Tudela, 15.3.1782-Pamplona, 25.9.1863). Político, escritor e historiador. De familia poco acomodada -su padre era sobrestante en las obras del Canal Imperial de Aragón- fue protegido del canónigo Ramón de Pignatelli, lo que le permitió estudiar primero en el seminario y después en las Escuelas Pías. La carencia de recursos le impidió cursar estudios superiores. En 1796, concluida la obra del canal, volvió con su familia a Tudela, donde tomó plaza de amanuense en el ayuntamiento. El 13 de noviembre de 1806 fue nombrado para el cargo de escribano, el mismo día que cesó su anterior titular Manuel Arnedo.
Fue prisionero de Espoz y Mina (20 de mayo de 1812) que lo liberó mes y medio después. Asistió como síndico de Tudela a las Cortes de Navarra en 1817. Nuevamente fue apresado, pero esta vez por constitucionalista (en 1823) y permaneció encerrado en el convento del Crucifijo de Puente la Reina hasta el año siguiente en que le benefició el indulto real. Marchó a Francia, y en Bayona trabajó de relojero, lo mismo que luego en San Sebastián, con establecimiento propio, en 1826. El 22 de agosto de 1830, regresó a su tierra y cuatro días después la Diputación le nombró archivero de Navarra; realizando una fecunda labor como historiador y paleógrafo, y por encargo de la Diputación visitó archivos y bibliotecas, y verificó un exhaustivo estudio del archivo llamado “Le tresor de Pau”.
A la muerte de Fernando VII, el 29 de septiembre de 1833, Pamplona quedó dominada por los isabelinos, lo que entre otras consecuencias, irrogó del servicio de varios empleados de la Diputación, que acordó el cese de su secretario José Basen y, en la misma sesión del 2 de mayo de 1934, proveyó el cargo interinamente a favor de Yanguas, bien conocido por sus ideas liberales; nombramiento que, tras una serie de vicisitudes, resultó definitivo en 1837.
Yanguas ejerció la secretaría en momentos críticos de la historia de Navarra: guerra civil; cambios de Gobiernos y de Constituciones; pérdida de Navarra de la categoría de Reino para convertirse en una provincia foral, en todo lo cual intervino Yanguas, advirtiéndose la influencia de éste en la Diputación. Redactó los abundantes manifiestos y alocuciones que la corporación dirigió a los navarros a tenor de los acontecimientos políticos, y tomó parte activa en las gestiones que se efectuaron cerca del Gobierno de Madrid. Yanguas desempeñó la secretaría de la Diputación hasta su muerte de la que la Diputación se dio por enterada en sesión del día siguiente, no preocupándose más que de nombrar a su sustituto, Valentín Urra, sin la menor constancia de gratitud y elogio para su antecesor. El Ayuntamiento de Tudela hizo justicia a sus méritos, y en sesión del 2 de octubre de 1863 destacó su abnegada labor y virtudes humanas de modestia y honradez y su categoría como recopilador, biógrafo e historiador de la provincia y acordó colocar su retrato en el salón de sesiones y celebrar un solemne funeral en la catedral en sufragio de su alma.
Yanguas, entre otros cargos, fue miembro de la Real Sociedad de Anticuarios del N. de Copenhague, correspondiente de la Real Academia de la Historia, socio de la Sociedad Arqueológica madrileña, y vocal de la Comisión de Monumentos Históricos de Navarra.
El político
Yanguas fue un liberal, constitucionalista exacerbado hasta el más acerado fanatismo. Toda su vida asumió actitudes políticas; unas veces gozando de situaciones de favor y gloria, y otras padeciendo prisión, secuestro, pobreza, insultos, pleitos y procesos, el exilio y calumnias. Fue político devoto de Isabel II, con raíz nacionalista, factores no muy propicios en el momento para guardar una ortodoxia foral. Y, sin embargo, excepto en contadas ocasiones en que Yanguas claudicó en su navarrismo, mostrándole cierto desdén e incluso abjurando de él, la constante de su vida fue la defensa de los Fueros. Su gran problema fue el cohonestar algo tan inconciliable como el liberalismo constitucionalista y racionalista, con un integrismo foral.
El escritor
Fecundo y polifacético, escribió obras literarias como Vida del Capitán D. Juan Lanas, (1845), novela de carácter realista e histórico; el Análisis apologético-crítico del juego llamado monte (1854), que es una crítica mordaz del juego fingiendo su apología; publicó -como costumbrista- algunos artículos como El candidato a Diputado a Cortes, en “La Época”, 1850, y El carnaval en Tudela. Los cipoteros, en 1842, en “El Semanario Pintoresco Español”, entre otros.
Sus obras históricas fueron documentadas y extensas, contándose entre otras la Historia compendiada del Reino de Navarra (1832), sencillo extracto de los Anales del P. Moret; Prólogo sin libro de la monarquía navarra y Apuntes sobre la sucesión a la Corona de Navarra, ambas en 1837-1838, con intención política, propugnando que no era la Ley Sálica aplicable a Navarra, y sosteniendo la legitimidad de Isabel II, de la que era un ferviente defensor; Historia de la conquista del Reino de Navarra por el Duque de Alba… (1842), y Crónica de los Reyes de Navarra, escrita por D. Carlos, Príncipe de Viana, (1842). Como obras ejemplares de este género se encuentran el Diccionario de antigüedades, 3 tomos, 1840, completado con las Adiciones en 1843; cuya intención fue ilustrar la historia del país, reuniendo metódicamente las noticias de los documentos que había podido adquirir; el Diccionario histórico-político de Tudela (1823), y el Diccionario de palabras anticuadas, (1854).
Publicó otra serie de obras jurídicas. Es de admirar en Yanguas cómo llegó a dominar el manejo de fueros y leyes, sin la menor formación jurídica. No fue jurista y, sin embargo, dejó una notable obra jurídica. En el año 1833 polemizó y refutó el Ensayo histórico crítico de la legislación de Navarra, del magistrado Zuaznavar, con la publicación de su Contrageringonza. Y tras ella editó el Análisis histórico-crítico de los Fueros de Navarra (1838); la Recopilación de las Leyes… de los Ayuntamientos constitucionales… (1841); el Proyecto de Catástros o estadísticas para los pueblos… (1842); y el Manual para gobierno de los Ayuntamientos de Navarra, (1846). Pero su obra jurídica principal fue el Diccionario de los fueros y leyes de Navarra, del año 1828, en el que, por orden alfabético de materias fue resumiendo su contenido, anotando la procedencia del Fuero General, Novísima Recopilación o leyes de Cortes. Sobre las leyes recogidas no hace Yanguas exégesis alguna, ni tampoco asoma la menor intención dogmática, pero agota la nomenclatura profesional, siendo muy amplio en la extensión del término. Fue un innovador. No aportó Índices sino que a los Índices les insufló una vida autónoma y les atribuyó un carácter independiente.
Bibliografía
Jerónimo Borao, Biografía, Don José Yanguas (1858); José Ramón Castro, Yanguas y Miranda, (Pamplona, 1963); Id, Autores e Impresos tudelanos; Francisco Salinas Quijada, Estudios de Historia del Derecho foral de Navarra, (Pamplona, 1978); Id, Yanguas y Miranda. Su obra jurídica, en Diario de Navarra de 30 de marzo de 1982; Id, Un político foral (En el Bicentenario de Yanguas y Miranda), en “Diario de Navarra” de 28 de julio de 1982; Id, La “Contrageringonza” de Yanguas y Miranda, en “Diario de Navarra” de 2 de diciembre de 1982; Id, Los Diccionarios de Yanguas y Miranda, en Revista “Fiestas” (Tudela, julio de 1961); Manuel Iribarren, Escritores navarros. De ayer y de hoy, (Pamplona, 1970); José María Corella, Historia de la literatura navarra, (Pamplona, 1973); Julio Segura Miranda, Tudela, Historia, Leyenda. Arte (Tudela, 1964); Jesús Martínez Escalada, Historia de las calles de Tudela, (Tudela, 1974).