MEDITERRANEIDAD CLIMÁTICA
MEDITERRANEIDAD CLIMÁTICA
En Navarra confluyen dos grandes dominios climáticos que de forma desigual se reparten el conjunto del territorio debido a su situación geográfica entre la vertiente cantábrica y el Valle del Ebro. En la parte NW dominan las condiciones oceánicas (oceanidad*) y por el sur penetran las de origen mediterráneo. Dichas características constituyen los extremos de un gradiente en el que, a medida que disminuye una, aumenta la otra y ambas, ya muy desdibujadas, confluyen en las cuencas subpirenaicas dando lugar a un clima más subcantábrico en la de Pamplona (debido a su posición más occidental y húmeda) y a otro más submediterráneo en la de Aoiz-Lumbier (de características más secas y cálidas). Sin embargo, la influencia mediterránea que, a través del Valle del Ebro alcanza al sur de Navarra, va desvirtuándose debido a que sobre ella inciden determinados factores (distancia, topografía, etc) que le imprimen un claro matiz continental (continentalidad*). Especialmente en el extremo sur donde la regularidad térmica es pequeña debido a la frecuencia con que se presentan dilatados períodos fríos y de acusados calores. Con todo persiste un elemento muy representativo del clima mediterráneo. Tal es el acusado calor y sequía estival que caracteriza, de forma más o menos intensa, toda la mitad sur de la provincia. Hacia la Navarra Media, y debido a la mayor altitud, se amortiguan dichas condiciones térmicas y predominan otras más benignas que dan lugar a un clima de tipo submediterráneo, que, dentro de Navarra, es el que presenta mayores afinidades con el clima mediterráneo.
Los valores climáticos que definen esta zona vienen dados por una temperatura media anual ligeramente superior a los 13° C, con unas medias del mes más cálido en torno a los 22° C y de 4° C para el más frío. La oscilación se sitúa alrededor de los 17° C, superior a la de las cuencas pero inferior a la registrada en la Ribera. La media anual de días de helada es de 39 y la evapotranspiración potencial alcanza los 700 mm anuales. Corresponde a la zona de Navarra donde se inicia el déficit de humedad anual y que hacia el sur es cada vez más acusado. La precipitación anual varía entre 450 y 650 mm, según altitudes, siendo sensiblemente superior en la parte occidental. Su distribución anual presenta un régimen claramente mediterráneo caracterizado por máximos equinocciales (mayo y octubre) y mínimos estivales muy pronunciados, que durante estos meses generan un déficit superior a los 250 mm (unos 150 en la zona occidental) en función de las elevadas evapotranspiraciones. Esta sequía tiene una duración de hasta 4 meses (junio a septiembre) y alcanza una intensidad entre 30 y 40 según el índice de Thornthwaite.
En el aspecto bioclimático ocupa el espacio comprendido entre el coscojar estepario de la Ribera semiárida, al sur, y la Navarra de matiz subcantábrico de la Cuenca de Pamplona y la más submediterránea de Aoiz-Lumbier, al norte. Este límite norte vendría dado por el quejigal subcantábrico, cuya distribución pone de manifiesto que la segunda de las cuencas tiene mayor influencia mediterránea que la primera, y por consiguiente más parecida a la Navarra Media. En la de Aoiz-Lumbier está más ampliamente representado el carrascal (Quercus ilex ssp rotundifolia), abunda el astigarro (Acer campestris), el serbal (Sorbus aria y S. doméstica) y el boj (Buxus sempervirens), además de la asociación Querceto-Buxetum en las exposiciones más favorables. En la de Pamplona, por el contrario, el citado quejigal es más predominante en función de sus características subcantábricas. Con frecuencia va acompañado de brezos (Erica vagans), brecinas (Calluna vulgaris), además de lastón (Brachypodium pinnatum) y genista (ssp occidentales) en las exposiciones de mayor influencia atlántica. Al sur de las cuencas, y hasta el límite norte del coscojar estepizado, predomina el carrascal adaptado a la ya importante sequía estival, siendo de ambiente más húmedo el occidental o estellés que el oriental desarrollado bajo condiciones de mayor sequía atmosférica. Cuando se degrada aparecen los coscojares (Quercus coccifera), lavandas (L. latifolia) junto con (Genista scorpius) y menor abundancia de (ssp occidentales). También son frecuentes lianas tipo madreselva (Lonicera implexa, L. xylostenon y etrusca) y zarzaparrilla (Smilax aspera) además de ejemplares de enebro común en situaciones topográficas muy concretas. La misma irregularidad interanual de las precipitaciones permite la presencia de ambas genistas y también del quejigal en aquellas exposiciones más favorables a la humedad.
Los carrascales que antaño ocuparon grandes extensiones, actualmente están muy diseminados y degradados. Su extensión ha retrocedido en beneficio de una agricultura de secano adaptada a la sequía estival en lo que predomina la vid, el olivo, el almendro y los cereales que acaban su ciclo antes del verano (trigo y cebada fundamentalmente). Los cereales y la vid, especialmente los primeros, alcanzan la cuenca de Pamplona y consecuentemente penetran en el clima subcantábrico. Sin embargo, el olivo y almendro no traspasan las sierras prepirenaicas (de Urbasa a Leire), salvo en la parte más SE de la cuenca de Lumbier. Penetran hacia ella debido a las condiciones casi mediterráneas que crea la topografía (efecto venturi) en la zona de Liédena-Yesa-Sangüesa Así lo demuestra la vegetación natural existente y que, sin duda, constituyen uno de los enclaves más mediterráneos de Navarra. Por consiguiente, su área vendría señalada por el límite septentrional del olivo y el también septentrional del coscojar estepizado que caracteriza las tierras aledañas al Ebro. Entre ambos, y coincidiendo casi con la Navarra Media, se sitúa el espacio climático de mayor afinidad mediterránea, pero de características submediterráneas debido a las modificaciones que sufre esa influencia.