GARCÍA RAMÍREZ
GARCÍA RAMÍREZ
(? – Lorca, 21.11.1150). Rey de Pamplona (1134-1150), apodado “el Restaurador”. Su padre, Ramiro Sánchez, descendía por línea ilegítima de García Sánchez III; su madre, Cristina, era hija de Rodrigo Díaz de Vivar el “Cid Campeador”. Casó con Margarita, hija de Rotrou de Perche, de quien recibió (1133) la tenencia de Tudela, cuyo dominio sumó al que ya detentaba sobre Monzón desde 1125. Este destacado puesto en la corte de Alfonso I* le permitió encontrar fuertes apoyos para suceder a este monarca (1134) cuando se vio la imposibilidad de dar cumplimiento al testamento regio, que dejaba como herederas de la corona a las Ordenes del Santo Sepulcro, Hospital de San Juan y Temple. La mayor parte de la nobleza navarra que sobrevivió al desastre militar de Fraga y la jerarquía eclesiástica del reino pamplonés aupó su candidatura frente a la del hermano del Batallador, el monje Ramiro. No cuajaron los acuerdos establecidos para obtener un compromiso (Vadoluengo, 1135) y García buscó finalmente la protección del monarca castellano Alfonso VII, a quien prestó vasallaje el mismo año; poco después éste le hacía entrega de las tierras zaragozanas, que ocuparon. Al tiempo, Ramiro II se afianzaba en el trono aragonés.
Sin embargo, la política castellana sufrió poco después un fuerte giro de acercamiento hacia Aragón; García fue desposeído de su dominio zaragozano y se vio abocado a un enfrentamiento militar con sus dos vecinos meridionales. Se inició así un largo proceso de pactos y negociaciones que salpicaría todo el reinado y resuelto habitualmente en acuerdos con Castilla (1137, 1140, 1144) y enfrentamientos más o menos continuados con Aragón; tales los ataques a Jaca de 1137 y 1141, la ocupación de Pedrola, Sos y Filera (1137-1138) o la confiscación temporal de los bienes navarros de los monasterios e iglesias aragonesas por esas mismas fechas. Las treguas firmadas en 1143 fueron pronto rotas y sólo en 1146 el regente de Aragón, Ramón Berenguer IV, y García Ramírez firmaron la paz, a instancias de Alfonso VII, en San Esteban de Gormaz.
No pudo solucionar, sin embargo, la negativa de la sede pontificia a reconocerle como rey de Pamplona; aquélla sostuvo los derechos de las órdenes señaladas en el testamento de Alfonso I y apenas le otorgó el título de “dux”, manteniendo incluso durante buena parte del reinado de su sucesor Sancho VI* el Sabio.
El acercamiento a Castilla se afianzó con el matrimonio del soberano, viudo desde 1141, y Blanca, hija ilegítima de Alfonso VII (19.6.1144) y tuvo su culminación con la participación navarra, ya en alianza con Aragón, en la campaña para arrebatar Almería a los musulmanes, en un intento de reducir el pirateo en el Mediterráneo Occidental. Ocupada la ciudad (16.10.1147), un nuevo tratado de paz vino a sellar la amistad con Aragón (1.7.1149), aunque las cláusulas matrimoniales establecidas no llegaron a cumplirse.
En el plano interior, debe destacarse el apoyo obtenido de la jerarquía eclesiástica durante su reinado. El aragonés Sancho de Larrosa, obispo de Pamplona en 1134, contribuyó de forma económicamente cuantiosa a su ascensión al trono. Seis años después fue el abad Pedro de Leire, cuyo antecesor apoyó sin embargo a Ramiro II, quien financió la campaña contra Aragón. No obstante, no faltaron algunos miembros de la nobleza que buscaron la protección aragonesa.