FELIPE III DE FRANCIA
FELIPE III DE FRANCIA
(Poissy, 1245-Perpiñán, 1285). Hijo de San Luis IX de Francia y Margarita de Provenza, fue rey de Francia (desde 1270) y recibió el sobrenombre de “el Atrevido”. La mayor parte de su actividad estuvo dirigida a ampliar la autoridad de la monarquía francesa tanto en el Midi francés como en la cuenca mediterránea. Obtuvo notables éxitos como la reversión a la corona de Toulouse, Poitiers y Auvernia (1270), pero el apoyo prestado a la casa de Anjou en Sicilia le llevó a enfrentarse con la corona de Aragón. Invadió Cataluña, pero tuvo que retirarse y fue derrotado en el Col de Panissars (1285); murió días después.
En este contexto encaja su intervención en Navarra en 1275. La muerte de Enrique I (1274) había desencadenado una crisis dinástica al dejar como única heredera a su hija Juana I*, de año y medio. Las presiones aragonesas y castellanas para conseguir su mano, la subsiguiente división de la nobleza navarra en varios bandos y la formación de una hermandad de buenas villas, hicieron ingobernable el reino. La reina viuda, Blanca de Artois, se refugió en Francia, llevándose consigo a Juana. Por el tratado de Orleans (mayo 1275) encomendó el gobierno de Navarra al monarca francés y acordó el matrimonio de Juana con un hijo suyo. El gobernador Pedro Sánchez de Monteagudo y los estamentos del reino aceptaron el hecho consumado con tal de que se respetaran las leyes del reino. Las divisiones entre la nobleza y el enfrentamiento entre los burgos francos de Pamplona (San Cernin y San Nicolás) y la Navarrería provocaron la dimisión del gobernador, sustituido por el francés Eustaquio de Beaumarchais, quien intentó pacificar el reino. Pero el enfrentamiento entre los burgos provocó no sólo una guerra abierta entre ellos, sino también una sublevación antifrancesa de toda la nobleza. El gobernador fue cercado en los burgos francos de Pamplona. Fue preciso que Felipe III se acercara hasta Bearne y enviara un gran ejército al mando del condestable Imbert de Beaujeu (otoño 1276), que asaltó y saqueó la Navarrería y aplastó luego los focos de resistencia repartidos por el reino. Todos los castillos pasaron a manos de franceses o de personas fieles al gobernador. Se confiscaron los bienes de los rebeldes, que tuvieron que exiliarse.
Se implantó así el régimen capeto en Navarra. Felipe III reformó la administración a su gusto, de acuerdo con modelos franceses, y confió los cargos más importantes a franceses. Tras todo ello parece adivinarse un deseo de convertir a Navarra en una mera prolongación de Francia. El obispo y el cabildo trataron de obtener una indemnización por el saqueo de la catedral en 1276. La inicial buena voluntad del rey fue endurecida por la actitud del gobernador Guerin de Amplepuis, que forzó una negociación con la Iglesia. El acuerdo (1281) supuso la cesión por esta última de la mitad del dominio sobre Pamplona a cambio de una indemnización, pero no entró en vigor al no obtener la aprobación pontificia. La oposición política al régimen se estructuró en torno a la hermandad de buenas villas, creada en 1274 y mantenida durante todo su gobierno, y la junta de infanzones de Obanos. En 1281 el gobernador intentó disolverla, para lo cual ordenó una investigación que demostrara su ilegalidad.
En política exterior se limitó a utilizar a Navarra al servicio de sus objetivos franceses. El apoyo prestado a sus sobrinos los infantes de la Cerda, excluidos del trono castellano, estuvo a punto de provocar una guerra. Los monarcas de Castilla y Aragón firmaron el tratado de El Campillo (1281) en el que acordaron la conquista y reparto de Navarra. No se llegó a una guerra, a pesar de que partidarios castellanos de los infantes, como el señor de Vizcaya, se refugiaron en Navarra. En la pugna franco-aragonesa por la cuestión de Sicilia, Navarra tuvo el papel de frente de guerra marginal, destinado a hostigar a Aragón mientras el grueso del ataque francés se precipitaba sobre Cataluña. Tropas franconavarras saquearon la Valdonsella (1283) y provocaron la reacción del monarca aragonés Pedro III, que devastó los alrededores de Tudela (1284). El gobernador de Navarra evitó la batalla campal que buscaba el ejército aragonés.
Tras la boda de su hijo Felipe (IV de Francia, I de Navarra*) y Juana I (16 de agosto de 1284), les transfirió el gobierno de Navarra.
Bibliografía
M. Arigita, Carturario de don Felipe III, rey de Francia, Madrid, 1913; A. Ubieto, Mandatos de Felipe III el Atrevido, rey de Francia, “Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón:, 4, 1951, p. 648-685; Ch. V. Langlois, Saint Louis, Philippe le Bel, les derniers Capetiens directs (1226-1328), 2.ª ed., París, 1978.