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EBRO, DEPRESIÓN DEL

EBRO, depresión del

La mitad Sur de Navarra está ocupada, a grandes rasgos, por los materiales más modernos de la región, materiales que se depositaron desde el final del Eoceno (hace 38 millones de años) hasta el final del Mioceno. Característica común de estos materiales, a diferencia de los de la mitad Norte, es que se depositaron bajo condiciones no marinas, o sea que son de origen continental, bien sea lacustre o fluvial.

El paso de los materiales marinos a los continentales está situado en un nivel de una extraordinaria importancia, no solamente geológica sino también económica. Es el conocido nivel de las potasas o Formación de Guenduláin.

Al final del Eoceno y por motivos tectónicos se produjo el aislamiento de la cuenca con respecto al mar abierto, y ya a partir de este momento no ha habido ninguna invasión marina que haya afectado a lo que hoy es geográficamente Navarra.

Los movimientos orogénicos pirenaicos, que en esta época y en sucesivas fases han sido los responsables de la configuración geológica actual, produjeron una elevación de la franja pirenaica y un hundimiento del bloque del Ebro. A la vez que el Pirineo, se elevó también la cordillera Ibérica, por lo que la Cuenca del Ebro quedó como una zona deprimida a la que enseguida empezaron a llegar los aportes terrígenos procedentes de la erosión de las dos zonas en elevación que la enmarcaban. El espesor que alcanzaron estos materiales, en algunos puntos, fue superior a los 7.000 metros, como se ha comprobado en el corte que va desde Salinas de Ibargoiti hasta Barasoain. En líneas generales, se puede decir que los materiales se distribuyeron con arreglo a su proximidad o lejanía de las áreas que se estaban erosionando y que aportaban los sedimentos. En la zona más cercana, donde las corrientes que arrastraban los materiales eran torrenciales y tenían gran capacidad de tracción, se depositaron solamente los materiales más gruesos, como son los conglomerados y las areniscas, formando conos o abanicos de deyección. Hacia el centro de la cuenca iba disminuyendo la pendiente y la capacidad de transporte de los ríos. En esta zona se depositaron las areniscas de grano más fino, normalmente en los cauces de los ríos (canales), y limos y arcillas en las llanuras laterales a los mismos por efecto de las inundaciones. Finalmente, en la zona central de la cuenca, donde se formaron lagos más o menos extensos y zonas periódicamente inundadas, se depositaron arcillas y calizas y, si la salinidad de las aguas era la adecuada, yesos e incluso sal.

Geográficamente, los conglomerados se distribuyen en tramos discontinuos en forma de lentejones, por la zona de Peña, Cáseda, Gallipienzo, San Pelayo, Peña de Izaga, el Perdón, Montejurra y Codés, al Norte, y Fitero al Sur. Es de destacar que los conglomerados no empezaron a depositarse en la cuenca hasta finales del Oligoceno, momento que coincide con una importante fase tectónica que elevó definitivamente el Pirineo y la cordillera Ibérica, con lo que se produjo un fuerte suministro de materiales terrígenos como consecuencia de la erosión. (Ujué* y Fitero*, formaciones).

Las zonas con predominio de arcillas, calizas y yesos se disponen en la parte central de la cuenca, mientras que las areniscas y arcillas se sitúan en posiciones intermedias entre las dos.

Este esquema se ve afectado en la actualidad por la tectónica que ha plegado las capas, y formado una serie de anticlinales y sinclinales que se extienden fundamentalmente en sentido Este-Oeste y Este-Sureste-Oeste-Noroeste, lo que hace que la distribución geográfica de los materiales, hoy en día, sea algo distinta que en el momento de la deposición.

Los yesos se encuentran fundamentalmente a lo largo de los anticlinales de Falces y Arguedas, que se extienden desde la zona de Lazagurría por el Oeste hasta Las Bardenas por el Este. Más al Norte se encuentran también en el anticlinal de Tafalla, en una franja que va de Mendigorría hasta Lorca, donde desaparecen en el diapiro de Alloz y vuelve a aparecer a la altura de Barbarin, y siguen hacia el Oeste hasta Aguilar de Codés, y en el anticlinal de Puente la Reina y zona de Undiano. Los yesos más modernos se encuentran en el límite Sur de Navarra en la zona de Ablitas. (Lerín*, Falces* y Mues*, formaciones).

Las facies de arcillas y calizas se extienden fundamentalmente por las zonas de Tudela, sur de Las Bardenas, Moncayuelo, Miranda de Arga, sur de Viana y Eslava. (Tudela* y Sangüesa*, formaciones).

Finalmente las áreas de predominio de arcillas y areniscas se extienden por el Sur, en la zona de Corella-Cascante y por el Norte, formando una amplia franja que va desde Lapoblación hasta Perilla de Aragón, pasando por Arróniz, Oteiza, Artajona y Ujué. Más al Norte todavía, las zonas de Arizala, Artazu, Adiós y la sierra de Izco, están formadas fundamentalmente por estos materiales. (Fitero*, Ujué*, Mués* y Sangüesa*, formaciones).

La morfología de la mitad Sur de Navarra es variada y viene condicionada fundamentalmente por la litología y la estructura. Los relieves más fuertes los dan siempre los conglomerados (Izaga, Perdón, Peña, Montejurra), y los tramos de areniscas en los que la proporción de éstas con respecto a las arcillas es alta (Izco, Vigas). En las regiones donde predominan los yesos, el relieve viene condicionado por la tectónica, ya que las alineaciones montañosas coinciden normalmente con los anticlinales. Los pliegues, que afectan principalmente a los yesos, son de origen halocinético y tienen el fondo plano. Se han producido por la migración de los yesos de la zona de los sinclinales a la de los anticlinales. Este proceso, aunque tiene su inicio en la tectónica pirenaica, luego se desarrolla por sí solo gracias a la plasticidad y menor densidad de los yesos. Hay evidencias en los sedimentos cuaternarios de que estos movimientos han continuado hasta nuestros días.

En la parte central de la Cuenca, rellenando los sinclinales se encuentran las facies de arcillas y calizas, muy poco replegadas (a excepción del área de Sangüesa) Y en disposición prácticamente horizontal. Esta disposición hace que cuando hay capas de un cierto espesor de calizas, más resistentes a la erosión, se formen relieves en forma de mesa, al preservar las calizas la erosión de las arcillas que se encuentran inmediatamente por debajo de ellas. Las arcillas, al ser totalmente impermeables, forman los conocidos relieves en cárcavas a causa del arroyamiento.

Estos tipos de relieves son especialmente visibles y espectaculares en la zona de Las Bardenas, siendo el ejemplo más claro el de la Plana de la Negra. En esta zona, las terrazas y glacis colgados (sasos), que recubren a las arcillas terciarias, también producen relieves tabulares.

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