CONCHILLOS, JOSÉ
CONCHILLOS, José
(Tudela 1606-1674). Hijo del Licenciado José Fernando Conchillos y María Ruiz de Layar, secundó la carrera eclesiástica y ocupó una canongía en la Colegiata de Tudela, al cesar Agustín de Cascante, el día 28 de septiembre de 1640. Fue designado Vicario General del Deanato.
En razón de los cargos eclesiásticos que ocupaba fue comisionado por el Cabildo, para diferentes gestiones en lugares diversos de España. En mayo de 1654 fue a Madrid a causa de un pleito contra Francisco de Peralta; en el mes de octubre del mismo año, se le designó para acudir a Pamplona, juntamente con el Chantre, para hacer gestiones ante el Virrey y Señores del Consejo; en diciembre de 1659 formó parte de una Comisión, designada por el Cabildo, para llevar a cabo diversas diligencias con objeto de elevar a Catedral la Colegiata de Tudela. En noviembre de 1660, el Cabildo acordó designarle para que se trasladase a la Corte de Madrid, a fin de intervenir en un pleito que el Deanato de Tudela mantenía con el Obispo de Tarazona, sobre competencias de jurisdicción. En julio de 1662, volvió a Madrid comisionado para gestionar asuntos relativos a elevar al rango de Catedral, la Colegiata de Tudela.
Por su acendrado amor a Tudela, la ciudad dio su nombre a una calle en el año 1861.
Entre sus obras, destacan: “Propugnáculo Histórico y Jurídico. Muro literario y tutelar. Tudela ilustrada y defendida”, (Zaragoza 1666) dedicado a la Ciudad de Tudela. Es amplio el aporte de datos y citas que introduce y desarrolla, encaminados a demostrar el origen de Tudela, como fundada por Túbal, oponiéndose a la opinión vertida por el cronista de Navarra, José de Moret*. Tal polémica tuvo una irónica y dura respuesta de este último. A la sátira del jesuita contestó Conchillos con un peor estilo, no falto de insultos e injurias, en un libro titulado “Desagravios del Propugnáculo, de Tudela contra el Trifauce Cerbero autor del Bodoque”, (Amberes, 1667). Con criterio de justa correspondencia, escondió su publicación bajo el seudónimo de Jorge Alceo de Torres, hijo de la misma Ciudad de Tudela.
Tan desatinado e injurioso era el estilo con que estaba escrito que una Provisión Real condenó al autor y ordenó retirar y quemar públicamente todos los ejemplares existentes, bajo pena de mil libras y cuatro año de destierro, a quien lo ocultase. Sin embargo, todavía se conservan algunos ejemplares.