CABO DE LINAJE
CABO DE LINAJE
Con esta denominación se designaba a los dueños de los palacios de cabo de armería o solares de nobleza originaria. Algo similar venían a ser el “chef d´armes” en Francia, o los llamados “parientes mayores” en Guipúzcoa y Vizcaya. En Navarra, donde las armerías tenían un carácter marcadamente solariego, la calidad de cabo de linaje estaba vinculada esencialmente, más que a una persona, al palacio o solar noble propiamente dicho, que era el que ostentaba la condición de cabo de armería. Así se explica que, en ocasiones, cuando un palacio “recaía en hembra” y entraba como nuevo dueño, por vía de matrimonio, un caballero de otro linaje, se le obligara a perder su apellido y tomar el del palacio a cuya posesión accedía. Así ocurrió -por citar un ejemplo en 1639, cuando el palacio y mayorazgo de Olloqui pasó a Martín de Elorz y Subiza, al cual se le impuso como condición en las capitulaciones tener que llamarse en adelante Martín de Olloqui, como así lo hizo.
Hay que tener presente que, con el paso del tiempo, los segundones de linajes nobles, al casarse, se veían precisados a dejar el solar originario e iban fundando por su parte nuevas casas de condición noble, que tomaban su nobleza del palacio de sus mayores, cuyas armas “portaban” en su escudo. Por este motivo se decía que las armas del palacio cabo de armería “no portaban de otro”.
Los titulares de estos palacios de cabo de armería tenían asiento en Cortes, no a título personal, sino por ser propietarios palacianos, y estaban exentos del pago de cuarteles y donativos. En algunas tierras, el señor del palacio asumía la condición de capitán a guerra sobre las gentes del lugar cuando eran llamadas al apellido*.
De muy antiguo origen, los cabos de armería cambiaban de señor por extinción de linaje o por venta del palacio. Se fundaban por reconocimiento de servicios hechos al rey y, ya en la Edad Moderna, por compra del derecho pese a la oposición (1695) de las Cortes; en el siglo XVIII se crearon varios en favor de indianos, para sus solariegas de la zona montañosa.
En el siglo XVIII había entre ciento cincuenta y doscientos palacios cabo de armería, la mayor parte de ellos estaban asentados en la Merindad de Pamplona y, en orden descendente, las de Sangüesa, Estella, Olite y Tudela, su correlación en el número de núcleos existentes en cada una.