APICULTURA
APICULTURA
Desde tiempos remotos se practica en Navarra el arte de criar abejas para aprovechar sus productos.
La legislación contiene normas y preceptos encaminados a protegerla y fomentarla, como lo atestigua que las Cortes de Navarra, reunidas en Tudela el año 1558, propusieran al Rey la regulación de las colmenas y abejeras. La reglamentación fue ampliada en años sucesivos hasta concluir en los acuerdos de 15 de septiembre de 1943 con el texto refundido del Reglamento de Fomento Pecuario de Navarra.
El abejar era parte de los bienes que poseían muchas familias. Se utilizaba para cubrir las necesidades de elemento edulcorante en la casa. En la zona de la Montaña se practicaba el apicidio o muerte de las abejas para extraer la miel y no tener que eliminarlas en invierno. La técnica rudimentaria que empleaban y lo corto de la estación veraniega, impedía obtener buenos rendimientos. Parte de las colonias eran sacrificadas conservándose el resto. En la siguiente primavera se rehacía el abejar con los enjambres propios y silvestres que capturaban. En la zona Media y Ribera, como consecuencia de un clima más benigno que permitía una producción superior de miel, las colonias de abejas no eran sacrificadas dejando parte de su producción como sustento invernal.
En la zona de la Montaña la vasija utilizada era traidiciona1mente un cono de mimbre y caña recubierto con boñiga de vaca, como protección y aislamiento contra la intemperie. En el resto de Navarra se empleaban las abejeras de piedra, consistentes en una cabaña con hasta 30 o 40 nichos (abejar) con una apertura orientada al Sur y un pasillo interior de acceso para la recogida de miel. Todavía se conserva en Artajona alguna de ellas. También se utilizan cubiertos para cobijar cajas de madera de aproximadamente 100 x 25 x 25 cm. Las tapas anteriores y posteriores son practicables, comúnmente denominadas “vaso”.
Aunque de pequeña dimensión, prácticamente toda familia agrícola poseía su colmenar más o menos numeroso. Con la difusión del azúcar como medio de endulzar los alimentos, a finales del siglo XIX la apicultura familiar perdió importancia, desapareciendo muchas abejeras. El seguimiento del abejar consistía en la recogida de los enjambres, preferentemente en la primavera y la recogida de la miel en septiembre, empleando para su extracción las prensas que estrujaban los paneles destruyéndolos. Otro procedimiento que todavía perdura, consiste en colocar sobre un recipiente un cesto o a veces un cedazo, sobre el que se colocan los paneles parcialmente desechos y sobre éstos una piedra que los aprisione.
La disponibilidad de más tiempo libre y la concienciación ecológica de la vida natural, está fomentando la apicultura como actividad en las décadas finales del siglo XX, en su doble vertiente de grandes abejeras, con un carácter industrial (registrándose en Navarra desde 1.000 cajas por un solo apicultor), hasta los pequeños abejares como medio de esparcimiento de todo tipo de profesionales.
Aunque persistan abejeras antiguas o fijistas, la técnica apícola actual está basada en la “colmena movilista”. En este tipo de colmenas, introducidas a principios del siglo XX, el panal está obrado dentro de un marco formado por listones de madera. Este marco o bastidor no toca las paredes de la colmena, pudiendo extraerse, con gran facilidad, con el panal que contiene. Una separación de 7 a 9 mm entre los cuadros permite la circulación a las abejas y evita dañarlas al sacar cuadros para observación. La utilización de extractores centrífugos permite vaciar los paneles sin estropearlos para su reposición, evitando su reconstrucción por las abejas y, consecuentemente, aumentado la producción de miel. (La producción de un kilo de cera por las abejas, requiere una alimentación equivalente a 8 Kg de miel).
En la “Guía de Navarra” figura en 1948 un total de 8.500 colmenas en Navarra, localizadas en 65 localidades, con un censo de 125 apicultores como actividad compartida.
Con la implantación de la Escuela Apícola por la Diputación Foral de Navarra en 1927 como medio de fomento agrícola, dada la importancia de la abeja en la polinización de las plantas, resurgió esta actividad. Contribuyó decisivamente el impulso que desde esta escuela se dio a las nuevas técnicas apícolas y, de forma peculiar, la enseñanza a los seminaristas y maestros que en un futuro atenderían el medio rural. Paralelo a las actividades didácticas creó un servicio de estampación que duró hasta 1982.
La escuela apícola, fue creada por Daniel Nagore*, ingeniero Director, bajo el asesoramiento técnico de León Lacasia*, sacerdote, párroco de la localidad de Ustés, apicultor por sapiencia y herencia y principal promotor de la apicultura en Navarra. Estaba ubicada en la Granja Provincial de la Diputación Foral donde después se instaló el Instituto de BUP la Granja.
Paralelamente a las clases, se creó el Sindicato Provincial de Apicultura que tuvo su auge con la vida activa de la escuela y decayó hasta su desaparición en 1971.
En 1985 se constituyó la Asociación de Apicultores de Navarra “APIDENA”, de la fusión de “ERLEA” y “APINA” éstas creadas en 1984, como medio de unificar esfuerzos en el fomento de la apicultura navarra.
Los productos más característicos obtenidos por la apicultura en Navarra son:
Miel. Debido a la gran variedad de flora existente en Navarra, se obtienen diferentes tipos de miel, siendo la más característica la de romero, tomillo en la mitad Sur y brezo en el Norte. Aunque la más abundante es la denominada milflores resultante de diferentes variedades, principalmente en la Montaña se obtiene la miel “extra floral” o “mielada”. Se le da esta denominación a las exudaciones segregadas por las hojas a través de los orificios estomáticos y que son recogidas por las abejas.
Cera. Proviene de la fundición de panales. Se utiliza en la reposición de nuevos panales. Tiene además aplicaciones en cosmética, droguería, etc.
Polen. Aunque su obtención no está generalizada, dada la complejidad de su extracción y secado, este producto sólo es obtenido por los grandes apicultores especializados, de los cuales hay varios en Navarra.
Propoleos. Para la obtención de colas y barnices.
Otros productos derivados de la apicultura moderna, tales como jalea real y veneno de abeja, no se obtienen en Navarra comercialmente.
Entre las costumbres tradicionales referentes a las abejas merece destacarse la mantenida todavía en el Norte de Navarra, consistente en comunicar a las abejas la muerte del nagusi o amo de la casa, golpeando con el revés de la hoja de un cuchillo a las colmenas mientras se decía nausia hil da (el amo de la casa ha muerto). Según la tradición, las abejas hablan “mintzatzen amen dire, burrumba batian hasten omendise”. No procediéndose así, las abejas mueren o huyen de las colmenas. También existe la creencia de que con este aviso se pide a las abejas mayor producción de cera para la iluminación de la sepultura del difunto.
Hasta épocas recientes la comercialización no ha existido, ya que la miel se consumía por los mismos productores o se vendía en las mismas localidades donde se extraía. La primera comercialización se realizó por vendedores procedentes de otras provincias, principalmente por sorianos y alcarreños, con su característica vasija al hombro. Con la implantación de colmenares en régimen industrial, la comercialización se generalizó, vendiéndose la miel directamente a granel.
Recientemente y fomentado por las exigencias del Ministerio de Sanidad y Consumo, se han creado envasadores que comercializan la miel con sus propias marcas identificativas, contándose actualmente media docena registrados en Navarra con un ámbito de mercado nacional.