PETROGLIFOS
PETROGLIFOS
Denominación que reciben las piedras grabadas por descascaramiento o percusión. Dentro de las manifestaciones artísticas conocidas en Navarra aparecen dos conjuntos atribuidos al amplio período del Neo-Eneolítico, procedentes de la Burunda y de Beire. Los ejemplares de la Burunda fueron encontrados al extraer arcilla para una tejería, consisten en 20 fragmentos de piedra arenisca de color rojizo que superan el metro de longitud y cuyo grosor tomado en la base oscila entre 11 y 19 cm, adelgazándose hacia la extremidad distal redondeada. La noticia y dibujo se deben al P. Mendoza y según esta fuente procedían del término de Biokoitzazpi que se reparten los municipios de Alsasua y Olazagutía.
De la descripción del P. Mendoza se desprende que no todos los bloques estaban decorados y que entre los que tenían decoración, los motivos eran, en unos casos, “de placas en relieve” y en otros, “adorno de simple trazo”. No se trata de estelas discoidales, bien conocidas por el autor, sino, en su opinión, de posibles menhires.
Es interesante resaltar que el primer menhir identificado en Navarra es el de “Erroldán Arriya” también situado en la Barranca, y que presenta seis surcos paralelos en una de sus caras.
En relación con los grabados de “Biokoitzazpi” aparecieron muchos fragmentos de pedernal, pero no se encontraron “ni huesos ni objetos de metal” y luego más al norte se recogió un hacha pulimentada.
Todo parece apuntar a una atribución al menos protohistórica para este conjunto. La concentración de menhires y sílex, hace suponer la existencia de un posible “taller” de bloques de arenisca con fines difíciles de precisar.
En el término de Bescos (Beire), concretamente en la margen izquierda del barranco del mismo nombre, se localizaron entre amontonamientos naturales de areniscas, dos grandes bloques con grabados. Su descubrimiento se debe a F.J. Corcín.
Los monumentos de Beire aparecieron con la cara decorada hacia arriba, el primero entre numerosos bloques y afloraciones de arenisca, entre los que podrían aparecer nuevos motivos grabados. El segundo junto al campo de labor y con arañazos de instrumentos agrícolas que confirman su permanencia con la cara decorada hacia arriba durante cierto tiempo. Sin embargo, queda la duda de si siempre estuvieron en esta posición o si fueron ejecutados para estar enhiestos.
Ambos ejemplares son complejos por la técnica -repiqueteo más abrasión-, propia de un ámbito bien distante, el de los grabados esquemáticos del área atlántica. Por la temática -representaciones vulvares- frecuentes en el arte paleolítico del área franco-cantábrica y en horizontes neolíticos del Mediterráneo. También son complejos por el soporte: dos grandes bloques de arenisca, esteliformes, difícilmente paralelizables con el arte de las rocas y peñas galaico-portuguesas.
Respecto a su cronología no parece imprudente atribuir la autoría de los grabados a los ocupantes de las laderas y montículos de Bescos que dejaron indicios de su asentamiento ocasional. Culturalmente, además, podrían relacionarse con el sustrato inicial de la Tejería* y la Falconera* (Bronce Final). De ser esto cierto, puede sugerirse para los petroglifos de Bescos una atribución cultural al Neo-Eneolítico o su perduración en la Edad del Bronce.
Bibliografía
M.A. Beguiristáin, C. Jusué, Hallazgo de petroglifos en Navarra, “XVIII Congreso Nacional de Arqueología” (Zaragoza, 1987), p. 525-533; Petroglifos en Beire (Navarra): una nueva zona con grabados postpaleolíticos, “I Congreso Internacional de arte rupestre” (Caspe,1987), p. 265-272.