PELOTA
El juego de la pelota es el deporte ancestral y vernáculo de Navarra, en sus distintas modalidades. Las más populares son la pelota a mano individual, y por parejas; la pala, también conocida como pala larga; la pala corta; la paleta con pelota de cuero; la paleta con pelota de goma y el remonte. Destacan la pelota a mano, individual y por parejas, la pala larga y el remonte, que tienen una vertiente profesional y otra amateur. En 1990 el número de federados ascendía a un total de 4.763 que hacían de la Federación navarra la primera de todo el Estado. De las licencias expedidas, 2.961 fichas eran de dúos y asociaciones deportivas, 65 profesionales, 77 monitores y 33 jueces.
En 1989 existían en Navarra 135 frontones cubiertos (37 en Pamplona). Los de mayor capacidad eran el Euskal-Jai (2.400 espectadores) y el Labrit (1.900 espectadores). (Frontón*).
Historia
Queda constancia de que Virgilio, Horacio y Platón eran conocidos, además de por sus versos, por su dedicación al juego de la pelota a mano. Así, este deporte se sumerge en el tiempo, hasta rozar el siglo V antes de Cristo, estando en función de la rivalidad y la diversión. Bajorrelieves, pinturas, cerámicas y escenas de palestra que parten de aquella época son documentos probatorios de su antigüedad.
La noticia más antigua que se conoce, referente al juego de pelota la encontró en 1916 fray Fernando de Mendoza en el Archivo de Navarra. Llega hasta 1331. Fray Fernando escribió Para la historia de la pelota. “El polvoriento librote que manejaba me aseguró que el rey (Felipe de Evreux) tenía afición al juego de la palma, y que en 1331 mandó a Pedro de Olaiz, famoso carpintero, cuyo nombre en los libros del tiempo sale a cada caso que levantara de nuevo una tribuna en el claustro de Predicadores de Pamplona para contemplar desde ella las peripecias del juego”.
“A Pedro de Olaiz carpintero del Rey que fezo de nueuo so precio taxado en la clasura de los frayres predigadores de pamplona un tablado para jugar a la palma de mandamiento del seynnor Rey por letra dada XXII días de febrero anno XXXI-XVIII I”. (Registro 26, f. 142 v).
Este documento revela que a principios del siglo XIV ya se jugaba en Pamplona a la palma; es decir, a la modalidad primitiva del juego de pelota a lo largo y a mano; en francés, “jeu de paume”. Se mandó construir de nuevo el tablado o cancha de madera, lo cual indica que ya existía antes y que se hallaba necesitado de reparación. Aquel juego de pelota se hallaba en el claustro del convento de los Dominicos, cerca del palacio real de la Navarrería.
Entonces había en Pamplona, como en París y en otras ciudades francesas, juegos de pelota en conventos; y aquí en el de Santo Domingo, de una de las órdenes reformadoras de las costumbres de la Iglesia. De este documento puede también deducirse que el palacio real en Pamplona no disponía de juego de pelota, y que el rey Felipe de Evreux, aficionado al mismo, se preocupaba de mantener en buenas condiciones el que tenían los Dominicos.
Ya en los trinquetes de la Edad Media, una ordenanza real obligaba a unas reglas, prohibiendo el uso de determinadas materias para el relleno de la pelota, porque se había comprobado que “dañaban las manos”. La pelota tiene un mártir egregio: Felipe “El Hermoso” contrajo una pulmonía que le llevó a la tumba tras disputar un partido con un capitán vizcaíno (siglo XVI).
La leyenda atribuye a una imagen de Jesucristo crucificado, el milagro de acertar con justicia el deliberar el tanto sospechoso de buena o mala para los jugadores. La población riojana de Calahorra custodia la imagen del “Cristo de la pelota” con uno de los brazos descendidos del clavo de la cruz para indicar, quien llevaba razón en un tanto, cuando dos seminaristas disputaban un partido en el claustro de la catedral.
En 1570, Lippomano, embajador de Venecia, abrió por este tiempo 80 campos de pelota en París. Por esta época ya se jugaba profesionalmente en Guipúzcoa, Navarra, Labourd, etc.
Con buena lógica se denomina genéricamente a este deporte “pelota vasca”, ya que como círculo funcional biológico, es sustancial para comprender el País Vasco y no sólo por el cultivo de la fuerza física y por el vigor corporal, sino también por las posibilidades de imaginación, de vivencia íntima, incluso de plenitud cuando la mano está dentro de la pelota.
Unamuno escribía: “Toma la pelota con suavidad y sin esfuerzo aparente, mira la pelota que bota alto, la espera, dobla el cuerpo en arco; atrasa el brazo, contrae la boca”; Ortega y Gasset durante sus vacaciones en Zumaya, jugaba al frontón con su amigo Zuloaga y Blas de Ctaro dejó escrito… “frontón en el que ya tendí diariamente mis músculos y mi ingenio”.
Así comentó el juego, el cronista Aitona: “El juego de la pelota, propiamente vasca (desde que salió de los locales en que se jugaba al “jeu de paume”, hace ya más de dos siglos), ha pasado por numerosas etapas, desde aquellas en que la pelota hacía su juego, o si se quiere, hacía tantos válidos aún arrastrándose por el suelo (cosa inconcebible para los que hoy vigilamos con atención y pedimos inmediatamente el castigo de un segundo bote) y en que se movía el aire libre desde un campo a otro, sin más separación que una raya y sin intervención de paradas o muros que sirvieran de frontis y de reborte, y sin importar a los jugadores que el piso del terreno de juego fuera de tierra, de hierba, de losas de piedra, de cemento o de asfalto”.
A medida que evolucionaba la confección de la pelota, cuando se aprendió a manipular industrialmente el caucho, varió totalmente la esencia misma del juego primitivo. Las citas municipales a este juego son muy numerosas desde pasadas centurias y así mismo, repasando la urbanización de los pueblos se encuentran a partir del siglo XVI, el entrañable rincón del “Juego de la pelota”. Escritores como Florencio Idoate o Bernal Díaz del Castillo significan en sus crónicas la universidad de este deporte. El segundo cronista de Indias, la citó en Méjico en 1521, desde dos personajes de Nájera, duchos en este juego.
F. Idoate, en su obra Rincones de Navarra, refiere como ya se jugaba en puntos de esta provincia a comienzos del siglo XIV. Es el rey Luis I quien la exportó a Francia, siendo a la sazón rey de aquel país. Javier Aguirre, prosigue en la remembranza: “Por el año 1562 data que Sangüesa tenía su juego de pelota en la casa particular de Juan de Güesa y nos narra cómo se disputaba el máximo duelo que se celebró, el segundo día de la Pascua de Resurrección, entre los hermanos Mauleón de Sangüesa contra Juan de Cáseda y Juan de Lumbier.
En cierta ocasión se sirvieron de un desafío para boicotear la sesión del concejo anunciada en aquella hora, pues los Mauleón y sus compañeros no compartían la idea de celebrarlo. También existía en Sangüesa el juego de pelota larga, pues el mismo día y con idéntico motivo de anular la reunión, dos componentes del concejo, Pedro de Güesa y un aragonés, llegaron a un acuerdo para enfrentarse contra Miguel Mondela y un cabritero. Acudió allí el propio alcalde de Sangüesa Lic. Arielz y enojado, les tomó la pelota con que jugaban diciéndoles que fueran todos al concejo. Después acudió al patio de los Mauleón, y tras una gran discusión les mandó retirarse a sus casas en calidad de presos y pena de quinientos ducados.
En la familia del santo apóstol de las Indias y patrono de la pelota nacional, San Francisco Javier, se encuentran también aficionados al deporte de pelota. El vizconde de Zolina, León de Garro (hijo de don Jerónimo y doña Ana de Xavier, sobrina del santo), estaban jugando a la pelota en Sangüesa, un día de agosto de 1581. Entonces fue avisado de que algo anormal ocurría en su casa.
Para algunos, el primer pelotari considerado con datos históricos resulta ser un navarro, pero procedente de la Baja Navarra, relacionado muy estrechamente por aquellas fechas al territorio español. Se trata de Domingo de Azpilicueta, que hacia 1570 jugaba un partido con Enrique III de Navarra. El rey lo tomaba como entrenamiento y había de recibir buenas reprimendas si se dejaba, ganar, pero por otra parte se alegraba cuando dominaba el tanteo. Domingo, que resultaba ser de carácter noble, tenía sus gestos “disimulados” de complacencia para que el rey pudiera disfrutar del triunfo.
En 1680, cuenta la historia como llegaron a Pamplona dos jugadores de pelota, llamados Juan de Amigo y Vicente de Lesaga. Aparecen como señores de importancia en el ámbito social, pues se les daba el título de don. La práctica de este deporte quedaba supeditada a los hidalgos de Pamplona, y desde luego con gente de esa clase, jugaron los visitantes.
Pero también los habitantes del pueblo practicaban, pues los aficionados de Puente la Reina jugaban en la calle de San Pedro molestando a todo el mundo. El amo de una botica se quejó ante los tribunales de que “ocupan con el juego toda la calle y ninguno osa pasar por que los aporrean con sus palas y les hacen muchas sinrazones”. Aparece de nuevo, entre los jugadores destacados, el vizconde de Zolina, sucesor de León de Garro, que con el tiempo heredaría el condado de Javier.
Las notas bibliográficas dan un acercamiento a la era de la pelota vasca. En 1720 aparece, reflejado por Bozas-Urrutia, el primer partido, con más sentido vasco hasta aquel momento. Se trata de un desafío entre cuatro guipuzcoanos y cuatro navarros baztaneses. El ambiente creado en los seguidores de cada bando hace pensar que eran frecuentes esas confrontaciones entre pelotaris vecinos. En este partido, cuando lo tenían dominado los navarros, mandaron un mensajero hacia sus pueblos para que anunciara el triunfo que se veía llegar, pero la gran reacción de los guipuzcoanos, dirigidos por Rivera, levantó el partido para los suyos. En esta cita, ya aparece la relación del terreno de juego con las paredes de la iglesia, pues narran cómo el citado Rivera sacaba hasta la iglesia una pelota de 8 onzas (este peso supone más del doble de las utilizadas en nuestro días, pues ascendía a 226,80 g y las actuales no exceden de 106 g).
En 1743 se relatan los hechos por los cuales en Pamplona se prohibía jugar a la pelota en las calles públicas, intentando cortar la afición que en aquellas fechas se difundía en la ciudad. En 1745, como los pamploneses habían olvidado el bando anterior, y por jugar en las cercanías de las iglesias durante los oficios divinos, los regidores volvieron a publicar un bando. El gran Perkáin aparece en su primera cita, en unión con Simón el Navarro. Dos hombres que marcaron época en el mundo de la pelota. El lugar de celebración del partido fue Oyarzun, un 18 de octubre de 1796. Los contrarios fueron el Estudiante de Aranaz y uno de Sara (Francia). Tras acordar un partido tuvo que suspenderse por orden del diputado que dictó un oficio en el que se prohibía tal partido. Pero lo que ocurría era que, por las excesivas apuestas que se organizaban trataba de frenar numerosos intercambios pues el alcalde les dijo luego que podían jugar para solaz de los espectadores, pero limitando las traviesas a 30 ducados, según establecía el Fuero.
La pelota tiene su himno solemne y también su Santo patrono, desde que el 23 de septiembre de 1962 la Asamblea de la Federación Internacional acordara nombrar protector a San Francisco Javier. Hay fuentes y datos que hacen creer que el Santo jugó a la pelota. Muchos comentarios coinciden en afirmar que los misioneros españoles, y más concretamente del norte de la Península, han difundido el deporte de la pelota por todos los continentes.
Fabricación y características de la pelota
La forma y consistencia de la pelota requiere una habilidad tan especial en su construcción que son muy pocos los industriales que han adquirido reputación en este ramo. Para un pelotari experto no es difícil distinguir la buena pelota de la mala. El bote noble, derecho y franco, el ruido seco, fuerte y sonoro y la viveza natural cuando sale de la pared, son condiciones indispensables para la buena pelota. Según los expertos, la evolución de este oficio produjo un aumento en cantidad hace varios años; en cuanto a la calidad, ha seguido el proceso del mercado industrial en cualquier rama o modalidad de fuego.
De dentro hacia fuera. Los materiales empleados en la construcción de una pelota son: un bolo de madera de boj de 5 gramos; goma virgen líquida “látex” con amoníaco y peso de 38 a 40 gramos según el total de la pelota; lana pura 40-42 gramos; algodón 10 gramos; piel de cabra (la mejor piel dicen es la de perro, pero no se utiliza). El peso no debe exceder de los 12 gramos. Lo ideal son 10 gramos.
El desarrollo de la formación de la pelota es el siguiente:
La goma líquida se derrama sobre unos cristales donde se forma una sábana con el grosor deseado. Seco el “látex” se corta en tiras. Construcción del bolo con las tiras de “látex” bien tensas. Hay que dejarlo secar para conseguir su curación. Cuanto más viejo más curado. Poner lana mojada. Dejar secar a temperatura ambiente u horno templado hasta que alcance el peso justo. Cubrir con algodón seco. Coser con hilo de diferente color sin presionar las puntadas. Forrar con piel mojada para que adopte la forma y el secarse adquiera presión sobre el algodón. A las de mano se les pinta con pintura sin alcohol y se les da sebo por toda la superficie de la piel. Sobarla en el molde con un martillo de zapatero, a base de pequeños golpes que la reblandezcan. Los útiles mecánicos que necesita un pelotero para su trabajo son: Peso de décimas muy preciso; Molde de madera para sobarlas, con diferentes medidas; Martillo de zapatero; Alicates para estirar el cuero; Tijeras para cortar la piel y tenazas para los clavos que sujetan el cuero durante el proceso de cosido; Horno para el secado de las pelotas a temperaturas muy suaves.
Las diferencias existentes entre las pelotas de mano y las de herramienta estriban en múltiples cualidades: El grosor de la goma de “látex” en la formación de la sábana; la presión manual ejercida por el pelotero en el momento de construir el bolo; la cantidad de “látex” empleada para la formación del bolo. Así la de mano, que es más blanda, puede tener de 38 a 40 gramos; la de pala de 50 a 60 gramos; la de remonte de 80 a 85 gramos, y la de cesta punta hasta 110 gramos de goma; la lana va en función del peso de la pelota.
Las pelotas de alevines que llevan el mismo proceso de construcción no deben tener más de 18 gramos de esta goma.
El juego de largo
Es el más antiguo de todas las que se consideran con el estilo de la pelota vasca. Parece derivarse del “Jeu de Paume” que jugaron los franceses y del que se cree han ido surgiendo todas las demás variedades.
En el juego de largo no hay pared. Los partidos se juegan en una plaza con dimensiones de unos cien metros de longitud y que puede variar la anchura. Cada pueblo, con costumbre tradicional, tiene su plaza con particularidades propias. Así, hay lugares en los que se juega en una era de hierba sin ningún cuidado especial. Se marcan las líneas para los partidos y queda constituido el terreno de juego. Esto ocurre en Garzáin, donde se juega únicamente por fiestas como tradición deportiva.
La plaza se divide en tres partes mediante dos líneas llamadas “escases”. El saque se efectúa de un extremo al otro del campo, desde un “botillo” o simplemente una piedra y ha de rebasar la línea de resto para que no sea falta. El restador contrario, vuelve la pelota siguiendo el juego hasta que lo pierde uno de los bandos. La contabilidad se realiza a juegos con una característica propia que son las “rayas”, la cual produce el cambio de posiciones en el terreno de juego. De esta modalidad parte el dicho de jugarse las cuerdas o el alquiler de la cancha.
Pelota a mano
Estilo más natural y primitivo que se conoce en la historia del deporte de la pelota. Tiene la ventaja de que para practicarla no es necesario poseer una instalación deportiva formal. La pared de cualquier casa y preferentemente la de la iglesia, reúne condiciones para que los chavales aporreen la pelota y comiencen a despertar la afición y desarrollar las cualidades físicas Por esta facilidad de práctica se supone que el estilo de mano surgiera el primero y luego aparecieron la herramientas.
En Navarra, Guipúzcoa, Álava y Vizcaya, tomó un singular afecto este juego cuando se construyeron frontones y se divulgó el juego doble, lo que ocurrió a final del siglo pasado y principios del actual. Tal es así, que en el programa de las grandes festividades, no faltaban los partidos de pelota organizados por la junta de festejos. Pero llegados los años 1950 y siguientes, se produjo un descenso considerable y hasta los frontones servían como campos de fútbol. Se pasó por una época en que la práctica del juego con pelota estaba abandonado. La tarea de renacimiento se emprendió con la organización de un campeonato llamado “Burunda-Barranca”, celebrado en Echauri-Aranaz, al cual llegaron la considerable cifra de cincuenta y seis participantes organizados en veintiocho parejas. Después se disputarían otros torneos en puntos diversos, como en Echauri, Tafalla, Baztán-Bidasoa, Esparza de Galar, etc., en los cuales se formaban las grandes figuras que años más tarde llegaron a consagrarse. Navarra es un auténtico vivero de frontones, de ahí que en esta modalidad tenga dominio sobre el resto de las provincias españolas.
La historia de este deporte ha causado baches muy pronunciados así como tiempos esplendorosos de grandes figuras. Se habla de la época de Perkáin, y más recientemente de la época de Abrego; tal es así que hasta resulta curioso escuchar como se dice: “Antes de Ábrego y después de Ábrego”. En mano, las figuras profesionales navarras no habían destacado hasta los últimos años. Tal es así que Retegui en 1968, al quedar campeón de España manomanista, se constituía en el primer navarro que alcanzara tal gloria. A partir de aquel año, son seis las veces que quedó campeón (así igualaba el récord de Azcárate) y dos años Lajos, también navarro.
Este empuje, que llega en los últimos 20 años, es fruto de una orientación adecuada, dirigida desde la Federación Navarra de Pelota patrocinada por la Diputación Foral de Navarra y difundida por la prensa navarra.
A lo largo de los años de campeonato de España por federaciones, Navarra ostenta 12 veces el título de mano individual y 16 veces el de mano parejas. Guipúzcoa, le está muy equiparada, tiene conseguidos nueve títulos en individual y ocho en parejas.
En 1990 Navarra estaba a la cabeza de esta modalidad. Domina en todas las categorías de aficionados, desde los más jóvenes hasta los mayores. Nada hay que oponer a la actualidad de los profesionales manistas donde Lajos se convirtió un tiempo en el dueño y señor de los frontones a Retegui con su calidad de campeón y una serie de figuras estelares entre las que se citan a Piérola, Oreja, Martinicorena, Maíz II, Vergara II, Eugui, Bengoechea, Galarza, Ezcurra y una lista larga de jugadores.
En pelota a mano amateur, Navarra tiene también un palmarés brillante. En mano individual fueron campeones de España: Justo Dufur (1943 y 1949), Esparza (1950), Retegui I (1963, 64 y 65), Bengoechea III (1973), Maíz II (1975) y Elizalde (1976 y 1977). En pelota a mano por parejas: Ochoa-Dufur (1942-43), Arbizu II-Arbizu III (1949), Arbizu III-Dufur (1950), Arbizu II-Arbizu III (1951), Ezcurra-Iriarte (1957), Ezponda-Yániz (1958), Ezponda-Alegría (1959), Vergara I-Alegría (1962), Ezponda-Alegría (1964), Nagore-Alegría (1967), Vergara-Martínez de Irujo (1971 y 1973). Choperena I-Martínez (1976), Rico III (1978, 1981), Errandonea (1982).
Pelota a pala
En los trinquetes de la Edad Media se utilizaron unas pequeñas palitas, especie de parches de pergamino pegados a unos aros de madera para golpear con ellas las pelotas pequeñas y livianas que se utilizaban en el “Jeu de Paume”. No hay noticia exacta de la época en que se haya empezado a jugar a la pelota valiéndome de una superficie plana de madera como es la pala. Es curioso observar que Goya en un cartón que pintó para tapiz que tituló El juego de pelota, presenta a dos pelotaris (vestidos, naturalmente de paisano al estilo de la época), blandiendo en sus manos derechas dos palas que responden al diseño que acabó por imponerse cuando esta modalidad se implantó en los frontones industriales con profesionales, en los primeros años del siglo XX.
Parece ser que los primeros pasos profesionales los dio la pala en Navarra, pues de allí partió el desafío que lanzaron los hermanos Eraso, que fue aceptado por los vizcaínos Goicoechea y Chiquito de Abando, iniciándose la época moderna de esta herramienta con los partidos que se jugaron el primero en Vergara el Domingo de Resurrección del año 1903, el segundo en el viejo Euskalduna de Bilbao, suspendiéndose por lluvia el tercero, de desempate, que se concertó en el gran frontón abierto de Durango.
Antes de este episodio se habían jugado algunos desafíos entre aficionados de Durango y de Eibar; pero el gran impacto que el reto de los Eraso causó en la afición del País Vasco (concentrada toda ella en el juego de la pelota) hizo que cundiera la afición en Vizcaya, principalmente en Durango y Ermua, y en el frontón de Zabaldibe del padre de los Begoñeses. Y tantos y tan rápidos fueron los progresos de los futuros profesionales que la empresa del frontón Euskalduna se decidió a formar su cuadro con palistas, desistiendo definitivamente de los jugadores de la cesta-punta que atravesaba un período de decadencia. Se recuerdan los nombres de los primeros “ases” palistas, durangueses casi todos ellos. En aquel tiempo surgió la figura de Juan Guisasola, Begoñés I que ha sido el que dio categoría artística al juego de pala que hasta entonces se había limitado a pegar contra el frontis con la mayor fuerza posible.
Muy pronto el juego de la pala conquistó a todos los públicos extendiéndose por las más importantes capitales, arraigando profundamente en Madrid, primero en el frontón Central, de la plaza del Carmen, después en el Jai Alay y últimamente en el Recoletos. Se construyeron frontones en Valladolid, Sevilla, Zaragoza y Barcelona, entre otras poblaciones de menor importancia, y no contentos con estas conquistas, los palistas cruzaron el charco y se lanzaron a la aventura de acreditarse en los frontones de la Habana y de Méjico en los que predominaba la cesta-punta con carácter de monopolio.
Sería tarea larga recoger en esta breve impresión la lista de los grandes pelotaris que se han dedicado a cultivar la pala como profesionales. Casi todos han sido vizcaínos, debido, sin duda, a que tanto en Guipúzcoa como en Navarra predominaba la afición a la modalidad de remonte, también de historial brillante. Y solamente en los últimos años se está advirtiendo que los semilleros de palistas profesionales están en Navarra.
Después de los pioneros durangueses ocuparon puestos preferentes los delanteros Urbano Larrucea (Amorebieta II), Juan Aboitiz (Chistu I), los hermanos Quintana, especialmente; sumándose a esta larga lista de vizcaínos los nombres del madrileño Ricardo y del navarro Oroz II, verdadero fenómeno de la especialidad.
Entre los zagueros se recuerda la seguridad de Elorrio, Navarrete, Cantabria, Unamuno (hijo de Zacarías), la potencia de Modesto Perea, Arrarte, Narru I, el malogrado Pasay, guipuxcoano, “Ermua”, Villaro II, Aguirrebengoa, el elegante y segurísimo Joseche Aguirre, de Abadiano, estrella del Recolectos madrileño durante muchos años, Oroz I y otros muchos.
Posteriormente y con la desaparición de los frontones Euskalduna y Recoletos, la especialidad se concentró exclusivamente en el recinto del Club Deportivo de Bilbao en donde destacaron, Begoñés VII, Alsúa I y Guisasola. El cuadro va completándose con jóvenes figuras que, como antes se ha apuntado, van surgiendo en Navarra.
Llegan los Beitia, Salvador, Goldaracena, Arribillaga y Saralegui que, en la flor de la vida y cuando estaba cumpliendo una extraordinaria carrera deportiva -pasará a la historia con el sobrenombre de “la zurda de oro”- murió en la cancha del Carmelo Balda donostiarra. Contemporáneamente apareció un nuevo fenómeno, el navarro Iturri que ha sido la figura de la modalidad en estos últimos tiempos.
Surgieron los frontones de Vitoria y Carmelo Balda, gracias al tesón y el entusiasmo del admirable empresario navarro, Carmelo Echavarren. Pero la empresa no continuó y de nuevo la pala se circunscribió exclusivamente al Deportivo bilbaíno. No se atreven nuevas figuras y estos son instantes de “impase” y de preocupación por la especialidad. En 1990 todos los ojos y todas las aspiraciones para la revitalización del “leño” estaban puestos en Oscar Insausti, el pelotari pamplonés aficionado, Campeón del Mundo. En pala larga amateur, han sido campeones de España los navarros: Goiburu-Jadraque (1945), Sarobe-López (1948), Mendiluce-Egaña (1970), Mendiluce-Oreja (1972 y 1973), Iturri-Beunza (1982).
En pala corta lograron ser campeones de España las parejas navarras: Beola-Goiburu (1945), Eseverri-Machiarena (1957), Mendiluce-Egaña (1966), Casado-Oreja I (1971), Casado-Egaña (1974), Echandi-Ezponda (1976), Ameztoy-Barcos (1979). En paleta con pelota de cuero, se proclamaron campeones de España los navarros Insausti-Valdés (1982) e Insausti-Arbeloa (1983).
Cesta punta
Bombín relata como se inició con la “matsardia” vasca, una especie de rama trifurcada a la que se unían las tres puntas y se enlazaban con una cuerda para formar una red. Gaintchiki, según Ganich Halsonet, cuando era joven, se le ocurrió, con una canasta de recoger fruta, golpear a una pelota, ocurrió mientras disfrutaba de los resultados positivos de su ingenio. Con su idea madura, comenzó a hacer chisteras para jugar al ble, en el año 1857. La imperfección de esta herramienta hizo que se fuera modificando hasta que se obtuvo la actual cesta que se denominó “mauser”. Todas las ideas surgidas nacen de una común: “el guante”. Son modificaciones que se crean para beneficiar el juego, y que toman características propias, al igual que lo haría el remonte. En Navarra no se difundió esta forma de juego. Es por ello que en 1904 se había de modificar el guante con un nuevo estilo que daría la modalidad del remonte. Hasta 1950 no hubo indicios de afición.
Los hermanos Lasa y M. Balda son los primeros jugadores navarros de cesta punta que se cuentan, aunque tampoco llegaron a participar por nuestra Federación. En 1966 hubo un nuevo brote. Se trata de un grupo de jóvenes formado por Fernández Lerga, Ayestarán y Arteche, que compraron unas cestas y comenzaron a lugar. Poco más tarde se unieron otros cuatro amigos entre los que se encontraba Elías Elizalde. En 1967 hubo un jugador que cumplía el servicio militar en Pamplona, llamado Zabarte.
Por la amistad que le unía al grupo de aficionados se propuso entrenarles por las tardes en el frontón del Club Tenis. Completan el grupo Alzórriz, Elizalde I, Elizalde II, Careaga, Tirapu y Reta entre otros. Un año más tarde, llegó un profesional, Echea, que había jugado en los frontones americanos. Con él continuaron los entrenamientos y al grupo anterior se unieron Bayona, Carmelo y Elizalde III.
En 1969, se celebró el primer campeonato navarro de esta modalidad en el que quedaron campeones Reta-Alzórriz y subcampeones Elizalde I y Elizalde II. En 1970, se participó por primera vez en el campeonato de España por Federaciones con la pareja formada por Alzórriz y Elías Elizalde. El brote actual que impera en Pamplona tenía su base en 1980 en el Club de Tenis donde se jugaba con cierta periodicidad.
Remonte
Se ha considerado como la primera especialidad que se deriva directamente del invento del pueblo vasco. Este, en su deseo de ampliar la gama de posibilidades del juego dentro de la cancha del frontón, experimentó, alargando el guante y convirtiendo así una herramienta con mayores posibilidades ofensivas, a la vez que daba gran rapidez y vistosidad al juego.
Pero la derivación de la cesta queda expresada en su primer guante de cuero con que se comenzó a jugar al “largo”.
Un domingo de Sanfermines de 1904 se jugó un estelar de guante, en el “juego Nuevo” pamplonés, entre Machín y Florentino Murillo, por un lado, y Moya y Aramendía, por el otro. El pinche del frontón cantó momio por estos últimos. Y acertaría en el pronóstico aunque la lucha fue cerrada. Aramendía se defendió espléndidamente y Juanito Moya jugó bien aunque, debido a su escasa corpulencia y estatura, pasara dificultades para manejar la herramienta. “Aramendía estuvo tremendo, decía un periódico al día siguiente. Sacó con mucha facilidad y pegó guantazos que impresionaron al público. Moya también jugó mucho y bien y, a pesar de salir ganador, no acabó contento. Le pesaba mucho aquel terrible guante de cuero y al entrar en la cantina lo tiró por el suelo”.
Fue entonces, seguramente, cuando el entrañable “Moyica” comenzó a pensar, soterradamente, en lo que iba a ser un invento o descubrimiento histórico: el remonte. Hacía muy poco tiempo que en Francia se había adaptado para jugar a “blé” una “gran chistera”, una especie de guante de mimbre o junco marino. La reducción de peso del artefacto proporcionaba una mayor ligereza de manejo, un muñequeo más airoso. Y hasta se ganaba en violencia en la salida de la pelota. En el verano de 1904 encargó al industrial tolosano Elizalde una nueva herramienta que dio a conocer después de probarla.
Se jugaba a guante y a punta a base de pelotas muy pesadas. De 20 gramos de goma y 150 gramos de peso. Se alternaba el juego de pelota con guantes y remontes para terminar, al poco tiempo, por imponerse el remonte. De inmediato surgió el primer ídolo con esta herramienta, José Murillo. Después, José Irigoyen, de Vera de Bidasoa, conocido con el sobrenombre de “El león navarro”. A continuación entró en la competición el sin par Ábrego. Se enfrentaban la fuerza colosal de Irigoyen contra la habilidad, no exenta de potencia de Ábrego (Arróniz, 1910), sin duda, el mejor remontista de todos los tiempos. Sus dos hermanos menores José Mª y Julio también fueron buenos delanteros Jesús Ábrego iba para manista, pero sus padres, que eran maestros, se trasladaron a vivir a Larraga y posteriormente su progenitor fue corredor del frontón Euskal-Jai* y Martín Olloquiegui, “Mina”, le regaló un remonte al joven Jesús.
Empezó a entrenarse con los aficionados y acudió a Estella a jugar su primer partido en serio, a los trece años. Un año más tarde Murillo, intendente del Euskal-Jai, le propuso su debut como profesional, que tuvo lugar en diciembre de 1924. En 1925 ya se codeaba con los ases y venció a Mina, él que le regaló su primer remonte. A partir de 1926 le llegaron las victorias en todos los frontones donde participó. Conquistó el título nacional e individual, que ostentó desde 1927, sin que nadie se lo arrebatara, y que volvió a conquistar en septiembre de 1944 frente a Salsamendi III en el Urumea donostiarra.
Ábrego tenía que jugar con un compañero de menor categoría y hacer frente a dos o tres rivales, además de privarle del saque. Los mejores remontistas eran entonces Arzamendi, Berolegui, Irigoyen “El león navarro”, Vega y Ramón Salsamendi. De Abrego dijo Irigoyen que “es un jugador con lo que podríamos llamar “radio acción”, que abarca toda la cancha, llena de su actuación, hasta el extremo de dar la sensación de ser pequeña para un juego y alcance desbordante”. También habrá de señalar su gran facilidad para las modalidades de la pelota, tanto en paleta como pala.
Se retiró en 1949, a los 39 años de edad y 25 de actuación, el que fue llamado “El mago del remonte”, “El emperador”, “La maravilla de Arróniz”, entre otros apelativos. Todos ellos indicaban la calidad indiscutible y el reconocimiento de su superioridad en esta modalidad de la pelota.
Junto a estos grandes jugadores de remonte hay que añadir a Santamaría, Arce, Azpíroz, Bengoechea, Unzué, hermanos Arano, Urtasun, Eguaras, Goioechea, Iraízoz, Sáinz, Arbizu, Areso, Olaverri, Lecumberri y Raul, además de otros buenos remontistas profesionales.
Entre los amateurs es necesario citar los que lograron el Campeonato de España: Altuna-Ezponda (1944), Irura-Ezponda (1945), Rodríguez-Ezponda (1948), Rodríguez-Prat (1949), Mina-Arbizu (1950), Rodríguez-Mina (1951 y 1954), Mina-A. Lecumberri (1956), Rodríguez-A. Lecumberri (1957, 1959 y 1960), Zudaire-A. Lecumberri (1963 y 1964), Reclusa-Lecumberri (1965), Rodríguez-A. Lecumberri (1966), Ayerra III-Goñi (1970), Ohárriz-Goñi (1971 y 1972), Recalde-Goñi (1973), Ohárriz-Goñi (1974), Górriz-Goñi (1975), Ollo-Ulzurrun (1982) y García-Ulzurrun (1983).
Rebote
La pervivencia de esta modalidad del juego de pelota es uno de sus mayores timbres de gloria, porque hace de él más que un juego aislado una verdadera institución lúdica que arraigó en los valles y montañas del país vasco navarro y evolucionó a través de los tiempos cristalizando en formas diversas que cambiaron no sólo la técnica sino la apariencia, debido unas veces a la modificación del escenario, otras al cambio de las herramientas o medios de que se vale para manejar la pelota y siempre en función de las características de esa pelota, que es el personaje principal del juego, fiel a una constante invariable, que es la de ser un objeto redondo, macizo, un núcleo de materia elástica, revestido de lana o algodón y recubierto de un forro de cuero.
El juego de rebote es como la segunda metamorfosis del primitivo llamado “lasshoa”, o largo que se desarrollaba en un campo rectangular con una cabecera marcada por un pequeño murete, pero sin límite de extensión por el lado contrario.
Es posible que en un principio se lanzara la pelota con la mano desnuda. Pero queda constancia (y ejemplares en los museos) que, desde hace aproximadamente un par de siglos, los jugadores revestían su mano con un guante de cuero, que empezó siendo muy pequeño para cubrir justamente la palma y los dedos, y terminó siendo una herramienta estrecha, curva y hasta de 40 cm de largo desde la embocadura de la muñeca (donde tenía una anchura de 17 cm), hasta la punta que se estrechaba hasta los 11 cm.
Como el mecanismo de juego era bastante monótono, a alguien se le ocurrió acotar el terreno, elevando más el muro de la cabecera y plantando otro similar en el lindero opuesto, a una distancia aproximada de 100 m, con lo que se mantenía la nota de rudeza, brío y agilidad, pero introduciéndose el factor de habilidad, al obligar al jugador a recoger y devolver la pelota enviada por un bando después de que hubiera tocado en el otro muro. Esta técnica que se llama rebotear, dio nombre a la nueva especialidad. Resultaba el juego más movido, más variado, más difícil y, por consiguiente, más interesante y apasionante.
Se seguía jugando con guantes curvos de cuero hasta que, a mediados del siglo XIX, se sustituyeron por los de mimbre, de forma y medidas aproximadamente iguales, pero mucho más ligeros y manejables, introduciéndose entonces algunas variantes en la reglamentación, que se han mantenido hasta la época actual.
El saque se efectúa a “rebote”, desde la misma línea divisoria, a los 32 metros del muro, pero lanzando la pelota con la mano desnuda. Este sacador y otro jugador que suele colocarse sobre esta raya divisoria, para impedir el paso de la pelota utilizan guantes de cuero cortos y anchos. Los otros tres de cada equipo juegan con guantes de mimbre, llamados “chistera”.
Los del guante de cuero tienen la misión de “parar” la pelota. Los otros tres son los encargados de recogerla y devolverla de uno a otro campo hasta que uno de los bandos la pierde; pero, así como en el primitivo largo el golpe con el guante se daba con movimiento de resbalada (como en la actual modalidad de “remonte”) la técnica de estas “chisteras” consiste en sujetar y parar la pelota con la punta de la cesta, retenerla en pequeñísimo instante y reexpedirla. Es el tercero de los mecanismos empleados en la práctica del juego de la pelota vasca, que también se emplea en la modalidad de “yoko-garby”, y en la de “share”.
Se utilizan pelotas voluminosas, de bastante peso y no muy elásticas, forradas generalmente de cuero fresco y negro. La pelota puede estar en luego no sólo por el aire, sino corriendo a rastras por el suela (siempre que cruce por el aire la línea divisoria de los campos), y puede ganar un tanto no solamente llegado al fondo del muro contrario sino saliendo a rastras por los límites laterales del terreno de juego, dando lugar a lo que se llama un “raya”, nota característica de estas modalidades en “plaza libre”, suprimidas en las especialidades de “ble” en frontones modernos cubiertos, cuya explicación detallada rebasaría el espacio de que disponemos. Sólo un experto puede conocer a primera vista cuando se producen estas rayas que, en realidad solo valen medio tanto, y cuando es preferible hacerlas que ganar un tanto completo, en atención a que el juego y liquidación de las rayas lleva consigo el cambio de campos y, como fácilmente puede inferirse de lo dicho, el campo del resto, de menos superficie, tiene ventajas sobre el campo de saque.
Tuvo gran predicamento esta modalidad en la segunda mitad del siglo XIX, especialmente en pueblos de las zonas fronterizas del País francés en ambas vertientes del Pirineo. Pero, a medida que aumentaba la popularidad del profesionalismo, en mano, pala, remonte y cesta, fue decayendo el interés de los públicos por los partidos de rebote que antaño ponían en movimiento unos pueblos contra otros.
Se conservan muchas “plazas” de rebote en Francia: San Juan de Luz, Biarritz, Bayona, Hasparren, Ustáritz, Sare, Cambó, Ainhoa, Saint Jean de Baigorri, Saint Jean de Pied de Port… y algunos, también, en pueblos del norte, a la cabeza de todos los cuales están las de Villabona y Zubieta que mantienen con fervor el culto a esta modalidad, gracias al cual empieza a resurgir en Irurita, Santesteban, Elizondo, Oiz, Narvarte y algunos otros del Baztán navarro.
Share
Es una de las especializaciones menos conocidas de la pelota. Sin embargo, en Navarra, se ha producido un rápido desarrollo de esta modalidad. La prueba de ello estuvo en la medalla de oro conseguida por el equipo español en los mundiales sub-22, con la presencia de los navarros José Javier Larrea y Adrián Orradre. Dos pelotaris iniciados en el share precisamente donde comenzó el resurgir de la modalidad en el bost Kirol de Mezquíriz. Y uno de sus promotores fue Fermín Dufur, federativo de la Federación Navarra.
La idea de recuperar el share de Javier Etuláin, “que la tenía metida en la cabeza desde hace muchos años”, indica Fermín Dufur. Después de madurar la posibilidad, hace ocho años, se concretó en el bost kirol, ese partido maratoniano que agrupa cinco modalidades.
El Herriko Txoko de Mezquíriz tomó como suya esta iniciativa y surgió el torneo de bost kirol, en el que se incluía el share, con unas herramientas que había en la Federación. Los movimientos y la postura del share son muy distintos a los habituales de otras modalidades de pelota. Se hace más fácil jugar a share a aquellos que han practicado la mano. Por el contrario, uno que esté acostumbrado a jugar a pala, luego en share le cuesta mucho. En herramienta cuanto más golpe se le pegue mejor. En mano, por el contrario, la forma es distinta. De ahí viene el “atxiki” que es más o menos el coger y lanzar más que golpear.
Squash
La modalidad más novel. La juegan dos pelotaris provistos con raquetas de mango alargado. Se juega en una cancha que apenas supera los 30 m2. No está incluida en la Federación oficial de pelota pero su práctica entró en alza a mediados de los años 80.
Guante
Desde muy antiguo, se utilizó el guante para la protección de la mano; hay autores que piensan que para el siglo XIV había pueblos, como los romanos, que los manejaban con fines diversos. Pero en el juego de la pelota, que se introdujo como protector, serviría luego como incremento en calidad del juego, ya que modificaba e influía conscientemente, gracias a las cualidades de habilidad de los jugadores, sobre la trayectoria de la pelota.
Los primeros datos que narran los cronistas parten del siglo XVIII, y según Bombín Fernández comienza con Perkáin y Asantza. También Peña y Goñi, cuando cita los partidos que se jugaron en Pamplona entre Ocón y Urchalle en el Juego Nuevo, dice que Ocón jugaba con guante. La cosa no es de extrañar, pues las pelotas que empleaban tenían de seis a siete onzas de peso (185 a 215 g.).
La forma del guante era adaptable a la mano, y apenas sobrepasaba la parte distal de los dedos, con lo cual se aprecia que eran herramientas pequeñas aunque sí anchas, con el fin de recoger la pelota con más facilidad y volverla al juego.
El guante lo dividían en tres categorías: Guante corto, mediano y largo.
El guante corto tenía una longitud de 27 cm y una anchura de 18 cm con una concavidad de unos 4 cm aproximadamente.
El guante mediano es muy parecido al anterior, pero sus particularidades, breves a simple vista, cambian su manejo y características. Es más estrecho, con 17 cm la concavidad más profunda y la abertura por donde se introduce la mano no está en el eje del guante sino a un lado, todo lo cual tiene por objeto imprimir un movimiento de rotación más rápido a la pelota.
El guante largo llega a los 40 cm o más. Mantiene los 17 cm de ancho en la parte de la empeñadura, pero disminuye progresivamente hacia la punta para alcanzar 11 cm en el extremo distal. Su profundidad aumenta un poco con relación a los anteriores.
A final de la década de los 80, no quedaban más que viejas glorias entre las que cabe destacar a Pancho Lázaro y Santiago Esarte, quienes con 70 años, eran capaces de vestirse de blanco y protagonizar los pocos partidos que pueden verse en Navarra. Los últimos pueblos donde jugaban eran Arráyoz, Irurita, Elizondo.
Las modalidades de pelota en plaza libre se han hundido con el paso de los tiempos. A través de los dos siglos de existencia (desde Perkáin y Asantza, aproximadamente 1780-90), tuvo su máximo esplendor allá en la mitad de su vida entre los años 1890 y 1905. No hace muchos años, doce o quince, se pretendió formar escuelas de estas modalidades en algunos puntos del Baztán, principalmente en los pueblos citados. Pero no solo ha sido el valle del Baztán donde se ha jugado. En Pamplona y sus pueblos limítrofes tuvieron gran afición, según cuentan los pelotaris de aquella época.
Coma muestra tenemos en el Museo Etnográfico, un guante de los utilizados en Berrioplano. Este modelo parece acercarse el guante mediano, tal como lo describía en párrafos anteriores. La herramienta está confeccionada con tres capas de cuero superpuestas y con la misma concavidad y forma. En su parte dorsal tiene colocados unos dediles.
Para amarrarlo a la muñeca dispone de un cordón también de cuero.
Botillero
Personaje del ambiente pelotazale que, tiene unos cometidos de asesoramiento general sobre el pelotari en activo. Ha de seguir una serie de cualidades que van desde la experiencia a la sabiduría maestral de estos deportes.
Esencialmente asesora el juego de los pelotaris en los descansos de estos entre tanto y tanto de los partidos. Le indica el sistema de juego, le ayuda en la elección de la pelota más apropiada y le da ánimos de triunfo.
El más famoso botillero de la pelota navarra es Martín Ezcurra que ha ayudado a conseguir una cuantía de campeonatos gloriosos a los Retegui I y II, Urzainqui y otros pelotaris.
Ezcurra, es uno de los hombres de más prestigio y autoridad entre los hombres que sirven a la pelota Navarra.
Atesora unos conocimientos eruditos del juego, del material y de las características de las canchas y pelotaris.
Para evitar lesiones y mejorar el rendimiento físico son aconsejables: 5 ó 10 minutos de ejercicios de estiramientos; 5 a 10 minutos de carrera suave; y 10 a 15 minutos de peloteo en el frontón, realizando todos los gestos propios del juego.
Apuestas
Una de las connotaciones más significativas de los deportes de frontón. Son las apuestas, factor consustancial a la emoción y desarrollo de los partidos. Su organización oficial corre a cargo de las empresas promotoras de veladas pelotazales, dejando la función activa de este capítulo a los “corredores”. Quienes ocupan la contracancha invitando a las apuestas a la parroquia, a veces dando “momios”, según el lance del partido. Extienden papeletas con los colores azul y rojo, donde se indica la cantidad apostada.
Cobran un porcentaje que oscila entre el 16% del dinero ganado por el apostante, llamándole en el asfar “El punto”. También las apuestas pueden ser de Gaquilla. Es decir concertadas entre los espectadores bilateralmente.
Rezo del ángelus
Ritual religioso deportivo entre los aficionados al frontón. Tradicionalmente se lleva a cabo en las finales manomanistas. Aunque tal loable y bonita costumbre está presente siempre que el horario del medio día suena cuando se está disputando un partido. Los pelotaris dejan el juego para rezar la oración del ángelus junto con un sacerdote que acompañan a los pelotaris, jueces federativos y autoridades. Es un rito ancestral que se une en simbiosis en la tradición rural y a la religiosidad del pueblo.
Vocabulario de Pelota
Abierta. Dícese de la pelota que va a botar más cerca de la contracancha que de la pared izquierda. Aguardo. Voz que se daba al interrumpirse un partido; el “Reglamento para el Juego Nuevo de Pelota de la Misericordia” de Pamplona (1 enero 1847) establecía. “Si sobrevinere algún incidente responderá (el restador) con la voz aguarda a la señal o con el sacador hubiese hecho”. Agujero. Fallo del pelotari, que, cuando intenta golpear a placer una pelota, no consigue tocarla siquiera. ¡Qué agujero! dicen, como si la mano del pelotari estuviese agujerada. Aire. Dar o coger una pelota al aire. Devolverla antes de que haya botado. Ancho. Zona de la cancha de la parte derecha lindante con la raya a la chapa, que delimita por ese lado el pido de luego. ¡Tira al ancho!, se les grita a los pelotaris. El ancho es lo opuesto a la voz dentro. Apez-Apez. Tirar piedras apezapez o apezápez: Lanzarlas bajo brazo o a sobaquillo. Del vascuence a besapez o a besapes, con plural castellano. En el juego de pelota besape equivale a resto “bajo brazo” o “a sobaquillo”; lo contrario del besagáin, sobre brazo. (Besáinca). Arkupe. Soporte, porche o atrio usado como juego de pelota. Barbo. Mote que aplican en el frontón a los que juegan dinero por el alza, ofreciendo a los chipas o jugadores a la baja. Besainca. Modalidad de juego de pelota a mano, donde la pelota es cogida y luego lanzada contra el frontis, como a pedrada. Algunos especialistas de este juego han logrado vencer a pelotaris de remonte. Besape. Resto bajo brazo o a sobaquillo. (Apez-Apez). Ble. Variedad de juego de la pelota, que consiste en lanzarla contra una pared o frontón a diferencia del juego a largo, donde no existe pared. Una variedad de juego a blé es el de rebote, donde existen dos paredes y una red fija en medio, como el tenis. Bolea. Jugada que consiste en restarla al aire, antes de que bote en el suelo, y con el brazo en alto, haciéndolo girar por encima del hombro. Cuando el brazo está caído, tiempo de restar, se llama al resto sotamano. Boleo. O voleo. Dar a la pelota a boleo: A bolea, es decir, al aire sin dejarla botar, y alzando la mano por encima de la cabeza. Bolo. Núcleo de pelota, integrado, generalmente, por delgadas tiras de goma, (hay bolos hechos con madera de boj y con tiras de paño). Bolobeta. O boloveta. Bolo o núcleo de una pelota, hecho con goma o tripas de gato. Botadera. Botillo, para hacer el saque en el juego de pelota a largo. El “Reglamento para el juego Nuevo” de Pamplona de 1 de enero de 1847, decía a propósito “del botillo o botadera”: “Debe el botillo tener buen plano y hallarse de un modo sólido o sin movimiento”. Y en otro párrafo: “En la misma botadera deberá hallarse un hueco donde se pueden colocar 3 o 4 pelotas, una de las cuales permanecerá constantemente en ella”. Botillero. Llámase así al mentor del pelotari, que, durante el partido y aprovechando las pausas de éste, le aconseja e instruye sobre la forma en que debe desarrollar su juego. Botillo. Piedra cuadrangular que emplean para botar en ella la pelota, al efectuar el saque en el juego “a largo”. En el Baztán y la Regata es una especie de tambor de mármol, colocado sobre un soporte metálico que se utiliza con igual fin. Botipronto. A botipronto. Se llama así al resto que se hace dándole a la pelota inmediatamente de botar en el suelo. Brava. Dícese de la pelota que sale rebotada del frontón con violencia y bota muy fuerte. Es lo contrario de la pelota motela o floja. Buena. A buena: Dícese del modo de devolución de la pelota al frontis con la única intención de no cometer falta: “Dale a buena”. Caer. Caérsele el brazo a un pelotari; inutilizarse para la profesión a consecuencia de los repetidos esfuerzos. A los que juegan mucho de cachete se les cae el brazo, se suele decir. La caída de brazo es considerada como lesión incurable. Calle. Se dice de un partido que va de calle cuando no hay disputa y un pelotari o una pareja de pelotaris dominan netamente el partido. Cancha. Parte del frontón donde juegan los pelotaris. Canchero. Encargado de conservar la cancha en buenas condiciones para el juego de pelota. Además se les encomienda, guardar el material, facilitarlo a los jugadores, contar los tantos en los partidos, hacer de juez y otras tareas del frontón. Cargarse. Cargarse la pelota. Dícese de un pelotari que se ha cargado la pelota cuando por esperarla excesivamente adelantado, la pelota se la echa encima; dificultándose la devolución. También se dice atracarse. Lo contrario se llama quedarse corto. Cátedra. En el argot del frontón forman la cátedra los entendidos y los que, sin serlo, apuestan dando momio o ventaja, porque piensan que los suyos van a ganar. Catedráticos. Los entendidos, los que apuestan por el alza en el frontón, los apodan barbos; y a los que juegan a la baja, chispa. Cirica. En el juego de pelota a mano, equivale a dejada. Cistu. Aplicado a la pelota, significa fuerza, ímpetu, velocidad, “Llevaba la pelota un cistu que no la pude ni ver”. Clavo. Callo doloroso en la mano, a consecuencia del trabajo o de jugar a la pelota. Colchonazo. En el lenguaje del frontón llaman así a la falta que se produce cuando la pelota da contra la faja acolchonada puesta encima del frontón. Contracancha. Espacio rectangular que en el suelo de los frontones separa la cancha del lugar destinado al público. Corredor. Encargado de vocear, concertar y hacer efectivas las apuestas que se hacen en un frontón de pelota. Corrido. Llámase bote corrido al que resulta largo y tendido por la fuerza o efecto del envío o por resbalar en el suelo. Cortada. Jugada que consiste en dar a la pelota de manera que pegue rasa y con fuerza, muy cerca del fleje. Corto. Quedarse corto: Se dice del jugador que equivoca su colocación y no se adelanta lo bastante al encuentro de la pelota que ha de restar. “¡Corto!” es la voz de advertencia de su compañero de bando, en tales casos. Cozcorro. Llaman así a la bolita de goma o núcleo de la pelota. (Valle de Améscoa). Cuadros. Cuadros delantero: Zona de la cancha próxima al frontón. Cubrirse. Los que apuestan en el frontón llaman cubrirse a coger postula cual la pelota solamente es tocada e impulsada con el extremo de la cesta. Y aquel en el cual es remontada en sentido inverso. Cuerdas. Jugarse las cuerdas: Cuando los contendientes de un partido de pelota deciden jugarse las cuerdas, el que pierde ha de pagar el alquiler del frontón; es decir, lo que cobra la empresa por el uso del frontón durante el partido. La expresión tiene su origen en el juego de pelota a largo, cuando para dividir los campos, se colocaba una cuerda. A fines del siglo último y en el llamado juego nuevo de Pamplona, la cuerda se tendía apoyando un extremo de la misma en una argolla que había en la pared lateral, y el otro extremo en un poste. Referente al juego de pelota a largo y las cuerdas, Florencio Idoate en su obra Rincones de la Historia de Navarra, tomo III, título “Jugando a pelota en Sangüesa, Pamplona y Corella dice que en 1562 Sangüesa tenía “un juego de pelota de cuerda”, llamado también de “sobrecuerda”, y que se jugaba “a la pelota larga”. Culebra. Hacer culebra: Hacer tongo; hacer trampa un pelotari, aceptando dinero para dejarse ganar. Chanda. Turno que se establece en los partidos de pelota para dar participación en el juego a más jugadores de los que ordinariamente intervienen. A chanda: A veces, por turno, cuando dos quieren jugar y otros dos también, y alternan a cada tanto, se dice: “vamos a jugar a chanda”. Chanda pasa. Modalidad del juego de la pelota llamada al punto. Chapa. Hoja o lámina de metal que se coloca a poca distancia del frontis y que sirve para delimitar la zona del mismo sobre la que debe dar la pelota. ¡Chapa!. Falta que se produce cuando la pelota toca en la chapa del frontis o en las de las paredes. Chapela. Chapela de campeón. Boina grande (más grande que las normales) que se entrega como trofeo al ganador o ganadores de campeonatos de pelota. En ella se inscribe el título conseguido. Es palabra vasca (txapela). Chapeldun. El que tiene la boina o Chapela, el campeón. Chistera. O shistera. Cesta pequeña para jugar a pelota en las modalidades de Yoko-Garbi y Rebote. En francés, petit gant. Su nombre y su forma primitiva provino de la cesta de mimbre que se usaba en la Montaña para recoger legumbres y frutas. Sustituyó al guante de cuero casi por completo, por ser una herramienta de menor coste económico y mayor rendimiento deportivo. Posteriormente, el evolucionar en su forma y dimensiones, se transformó en la cesta-punta y el remonte./ Cesta para jugar a la pelota que consta de un guante de cuero adosado a una cesta o cazuela de tejido de mimbre o paja. La primera vez que se jugó en Pamplona un partido a chistera fue en el año 1868./ Especie de raqueta alargada y en forma de pala, hecha con una vara de mimbre o junco, doblada y atada fuertemente en sus extremos mediante una cuerda que forma malla en el hueco. La usaban los chicos para jugar a la pelota. En el Colegio de Jesuitas de Tudela la llamaban red. En el de Javier también. Chistu. Por extensión de su significado principal llaman chistu al sumbido o silbido que produce una piedra o pelota cuando llevan mucha velocidad. Esa pelota llevaba chistu, dicen cuando zumba en el aire. Véase cistu. Choco. Rincón. Es voz vasca. En el juego de pelota tirar al choco. Al rincón izquierdo del frontis. Dejada. Jugada de frontón que consiste en amortiguar la pegada a fin de que la pelota bote sin fuerza junto a la pared frontera. También la llamaban cirica. Delantero. Jugador de pelota que cubre la parte delantera de la cancha. Dentro. En el juego de pelota llaman el dentro a la zona de cancha que corresponde al rincón (o choco) y a las proximidades de la pared izquierda. La zona contraria es llamada el ancho. Dos. Al dos. En el juego de pelota al punto, donde juegan varios a la vez, cuando se imputa una falta a dos jugadores (v. gr. que han tratado de devolver el mismo resto, sin resultado), se repite el tanto para que, si uno cualquiera de ellos gana o pierde, ganen o pierdan los dos culpables. Dos paredes. Jugada que consiste en restar la pelota contra la pared izquierda, para que al rebotar en el frontis se desvíe a la derecha y vaya a botar en el ancho. Empalar. Dar de lleno y limpiamente a la pelota con la pala; golpearla con tal acierto que resulte impulsada con la mayor violencia. Encalar. Tirar al alto una pelota u otro objeto, de forma que quede en un lugar inaccesible, o de donde no puede ser recogida fácilmente. Encalarse. Quedar una pelota u objeto semejante en un tejado, balcón o en sitio alto de donde no puede recogerse fácilmente. Hay un refrán: “Pelota mala no se encala”, de significación parecida a: “Mala hierba nunca muere”. Encular. Encular un partido de pelota. Concertado con malicia, de forma que el contrario tenga que perder fácilmente. Enquilar. Encalar la pelota. Usase también como reflexivo: Me se ha enquiláu la pelota en la enteinada del siñó Calixto. (Mélida). Enquinarse. Enquinarse o anquinarse una pelota: encalarse, quedarse en un tejado, saliente, etc. (Tafalla). Entrada. En el juego de pelota entrar es lanzarse un jugador al encuentro de la pelota para rechazarla, y entrada la acción de entrar. Entrada al aire. Cuando el jugador pega a la pelota antes de que ésta bote. Entrada o botipronto: Cuando la pelota es rechazada inmediatamente después de botar. Entregada. Dícese de la pelota que se envía al contrario en forma que no ofrece dificultad para su resto. También la llaman servida. Entregar. Restar o devolver la pelota con tan poca fuerza o malicia que el jugador contrario pueda rematarla a placer. Escapada. Dícese de la pelota que, por no haber sido bien empalmada, empalada o encestada, se impulsa en dirección distinta a la pretendida, sea buena o a falta. Hay un dicho: La escapada de Chilarte, que a iguales perdió el partido y le dejó tuerto al juez. Escás. Línea horizontal que, colocada a un metro del suelo aproximadamente, marca la falta en el frontis. Cuando lleva una chapa de hierro, el escás recibe el nombre de fleje o chapa. En Vera escás es la pared de atrás en los frontones. En Tierra Estella, la línea de saque. En Pamplona, la línea que delimita el suelo de la cancha. En el “Reglamento para el Juego Nuevo”, de 1 de enero de 1847, se establecía que “es falta la pelota que toque al escas, o sea el cordón que señala lo largo de la plaza”. Estorbada. Acción y efecto de estorbar un pelotari a otro del bando contrario. La estorbada, cuando es de mala fe, puede ser castigada por los jueces con la pérdida del tanto para el bando del que estorbó. Falta. Falta en el saque. En el juego de la pelota se produce cuando ésta, al ser sacada, da el bote sin pasar de la raya de saque más próxima al frontis. Fleje. Chapa de hierro que señala la línea de falta en la pared de los frontones. Fraile. Bisel o falsa escuadra que hay en el ángulo derecho de los trinquetes, para que, al dar en él la pelota, tome efectos extraños. En algunos trinquetes el fraile es un machón o panza de piedra, adosado al ángulo. ¡Tira al fraile!, suelen gritarles a los pelotaris. Franca. Pelota franca. Llaman a la que llega a manos de un pelotari en condiciones tales (de bote, salida de pared o violencia) que resulta muy fácil restarla con eficacia. Frontis. Llaman así en el juego de la pelota al frontón propiamente tal; es decir, a la pared contra la cual se lanza la pelota. La pared opuesta al frontis es llamada rebote. Fuerando. Nombre que dan en Leiza al juego de la pelota al punto. Gancho. Jugada que consiste en restar la pelota al aire, enviándola con la zurda al ancho o con la derecha al choco. Gandas. Jugar a gandas o al gandas. Jugar a la pelota en peloteo suave y leal, sin tratar de ganar el tanto. Gosha. Se dice pelota gosha de la que es blanda. Gozar. Gozar la pelota. Sensación que experimenta el pelotari de mano cuando empalma perfectamente la pelota y encuentra adecuadas sus condiciones de peso, volumen y dureza. “No sé por qué, pero hoy no gozaba la pelota, y por eso se me escapaban muchas”. Guante. Manopla cóncava e inflexible de madera forrada con cuero, que despide la pelota con gran velocidad. Hay varios tipos de guante: pequeño o primitivo, usado, según se cree, por le legendario Perkáin; corto, utilizado por los “cuartos” del “laxoa”, los “paradores” del Rebote y los jugadores de Pashala; mediano, empleado por el “número” del “laxoa”; largo o de “sacador”, usado en el juego a largo y también en el de “blaid” o “ble” hasta su sustitución por la “shistera”, el remonte y la cesta. Guantero. El que hace o vende guantes o cestas de cuero para jugar a la pelota. Hucha. En ocasiones, llamada agujero. Véase agujero. Hacer hucha. Cometer un fallo o una pifia imperdonable. ¡Qué hucha!, se dice cuando un pelotari falla una pelota que podía haber restado sin dificultad alguna. La hucha viene a ser, en muchos casos, lo contrario del churro, que consiste en acertar por casualidad, en realizar una jugada inverosímil, o conseguir un tanto sin merecerlo. Igualada. En los partidos de pelota, cada vez que los contendientes empatan a tantos en el curso del partido. Intendencia. Administración o gerencia de un frontón. Intendente. Administrador o gerente de la empresa explotadora de un frontón. Juego. El juego de pelota. Equivale al frontón. El Diccionario de Navarra de Ochoa (1842), hablando de Urdax, dice: ” y la plaza, donde hay juego de pelota”. En documentos de 1562, comentados por Florencio Idoate en su obra Rincones de la Historia de Navarra, tomo III, título “Jugando a pelota en Sangüesa, Pamplona y Corella”, se dice que Sangüesa “tiene un juego de pelota a cuerda” o “de sobrecuerda”. Asimismo escribe Idoate “que en documentos del XV y del XVI se cita al juego de pelota del palacio de Olite”. José María Iribarren cuenta una anécdota personal para confirmar esta definición suya: En un mes jugué veinte partidos en diferentes juegos (en diferentes frontones), me decía un vecino de Estella que había sido en su juventud el mejor pelotari a mano de Navarra. “Juego Nuevo” se llamaba el frontón que tuvo la Casa de Misericordia de Pamplona, cuando estaba en el Paseo de Valencia. Largo. A lo largo. Variedad del juego de la pelota donde no existe pared alguna y los jugadores se lanzan la pelota a lo largo. El juego a rebote, donde existen dos paredes (frontón y rebote), es una degeneración del juego a largo, pero que ha prevalecido sobre éste. Latigazo. Equivale a brazo en el sentido de fuerza, brío, violencia al pegar, y así se dice de un pelotari, alabando la fuerza de su brazo y la violencia con que lanza la pelota: ¡Tiene un latigazo! Laxoa. O lashoa. Modalidad de juego de pelota con guante y a largo. En su forma primitiva se practicaba en un terreno llano, marcado con rayas o “eskases”; los jugadores se situaban frente a frente, en equipos de cuatro participantes, separados por una cuerda; el partido se contaba a juegos, con “rayas” y cambios de campo. El laxoa se jugaba mucho en los pueblos de la Montaña hasta hace medio siglo. Levantar. En el juego de pelota, especialmente en el de mano, equivale a restar los saques bajos y corridos, y devolver las pelotas cortadas o rasas. Librar. En la modalidad del juego de pelota “al punto”, salvarse dos jugadores de salir de la cancha por haber ganado el tanto que decidía de la suerte. Macharda. Horquilla de dos o tres puntas, que lleva trenzada una red para utilizarla en el juego de pelota. Machete. Restar la pelota a machete. Restarla de arriba a abajo, alzando la mano por junto a la cabeza. Mandrón. En el juego de pala, dar a mandrón es restar la pelota, utilizando principalmente la fuerza de la muñeca. En el juego a largo se denomina así al saque que se efectúa girando el brazo en posición horizontal, con ligera inclinación hacia arriba. En el “Reglamento para el juego nuevo de pelota” de Pamplona, “dispuesto por la Comisión de inteligentes” el 1 de enero de 1847, se mencionan varios modos de darle a la pelota, entre ellos de mandrón: “Toda pelota es bien dada al aire o a bote, al salto, de sotamano, de mandrón, botevoleo o a revés”. Mangazo. Golpe dado con el brazo. Por extensión, golpe violento, dado a la pelota con la pala, cesta o punta. Manista. Jugador de pelota a mano. Mano. Mano a mano. Partido de pelota entre dos contendientes. Manomanista. Se dice del jugador de pelota especializado en partidos mano a mano. Mañuetero. Ese es un mañuetero, suele decirse en Pamplona del pelotari ducho en tretas y artimañas. Proviene esta palabra del frontón de la Mañueta en Pamplona (ya desaparecido), donde actuaban jugadores, maestros en malicia y habilidad. Mausser. Nombre con que era conocido un guante estrecho y largo que se usaba en el juego de pelota a largo. El pelotari Juan Moya, inventor del remonte, dijo a un periodista: “El guante llamado máusser es el que yo hice transformar a un cestero de Tolosa en la actual cesta de remonte”. Momio. En las apuestas del frontón se llama a la ventaja de dinero que se ofrece a los partidarios que, según la cátedra, tiene menos probabilidades de éxito. Motela. Se dice de las pelotas tontas y muertas, por contraposición a las bravas que botan fuerte y salen rechazadas con violencia del frontis. Muerta. Llaman muerta a la pelota que bota y sale poco, en contraposición a la pelota viva, de mucho bote y gran velocidad. También llaman a la pelota blanda y de poco bote, pelota motela (nombre vasco) y pelota tonta. Novia. La novia llaman al último tanto de un partido en el juego de la pelota. Número. Nombre aplicado al jugador de pelota a largo que usaba el guante mediano, más corto que el del sacador. Obligada. Llámase así a la pelota que, por ir muy violenta o bien colocada, obliga a un resto débil. Pala Corta. La pequeña y gruesa de que se sirve un jugador para practicar la modalidad de juego de pelota “a pala”. Larga: La larga y gruesa de que se sirve un jugador para practicar la modalidad de juego de pelota “a pala”. Paleta. Pala de madera, delgada, de forma circular y rematada en mango de que se sirve el jugador para practicar la modalidad del juego de pelota “a paleta”. Paletón. Paredón; muro donde puede jugarse a la pelota. Palista. Jugador de pelota a pala. Palma. Juego a la palma: Modalidad primitiva del juego de pelota a largo y a mano. Aparece en un documento de 1331, que dice: “A Pedro de Oláiz carpintero del rey que fezo de nueuo so precio taxado en la claustra de los frayres predigadores de pamplona vn tablado para jugar a la palma…” En francés, jeu de paume. Parar. Tirar y hacer quedarse un objeto en el tejado o en otro lugar elevado y prácticamente inaccesible; dícese principalmente de la pelota o balón: “No le des tan fuerte que vas a parar la pelota”. Equivale a encalar. Paredes. A dos paredes. Suerte en el juego de la pelota, cuando en el saque o resto se hace que ésta toque primeramente en la pared lateral. Pasa. En el saque del juego de pelota se llama a la falta que se produce cuando la pelota bota rebasando la línea de saque más lejana del frontis. Pashaca. Variedad de juego de pelota a largo, con red en medio y contado a juegos. Tiene dos modalidades: a mano, tres contra tres, en “arkupes” o soportales de edificios; o con guante corto, dos contra dos, en trinquete reglamentario. Pata. A debajo pata. Cuando se arroja una piedra o se juega la pelota, lanzándola o rechazándola por debajo de una pierna alzada. Pedrada. Jugar a pelota a pedrada. Cogiendo la pelota con la mano y lanzándola contra el frontis, como quien lanza una piedra. Pedradista. El que juega a pelota “a pedrada”. Pegada. Acción y efecto de pegar a la pelota, y así se dice de un pelotari que tiene buena pegada; que su pegada es rasa, dura, violenta, floja, etc. Pelota. Domada. La que ha sido castigada, dándole golpes contra un muro, para poder practicar con ella a continuación el juego de pelota. Muerta. La que bota o sale poco. Picada. Aquella a la que se le ha imprimido un movimiento giratorio, distinto del de traslación: “Echada picada”. Rasa. La que sale del frontis con velocidad y fuerza, alcanzando bastante o gran distancia sin proyectar curva en su recorrido. Sobada. Domada. Viva: la que bota o sale mucho. Pelotas bordadas llamaban a una pelotas que solían bordar los presos con algodón de varios colores. Hace bastantes años los presos bordaban pelotas y hacían cadenillas con crin. Pelotazale. Como sustantivo, persona aficionada al juego de la pelota. Zale, voz vasca, significa afición. Como adjetivo, referente al juego de pelota. Así se dice y se escribe: Ambiente, cartelera o festival pelotazale. Peloteado. Se dice de un partido de pelota o de un tanto, cuando han sido muy disputados. Pelotear. Jugar a la pelota para entrenarse antes de un partido. También, disputar mucho el tanto durante el partido. Pelotero. Relativo al juego de la pelota. Equivale a pelotístico. Hoy se usa también el adjetivo pelotazale. En un folleto en verso de autor anónimo, impreso en Pamplona a comienzos del siglo XIX y titulado La Calle Nueva, se lee: “Vive en ella un Maestro consumado en Peloteras Artes, que ha logrado a fuerza de experiencia y de talento darles tal Perfección a las de Viento que admira su trabajo, su dureza, lisura, redondez y ligereza”. Pelotístico. Referente al juego de pelota: El ambiente pelotístico se encuentra caldeado. Picar. En algunos juegos, especialmente en el de la pelota, herir el objeto con que se juega imprimiéndole un movimiento giratorio, distinto del de traslación: “No sabes picar la pelota”. ¡Pido!. Voz que emplean los pelotaris en general para reclamar que los jueces se pronuncien sobre una falta dudosa o supuesta de un jugador contrario. Piedre. En el juego de pelota llaman a la falta que se comete cuando el jugador de un bando toca la pelota lanzada por su compañero o por él mismo, antes del segundo bote. Ha ocurrido esta falta más de una vez en los partidos de “herramienta” (pala, punta o remonte) cuando la pelota, en frontones que carecen de red, se desvía peligrosamente hacia el público. En este caso, y para evitar que algún espectador resulte lesionado, el pelotari de un bando se ha lanzado, humanitariamente, a detener la pelota lanzada por su compañero o por él mismo. Pinche. Antiguamente, muchacho ayudante del juez o jueces en partidos de pelota. Uno de sus cometidos era el que expone jocosamente Vicente Galbete, comentando una cláusula del “Reglamento para el juego nuevo” de Pamplona (1847) que decía: “Se suspenderá (el partido) cuando hubiese caído la tarde, o se hubiese hecho oscuro, a juicio de los jueces o espectadores”. “En tales casos, el pinche se dirigía a los espectadores y quitándose respetuosamente la boina, les interpelaba: Señores espectadores: ¿Saben ustedes si llueve? O ¿saben ustedes si se ve? Y según lo que el público sabía, se seguía jugando o no. Con lo que, a veces, en defensa del dinero apostado, aunque lloviese torrencialmente, no faltaban espectadores que sabían que no llovía; o que sabían que se veía, aunque se hubiera hecho de noche ciega”. Plaza. Nombre que dan al frontón en algunas localidades de la Montaña. Ple. Ble. Variedad del juego de la pelota, que consiste en lanzarla contra una pared o frontón, a diferencia del juego a largo, donde no existe pared. El art. 327 de las Ordenanzas Municipales de Cascante del año 1847 “prohíbe jugar a pelota, lo que se llama ple, en todos los sitios de la Ciudad”. Porraca. Variedad del juego de la pelota, donde juegan varios chicos, y el que pierde es golpeado por los demás jugadores hasta que sale del frontón (Vera de Bidasoa). En Santesteban llaman a este juego zamparrón. Punta. Especie de remonte más largo y corvo, con cazoleta más honda, para retener la pelota y lanzarla seguidamente y de revés. Se llama también así el juego de pelota a base de punta. Puntista. Jugador de pelota a punta. Punto. Al punto. Variedad del juego de la pelota donde los jugadores, formando un solo bando, van eliminándose a medida que pierden o fallan el resto. El ganador obtiene un punto y los demás jugadores vuelven a entrar en juego. El que posee un punto puede hacer dos faltas o comas sin ser eliminado./ Llaman punto al que juega en las apuestas del frontón, recogiendo la oferta del corredor. Quince. En los partidos de pelota a juegos, hacer quince equivale a hacer tanto. En un folleto en verso de autor anónimo, impreso en Pamplona a comienzos del siglo XIX y titulado La Calle Nueva se lee: “…la empala con vigor y la destierra y a no haber tropezado con la gente hubiera sido quince ciertamente.” Quiniela. Variedad del juego de la pelota, proveniente de América, donde el público apuesta a ganador y colocado. La quiniela suele celebrarse como intermedio entre los dos o tres partidos del programa de un frontón. Intervienen en ella seis pelotaris. Van jugando uno contra uno, y el ganador con el siguiente. El que consigue ganar cinco veces resulta ganador. Y el que le sigue en puntos, colocado. Quinielista. Pelotari que interviene en el juego de las quinielas. Raqueta. Herramienta para jugar a pelota, hecha con una caña o una vara de mimbre doblada y atada fuertemente en sus extremos (la empuñadura) con una cuerda que forma en el hueco ovaloide una trama o tejido, como de tela de araña. A la raqueta pequeña se le llamaba también red. Julio Altadill, en su obra Castillos medioevales de Nabarra y en el capítulo dedicado al Palacio de Olite, dice que a una de las estancias o departamentos se le llamaba “Juego de raqueta”. Rayador. En el juego de pelota a largo, llamaban así al individuo que contaba las jugadas y colocaba las señales de las rayas. Para ello utilizaba tallos de maíz, con sus hojas; y en partidos de importancia, banderolas de colores (Santesteban). En el “Reglamento para el juego nuevo” de Pamplona, acordado el 1 de enero de 1847, se establecía que “el rayador para el mejor desempeño de su deber tiene que usar de una paleta, a manera de esas tablas que se colocan en un villar para que el apuntador corresponda bien a su objeto”. Rebote. Generalmente se llama rebote a la pared trasera de un frontón. En algunas localidades, al frontón de una sola pared o frontis. A rebote. Variedad del juego de pelota, donde existen dos paredes (frontón o frontis, y rebote) y una red fija en medio, parecida a la del juego de tenis. Existe una variedad del juego de rebote, donde no hay red, que consiste en los siguiente: “El juego de pelota a rebote difiere del de a largo. 1.º En que la piedra botadera para el saque se coloca mucho más cerca del frontón que en el juego de largo. 2.º La primera pelota del saque debe llegar al frontón, sea de pared, sea rebote, dando dentro del enlosado que suele haber a tal efecto. 3.º No se hace raya más arriba del punto donde se halla colocada la piedra botadera”. (Noticia de las cosas memorables de Guipúzcoa, de Pablo de Gorosábel, Tolosa, 1899). Así se jugaba hasta hace pocos años (escribía Iribarren en 1952) en Vera de Bidasoa contra pelotaris vasco-franceses. Se conserva el frontón, al que llaman Plaza Nueva./ Tirar al rebote o a rebote. Suerte en el juego de la pelota, cuando en el saque o resto se consigue que la pelota toque en la pared opuesta a la del juego. Rebotear. Devolver una pelota que ha dado en el rebote o pared zaguera del frontón. Recoger. En el juego de pelota, restar las pelotas abiertas, forzando el juego de muñeca o brazo para devolverlas hacia el dentro. También se llama a esto sujetar. Red. Raqueta para jugar a la pelota, hecha con una vara de mimbre o de junco marino doblada y atada por sus extremos, cuyo hueco se cubre con una malla de cuerda. Relaj. Fleje de hierro horizontal colocado en la parte inferior de un frontón de pelota. Rematar. En el juego de pelota, restarla de modo que se consiga tanto. Rementir. Botar defectuosamente la pelota o desviarse de la trayectoria normal por defecto de la cancha o del frontis. “¿Cómo quieres que reste si la pelota no hace más que rementir?” Remontar. En el juego de pelota a remonte, impulsar o devolver la pelota, haciendo que se deslicen limpiamente por la cazuela de la cesta o remonte. Remonte. Cesta curva y acanalada, hecha de castaño y tejido de mimbre, y rematada en un guante, que emplean los pelotaris en el juego de remonte. Remontista. Jugador de pelota a remonte. Restador.l Pelotari encargado de devolver el saque o de restar en el juego a largo. En un folleto en verso de autor anónimo, impreso en Pamplona a comienzos del siglo XIX y titulado La Calle Nueva, se lee: “…cuelga al fin de la Calle una Cortina que sirve de reclamo a ociosa gente, y al restador, de objeto conveniente… Igualan lo primero Sacadores, luego se proporcionan Restadores.” Restar. En el juego de la pelota, equivale a devolver la pelota, lanzándola contra el frontón. Resto. En el juego de pelota, resto equivale a devolución de la pelota. Hace un buen resto el jugador que, habiendo recibido una pelota difícil, consigue devolverla, lanzándola a su vez con mucha violencia o malicia, de forma que dificulte el resto del contrario. Sacadera. Botillo o piedra donde bota la pelota el sacador en el juego de pelota a largo. Sacador. Pelotari encargado de sacar en el juego a largo. En el citado folleto, titulado La Calle Nueva, se lee: “Ya marchan a sus puestos concernientes, ya el Sacador aprieta con los dientes una o varias pelotas que ha tomado del Cesto en una silla colocado.” Sario. Jugar a sarios es una variedad del juego de pelota en el que se cuenta, no por tantos, sino por quinces. Shilo. Oquedad que hay en algunos trinquetes, sobre la chapa, a la derecha del frontis, para que, al dar ahí la pelota, tome efectos extraños. Se le llama también ventanillo. Véase Trinquete. Tiene forma cuadrada. Shistera. O chistera. Cesta pequeña para jugar a pelota en las modalidades de Yoko-garbi y Rebote. En francés, petit gant. Al inventarse la shistera, siendo una herramienta de menor coste económico y mayor rendimiento deportivo que el guante, sustituyó a éste casi por completo; posteriormente, al evolucionar en su forma y dimensiones, se transformó en la cesta-punta y el remonte. Sobaquillo. Dar a la pelota a sobaquillo: girando el brazo muy pegado al cuerpo y dando a la pelota de abajo arriba. Socoalde. Variedad del juego de pelota que consiste en agarrar la pelota con la mano y lanzarla a boleo o a pedrada. Sorfila. Llaman así en Baztán a un terreno para jugar a la pelota, delimitado en pleno campo. Suele tener de quince a diecisiete metros de distancia y está dividido por medio de rayas paralelas, marcadas a azadón y cortadas en su mitad por otra raya perpendicular. Una piedra lisa hace veces de botillo. En la sorfila solían jugar a largo. Sotamano. Devolver la pelota a sotamano. Devolverla antes de que bote, y haciendo girar el brazo por debajo del hombro. Cuando se da a la pelota haciendo girar el brazo o antebrazo por encima del hombro, le llaman bolea. ¡Taconera! Voz o grito que se daba en el juego nuevo de Pelota de Pamplona, cuando la pelota salía por encima de la red del frontis, para avisar a los transeuntes del paseo de Valencia, con el fin de que evitaran el pelotazo y mirasen donde caía la pelota. El Juego de Pelota era un frontón de Pamplona, situado frente al Cuartel de Caballería, con entrada por la calle de San Ignacio y cuyo frontis daba al paseo de Valencia. Lo construyó el ayuntamiento a finales del siglo XVIII y parte de sus ingresos se destinaban a beneficio de la Casa de Misericordia, que entonces se hallaba también en aquel lugar (J. J. Arazuri, Pamplona, Calles y barrios). No lejos de allí comenzaba la zona llamada Taconera, y quizá con ese grito se quería decir que la pelota iba hasta la Toconera o “fuerapuertas”. Tambor. Llaman así al tejadillo que corre a lo largo de la pared izquierda en los trinquetes. Y al botillo de piedra o mármol que hay en los rebotes del juego a largo y que se emplea para botar en él la pelota al tiempo de sacar. Suele estar apoyado sobre un trípode de hierro, y puede inclinarse más o menos, a gusto del que saca. Tonguista. El que hace tongo. Aplícase comunmente a los jugadores de pelota profesionales. Tonta. Se usa en el sentido de torpe o inhábil, refiriéndose a la mano de un pelotari o a la pierna de un futbolista, por contraposición a la mano o pierna hábil o diestra para jugar. Toque. En el juego de pelota se dice que ésta tiene toque o buen toque cuando responde bien al golpe o impulso que recibe del jugador. El toque puede apreciarse de antemano por el bote y por el sonido de la pelota. Tragar. Obstinarse un pelotari en restar pelotas que no le corresponde, prescindiendo inconsideradamente de su compañero. Tragón. En el juego de pelota, dícese del jugador ansioso y egoísta que traga pelotas cuyo resto corresponde normalmente a su compañero. Aplícase también al fútbol y a otros juegos. Travesar. Apostar. Aparece en el “Reglamento para el juego nuevo de pelota de la Misericordia” de Pamplona, acordado el 1 de enero de 1847: “El rayador no podrá recibir de los espectadores, ni de los jugadores, dinero para travesar, porque esto pudiera distraerle de su primer objeto”. Traviesa. Apuesta. En el Reglamento citado en la voz anterior se decía: “Las traviesas estarán a toda contingencia, sujetas a la resolución que los jugadores tomen con arreglo a estos precedentes, u otros de idéntica naturaleza”. Los precedentes aludidos se refieren a los casos y motivos de suspensión de partidos iniciados, y por tanto con traviesas de por medio. Trinquete. Local, generalmente cubierto, que consta de cancha o suelo de losas y cuatro paredes, todas las cuales se utilizan en el juego de pelota. Al objeto de dificultar éste y aumentar sus incidencias, el trinquete suele tener, a lo largo de su pared izquierda, un tejadillo (también llamado tambor) que cubre una galería para el público, de un metro de ancha por dos de alta, protegida por una red. En el ángulo derecho del frontis hay un machón o falsa escuadra, al que llaman fraile, y a veces se abre, cerca de él y en la pared del frontis, un ventanillo donde la pelota toma efectos inesperados. El jugador que logra meter la pelota en la red consigue tanto a su favor. De ahí que el contrario procure contrarrestar esta jugada entrando a la pelota a bolea de izquierda. En determinadas modalidades del juego se coloca en medio de la cancha una red baja que divide los campos adversarios. El trinquete recuerda los atrios de las iglesias del País Vasco, donde empezó a desarrollarse el juego de pelota. Por extensión llaman trinquete al frontón cerrado o de cuatro paredes. Trinquetero. El encargado del trinquete. Y el que juega mucho en los trinquetes y sabe todas las mañas y malicias del fuego. Ucha. O hucha. En el juego de la pelota equivale a fallo. Cuando el fallo es tal que el jugador no ha podido tocar la pelota, se denomina agujero. Va. Voz que se da al hacer el saque. El “Reglamento para el juego nuevo” de Pamplona (1 enero 1847) ordenaba: “El sacador dará la voz preventiva Va, o hará la señal de que va a sacar, y expedirá la pelota al primer bote: precisamente al primero”. Venga. Voz que respondía al restador al Va del sacador. El citado “Reglamento” establecía: “El restador responderá a esta señal con otra, o dará la voz venga. Ya después de esto será valedero el juego, sin que ninguna otra voz le retarde o interrumpa”. Ventanillo. Véase Shilo. Viento. Pelota de viento: En un documento de 1593, comentado por Florencio Idoate en sus Rincones de la Historia de Navarra, tomo III, se habla del juego a la pelota de viento. Dice así “De Corella a 16 días del mes de julio de 1593 años… ante el alcalde de la dicha villa… parecieron presentes don Gaspar de Ezpeleta (y otros dos), e dixeron que… han ganado a la pelota de viento diciseis tantos de a medio escudo cada tanto… a Andrés de Viana…” El partido era de tres contra tres. Se jugó a juegos (principal y de traviesa) y a tantos. Lo jugaron con apuesta de por medio: “Buena va de cuatro escudos cada tanto de traviesa…” Volea. O bolea. En el juego de pelota a mano y a pala se llama así el resto dado al aire, antes de que bote la pelota. Vuelta. Dar la vuelta a un partido: Cuando el jugador o los jugadores que van perdiendo por muchos tantos, terminan ganando. Yoko-Garbi. Variedad de juego de pelota a blé, con “shistera” como herramienta. Tiene dos modalidades: en plaza libre, con frontis terminado en forma curva, tres contra tres, siendo la cancha, de cemento brea o tierra, estrecha adelante (7 metros) y ancha atrás (hasta 10 ó 11 metros); o en frontón con pared izquierda, dos contra dos. Yoko-garbi significa “juego limpio”. En un principio se llamó “punta-volea” Se considera el origen del remonte y la cesta-punta. Zaguero. En los partidos de pelota por parejas, el jugador que cubre parte trasera de la cancha. El que juega delante, se llama delantero. Zurdazo. Resto de la pelota con la zurda.
Bibliografía
Bajo este epígrafe, se ofrece una cita en que los datos del juego de pelota se pueden consultar, en los escritores: Juan Iturralde y Suit, Teodoro de Ochoa, Pascual Madoz, Luis Amorena y Basco, José María Pascual, Florencio Idoate, Vicente Galbanete, José María Iribarren, Ignacio Baleztena, José Joaquín Arazuri, Antonio Pérez Goyena, Alfonso Reta, José Mª Jimeno Jurío, Javier Baleztena, Javier Aguirre, Santi de Andía y J. Ollaguindia, así como también una visión de este juego en los poetas Antonio Escobar, Alberto Pelairea y José Díaz Jacome que se ocuparon igualmente de la pelota, y las revistas literarias “La Avalancha”, “Arga”, “Pregón” y “Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra” (N° 35) así como las especialidades: frontis y Euskal-Jai de la Federación Navarra. El gran libro de la pelota, Federación Nacional de Pelota (1974).