VILLA ROMANA
VILLA ROMANA
La intensa vida urbana del mundo romano tuvo como soporte necesario una amplia ocupación y explotación de las zonas cultivables, donde proliferó el tipo de poblamiento formado por núcleos campesinos o villae, que cobran importancia con la pacificación y reorganización del Imperio en el siglo II y se desarrollaban aún más desde la siguiente centuria, cuando a la inestabilidad política acompañan profundos cambios sociales, como el éxodo ciudadano y la reclusión de los grandes propietarios en sus heredades rurales. Por esto marca el siglo IV la época de mayor densidad del habitat en villae o “villas” reconstruidas o de nueva planta.
Arquitectónicamente la villa es un conjunto de edificios que constituyen el centro de un fundus o gran propiedad; consta generalmente de la mansión del dueño, dotada con frecuencia de ricos pavimentos de mosaico y una serie de dependencias agrícolas (prensas, lagares, silos, etc.) Como consecuencia de la inseguridad reinante, las villae adquirieron gran autonomía; los magistrados no podían entrar en ellas sin permiso del dueño, quien además en algunas materias administraba justicia a sus siervos y colonos; con estos podía eventualmente disponer de sus propios contingentes armados, como la milicia reclutada en sus propiedades por los nobles hermanos Didimo y Veriniano para bloquear los pasos del Pirineo Occidental (407) frente a los partidarios del antiemperador Constantino. La escasez de las excavaciones realizadas impide valorar en su verdadero alcance, sin duda considerable, los asentamientos campesinos o villae del territorio navarro de origen romano o tardorromano.
Las villas son así, no sólo lujosas residencias, sino el centro de una sociedad en ocasiones autárquica, tendente cuando menos, al autoabastecimiento. La villa de la Foz*, Falces o El Ramalete de Tudela son algunas de los ejemplos de esta nueva concepción de la estructura demográfica de la época bajoimperial. (Romanización, Mosaico romano*).
El yacimiento de S. Esteban de Falces presenta una villa de características muy semejantes a la de Liédena, con dos momentos constructivos (siglo II y siglo IV) y diversas dependencias agrícolas. En el mismo término han aparecido otros restos, menos significativos en principio, de este tipo de asentamientos rurales; El Ramalete, tal vez relacionado, según apunta M. J. Perex, con la civitas de Mouskaria señalada por Ptolomeo, se encuentra situada en término de Tudela, en dirección a Castejón. Las excavaciones de 1946 realizadas por B. Taracena y L. Vázquez de Parga dejaron al descubierto importantes restos de la vivienda dominical, con dependencias termales. Las habitaciones se disponen en la línea de un corredor, con dos de ellas pavimentadas por mosaicos, un vestíbulo rectangular y una habitación octogonal con calefacción de hipocausto. Otras estancias, en el extremo meridional, enlazan con las termas, enlucidas o pintadas y compuestas de caldarium, tepidarium y frigidarium (salas de agua caliente, templada y fría). Al conjunto se añaden diversas habitaciones diseminadas correspondientes a las dependencias agrícolas. Sin embargo, es famosa, sobre todo, por los bellos mosaicos que contiene, ya citados, que se comentan más adelante. La villa parece construida en el siglo IV.
Aunque situada en el Alto de la Cárcel, en término de Arellano, se denomina habitualmente de Arróniz a la villa donde se localizó (1883) el famoso mosaico de las Musas. Los restos arquitectónicos, en los que se realizaron algunas catas en 1942, muestran una extensa residencia rural de unos 150 x 150 m, pero construida en mampostería pobre. También se fechó en torno al siglo IV d.C.
En el término de Socorona de Villafranca, junto a tres mosaicos, se localizaron restos arquitectónicos datables en los siglos I-IV de nuestra era: la vivienda debió de ser destruida a mediados de esta última centuria, aunque un siglo antes se había reformado.
En término de Funes se excavó en 1959 (J. Navascués) un lagar de gran capacidad, fechado en el siglo II por las monedas de Domiciano y Adriano allí encontradas.
Este fenómeno de densificación de la retícula de microcomunidades de vida campesina parece confirmado también por la toponimia, que ofrece numerosos ejemplos de villae cuyo nombre remite al del hipotético fundador o propietario del primitivo fundus, como Amillano, de Aemilius, Arellano, de Aurelius, Paternáin de Paternus, etc., aunque, este sistema de ordenación del poblamiento puede ser resultado de un largo proceso que desde sus raíces romanas alcanzaría sin solución de continuidad los primeros siglos medievales.