DÍEZ DE ARMENDÁRIZ, MIGUEL
DÍEZ DE ARMENDÁRIZ, Miguel
Oriundo de Navarra, se desconoce el lugar y el año exacto de su nacimiento. En 1544 fue designado juez de residencia y visitador de las gobernaciones de Cartagena de Indias, Santa María, Río San Juan y Popayán por Carlos I (IV de Navarra), a fin de obligar a las autoridades españolas en América a cumplir la legislación y, muy en concreto, las fundamentales Leyes Nuevas de Indias, que el emperador había promulgado en 1542 en defensa de los indígenas. Díez de Armendáriz llegó a Cartagena en 1544 y actuó con singular dureza contra los españoles colonos -en especial los encomenderos, que explotaban a los indios- y contra las autoridades que los protegían. Hubo de luchar -verbal y judicialmente, pero a veces también por medios de las respectivas fuerzas paramilitares- contra todos, pero en especial contra el conquistador Sebastián de Belalcázar, que se negó a aceptar las nuevas leyes y apeló contra ellas al monarca, como hicieron otros. El propio Belalcázar llegaría asimismo a apresar y ejecutar en 1546 a Jorge Robledo, teniente del navarro en Antioquía.
En 1547 pasó Armendáriz a Santa Fe, también para exigir la aplicación de las nuevas normas, y se repitieron las reacciones contrarias entre quienes veían lesionados sus intereses. Cesó por fin en sus cargos al crearse la Audiencia de Santa Fe, en 1549. Pero, seguidamente (1550), el propio Díez de Armendáriz hubo de someterse al juicio de residencia a que eran sometidos todos los funcionarios españoles en América al término de su mandato, donde volvieron a desatarse las venganzas por su actuación a favor de la legalidad y de los indígenas. Se le trató con dureza y perdió todos sus bienes, hasta el punto de que se ha escrito que quedó realmente en la miseria. Cuando pudo regresar finalmente a España 1554), se ordenó sacerdote y murió siendo canónigo de Sigüenza.
En sus trabajos de juez y visitador colaboró con él su primo Pedro de Ursúa*, cuyas principales expediciones fueron obra de la protección de Armendáriz y cuya ventura y desventura ante las autoridades americanas estuvieron muy vinculadas a la suerte de su primo.